Carmen Parejo Rendón
3 dic 2025
El presidente de EE.UU., Donald Trump.Anna Moneymaker / Gettyimages.ru
Como en 'Quo Vadis' (1951), donde Peter Ustinov inmortalizó a un Nerón delirante que rasguea su lira mientras Roma arde a sus pies, Trump parece ejecutar su propia sinfonía del caos, rodeado de aduladores y cámaras, dictando amenazas de guerra con el tono impasible de quien dirige un espectáculo para sus fieles. La escena, sin embargo, no es homogénea. Mientras unos aplauden con entusiasmo sobreactuado; otros, incómodos, esbozan gestos de desconcierto, atrapados entre el deber de la lealtad y el vértigo del absurdo.
Como en 'Quo Vadis' (1951), donde Peter Ustinov inmortalizó a un Nerón delirante que rasguea su lira mientras Roma arde a sus pies, Trump parece ejecutar su propia sinfonía del caos, rodeado de aduladores y cámaras, dictando amenazas de guerra con el tono impasible de quien dirige un espectáculo para sus fieles. La escena, sin embargo, no es homogénea. Mientras unos aplauden con entusiasmo sobreactuado; otros, incómodos, esbozan gestos de desconcierto, atrapados entre el deber de la lealtad y el vértigo del absurdo.














