22 feb 2018

PADRINOS Y PADRINAZGOS

DE DOS ORILLAS II
Salven a De Andreis: renunció Díaz Gilligan 
19 de febrero de 2018



De Andreis es el padrino político de Díaz Gilligan desde que estaba en Ciudad y lo tuvo de segundo en todos sus cargos. Fútbol, cuentas off shore y estilo de gobierno PRO. Los negocios con Francisco Paco Casal, “el dueño del fútbol uruguayo”.

El subsecretario general de Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, renunció luego de quedar inmerso en un escándalo por ocultar más de un millón de dólares en una cuenta de Andorra, según reveló el diario EL PAIS. Su jefe era el Secretario General de la Presidencia, Fernando De Andreis, muy cercano al Presidente Mauricio Macri. Ya se vio implicado en cuentas offshore: la familia de su esposa figura en los Panamá Papers. 

La noticia que había quebrado el retiro espiritual del Gobierno nacional en Chapadmalal terminó en renuncia. La bomba llegó de España. Primero, el título: “Un alto cargo de Macri ocultó un millón en Andorra”. Luego: “El subsecretario general de Presidencia de Argentina, Valentín Díaz Gilligan, ocultó 1,2 millones de dólares (980.000 euros) en Andorra, un país de 78.264 habitantes entre España y Francia donde hasta el pasado año regía el secreto bancario. El dinero permaneció en una cuenta en la Banca Privada d’Andorra (BPA) a nombre de una sociedad, según la documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS”.

El periódico español publicó la noticia el jueves. Al correr de las horas sobrevinieron las conferencias y los intentos infructuosos de apagar el incendio. “Todos los funcionarios tenemos que dar explicaciones”, dijo el Presidente Mauricio Macri, que consideró que debe esperarse “la investigación de la Oficina Anticorrupción”. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, no había descartado un “apartamiento temporario” del funcionario. Por su parte, su jefe, Fernando De Andreis, Secretario General de la Presidencia –su esposa y su familia forman parte de los Panamá Papers- dijo: “no tiene ninguna empresa offshore ni nada que se le parezca”.

Pero luego de tanta mesura, el Gobierno tuvo que recalcular y la “espera” planteada por el Presidente fue reemplazada por el mal menor: soltarle la mano a Díaz Gilligan para salvar a De Andreis. Y frenar así la erosión de imagen que los primeros sondeos ya demostraron.


El ahijado

Según El País, la cuenta de Díaz Gilligan estuvo abierta hasta fines de 2014, cuando fue nombrado director general de Promoción Turística de la Ciudad de Buenos Aires, también bajo la tutela de su ahora ex jefe, De Andreis, entonces titular del Ente de Turismo de la Ciudad. “Él no tiene una empresa off shore, él fue asesor de varias empresas a lo largo de su vida y es una situación previa a ser funcionario de la Ciudad y en el Gobierno Nacional”, lo había defendido De Andreis en una conferencia desde Chapadmalal, al lado de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. “Todo está a disposición de la Justicia y también a disposición de la Oficina Anticorrupción”.

De Andreis y Gilligan también comparten una pasión futbolística: ambos son de River y están inmersos en la vida activa del club. Díaz Gilligan es vocal. Por su parte, De Andreis se lanzó a la candidatura por la presidencia pero chocó contra el actual vicejefe de la Ciudad, Diego Santilli, quien postulaba a su hermano. Ambos, de todas maneras, apoyaron el desembarco de Rodolfo D´Onofrio en la institución.

La carrera ascendente de De Andreis -licenciado en Administración de la Universidad de Buenos Aires- comenzó dentro del macrismo en 2007 cuando reemplazó al actual jefe de Gabinete Marcos Peña como legislador porteño. Su vínculo con Peña comenzó en 2002 en la Fundación Creer y Crecer. Luego, fue uno de sus jefes de asesores. En 2009 encabezó la lista para renovar la banca y, dos años después, lo eligieron presidente del bloque. Según El Cronista, De Andreis llegó al Gabinete nacional como “premio” por haber liderado la última campaña de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad. Su madre, Patricia Langan, se casó con el corredor de autos Juan Manuel Bordeau, padre de Ivonne Bordeau, ex esposa de Mauricio Macri y madre de tres de sus hijos: a través de ella, Andreis cultivó un vínculo que lo llevaría hasta la Casa Rosada.

