26 jul 2012

La violencia sexual en la dictadura




Violencia sexual en el Terrorismo de Estado uruguayo

“La publicación de las fotos del coronel retirado Jorge Silveira desencadenaron testimonios sobre una faceta poco conocida de sus antecedentes: Jorge Silveira que, además de torturar, desaparecer, robar niños y asesinar, solía violar y agredir sexualmente a prisioneros adolescentes..."
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Ese es el hombre que la ley de caducidad le otorgó una impunidad para todos sus crímenes, es el hombre que fue ascendido a coronel por Julio Maria Sanguinetti en su primera presidencia, es el hombre que fue designado por Sanguinetti, en su segunda presidencia, en el Estado Mayor del Comandante del Ejército, es el hombre que el general Fernán Amado quería tenerlo como colaborador personal, es el hombre que comparte asados con el senador Pablo Millor, con el diputado Daniel García Pintos y con el dirigente pachequista Alberto Iglesias, es el hombre a quien el presidente Jorge Batlle dejará impune en el asesinato de María Claudia, si decide incluir el caso en la ley de Caducidad......



Testimonios

El militar que escribiera una carta a Amnistía Internacional en 1976 relata: “las mujeres son un tema aparte: los oficiales, suboficiales y la tropa comentan con regocijo la llegada de detenidas jóvenes. Algunos de éstos han llegado a venir los días francos para participar en los interrogatorios [...]; he presenciado personalmente las peores aberraciones cometidas con mujeres ante otros presos por varios interrogadores”



“En esos siete días pasé por diferentes torturas físicas y psíquicas. Utilizaron la picana conmigo y estos choques de corriente eléctrica en determinados lugares como la nuca, en más de una ocasión me desmayaron. También me desnudaron y me violaron”



“Nos encontrábamos desnudas con los brazos en alto y las piernas abiertas [...] La guardia que nos custodiaba mostraba ese día un estado especial. Se habían sacado sus camisas olorosas, transpirados, con sus penes erectos, pasaban por las filas manoseándonos permanentemente [...] con sus sucias manos tocaban nuestros senos, cuello, genitales [...] Alguien gritaba, yo no podía hacerlo”



“Algunos testimonios relatan situaciones de violación en diferentes épocas de la dictadura, referidas a los años: 1972, 1975, 1976, 1980 y 1983”



“El 3 de marzo de 1978 fue conducida a una dependencia del Cuerpo de Fusileros

Navales donde permaneció detenida durante siete días. Allí pasó por diferentes torturas físicas y psíquicas: ‘También me desnudaron y violaron. Fui amenazada en más de una ocasión con que traerían a una sobrina mía de 15 años y la violarían en mi presencia. El pánico de que hicieran efectiva su amenaza y los gritos de los otros torturados fueron para mi la mayor tortura”



“En la madrugada del 11 de junio de 1983, en la sede de la Dirección Nacional de

Información e Inteligencia (DNII), en la calle Maldonado y Paraguay me llevan al escritorio del día anterior, y el comisario me dice que hable. Allí mismo me encapuchan, me sacan los cordones de los zapatos y me empujan de un lado a otro, para marearme.

Termino en un lugar, creo que al fondo del segundo piso, allí comienzan a interrogarme.

Me desnudan y me cuelgan de las muñecas, los brazos hacia atrás. Estando así me manosea y me lastiman los pezones. Me hacen el submarino con agua. Luego con capucha de nylon o algo así, y estando colgada y agarrada por dos o tres tipos, me violan por el año y la vagina. Primero con un palo, y luego uno de ellos, produciéndome lastimaduras y pequeños hemorragias en el intestino, que me duran como diez días. Estando colgada me aplican picana en todo el cuerpo”



“El 16 de mayo de 1984, el esposo de una mujer detenida en 1980 presentó la denuncia de las torturas a las que fue sometida durante el tiempo de su detención e el Batallón 13 y en el Hospital Militar ante el Dr. Fernando Urioste Braga, miembro del Colegio de Abogados del Uruguay. La detenida permaneció internada en varias ocasiones, la primera durante seis mese, debido a torturas de las que fue objeto. [...] En la segunda internación permaneció durante tres meses, y durante esa estadía denuncia haber sido violada por tres soldados en el Hospital. Vuelve al Penal y a los 4 meses, de madrugada, la retiran de urgencia y la internan nuevamente en el Hospital donde le practican un aborto.

También la amenazan de muerte a ella y a su hijo, en forma reiterada, si denuncia la situación”.



“Pasé por lo que pasaban casi todos los presos: picana, submarino, golpes, plantón; y también como a otras mujeres, me desnudaron, me humillaron y desgarraron las partes mas íntimas de mi cuerpo. Lo hicieron con un palo de escoba, mientras se burlaban a los gritos.”



“Una exiliada relata su participación en campañas de denuncia y solidaridad con los presos en Uruguay. En esas recorridas de difusión, ella daba su testimonio como ex presa política. Pero siempre lo hacía en tercera persona y no mencionaba su propia tortura, y la violación a la que fue sometida. Nunca más recordó — ‘me quedó una laguna’ – sobre la violación a la que la sometieron. Años más tarde se asombró de que sus compañeras de cárcel conocieran su experiencia, ya que ella misma se las había contado, pero ‘borrado’’casi de inmediato.”











“Graciela tenía 19 años cuando la detuvieron, fue en junio de 1976, era estudiante de medicina y hacía unos meses que había contactado al Partido por la Victoria del Pueblo. La llevaron al 13 de Infantería y allí conoció a Jorge ‘Pajarito’ Silveira, la torturó durante quince días. En medio de los golpes, las sesiones de picana y submarino le preguntaba obsesivamente: ‘¿Vos sos virgen?’. La hizo conducir a un cuarto y mientras estaba vendada y con las manos atadas con un alambre la violó. La volvió a llamar, le hizo sacar la venda y le dijo: ‘Mirame, yo estoy convencido de lo que estoy haciendo’. [...] Después en el 4° de Caballería la hizo sacar del sótano donde estaba secuestrada y la mostró a un grupo de oficiales para lucirse con su hazaña: ‘Esta es la chiquilina que les conté’, dijo, riendo entre las burlas del resto. Preocupado porque no menstruaba le hizo hacer una revisación ginecológica, que en realidad fue otra sesión de tortura, por si la violación había provocado un embarazo. [...] Un día me llamaron y me llevaron a otro lugar en el cuartel, yo no sabía dónde iba. Era un escritorio, había varios militares, parecían oficiales y estaba Silveira. Me hicieron parar delante de todos esos militares y Silveira se reía y les decía: ‘esta es la chiquilina que les contaba’ y todos se rieron. Entonces me devolvieron al sótano y a los dos días me fueron a buscar otra vez. Me llevaron a otro cuarto dentro del cuartel y me recibió uno que dijo que era ginecólogo, que me iba a revisar. Yo no entendía por qué, ¿qué iban a hacer un Papa Nicolau en la tortura? Yo tenía 19 años y nunca me habían hecho una revisación ginecológica, fue la primera vez. Pero no fue una revisación, fue una salvajada, me lastimó mucho, estuve sangrando varios días. Yo tuve otras revisaciones y por más que te pongan especulo, no te hacen lo que me hizo ese hombre, me destrozó. Yo creo que querían saber si no estaba embarazada después de la violación. Porque yo no menstruaba, pero no menstrué durante meses, a muchas compañeras les pasaba lo mismo y se llama amenorrea de guerra.”



“La publicación de las fotos del coronel retirado Jorge Silveira desencadenaron testimonios sobre una faceta poco conocida de sus antecedentes: Jorge Silveira que, además, de torturar, desaparecer, robar niños y asesinar, solía violar y agredir sexualmente a prisioneros adolescentes. [...] Están tirados en el piso, o recostados contra las paredes húmedas, como objetos inertes. Son unos veinte adolescentes, siete mujeres, quizás trece varones, todos menores de edad. Están desnudos. La única prenda es una venda en los ojos, que puede ser una tela oscura, o una bufanda. [...] Es invierno, fin de junio de 1981. A seis meses del plebiscito que estalló en la cara de la dictadura, los aparatos militares y policiales andan a la caza de los impulsores de las estructuras sindicales y estudiantiles que afloran incontenibles. La víspera del octavo aniversario del golpe de Estado, agentes de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, en previsión de manifestaciones relámpago, hacen una redada de estudiantes del IAVA y de otros liceos. Esta misma madrugada, 27 de junio, los 20 adolescentes son trasladados en una camioneta policial a las dependencias de la calle Maldonado y comienzan a ser torturados. [...] ‘

Esto no es nada’, les dicen cuando bajan las escaleras, de vuelta al sótano, a la precaria tranquilidad en tinieblas. ‘Cuando vengan los duros, los yerbas, ustedes van a rogarnos que volvamos nosotros’. Los duros son apenas voces que los liceales del IAVA aprenden a reconocer y que inevitablemente producen un particular terror: entran en el sótano pateando, gritando, insultando. ‘Yo soy el jefe, soy el que mando. Yo hago lo que quiero. Los cojo, los mato.

