8 nov 2017

Los Paradise Papers acorralan a May

Exigen un cambio de rumbo respecto de la elusión fiscal y la red de paraísos fiscales

Por Marcelo Justo
PáginaI12 En Gran Bretaña
08 de noviembre de 2017



Theresa May pronuncia un discurso ante la conferencia de empresarios británicos (CBI). Imagen: EFE
Además de la reina Isabel, uno de los grandes protagonistas del escándalo británico es el ex tesorero de los conservadores lord Michael Ashcroft, pieza esencial en el financiamiento de las campañas políticas de 2010, 2015 y 2017.
La presión sobre la primera ministra Theresa May crece al ritmo de las revelaciones diarias de los Paradise Papers. Ayer le tocó al príncipe Carlos, al campeón mundial de Formula 1 Lewis Hamilton, a las empresas Apple y Nike y hasta a un popular grupo de actores televisivos, los Mrs Brown´s Boys. El líder del laborismo, Jeremy Corbyn, los sindicatos, dirigentes liberal-demócratas y hasta conservadores exigieron un cambio de rumbo respecto de la elusión y evasión fiscal y la red de paraísos fiscales de la corona con centro en la City de Londres.

May reconoció que era necesaria una mayor transparencia y “que la gente pague lo que debe impositivamente”, pero no se comprometió a abrir una Investigación Pública sobre el tema o a abrir un registro público obligatorio para las compañías offshore y los fideicomisos de familia. En la conferencia anual de los empresarios británicos, el CBI, May se refugió en los presuntos avances logrados bajo su predecesor David Cameron. “Hemos continuado con todo lo que David Cameron inició no solo en el Reino Unido sino a nivel internacional. Hemos tomado medidas para asegurar que haya más transparencia en las dependencias y los Territorios Británicos de Ultramar”, dijo May.

Según la primera ministra, gracias a estas medidas, había aumentado la recaudación en 160 mil millones de libras (unos 190 mil millones de dólares) desde 2010, cifra descomunal, equivalente a unos 27 mil millones por año recuperados por incumplimiento fiscal, evasión y elusión tributarias. Pero ayer el ex ministro de comercio de 2010 a 2015, hoy líder liberal-demócrata, Vince Cabble reveló que David Cameron frustró una y otra vez sus iniciativas para limitar las actividades de los paraísos fiscales dependientes de la Corona (que abarcan desde las caribeñas islas Caiman y Bermudas hasta las islas de Mann y de Jersey, a pasos del Reino Unido, todas protagonistas de los Paradise Papers).

La defensa esgrimida por May tiene otro problema. Uno de los grandes protagonistas del escándalo británico es el ex tesorero de los conservadores, lord Michael Ashcroft, pieza esencial en el financiamiento de las campañas políticas de 2010, 2015 y 2017. En los Paradise Papers se revela que Lord Ashcroft tenía un fideicomiso en las Bermudas por más de 450 millones de dólares y que habría mentido sobre su lugar de residencia para aprovechar exenciones que le permitieran pagar menos impuestos.

El tema fiscal ha ocupado un lugar central en el debate público desde el estallido financiero de 2008 y el programa de ajuste conservador de 2010 a la fecha. El ajuste –equivalente a unos 20 mil millones de libras anuales– no tiene justificación alguna si los éxitos del combate a la elusión y evasión fiscal son tan resonantes como afirma el gobierno. Pero los conservadores siempre negaron que el problema del déficit fiscal estuviera del lado de la recaudación –es decir, de esa red de evasión, elusión y exenciones impositivas a empresarios y financistas –como proclamaban las ONG Tax Justice Network, UK Uncut y Oxfam. El problema, según los conservadores, era que un gasto social excesivo porque los británicos estaban viviendo “por encima de sus posibilidades”.

Los Paradise Papers reabrieron este debate. “Cualquiera que pone su dinero en un paraíso fiscal debería disculparse y reconocer el daño que hace a la sociedad. Cuando se hace eso se impacta directamente el financiamiento de la salud, la educación, la vivienda”, dijo el líder laborista Jeremy Corbyn. En la misma vena se pronunciaron los sindicatos. “La elusión fiscal es tan inmoral como la evasión. El gobierno no debería otorgar contratos públicos a compañías que incurren en estas prácticas. Es una vergüenza que la primera ministra no quiera comprometerse a introducir un registro público de los dueños reales de las compañías offshore y que no haya una investigación pública sobre este tema”, señaló Len McCluskey, secretario general del sindicato más grande del Reino Unido, Unite, con casi un millón y medio de miembros.

En un país tan monárquico, la reina Isabel II quedó fuertemente expuesta por la inversión de 10 millones de libras en compañías en las Iislas Caiman y Bermudas que realizaron los administradores de su fortuna personal. Ayer le tocó el turno a su hijo y heredero aparente, el príncipe Carlos, que tenía acciones por más de 100 mil libras en una compañía ecologista en las islas Bermudas que podría mejorar su cotización gracias a la campaña del Príncipe contra el cambio climático.
Entre las multinacionales, responsables de un 60% del dinero negro a nivel mundial, el foco estuvo en Apple que obtuvo ganancias de 122 mil millones de dólares fuera de los Estados Unidos por los que pagó apenas 6,6 mil millones, es decir, un 5,4%, muy por debajo de lo que pagan los pequeños y medianos empresarios o del 20% que paga cualquier persona por encima de las 11500 mil libras de exención impositiva que tiene toda la población. Apple usó los servicios del bufete de abogados británicos Appleby, que se encuentran en el centro de la tormenta, para relocalizar parte de sus operaciones en la isla de Jersey.

Nadie sabe qué más tienen guardado bajo la manga la BBC y el diario “The Guardian”, los dos medios británicos que forman parte del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, responsables de esta megafiltración, equivalente a la de los Panama Papers. Alex Cobham, director de la Tax Justice Network (TJN), señaló a PáginaI12 que ahora es importante no perder el ímpetu que traen estas revelaciones. “Nos podemos indignar con la conducta de individuos o empresas, pero si no hacemos nada más, estaremos de nuevo en la misma situación con otra megafiltración en uno o dos años. Tenemos que lidiar con el fondo del problema que es sistémico, no reducido a unos pocos personajes o compañías”, señaló Cobham.