Sin embargo, con Díaz Gilligan no sólo mantiene denominadores comunes desde lo futbolístico: el diario La Nación reveló que la esposa, el suegro y los cuñados del secretario general de Mauricio Macri aparecen en un entramado de sociedades offshore en paraísos fiscales, de acuerdo a la investigación global Panama Papers. Su esposa, María Sol Ascónape figura junto a varios familiares en un “amplio poder” para manejar la firma offshore Parquemar Group, de Panamá, hasta enero de 2014, dos meses antes de contraer matrimonio con De Andreis. Su suegro, Martín Ascónape, es la figura central: es un empresario inmobiliario que aportó fondos a la precampaña de Macri en 2014. Según el estudio Mossack Fonseca, es accionista de, al menos, otras dos firmas en paraísos fiscales. “No me corresponde a mí entrometerme en las cuestiones privadas de mi suegro”, dijo De Andreis, quien no figura en los Panama Papers, a La Nación. “Ni María Sol ni yo sabíamos de la existencia de estas sociedades. Sol tampoco sabía que su padre le había hecho un poder en favor de ella. Mi mujer tenía 23 años”.

“Asesoró a distintas compañías argentinas y extranjeras. Y ésta es una de ellas”, había dicho De Andreis. Sin embargo, el propio Díaz Gilligan contó que no fue un simple asesor, sino que formó parte de la sociedad. Como la serie estadounidense, las offshore del Gobierno ya forman parte de una comedia de situación argentina.

Según la información de El País, la cuenta se abrió en 2012 cuando Díaz Gilligan “era asesor” en la Legislatura porteña, y mantuvo su actividad hasta diciembre de 2014, cuando “llevaba un año como director general de Promoción Turística” de la Ciudad. En ese entonces, su jefe era el mismo que hasta ayer: Fernando de Andreis, por aquellos tiempos titular del Ente de Turismo.

Algunos datos de la investigación:
“La cuenta estuvo a nombre de la empresa británica de intermediación de jugadores de fútbol Line Action”.
“El cien por cien de esta firma pertenecía a la mercantil panameña Nashville North Inc”.
Díaz Gilligan explicó en declaraciones a El País que el dinero no era suyo y que fue accionista y director de Line Action para hacerle “un favor” a un amigo. ¿A quién? A Francisco Paco Casal, considerado como el “dueño del fútbol uruguayo”. Dijo Gilligan: “Francisco Casal tenía problemas en su país y me pidió el favor. Tenía un juicio con el fisco que ganó y no podía figurar. Confiaba en él. La plata nunca fue mía. Además, yo no ejercía entonces cargo público. Era asesor y facturaba como autónomo”.

El periódico Tiempo Argentino subrayó que el escándalo de Díaz Gilligan es el segundo que involucra a funcionarios con sospechas de manejo de dinero vinculado al fútbol. El otro fue el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, cuando los Panama Papers vincularon al jefe de los espías con la sociedad panameña Top Players Agency Cop, abierta por el empresario y agente de la FIFA, Fernando Hidalgo, socio de Arribas desde 2002 en la empresa Haz Sport Agency SA.

En entrevistas con La Nación y Clarín, Díaz Gilligan argumentó:
“Yo estaba saliendo de la sociedad y no había tenido ningún ingreso ni nada que registrar como ganancia”.
“La cuenta se definió abrir en un lugar donde fuera posible y factible operar, en ese momento había un montón de cuentas en Andorra, después hubo muchos problemas cuando nosotros todavía tenemos la cuenta ahí”.
“No tengo que declarar las cuentas de las sociedades en AFIP porque pagaba impuestos en Gran Bretaña”.
“Es falso el título que ponen y las declaraciones que hacen (referido a El País), en algún punto también ellos sabían que yo no tenía los papeles y que algunas cosas no podía comentar”.
“La vinculación con Gol TV (de Francisco “Paco” Casal), tenía que ver con llevar la señal a la Argentina, cosa que no pudimos lograr. En el medio surgió otro proyecto adicional que era éste donde íbamos a trabajar algunas cuestiones vinculadas con intermediaciones y con sponsoreo. Esa actividad la tengo mientras estoy en el sector privado. Cuando surge la posibilidad de hacerme cargo de la dirección en el ente de la la Ciudad de Buenos Aires pido desvincularme. Yo por la sociedad no había cobrado en ningún momento honorarios ni dividendos ni sueldo. Para mí no era rentable participar ahí. Y el tiempo que tardó la desvinculación fue el tiempo que estuve en la función pública sin recibir ninguna compensación. Eso está todo declarado. No hay ninguna cosa extraña”.