El día que oyó por primera vez ese timbre de voz, Jorge G. apenas pudo ver, más allá del borde de su venda, unos pantalones verde grisáceo, unos zapatos comunes, y una mano que sostenía una gorra militar. [...] Pronto aprenderán a registrar una sutil diferencia en el tono de los sollozos de las compañeras que ‘Chimichurri’ elige para interrogar: ‘Mirá ésta, está más crecida’, apuntará la voz de otro ‘duro’, y muy rápidamente asociarán la presencia de esta patota con las violaciones a que son sometidos, sin excepción, varones y mujeres. [...]

Con 16 años, Jorge se mantiene firme después de jornadas ininterrumpidas de tortura, una firmeza elaborada en su corta militancia a base de una preparación mental. [...]

Hay varios hombres, que ríen y gritan, excitados, cuando lo arrojan sobre una mesa, y lo atan boca a abajo, para inmovilizarlo. El dolor de la penetración se suma al dolor de las otras torturas, dolores que se fueron acumulando a lo largo de los días; y habrá también el dolor especial de un palo y de un tubo metálico que le produce heridas internas en el ano.

Hay aplausos, y hay quien comenta: "Dos al hilo", a la espera de su turno, pero es la voz inconfundible de "Chimichurri" la que le pregunta junto al oído: "¿Te gusta?", mientras le tira de la cabeza hacia atrás. Para que no hubiera dudas, para que todos comprendieran lo que les esperaba, "Chimichurri" dirá, cuando devuelve a Jorge al sótano: "Acá se van a volver todos putos". Mucho después, Jorge comentará: "A mi Chimichurri nunca me interrogó, nunca me preguntó nada, sólo me violaba", y agregará, al evocar el infierno, una reflexión demoledora: "Claro, cuando te violan no tienen la intención de interrogarte, no te violan para arrancarte secretos, te violan para denigrarte, para quebrarte, y fundamentalmente porque son unos degenerados. Para penetrarte tienen que excitarse", dirá, como si recién entonces accediera a la comprensión de esa conclusión terrible.

[...] A medida que pasan los días, la agresión sexual será el acontecimiento exclusivo. Ya no saben qué hacer con esos muchachos, pero igual los sacan del edificio y los trasladan en una camioneta hasta un lugar al que se accede por un camino de tierra. Hay árboles, porque los sujetan contra los troncos y hacen un simulacro de fusilamiento. Después los devuelven al sótano. El episodio sólo confirma la irracionalidad, como si todo lo que ocurre fuera un contexto chapucero, imaginado a las apuradas, sin convicción, a los solos efectos de facilitar las violaciones contra menores de edad, la mayoría de los cuales aún eran vírgenes al momento de su detención. "Muchachos, éstos son locos, son capaces de cualquier cosa, hagan lo que les piden, porque los van a matar", les susurra un policía, que les trae la comida. [...] "Una orgía", repite "Chimichurri" e inclinándose sobre Jorge dirá: "Te ganaste la lotería". Jorge sube las escaleras a tientas, vendado, junto con otros dos compañeros, un varón y una mujer. En una pieza pequeña, abarrotada de gente, "Chimichurri" ordena:

"Quiero que la cojan, queremos verlos". Jorge y su compañero se niegan. La joven solloza bajito. "Chimichurri" amenaza, golpea, pero no obtiene la colaboración. Ordena trasladarlos a otra pieza. Los varones son colgados del techo, mediante cadenas. Les quitan las vendas.

"Chimichurri" se acerca y les dice: "Ustedes no tienen huevos, ahora van a ver cómo se hace". Jorge ve a un hombre bajo, de bigotes, muy delgado, "estilizado", vestido con un uniforme militar de fajina. Más allá, estaqueada sobre una mesa, de espaldas, inmovilizada por varios hombres que la sujetan, está Marina S. Está completamente desnuda, le han quitado la venda, pero el foco de luz intensa que se usa para los interrogatorios deja en una total penumbra al grupo de hombres que la violan, turnándose, riéndose de sus desesperados forcejeos, de su llanto. Oyen cómo Marina les grita: "Aguanten", creyendo que los estaban interrogando y que los obligaban a mirar la violación para obtener información. Regresan al sótano llorando los tres y los otros comprenden la particular angustia, porque los sollozos se generalizan. Jorge trata de consolar a Marina, una niña que acaba de cumplir 15 años y que en medio de aquella locura, sólo atina a decir: "Hubiera preferido que fueran ustedes los primeros”.



“Un día subieron a Ana Quadros a la parte más alta de Automotores Orletti, donde iba a ser su peor sesión de torturas. Manuel Cordero, un represor uruguayo, primero le preguntó si lo conocía. ‘¿Cómo que no sabés de mí?’, le dijo. ‘Si yo conozco a tantos otros’. Con un organigrama colgado en la pared le preguntó por los cuadros del Partido de la Victoria del Pueblo, una organización creada por un grupo de uruguayos en el exilio para derrotar a la dictadura de su país. Ana respondió siempre negativamente. Otros cuatro o cinco represores la colgaron entonces en la sala de al lado, con las muñecas para atrás, le enroscaron un cable en el cuerpo y pusieron agua y sal en el piso. Cuando el peso de la cuerda cedía, sus pies tocaban la sal y le daban golpes de electricidad. Cordero volvió más tarde. La cargó en andas desnuda hasta el cuarto de al lado, le puso un trapo en la cabeza y la violó. Ella declaró en la audiencia de ayer por los crímenes en el centro clandestino:

‘Sentí un dolor y una vergüenza tan grande – explicó – que demoré veinte años en poder testimoniarlo; al rato me agarró de nuevo y me llevó donde estaban los otros detenidos’.

[...] Ana se quebró sólo en un momento. Recordó la imagen de Sara en la tortura: se notaba que había sido madre, dijo, porque los pechos segregaban leche todavía.”



“Eran cárceles en donde se ponían en práctica métodos sofisticados: debilitar el ser político. No teníamos ninguna información de lo que pasaba en el mundo, vestíamos uniformes, nos llamaban por un número, era una militarización. Una despersonalización.

Las visitas eran escuchadas. Había situaciones de riesgo, estados de alarma, teníamos que hacer cuerpo a tierra.”

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Los testimonios transcriptos fueron seleccionados a partir de la revisión de documentos existentes, libros y prensa fundamentalmente. No se incluyeron entrevistas por tratarse de un tema extremadamente delicado, que requiere de un trabajo interdisciplinario con las víctimas para que el hecho de recoger sus testimonios no resulte en la revictimización de las mismas.

En todos ellos podemos ver cómo el género de las víctimas operó a la hora de aplicar la tortura ya sea para obtener información o destruir moral y psíquicamente a las víctimas.



También a partir de ellos podemos decir que la violencia sexual atravesó todo el período de facto, desde el inicio hasta el final. Fue practicada por los militares y civiles que participaron de sesiones de tortura tomando en cuenta que todos los testimonios recabados indican que fueron al menos desnudadas para las mismas, a esto hay que sumar en casi todos los casos, el manoseo del cuerpo, la aplicación de picana eléctrica en los genitales y senos.



CONCLUSIONES



A la luz de lo recabado en este informe, podemos asegurar que el Terrorismo de Estado uruguayo ejercido en la última dictadura militar utilizó la violencia sexual contra mujeres y hombres presos políticos como tortura.

La interrogante de si estos crímenes constituyen delitos de lesa humanidad, por haberse llevado a cabo de manera sistemática y planificada por las Fuerzas Conjuntas, no podemos responderla debido a la escasa información existente y la casi nula investigación específica sobre la violencia ejercida contra las mujeres en este contexto histórico. Pero a través de los relatos recogidos creemos que hay bases suficientes como para sospechar que sí lo constituyen. El análisis comparado de las realidades dictatoriales vividas en Latinoamérica pero más específicamente en el Cono Sur avalaría esta hipótesis, al conocerse en Argentina los dos primeros casos con sentencia por este crimen y en Chile haberse iniciado la primer querella Judicial específica de este delito.

