20 abr 2017

SE CAE DE MADURO

Venezuela, un blanco de guerra


Por: Ugo Codevilla, Analista
Abr 18, 2017 

PIT-CNT culpa a EE.UU. de lo que sucede en Venezuela

Hace algunos días Marcos Roitman, chileno, catedrático universitario en España, asilado político en México, publicó un artículo en La Jornada: “¿Golpe de Estado en Venezuela? Más bien se trata de evitarlo”.

En dicho artículo aseveraba que mientras se urde el plan para dar la puntilla al orden constitucional en Venezuela, se hacen públicas las conversaciones mantenidas entre el almirante Kurt Tidd, a la sazón comandante en jefe del U.S. Southern Command, con sede en Miami, y el actual secretario general de la OEA, en enero de 2016, Luis Almagro.

El objetivo es coordinar la acción de los organismos regionales con un fin: dinamitar el poder legítimo del gobierno encabezado por Nicolás Maduro. Servicios de inteligencia, organizaciones no gubernamentales, corporaciones privadas de comunicación, prensa, radio, televisión y redes sociales deben entrar en sincronía y asestar el golpe definitivo.

¿Cuál? Inaugurar un Estado paralelo, encabezado por el Parlamento, en manos de la oposición. La labor inmediata: sentar las bases para hacerlo viable. La estrategia: tensionar el Poder Judicial, desacreditar sus resoluciones, obligar al gobierno a tomar medidas de excepción y, de esa manera, justificar la intervención para salvaguardar, curiosamente, el orden constitucional.

Como siempre, el centro operativo es la representación de Estados Unidos en Caracas, cuya ex embajadora, Kelly Keiderling, disfruta hoy la tranquilidad montevideana. En permanente contacto con Nin Novoa, eso sí, por estrictas razones diplomáticas. Faltaría más.

La citada emisaria, afirmó que en la República Bolivariana de Venezuela se procesa un fuerte conflicto entre poderes que rompe el marco democrático. Por suerte -no tanto para los eufóricos-, negó el tan cacareado “autogolpe”.

En efecto, dicho conflicto se inició cuando la oposición tomó las calles tras la victoria de Maduro. Precisamente, Leopoldo López fue encarcelado en 2014 por instigar a la violencia. Encabezó La salida, manifestaciones en Caracas que saldaron 43 muertos.

Ya desde ese periodo posterior a asumir Maduro (2013), la campaña internacional en contra del mandatario fue escandalosa. Varios expresidentes se involucraron en ella convocados, en ese entonces, por España: José María Aznar, Felipe González, César Gaviria, Álvaro Uribe, Ricardo Lagos, Felipe Calderón.

Con la victoria antichavista en las elecciones parlamentarias pasadas (2015), la oposición convirtió el Congreso en cuartel general del MUD (en sus salones se reúne la citada Mesa de la Unidad Democrática con total descaro) armado con una sola lógica, derribar a Maduro. Hoy, consiguió apoyo en varios países latinoamericanos para presionar desde la OEA y así lograr su propósito. Importan poco las razones, en todo caso, son bienvenidas las tergiversaciones.

La mayoría parlamentaria oculta su esencia provocadora y se reimpulsa, determinados a enfrentar al Poder Judicial. Amenaza con cortar cabezas y exhibe musculatura, dado que está respaldada por cancilleres como la argentina Susana Malcorra, afamada por sus nexos con la CIA; el mexicano Luis Videgaray, quien se la pasa en Washington, negociando a lo oscurito temas capitales en compañía del yerno de Trump. En cuanto al brasileño, su presencia huele a impeachment. A Nin Novoa mejor ni nombrarlo.

Estos ilustres señores son la apoyatura de los diputados entrados en rebeldía y sus seguidores. Claros en el cometido, nada puede persuadirlos. Tomaron por asalto varias arterias viales. Marchas, desórdenes, amagos, orientados a desencadenar la ingobernabilidad. Entre los próceres destaca Henrique Capriles, impulsivo político que se niega a esperar para alzarse con la presidencia vía electoral. Por un sublime acto “democrático” pretende conquistar Miraflores “sable en mano, carabina en la espalda”.

Enloquecen y llaman a los caraqueños a entregar sus vidas, mientras en Washington, Almagro amenaza con aplicar la Carta Democrática. ¿Democracia? ¡Por Dios, señores! ¿Cuándo, carajo, la OEA fue democrática?