La admisión de los hechos por parte del propio Díaz Gilligan activó un conflicto que el Gobierno primero intentó pasar por alto y luego tuvo que hacerse cargo. Mientras tanto, los propios aliados de Cambiemos habían echado leña al fuego. El jefe del bloque radical y del interbloque de Cambiemos en Diputados, Mario Negri, dijo que Díaz Gilligan “debería pedir su separación del cargo”, en tanto que la diputada de la Coalición Cívica, Paula Oliveto, subrayó que el ámbito de discusión no es la Oficina Anticorrupción, sino que debería “rendir cuentas” ante la Justicia.
El amigo Paquito
Francisco Paco Casal tenía 10 años cuando hizo su primer negocio en el fútbol. Era la final de la Copa Libertadores de 1968: Estudiantes de La Plata le había ganado 2 a 1 al Palmeiras como local, pero había perdido 3 a 1 en la visita a Brasil. El desempate se jugaría en el mítico Estadio Centenario, en Uruguay. 

Cuenta la historia que el director técnico del Pincha, Carlos Salvador Bilardo, le pidió al periodista Jorge “Toto” Da Silveira que lo llevara al estadio para hablar con los alcanzapelotas. Viejo bicho, el futuro DT campeón mundial con Argentina en el ´86 pediría “que los chicos devolvieran la pelota rápido o lento según fuera el resultado”.

-Tiene que hablar con Paquito -le respondió el primer chico al que tanteó.

Paquito, un niño que había nacido hacía diez años en São Paulo y que a los siete meses ya se había mudado con su familia a Montevideo, no dudó.

-¿Y nosotros qué ganamos? -devolvió.

Con el primer gol de Estudiantes, las pelotas comenzaron a demorarse en volver a la cancha. Ya con el segundo, Paquito estaba feliz: pasó por el Hotel Hermitage a visitar a los campeones de América y, de yapa, cobró el monto adeudado. Quizá fue en ese momento en que Francisco Paco Casal supo que lo suyo, en el fútbol, eran los negocios. Autodefinido como un “mediocre futbolista”, ese defecto no le permitió ser transferido al Atlético de Madrid y al Racing de Santander, en España, luego de debutar en Defensor como lateral derecho. Otra historia cuenta que Paquito arregló en sus inicios cobrar por partido jugado: el jugador Beethoven Javier pedía siempre el cambio. Su currículum deportivo muestra un paso por Vasco Da Gama, en Brasil, y un regreso sin gloria a Uruguay en Nacional y, luego, en Fénix. Allí se retiró en 1981.

Sus grandes éxitos comenzaron en los ´80 como representante de los mejores futbolistas uruguayos de esa época, como Carlos Aguilera, Rubén Sosa, Enzo Francescoli, Hugo De León y Nelson Gutiérrez. Su poder comenzó a crecer. Junto a dos guerreros de esa tropa, Francescoli y Gutiérrez, en 1998 Casal creó Tenfield, una productora que absorbió los derechos exclusivos de producción y comercialización de los partidos de fútbol en Uruguay (también de otros deportes como basquet y rugby, y hasta del Carnaval). 

Según El Observador, pagó 50 millones de dólares los derechos de televisación, 32 millones menos que lo que ofrecía la empresa Bersabel, integrada en parte por Grupo Clarín. Con la creación de GolTV en 2003, Casal llegó a Estados Unidos: alcanzó 15 millones de abonados. A partir de 2005, con el mismo canal, comenzó a jugar en la región: compró los derechos de Perú, Venezuela y Ecuador.

GolTV es, precisamente, la empresa atravesada por el Gilligan Gate. “Trabajamos en conjunto la posibilidad de que Gold TV desembarcara en la Argentina”, dijo Díaz Gilligan a Clarín. “Eso fue en 2010/2011. Finalmente, por cuestiones políticas y por trabas y demás cosas como Fútbol para Todos fue imposible desarrollar eso. En el transcurso apareció esta empresa donde yo iba a aportar un asesoramiento. La empresa empezó a funcionar y yo al poco tiempo defino que no quiero tener más nada que ver. Igual, en ese momento yo no tenía ningún problema para tener esa sociedad”.

¿Cuál fue el problema de Paco Casal que Díaz Gilligan refirió en la nota con El País? En 2002, durante la presidencia de Jorge Battle, la Dirección General Impositiva (DGI) denunció que Paquito había evadido el impuesto a la Renta y el Patrimonio por ventas de futbolistas. ¿El monto? Un valor cercano a los 9 millones de dólares. Los inspectores le dijeron que si no saldaba la deuda el monto podría trepar hasta 100 millones. En 2008, la Justicia embargó los bienes de Casal y ocho socios por 25 millones de dólares a pedido de la DGI, que fijó la deuda en 104 millones. En 2013, el empresario contraatacó: amenazó con demandar al Estado por 300 millones de dólares por daños y perjuicios. El entonces presidente, José Mujica, le perdonó la deuda.

Las esquirlas de aquella historia voltearon ahora a Díaz Gilligan.