Quedan muchas cosas por saber, investigar, muchas preguntas abiertas: ¿qué tipo de violencia sexual fue aplicada mayoritariamente por los militares?, ¿las víctimas de violencia sexual lo fueron durante todo el período de tiempo que permanecieron presas?, ¿existió diferencia entre la realidad de los cuarteles y la realidad de los penales de mujeres?, ¿hubieron años donde esta práctica se realizó de manera más general?, ¿la violencia sexual fue utilizada como “rito de iniciación” por los militares que comenzaban a torturar?, ¿la violencia sexual fue ejercida ante grupos de familiares, compañeros, presas?, ¿fue utilizada mayoritariamente como mecanismo de obtención de información, o fue utilizada como medio de destrucción, o como ambas?, ¿existió diferencia racial o de generaciones entre las víctimas de violencia sexual?, ¿existió esclavitud sexual?.



Para intentar responder a todas estas preguntas, es necesario realizar una investigación mucho más amplia que garantice la no revictimización de las víctimas. Y que a partir de ella se puedan implementar políticas de reparación que tomen en cuenta este tipo específico de tortura impuesta.

Creemos importante avanzar en la investigación de las diferentes formas en que fueron violados los derechos humanos de toda la población, así como considerar las características específicas de género, edad y raza de quienes lo sufrieron.



Las políticas de reparación que el Estado ha emprendido, pero que aún está lejos de cumplir con los estándares internacionales establecidos para los delitos de este tipo - ver condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Gelman vs. Uruguay - deberían tomar en cuenta las especificidades sufridas por los diferentes ciudadanos, para reparar a las víctimas de una manera integral.



De la serie, Mujeres, JAVIER ALONSO (2007)

Licenciatura en Ciencia Política

Taller de Política y Género

Docente: Niki Jhonson

Violencia sexual en el Terrorismo de Estado uruguayo (Recopilado por Marys Yic)









“Porque no quieren morir sin decirlo”







"Yo soy el jefe, soy el que mando. Yo hago lo que quiero. Los cojo, los mato"









La publicación de las fotos del coronel retirado Jorge Silveira desencadenaron testimonios sobre una faceta poco conocida de sus antecedentes: el Jorge Silveira que, además, de torturar, desaparecer, robar niños y asesinar, solía violar y agredir sexualmente a prisioneros adolescentes. La crudeza del relato puede ofender la sensibilidad, pero es ineludible para tomar conciencia.











Por Samuel Blixen



Están tirados en el piso, o recostados contra las paredes húmedas, como objetos inertes. Son unos veinte adolescentes, siete mujeres, quizás trece varones, todos menores de edad. Están desnudos. La única prenda es una venda en los ojos, que puede ser una tela oscura, o una bufanda. El lugar es espacioso, probablemente un sótano. Hay escaleras hacia lo que sería la planta baja, y otras escaleras que llevan a un piso superior, a las habitaciones donde están las cadenas, los caballetes, el tacho, la cama con resortes metálicos, la picana. En el sótano se pueden oír los llantos y los gemidos de dolor de los cuerpos cercanos, y también los gritos desgarradores -ecos de sus propios gritos- que vienen de los pisos superiores, de otras victimas que están siendo torturadas, que no verán, que no conocerán, y es posible imaginar que permanecerán tirados en algún otro lugar del edificio, con sus cuerpos lacerados, temblando de frío y de miedo, en espera de lo único previsible, la próxima sesión de tortura.



Es invierno, fin de junio de 1981. A seis meses del plebiscito que estalló en la cara de la dictadura, los aparatos militares y policiales andan a la caza de los impulsores de las estructuras sindicales y estudiantiles que afloran incontenibles. La víspera del octavo aniversario del golpe de Estado, agentes de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, en previsión de manifestaciones relámpago, hacen una redada de estudiantes del IAVA y de otros liceos. Esta misma madrugada, 27 de junio, los 20 adolescentes son trasladados en una camioneta policial a las dependencias de la calle Maldonado y comienzan a ser torturados. Todo el repertorio _golpes, colgadas, plantones, picana, submarino_ tiene un objetivo concreto: ubicar una impresora, una máquina de imprenta que abastece volantes llamando a organizarse, a resistir. Un oficial de policía a quien dicen "La momia", otro llamado Prezza, _"que estuvo en el tiroteo a una manifestación por el plebiscito del voto verde y que salió fotografiado en los diarios"_ y otros oficiales de policía que se identifican con alias, "Tito", "Perico", reclaman por las armas, mientras torturan, pero lo hacen sin convicción porque saben que esos muchachos de entre 15 y 18 años no están armados, ni siquiera están organizados. Pronto se agotará la lista de las preguntas, y los interrogatorios perderán fuerza, sentido, pero la tortura continuará.



"Esto no es nada", les dicen cuando bajan las escaleras, de vuelta al sótano, a la precaria tranquilidad en tinieblas. "Cuando vengan los duros, los yerbas, ustedes van a rogarnos que volvamos nosotros". Los duros son apenas voces que los liceales del IAVA aprenden a reconocer y que inevitablemente producen un particular terror: entran en el sótano pateando, gritando, insultando. "Yo soy el jefe, soy el que mando. Yo hago lo que quiero. Los cojo, los mato". El día que oyó por primera vez ese timbre de voz, Jorge G. apenas pudo ver, más allá del borde de su venda, unos pantalones verde grisáceos, unos zapatos comunes, y una mano que sostenía una gorra militar. Es una patota que aparece cotidianamente, cada tres, cuatro días, y todos nombrarán al jefe por el mismo apodo: "Chimichurri".





Cada vez que se oye esa voz de mando, segura, insolente, un estremecimiento involuntario ganará a los prisioneros allí tendidos. Pronto aprenderán a registrar una sutil diferencia en el tono de los sollozos de las compañeras que "Chimichurri" elige para interrogar: "Mirá ésta, está mas crecida", apuntará la voz de otro "duro", y muy rápidamente asociarán la presencia de esta patota con las violaciones a que son sometidos, sin excepción, varones y mujeres.



Con 16 años, Jorge se mantiene firme después de jornadas ininterrumpidas de tortura, una firmeza elaborada en su corta militancia a base de una preparación mental. Pero ni aun las más duras prevenciones podían anticipar lo que le esperaba el día en que "Chimichurri" lo conduce a una pieza de lo que supone es la planta baja del edificio. Hay varios hombres, que ríen y gritan, excitados, cuando lo arrojan sobre una mesa, y lo atan boca a abajo, para inmovilizarlo. El dolor de la penetración se suma al dolor de las otras torturas, dolores que se fueron acumulando a lo largo de los días; y habrá también el dolor especial de un palo y de un tubo metálico que le produce heridas internas en el ano. Hay aplausos, y hay quien comenta: "Dos al hilo", a la espera de su turno, pero es la voz inconfundible de "Chimichurri" la que le pregunta junto al oído: "¿Te gusta?", mientras le tira de la cabeza hacia atrás.



Para que no hubiera dudas, para que todos comprendieran lo que les esperaba, "Chimichurri" dirá, cuando devuelve a Jorge al sótano: "Acá se van a volver todos putos". Mucho después, Jorge comentará: "A mi Chimichurri nunca me interrogó, nunca me preguntó nada, sólo me violaba", y agregará, al evocar el infierno, una reflexión demoledora: "Claro, cuando te violan no tienen la intención de interrogarte, no te violan para arrancarte secretos, te violan para denigrarte, para quebrarte, y fundamentalmente porque son unos degenerados. Para penetrarte tienen que excitarse", dirá, como si recién entonces accediera a la comprensión de esa conclusión terrible.



