Por Julio Peñaloza Bretel
NODAL 2 febrero, 2020
Hasta mediados de octubre de 2019, Bolivia era el referente modélico de la economía de la región con niveles de crecimiento por encima del cuatro por ciento que lo situaba en el primer lugar de Sudamérica en estabilidad, reducción de la pobreza, significativa incorporación de ciudadanos urbanos y rurales –aproximadamente un millón de personas en el último lustro—a la clase media y un insignificante nivel de inflación anual por debajo del dos por ciento admirado por propios y envidiado por extraños, populistas y neoliberales.