27 abr 2016

LA TRANSPARENCIA QUE NO ERA

ARGENTINA
El relato macrista está herido de muerte


Daniel Paz & Rudy

Como ustedes saben, soy politólogo. Por lo tanto, no hablo de moral en política y para mí la corrupción es una cuestión meramente policial, excepto que afecte al funcionamiento de la política. El problema en la Argentina es que la corrupción está adosada a la forma de financiamiento de la política, entre otras cosas porque para ganar una elección tenés que “pasar” por los medios de comunicación, o sea, “garpar” espacios mediáticos para que la gente te conozca. Mientras una entrevista en un programa te salga 200 “lucas” no hay sueldo de político honesto que aguante. La cuestión del Macri-Gate sorprende sólo a los votantes del macrismo de buena voluntad y mucha ingenuidad política, pero deja en off-side a los votantes rabiosos, fanáticos e hipócritas del macrismo.

El votante kirchnerista no sufre demasiado con la variable “corrupción”. No es que justifique la corrupción o sea corrupto en sí mismo, es que puede banalizarla (en términos de Hannah Arendt respecto de la “banalidad del mal”) en función del modelo político y sus políticas que beneficiaron a las mayorías políticas y al Estado. El votante kirchnerista no sufre tanto por Jaime como por las estadísticas falsas de la UCA, por ejemplo. Está dispuesto a sortear la urticaria progresista clasemediera que despierta un Jaime o un Báez, por muy desagradable que sea el video en La Rosadita, con tal de que la pobreza, la miseria, el desendeudamiento, el crecimiento del mercado interno se mantenga constante.

El Panamá-Gate pone en crisis política al macrismo porque deja expuesta a su clientela política. ¿Cómo es esto? Sencillo. Desde diciembre que el macrismo inventó el relato de la corrupción kirchnerista como justificador de sus pésimas medidas de ajuste, empobrecimiento, devaluación y parate económico. Se presentó a sí mismo como lo “nuevo”, como lo que venía a hacer “política sana” porque el presidente “no venía a robar porque ya tenía plata”. Un absurdo lógico a toda vista. Mauricio era honesto, los kirchneristas eran todos corruptos, choriplaneros, ñoquis, etcétera. Ese relato acaba de caerse. Resulta que Macri, al que se le sospechaba negocios turbios con su hermano del alma Caputo, el que estaba multiprocesado, el que pagaba cuantiosas sumas a periodistas para su campaña con millonarios retornos, ahora es un evasor fiscal internacional con cuentas en paraísos fiscales.
¿Se acuerdan de las cuentas inventadas por los Lanata boys de Máximo y Nilda Garré? Bueno, parece que a esos chicos se les escaparon las cuentitas de Macri. Una simple coincidencia. Las tuvieron que desnudar los periodistas alemanes. Claro, uno podría decir: ¿Es fiable una investigación en la que sólo son evasores y lavadores un par de presidentes tercermundistas, algunos funcionarios de segundo orden del primer mundo y estrellas del deporte y del espectáculo y ningún político norteamericano? Parece raro, es verdad. Pero más allá de quién hizo la operación periodística judicial, lo sustantivo es que Macri fue herido profundamente en términos políticos.

Explico por qué: Todo su andamiaje justificatorio se le vino abajo. Los periodistas macristas podrán decir “que no es tan ilegal, que fue hace muchos años, que ahora saltan los periodistas K”. Pero lo que nunca van a poder borrar es que Macri, a través de esas cuentas operó dinero a espaldas del Estado argentino. Entonces, ¿puede no ser corrupto como presidente un empresario privado que engañó al Estado que ahora conduce? No resiste lógica.


El relato macrista está herido de muerte. Macri es “tan corrupto” como los kirchneristas, entiéndase esto en términos simbólicos, no importa la verdad. Cualquier macrista hoy, sea periodista, verdulero, político, ciudadano común, no tiene otro remedio que llamarse a silencio. Cada vez que un macrista intente hablar de la corrupción kirchnerista, cualquier persona del mundo va a poder contestarle con un “Macri, devolvé la bolsa”. Esto es brutal para el relato de “decencia” que el propio Macri había armado desde el principio. Hoy los macristas deben rehacer su discurso, poner cara de “perro que se lo están haciendo” cuando se hable de corrupción. Excepto que no quiera quedar como un ridículo. O, como decimos en el café, como un boludo.


Hoy, después del Panamá-Pa(m)pers, los macristas que hablen en contra de la corrupción kirchnerista corren el riesgo de quedar como unos hipócritas o como unos “boludos” en cualquier mesa de café. Eso para cualquier argentino es un pecado imperdonable para sí mismo. Nadie quiere estar en el lugar del “boludo”.


Una última cuestión: el kirchnerista podía banalizar la corrupción en función de un gobierno defendible desde distintos puntos de vista. El macrista, en cambio, no puede. No tiene ejemplos de políticas públicas defendibles. Tenía, sí, el relato de la corrupción kirchnerista como justificador de los planes de ajuste. Ya no tiene ni esa justificación: su presidente está acusado de evasión. Y para peor, hay cien mil desocupados más en la Argentina. Los trabajadores y la clase media perdieron el 50 por ciento de su salario, el Estado está a punto de endeudarse por miles de millones de dólares y la pobreza aumentó varios puntos en sólo tres meses de gobierno.


Y ni siquiera son honestos y decentes...

(Por Hernán Brienza)
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