"Chimichurri" y sus secuaces llegan al edificio de la calle Maldonado para interrogar a otros prisioneros, que sufren sus técnicas en otros lugares, allá arriba. Cuando baja al sótano es simplemente para divertirse. Así lo proclama: "Quiero que todos se masturben, queremos verlos", ordena, mientras patea y pisotea cuerpos desnudos. "Chimichurri" podrá violar prisioneros maniatados e inermes, pero no podrá obtener colaboración: "Aquí nadie se toca", gritará alguien desde el suelo y otra voz repetirá la consigna, desde la otra punta. Los "duros", los "yerbas" deberán contentarse descargando su furia contra los promotores del desacato. El ataque sexual no es suficiente para estos oficiales de la lucha contra la sedición, estos "duros" que seguramente estaban encuadrados en el OCOA (Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas). Pretenden que sus víctimas participen de sus desviaciones: "Si me la chupás, no te torturamos", propone "Chimichurri" a las víctimas que elige cada vez que viene al sótano. Y descargará su frustración en la violencia de sus reiteradas violaciones.



A medida que pasan los días, la agresión sexual será el acontecimiento exclusivo. Ya no saben qué hacer con esos muchachos, pero igual los sacan del edificio y los trasladan en una camioneta hasta un lugar al que se accede por un camino de tierra. Hay árboles, porque los sujetan contra los troncos y hacen un simulacro de fusilamiento. Después los devuelven al sótano. El episodio sólo confirma la irracionalidad, como si todo lo que ocurre fuera un contexto chapucero, imaginado a las apuradas, sin convicción, a los solos efectos de facilitar las violaciones contra menores de edad, la mayoría de los cuales aún eran vírgenes al momento de su detención. "Muchachos, éstos son locos, son capaces de cualquier cosa, hagan lo que les piden, porque los van a matar", les susurra un policía, que les trae la comida, que les acerca a veces una manzana, que acompaña a un enfermero. Jorge piensa en el truco del bueno y el malo, pero hay algo

incuestionable: la voz de ese policía trasunta miedo; el torturador tiene miedo del violador, miedo a la aberración, a la situación sin límites.



Cada día que pasa _y serán 41 días_ confirma que no hay límites: "Esta noche vamos a hacer una orgía", propone la voz de "Chimichurri", a unos prisioneros que viven en la oscuridad y que han perdido la noción de la secuencia día-noche. "Una orgía", repite "Chimichurri" e inclinándose sobre Jorge dirá: "Te ganaste la lotería". Jorge sube las escaleras a tientas, vendado, junto con otros dos compañeros, un varón y una mujer. En una pieza pequeña, abarrotada de gente, "Chimichurri" ordena: "Quiero que la cojan, queremos verlos". Jorge y su compañero se niegan. La joven solloza bajito. "Chimichurri" amenaza, golpea, pero no obtiene la colaboración. Ordena trasladarlos a otra pieza. Los varones son colgados del techo, mediante cadenas. Les quitan las vendas. "Chimichurri" se acerca y les dice: "Ustedes no tienen huevos, ahora van a ver cómo se hace". Jorge ve a un hombre bajo, de bigotes, muy delgado, "estilizado", vestido con un uniforme militar de fajina. Más allá, estaqueada sobre una mesa, de espaldas, inmovilizada por varios hombres que la sujetan, está Marina S. Está completamente desnuda, le han quitado la venda, pero el foco de luz intensa que se usa para los interrogatorios deja en una total penumbra al grupo de hombres que la violan, turnándose, riéndose de sus desesperados forcejeos, de su llanto.



Los dos prisioneros gritan, insultan, escupen, se retuercen en el aire, y hasta logran golpear con el cuerpo a uno de los violadores que pasa delante de ellos. Finalmente logran atraer su atención, y comienzan a golpearlos.



Oyen cómo Marina les grita: "Aguanten", creyendo que los estaban interrogando y que los obligaban a mirar la violación para obtener información.



Regresan al sótano llorando los tres y los otros comprenden la particular angustia, porque los sollozos se generalizan. Jorge trata de consolar a Marina, una niña que acaba de cumplir 15 años y que en medio de aquella locura, sólo atina a decir: "Hubiera preferido que fueran ustedes los primeros".



Así como los llevaron, un día los soltaron. En medio de una represión que ese invierno, cuando asumía Gregorio Alvárez la presidencia y cuando comenzaban las conversaciones políticas de los militares con los blancos de la "comisión de los 10" y los colorados de la "comisión de los 6", la detención de los estudiantes lacéales quedó sumergida, postergada en las consecuencias de otras redadas, que terminarían con la captura de los dirigentes clandestinos de la CNT y de la FEUU. Los muchachos siguieron viéndose, pero se resistieron a conversar los detalles de aquella experiencia; algunos continuaron con su militancia, otros no; algunos formularon después la denuncia sobre las violaciones y las torturas, otros no llegaron a superar una vergüenza que no les correspondía. Algunos superaron el trauma, otros no. Marisa peleó con sus fantasmas durante años y al final desistió de la pelea: se mató de un tiro.



Jorge llegó a identificar a "Chimichurri", conversó con otros prisioneros que en distintos lugares, en la Tablada, en el 13 de Infantería, en Automotores Orletti, lo habían visto y habían sufrido sus técnicas. La coincidencia de la reconstrucción de los rasgos físicos tuvo la confirmación con una pequeña foto, borrosa, que atesoraban algunos militantes de los derechos humanos. Pero fue hace poco más de una semana, cuando La República publicó la secuencia de fotografías tomadas una tarde en la entrada del Circulo Militar, que puedo confirmar sin lugar a dudas: "Chimichurri", ahora gordo, panzón, con el rostro abotargado, es Jorge Silveira, coronel retirado. También conocido como "Pajarito", "Siete Sierras", "Oscar siete", el mismo que torturaba a los detenidos en Artillería en 1975, y ya pergeñaba una extorsión para liberar prisioneros mediante el pago de dinero; el mismo que operó en Buenos Aires y que ha sido acusado de la desaparición y asesinato de decenas de uruguayos exiliados; el mismo que secuestró a María Claudia García de Gelman, y robó a la nieta del poeta Juan Gelman: el mismo que continuó la tortura sicológica contra las presas políticas, como responsable de la cárcel de Punta Rieles, es el "Chimichurri" que violaba adolescentes en los sótanos de la calle Maldonado con el único objetivo de satisfacer sus desviaciones.



Ese es el hombre que la ley de caducidad le otorgó una impunidad para todos sus crímenes, es el hombre que fue ascendido a coronel por Julio Maria Sanguinetti en su primera presidencia, es el hombre que fue designado por Sanguinetti, en su segunda presidencia, en el Estado Mayor del Comandante del Ejército, es el hombre que el general Fernán Amado quería tenerlo como colaborador personal, es el hombre que comparte asados con el senador Pablo Millor, con el diputado Daniel García Pintos y con el dirigente pachequista Alberto Iglesias, es el hombre a quien el presidente Jorge Batlle dejará impune en el asesinato de María Claudia, si decide incluir el caso en la ley de Caducidad.

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24 jul 2012

ESPELUZNANTE CONFESION DE VIDELA


La jodita de la iglesia argentina








REVELACIONES DE VIDELA SOBRE LA COMPLICIDAD DE LA IGLESIA CATOLICA



Buenos Oficios

Videla habló con una revista de Córdoba sobre la complicidad de la Iglesia Católica con la dictadura militar. El rol de Laghi y Primatesta y el testimonio de un ex sacerdote. No sólo asesoraron a la Junta sobre cómo manejar la cuestión de los detenidos-desaparecidos. También le ofrecieron sus “buenos oficios” para informar a algunas familias del asesinato de sus hijos garantizando que no lo hicieran público. Se comprende por qué hasta hoy la Iglesia no ha excomulgado a Videla.

Domingo, 22 de julio de 2012






Por Horacio Verbitsky

El ex dictador Jorge Videla dijo que el ex nuncio apostólico Pío Laghi, el ex presidente de la Iglesia Católica de la Argentina Raúl Primatesta, y otros obispos de la Conferencia Episcopal asesoraron a su gobierno sobre la forma de manejar la situación de las personas detenidas-desaparecidas. Según Videla la Iglesia “ofreció sus buenos oficios” para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la búsqueda. Esto confirma el conocimiento de primera mano que esa institución tenía sobre los crímenes de la dictadura militar, como consta en los documentos secretos cuya autenticidad el Episcopado reconoció ante la justicia hace dos meses. Pero además muestra un involucramiento episcopal activo para que esa información no trascendiera tampoco por comentarios de los familiares de las víctimas, de cuyo silencio la Iglesia era garante.

Diálogos en la cárcel

El reportaje con la revista cordobesa El Sur, que edita en Río Cuarto Hernán Vaca Narvaja, se realizó antes de los concedidos al periodista español Ricardo Angoso y al argentino Ceferino Reato, pero sólo se divulgó esta semana. Fue realizado en tres partes por el periodista Adolfo Ruiz, en la cárcel de alta seguridad de Bouwer, donde el ex jefe de la Junta Militar estuvo detenido entre el 26 de junio y el 23 de diciembre de 2010, mientras se extendieron las audiencias del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la cárcel de Córdoba conocida como UP1. Videla fue condenado en ese proceso a prisión perpetua por los asesinatos de 31 prisioneros dentro de la cárcel o mediante fraguados intentos de rescate en ocasión de traslados. Videla recibió a Ruiz el 6 y el 13 de agosto y el 18 de octubre de 2010 en el locutorio de la cárcel de Bouwer, cuyos dos mil internos superan el número de pobladores de esa pequeña ciudad, que hasta hace dos años fue el depósito de los residuos domiciliarios de Córdoba. Antes de comenzar puso como condición que sus palabras recién se difundieran cuando dejara la provincia, como consta en la carta manuscrita que se reproduce aquí.

Como en aquellas otras entrevistas y en sus alegatos judiciales, Videla justificó el plan que aplicó la Junta Militar por los “decretos de aniquilación” firmados por el ex presidente interino Italo Luder, que constituyeron “una licencia para matar concedida por un gobierno democrático”. Cuando el periodista le inquirió si esa licencia incluía las torturas, el robo de bebés y el saqueo de los bienes de las víctimas, dijo que esas “bajezas humanas” se debieron al gran “poder y libertad de acción otorgados al Ejército”, situación en la cual “es inevitable que muchos utilicen esas libertades en beneficio propio”. Agregó que con los juicios él y sus camaradas pagan el costo de “no haber blanqueado” los métodos dispuestos entonces. Videla sostiene que “hacia el final de mi mandato, entre el ’80 y el ’81, se llegó a evaluar la posibilidad de publicar la lista, blanquear los desaparecidos”. Explica que “no era tan fácil, porque además íbamos a estar expuestos a la contra pregunta. Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ¿dónde está enterrado, para llevarle una flor? ¿quiénes lo mataron? ¿por qué? ¿cómo lo mataron? No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad. Entonces en ese momento no se quiso correr ese riesgo”. El razonamiento es idéntico al que Videla suministró a la Comisión Ejecutiva del Episcopado, cuando los obispos le transmitieron que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Pero la fecha es muy anterior a la que menciona el dictador. Ese diálogo tuvo lugar el 10 de abril de 1978 durante un almuerzo de Videla con la Comisión Ejecutiva del Episcopado, que presidía el arzobispo de Córdoba Primatesta y que también integraban los arzobispos de Santa Fe y de la Capital Federal, Vicente Zazpe y Juan Aramburu, como vicepresidentes.

Primatesta hizo referencia a las desapariciones producidas durante la Pascua de 1978, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. Videla respondió que “sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir para proteger a los secuestradores y asesinos. El detalle de este diálogo consta en una minuta que los tres arzobispos redactaron en la sede del Episcopado en cuanto concluyó el almuerzo para enviarla al Vaticano. La autenticidad de ese texto fue reconocida por la Conferencia Episcopal, que hoy preside el arzobispo de Santa Fe, José Arancedo, ante una consulta de la jueza federal de San Martín, Martina Forns, luego de su publicación aquí. Pero en el reportaje con El Sur, Videla describe un grado de complicidad de la Iglesia Católica con los crímenes de su gobierno superior a lo que se conocía y con un carácter institucional que comprende tanto al Episcopado local como a la sede central en Roma. No se trata sólo de callar lo que sabían para no “hacer daño al gobierno”, como dijo Primatesta aquel día de 1978, sino incluso de asesorar a la Junta Militar y garantizar que tampoco los familiares de las víctimas contaran lo que había ocurrido con sus hijos. Lo que sigue es la transcripción textual del tramo de la entrevista sobre el tema:

–No deja de llamar la atención la forma en que se refiere a la situación de los desaparecidos. Hace sentir que para usted es un tema pendiente.

–La desaparición de personas fue una cosa lamentable en esta guerra. Hasta el día de hoy la seguimos discutiendo. En mi vida lo he hablado con muchas personas. Con Primatesta, muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Laghi. Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto.

–No parece suficiente.

–Es que la repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos.

Hasta la expresión impersonal escogida por Videla (“se lo planteó”, “se les dijo”) trasluce la identidad entre Iglesia y Dictadura.











El rol de Laghi

La minuta para el Vaticano también muestra el conocimiento de la Iglesia sobre el secuestro de las religiosas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Sin embargo, cuando la superiora de las monjas en la Argentina, Evelyn Lamartine, y la religiosa Montserrat Bertrán recurrieron a Laghi, el nuncio las miró “como si fuéramos bichos asquerosos, y nos dijo: ‘Nosotros no sabemos nada, por algo habrá sido’. Montse se arrodilló y le rogó que hiciera algo. El se la sacó de encima, instintivamente, describe Evelyn, que entonces pensó: ‘Dios no se olvida de lo que dijiste’”. Su testimonio fue recogido por María Arce, Andrea Basconi y Florencia Bianco, cuya investigación fue publicada por Clarín en 2007. Un obispo y una madre superiora llegaron desde Francia para interesarse por Alice y Léonie, pero Primatesta ordenó desmentirlo y explicar que sólo venían a pasar Navidad. En 1995, bajo la conmoción de las revelaciones del ex capitán Adolfo Scilingo sobre el asesinato de prisioneros arrojados al mar, la esposa del secuestrado periodista Julián Delgado, María Ignacia Cercós, contó que el Comandante en Jefe de la Armada Armando Lambruschini consultó con Laghi acerca del destino de 40 detenidos-desaparecidos en la ESMA, que su antecesor, Emilio Massera, le había entregado al retirarse. Lambruschini no quería matarlos pero temía que si los dejaba en libertad contaran lo padecido en la ESMA, tal como ocurrió, y le preguntó a Laghi qué hacer. Según Cercós, el concimiento de Laghi sobre lo que sucedía en aquel campo de concentración llegaba hasta la nómina de los prisioneros que aún quedaban con vida. Ante el pedido de María Ignacia, Laghi consultó esa lista y “me dijo que Julián no estaba entre ellos. Quiere decir que tenía pleno acceso a la información”. En aquel momento, el propio Massera defendió a Laghi de tales “noticias calumniosas” y dijo que se preocupó en forma permanente por la suerte de “los llamados desaparecidos”. El problema es que Laghi había elegido la estrategia opuesta: negar que hubiera conocido la índole y la extensión de las violaciones a los derechos humanos. Dijo que “no tenía ni micrófonos ni espías que fuesen a los cuarteles a ver lo que los militares hacían”. Sus amigos Oscar Justo Laguna (quien al morir este año estaba procesado por la justicia federal de San Nicolás, por haber mentido en su testimonio sobre el asesinato de su colega Carlos Horacio Ponce de León), Alcides Jorge Pedro Casaretto, Carlos Galán, Domingo Castagna y Emilio Bianchi di Carcano sostuvieron que declaraciones como la de María Ignacia Cercós podrían “reinstalar entre nosotros no ya la violencia de las armas sino la de la venganza”. La esposa de Julián Delgado dijo entonces que durante años estuvo agradecida a Laghi por sus gestiones. “Pero ahora sé que no puedo perdonarle su silencio cómplice. Me siento un monstruo por haber escuchado esas cosas sin reaccionar.” El propio jefe máximo de aquella Junta Militar, sin el menor asomo de crítica, confirma tres décadas después el asesoramiento de Laghi sobre el secreto más horrendo y peor guardado de la dictadura.











La Eucaristía

Recuerdos coincidentes tienen muchos sacerdotes que en aquellos años frecuentaron a Laghi. Uno de ellos, Hugo Collosa, de Rafaela, le narró al periodista Carlos del Frade que Laghi visitó esa ciudad santafesina luego de la muerte de su obispo, Antonio Alfredo Brasca, incendiado por un cáncer en 1976. La enfermedad se adelantó a las Fuerzas Armadas, que lo tenían en su lista corta de aversiones. En el Obispado se reunían las agrupaciones laicas que militaban en los barrios más humildes y las del peronismo revolucionario, que tenían algunos miembros en común, entre ellos un sacerdote. Brasca se había manifestado en apoyo del movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo junto con los obispos Enrique Angelelli, Ponce de León y Alberto Devoto. “Laghi vino a maltratarnos”, dice Collosa, quien ya no es sacerdote. “No tenía ninguna intención de discutir el perfil del nuevo obispo ni mucho menos que se siguiera la línea de Brasca. Lo llevamos a almorzar en un comedor para chicos de la ciudad y allí, a varios sacerdotes, nos contó de los vuelos de la muerte, de los secuestros, las desapariciones y las torturas. Es decir que ellos ya sabían lo que estaba pasando con lujo de detalles desde mucho antes que 1978. Y hablaba con fundamento de lo que hacía cada una de las tres armas. Nosotros ya habíamos sufrido el secuestro del padre Raúl Troncoso que militaba en barrio Fátima, y estábamos muy preocupados. Después lo mandaron a Cassaretto que hizo una pastoral totalmente distinta a la de Brasca y bien cercana a los sectores dominantes de la ciudad”. La primera entrevista de Videla con el periodista cordobés se interrumpió cuando lo trasladaron al Hospital Militar para tratarse de una incipiente bronquitis. Formaba parte de la comitiva que buscó a Videla “un hombre canoso que venía, cáliz y alba en mano, a darle la Eucaristía”. Es decir que pese a las sucesivas condenas por los más graves delitos, la Iglesia Católica no consideró necesario excomulgarlo, pena eclesiástica que impide la recepción de los sacramentos y se aplica a los pecados graves. El no considerar como tales los delitos de Videla certifica la prolongación en el tiempo de la complicidad eclesiástica con ellos.











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El periodista Adolfo Ruiz y la carta manuscrita de Videla en la que acepta la entrevista.









La entrevista exclusiva a Jorge Rafael Videla durante su paso por Córdoba

La confesión

Revista El Sur publica en forma exclusiva la entrevista que concedió el dictador Jorge Rafael Videla en el invierno de 2010, cuando estaba alojado en la prisión de Bouwer para asistir a las audiencias del histórico juicio por las 31 víctimas de la UP1, por el que fue condenado a cadena perpetua. Videla se reunió en tres oportunidades con un periodista cordobés a temario abierto. Por qué se conocen recién ahora los detalles de aquélla entrevista.





Escribe: Adolfo Ruiz



"Absoluta reserva hasta que me aleje de Córdoba. Concretar el encuentro un día viernes entre las once y las doce bajo la forma de visita de locutorio. Anticiparme la fecha elegida a través de mi abogada defensora". Al firmante de la carta le faltaría agregar una condición más, y lo haría luego de conceder su segunda entrevista en un frío locutorio de la cárcel de Bouwer: todo lo que había afirmado, dicho o considerado, sólo podría ser publicado después de su muerte.

Este hombre que imponía condiciones y sabía que hería de muerte cualquier titular pretencioso, estaba sentado del otro lado de un enclenque escritorio. Parecía increíble que se tratara del mismo que durante años fuera el señor de la vida y la muerte; aquél que estuvo en la cúspide de un brutal aparato de poder. Aquél que llegó ahí para decidir. Y que decidió la tragedia.

Frente a semejante ser, de poco servía aquella colección de entrevistas carcelarias que nos habían puesto frente a frente con criminales de todas las variedades: violadores, narcotraficantes, secuestradores, asaltantes de bancos, estafadores, sicarios, rateros, falsificadores. En ese escaparate faltaba una calaña, la máxima, la que supera a todas, la que nunca prescribe, la que jamás se olvida. Era el momento de completar la lista, precisamente con él: Jorge Rafael Videla, el mayor genocida de nuestra historia.





Por qué se publica

Las tres entrevistas con Videla fueron realizadas en el módulo MD1 de Bouwer. Fueron charlas abiertas, sin chicanas, y si se quiere "cordiales" o al menos respetuosas. Pero al culminar la última de ellas, el represor hizo el pedido expreso de que nada de lo hablado fuera publicado. "Sé que mis expresiones van a causar dolor en mucha gente", se justificó. Su intención era que tales afirmaciones vieran la luz sólo después de su muerte.

Durante 24 meses el compromiso fue mantenido. No se publicó nada. Estaba dada la palabra.

Quien lo quebrantó fue el propio Videla, concediendo primero una entrevista "publicable" al periodista español Ricardo Angoso, que vio la luz en la revista Cambio 16 en febrero de este año.

Debe haberse sentido conforme con sus dichos o bien desdeñado el "dolor" causado por sus palabras, porque después pareció mucho más entusiasmado y concedió largas charlas al periodista Ceferino Reato, quien condensó esos registros y anotaciones en su libro "Disposición Final". Texto polémico pero que aporta al conocimiento de la verdad histórica en boca de su protagonista mayor.

El impulso de "verborragia súbita" que invadió al ex general nos dispensa del compromiso de silencio, quebrantado por su propio ideólogo. Y es por eso que esta entrevista sale a la luz. No creemos estar violando un acuerdo, tácitamente derogado por quien lo propuso.





El diálogo

Fueron los viernes 6 y 13 de agosto, y luego el 18 de octubre, los momentos en que Videla se sentó en una cárcel cordobesa a compartir con un periodista parte de sus memorias sobre la represión.

"Es como dijo Ortega y Gasset. Mis circunstancias me llevaron a esto", arrancó excusándose, ante la consulta sobre si alguna vez se sintió preparado para ejecutar semejante plan. "Jamás me imaginé conduciendo una guerra de este tipo. Nosotros como militares estamos preparados para matar y para morir en la guerra, pero no en una guerra así", sentenció.

En el acto el ex represor citó aquella reunión secreta con Luder y su gabinete, los cuatro planes de acción represiva, de menor a mayor, y los mentados "decretos de aniquilación", los cuales no eran otra cosa que "una licencia para matar, concedida por un gobierno democrático" que de las cuatro alternativas "eligió la más categórica".





- La coincidencia entre los planes de acción que se llevaron a cabo en diversos países del Tercer Mundo hace pensar que tan originales no eran y que la metodología vino de una fuente única, como fue el Plan Cóndor...

- ¡Plan Cóndor! Yo nunca vi una carpeta que dijera "Plan Cóndor". Sí había unidad en la forma de enfrentar el problema, porque era la reacción ante una situación generada por la Unión Soviética que estaba en enfrentamiento con Estados Unidos. Los intereses soviéticos de avanzar en su conquista del mundo los llevaron a fomentar las guerrillas revolucionarias. Las alentaron en África, básicamente tomando la lucha contra el colonialismo como argumentación, y en América Latina lo hicieron argumentando la lucha contra la desigualdad social.

- Entonces el plan no era propio...

- Nosotros fuimos el último país en entrar en combate con las Fuerzas Armadas contra el terrorismo, y tuvimos la suerte de que fue un gobierno constitucional el que tomó la decisión, cosa que no pasó en otros países del continente.

- Esa "licencia para matar" que dice que les concedió Luder, ¿también incluía las torturas, robos de bebés, saqueos, entre otras cosas?

- Cuando se da tanto poder y libertad de acción a una fuerza como el Ejército, es inevitable que muchos utilicen estas libertades en beneficio propio. Tipos que podrían aprovechar para cobrarse cuentas pendientes. Da lugar para múltiples bajezas humanas. Además la lucha se organizó imitando la organización celular del enemigo, con lo cual no era fácil controlar todas las acciones, ya que se armó una estructura difícil de penetrar.

- ¿Qué pasó después de que se firmara la decisión de aniquilar a la subversión con los mentados "decretos de aniquilamiento" del 5 de octubre de 1975?

- Directamente al día siguiente de la firma del decreto se convocó a los gobernadores de provincias para que empezáramos a operar. Se pusieron a disposición del Ejército todas las fuerzas de seguridad provinciales, como la Policía y los servicios penitenciarios, además de la Gendarmería.





Guerras ocultas





La trampa lingüística que el Ejército y luego el Estado utilizaron para perseguir y exterminar a millares de argentinos es la que hoy deja a sus ejecutores sin argumentos para ensayar su defensa. Dicen que fue "guerra" cuando antes se encargaban de negarlo sistemáticamente, cada vez que el ERP, por ejemplo, pedía ser reconocido como parte beligerante para reclamar para sus detenidos el tratamiento de prisioneros de guerra.





-En esto se da un insólito giro lingüístico. ¿Cuál es su opinión?

- La guerra no podía ser blanqueada en ese momento, sobre todo por la modalidad en que la libraba el enemigo. Creo que siempre debe haber una relación entre el proyectil y la coraza. Se vino una agresión terrible y con una modalidad no convencional, y había que ponerle una coraza acorde o a la medida de esa agresión, que mal que nos pesara, no venía por derecha. No cumplía con esos derechos de la guerra. Fuimos nosotros los que tuvimos que bajar a ese tipo de guerra, una guerra interna e irregular.

- ¿Cuáles son los costos de no haber ?blanqueado? esa guerra?

- Son evidentes en el sentido de que ahora somos juzgados solamente nosotros. Y esto se ve claramente durante los juicios, cuando los testigos ingresan a prestar declaraciones. Siempre cuentan a partir del momento en que fueron detenidos, o cuando cruzaron el umbral de la prisión. Por eso la historia se ve desde esa perspectiva, porque si no conocemos la existencia de la guerra, no notamos la agresión preexistente que, mediante el terror, buscaba generar un cambio del sistema. Fue la sociedad argentina la que reaccionó contra ese terror, y dijo: "No tenemos justicia pero tenemos a los militares". Ahí es cuando empieza la guerra.

- Una guerra bastante "irregular"...

- Una guerra irregular alentada desde el exterior que buscaba exacerbar las reacciones sociales, tomando las desigualdades sociales existentes como una motivación. Esa desigualdad es una situación que existía en verdad, antes y después de esta guerra. Y se la tomó como argumento. En esa lucha era difícil distinguir quién peleaba por solucionar esa desigualdad social y quién estaba en realidad motivado por otras cosas.

- Usted dice que la "guerra" comenzó con los decretos de aniquilamiento. Sin embargo, desde mucho antes la Triple A y el Comando Libertadores de América ya estaban actuando con procedimientos semejantes. ¿No es contradictorio?

- Sobre la Triple A no puedo hablar como protagonista, sino por lo que pude conocer en esos tiempos. Cuando lo matan a (el secretario general de la CGT, José Ignacio) Rucci, Perón estaba a punto de asumir su mandato. Al enterarse, dice una frase que luego se la atribuyen también a Maradona: "Me cortaron las piernas". No tengo constancia, pero me cuentan que eso lo dijo en una reunión en la que convocó a los sectores derechistas y sindicales de su movimiento. Se tomó el asesinato de Rucci como una advertencia y Perón dijo que no estaba dispuesto a permitirla. "Algo hay que hacer". Pero no hablaba de una guerra sino de empezar a combatir con los mismos métodos que utilizaban los que habían matado a Rucci. Entonces crean una fuerza clandestina al mando de López Rega, que era un loco. Y la función era eliminar a los elementos revolucionarios. Entonces diría que esa reunión es la partida de nacimiento de la Triple A. Y funciona hasta junio del ´75, en que López Rega se tiene que ir, por presión de las Fuerzas Armadas. Le hacía mucho mal a la pobre Isabel, que después de la muerte de Perón se había refugiado mucho en él. Se lo nombra embajador itinerante, pero terminó el itinerario en Brasil. La AAA tiene ese corto lapso de vida. Cuando nosotros salimos a guerrear, ya no era el "comando". Pero nos tuvimos que poner a la medida del enemigo que combatíamos.

- Es natural que usted tenga una explicación para lo que sucedió en los ?70. Sin embargo, también es un hecho que usted tiene una muy mala imagen en la sociedad. Es una especie de figura demoníaca. ¿Es consciente de esta situación?

- Claro que sí. Siento que es una cruz con la que tengo que cargar por el resto de mi vida. Ya la tengo totalmente asumida y no puedo decir nada. No es una realidad que yo pueda resolver. Además en los últimos tiempos esto ha sido muy atizado por el actual gobierno. Creo que con otro se podría de algún modo atemperar.

- ¿Cómo hace para sobrellevar eso que usted llama su "cruz"?

- Como cualquier persona. Con mi familia y con mis amigos íntimos, que no son pocos y los tengo todavía.









De la entelequia a las fosas





Además de la tortura, los secuestros, la muerte y el exterminio, uno de los grandes reclamos que enfrentan los represores del "Proceso" es aquella deuda eterna y pendiente: los desaparecidos. De eso también habló Videla en Córdoba.





- Usted separa entre lo que fue la llamada "guerra contra la subversión" y el golpe de Estado. Sin embargo, los niveles de violencia a partir de marzo del '76 fueron muy superiores...

- Eso es un error de apreciación muy común. No fue mayor desde marzo del ´76 en comparación con lo que sucedió en los meses anteriores. De hecho el que era secretario de Derechos Humanos del gobierno de Alfonsín, Rabozzi, declaró en el Juicio a las Juntas que el pico mayor de desapariciones se da en los dos últimos meses del '75 y los dos primeros del ?76.

- Ya que lo mencionó usted, sin necesidad de que le preguntáramos. Dice "desaparecidos". Ya no son más una "entelequia"?

- (silencio). También a mí me duelen los desaparecidos, esa entelequia de la que yo hablé en la conferencia de prensa tan recordada. Siento que es realmente una demanda que está pendiente y que en su momento no se pudo saldar. No sé si se podrá saldar en la historia. No tiene solución.

- La desaparición de personas es un delito en el cual los efectos persisten. Un delito continuado hasta el día de hoy en tanto no se ponga fin. ¿Nunca pensó en poner fin a esa persistencia y a ese dolor que aún hoy viven miles de argentinos?

- Mientras estuve en actividad como presidente, era un tema recurrente éste de los desaparecidos. A veces se piensa que a uno le resbala, pero en realidad era una preocupación constante. Hacia el final de mi mandato, entre el '80 y el '81, se llegó a evaluar la posibilidad de publicar la lista. Blanquear los desaparecidos de esta guerra contra la subversión. Pero aparecieron las dudas, porque en esas listas iban a faltar los ajusticiamientos internos de las propias organizaciones terroristas, los que se asustaron y se fueron a otro país con otro nombre para que ellos mismos no los persiguieran, los que tuvieron un accidente y nunca se supo de ellos, los mismos terroristas que murieron en una acción y nunca pudieron ser identificados -como los 20 de Monte Chingolo, que fueron enterrados después de estar un mes en la morgue sin que nadie los reclamara-. Entonces, ¿había que cargar también con esas desapariciones, con esa gente que estaba faltando?

- Si me lo pregunta a mí le diría que si?

- No era tan fácil, porque además íbamos a estar expuestos a la contra pregunta. Si a una madre le decíamos que su hijo estaba en la lista, nadie le impediría que preguntara ?¿dónde está enterrado, para llevarle una flor??, "¿quiénes lo mataron?", "¿por qué?", "¿cómo lo mataron?". No había respuestas para cada una de esas preguntas, y creímos que era embochinchar más esa realidad, y que sólo lograríamos afectar la credibilidad. Entonces en ese momento no se quiso correr ese riesgo.

- No fue conveniente "políticamente", pero se conculcó un legítimo derecho de los familiares. ¿No cree que se esté a tiempo de decir adónde están por lo menos las fosas comunes o adónde fueron a parar muchas de esas personas?

- Se lo creyó inconveniente. No se evaluó en ese momento. No creo que ahora se pueda.

- ¿Y las listas? ¿Existen todavía? ¿Se pueden blanquear tres décadas después?

? Hay muchas cosas que se han destruido, porque hubo una orden de destruirlas. Pero puede haber todavía algunas listas para reconstruir un poco de lo sucedido. Debe haber algo. Aunque creo que publicar hoy las listas no traería alivio.

- ¿Y las fosas de La Perla? Usted conoce La Perla, ¿verdad? La Justicia Federal ha dedicado enorme esfuerzo y presupuesto para dar con las fosas comunes, sin ningún mínimo resultado?

- Hay cosas que a lo mejor se puedan rescatar de La Perla...

- No deja de llamar la atención la forma en que se refiere a la situación de los desaparecidos. Francamente hace sentir que para usted es un tema pendiente.

- La desaparición de personas fue una cosa lamentable en esta guerra. Hasta el día de hoy la seguimos discutiendo. En mi vida lo he hablado con muchas personas. Con Primatesta muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Langhi. Se lo planteó como una situación muy dolorosa y nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto.

- No parece suficiente...

- Es que la repregunta es un derecho que todas las familias tienen. Eso lo comprendió bien la Iglesia, y también asumió los riesgos. Créame, sigue siendo algo doloroso para mí. Y lo seguirá siendo. Creo que solamente el tiempo podrá hacer comprender esa situación, que no la quiero justificar. Esto era una guerra, y era una de las derivaciones probables.

- ¿No cree que le serviría avanzar con esa deuda de los desaparecidos?

- A mi me queda como una deuda pendiente. Pero no encuentro cómo saldarla. El destino final que tuvieron los desaparecidos yo no lo sé. No sé tampoco de los vuelos de la muerte. Creo que ya es un tema que no se podrá resolver, más que con el olvido.

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23 jul 2012

ARTICULO DE SAMUEL BLIXEN

Mucha chanchada junta




Samuel Blixen (Brecha)



Se produjeron dos instancias que vuelven más opaco y viscoso todo el episodio de la liquidación de Pluna sa. Una es la decisión del Ministerio de Economía, a través de la Auditoría Interna de la Nación (AIN), de declarar confidencial la información “relativa a la gestión económica, financiera y comercial” del socio privado de la aerolínea. Otra es la decisión de los senadores del Frente Amplio de bloquear la instalación de una comisión investigadora parlamentaria para analizar todo el proceso de la crisis, desde la asociación con Varig, en la mitad de los noventa, hasta el vaciamiento instrumentado por Leadgate y su cabeza visible, el empresario Matías Campiani.

Ambas iniciativas clausuran la posibilidad de establecer responsabilidades, políticas y administrativas, que por cierto no serán consideradas en la investigación judicial impulsada tanto por el oficialismo como por la oposición. Las confesiones del ex presidente Tabaré Vázquez y del ex ministro de Economía Danilo Astori, admitiendo que se equivocaron al impulsar la asociación del Estado con una ignota corporación dirigida por un empresario argentino sin mayores títulos (salvo el autoconferido de “reflotador de empresas fundidas”) puede aceptarse como expresión de un gesto que los enaltece –en opinión de algunos de sus compañeros de partido (véase nota en este informe)–, pero no contribuyen en nada al esclarecimiento de los hechos y la identificación de las intenciones.

Los 350 millones de dólares a los que trepa por ahora el costo de la aventura de convertir la empresa estatal de aeronavegación en un paquete de acciones por el 25 por ciento del total, más la angustiosa situación de los trabajadores sin fuente de trabajo, más la postración de otras actividades comerciales vinculadas, más la amenaza de pérdida de las frecuencias del puente aéreo, son una expresión acabada de esa equivocación, que no se supera ni se remedia con la simple confesión para la platea.

Así, sin investigadora, bloqueado el acceso a la información, los uruguayos no podrán saber por qué razón, en base a qué consideraciones, el ministro Astori aceptó la sugerencia de la consultora Ficus, que proponía a Leadgate como candidato para la privatización; ni por qué, en función de qué beneficios calculados (ciertamente no concretados) decidió otorgar una garantía hipotecaria del Estado por la totalidad de la compra de nuevos aviones; y por qué, a pesar de esa garantía, aceptó que las nuevas autoridades tuvieran control ilimitado sobre la gestión (que comenzó desarticulando la “conectividad” con Europa al eliminar los vuelos a Madrid); no se podrá saber, tampoco, qué intereses confluyeron para impulsar la “solución” que se desplomó cinco años después; ni se tendrá idea de por qué el gobierno, con la evidencia del desastre, se apuró ahora a conceder “indemnidad” a los directores de Leadgate.

La determinación de “cortar la sangría” del déficit mensual no justifica el desenlace, cuyos detalles podían perfectamente preverse con sólo acudir a la memoria de los vaciamientos bancarios más recientes. La resolución de la ain que declara confidencial la información de Pluna sa (cuya fundamentación no pudo aportar el director de la Auditoría en su conversación con La Diaria) y la aplanadora de una mayoría que desestimó la investigadora para evitar que se montara un “circo político”, deja sin respuesta una ristra de preguntas.

VIEJOS CONOCIDOS

En el episodio de Pluna aparecen numerosos vasos comunicantes con la crisis de 2002, particularmente los vaciamientos de los bancos. Los detalles de esa historia perversa se conocen no tanto por la acción de la justicia como por la persistente y minuciosa investigación de una comisión parlamentaria cuyos resultados, claro está, no fueron tenidos en cuenta por las mayorías parlamentarias del momento. En el episodio de Leadgate-Pluna se repiten corporaciones, intermediarios, consultores, “ejecutivos”; y aparece un mismo modus operandi: el Estado termina pagando.

A los “viejos conocidos”, J P Morgan y Paul Elberse, accionando en las distintas instancias del desplome del viejo Banco Comercial de los hermanos Ro­­hm­ y en el surgimiento del Nuevo Banco Comercial, se le suma un nuevo protagonista, la consultora cpa Ferrere y el estudio de abogados del mismo nombre. Impúdicamente, en su página web la consultora describe los “logros” de sus ejecutivos; aunque extensa, vale la pena citar: “La ‘muy talentosa’ Sandra González se hizo cargo del área de Litigios y Arbitrajes de la firma desde que Cerisola asumió el liderazgo. Este año, ella y Cerisola asesoraron a un consorcio de entidades financieras, incluyendo a J P Morgan, para liberar 11 millones de dólares en una corte uruguaya a partir de un laudo arbitral icc.

Otro importante triunfo de González fue ayudar a Crédit Suisse a ganar un juicio en un caso relacionado con la bancarrota del Banco Comercial. Los bancos son usuarios frecuentes de la firma, tanto de su práctica financiera (bbva es el más reciente ejemplo) como de su trabajo en disputas, donde Cerisola ha actuado exitosamente para grandes entidades financieras (Crédit Suisse, Dresdner Bank, J P Morgan) en arbitrajes (icc) y acciones civiles contra el Estado uruguayo”.

Esa particular eficiencia en litigios contra el Estado, en especial representando a los “dueños externos” del Comercial, no impidió que cpa Ferrere pudiera anudar nuevas relaciones profesionales con los gobiernos del Frente Amplio. No es menor que algunos de sus socios y consultores estuvieran, simultáneamente, antes o después, en cargos de gobierno. Los más notorios son Bruno Gilli, socio de cpa Ferrere, quien a su vez era delegado, en 2008, del Ministerio de Economía y Finanzas en la Comisión Permanente de Normas Contables Adecuadas; el actual ministro de Economía, Fernando Lorenzo, quien mantuvo una relación profesional con cpa Ferrere como consultante senior, hasta marzo de 2005 en que pasó a desempeñarse como director del Área Macroeconómica del mef, durante la gestión de Danilo Astori en el gobierno de Tabaré Vázquez; en 2009 renunció al ministerio y retornó a cpa Ferrere, mientras oficiaba como asesor de Astori en la campaña electoral.

Pero también mantuvieron vínculos con el gobierno otros altos ejecutivos de cpa Ferrere, como Diego Rodríguez, contratado por el Banco Central del Uruguay para el proceso de rediseño de toda la normativa aplicable a las instituciones financieras, empresas de seguros, fondos de pensión y al mercado de capitales.

EL ROL DE CPA FERRERE

En el esquema de la privatización de Pluna, la consultora Ficus desempeñó el rol de “introductor” del comprador, Leadgate-Matías Campiani; pero el operativo era una triangulación donde confluyen los intereses de la fábrica canadiense Bombardier, que vende los aviones a la nueva Pluna; y del banco canadiense Scotiabank, que financia la operación. Hasta donde es posible saber, en todas las instancias de la privatización de Pluna está presente la consultora cpa Ferrere.

Desde el comienzo mismo de las negociaciones, la consultora asesoró a Leadgate en temas financieros, contables e impositivos, además de encargarse del soporte legal del proceso. El asesoramiento incluyó la participación en la elaboración del plan de negocios que Matías Campiani elevó a los ministerios de Economía y de Transporte en los primeros meses de 2007; y en las auditorías en el período de la llamada due diligence, que obligó al Estado a cubrir “pasivos ocultos”, millonarios en dólares, para que se concretara la firma definitiva del traspaso del 75 por ciento del paquete accionario.

Seguramente cpa Ferrere manejaba, desde el comienzo, la opción del Estado de extender una garantía que sustituyera la promocionada inversión de 170 millones de dólares que el ministro Astori anunció con bombos y platillos, en enero de 2007, cuando los uruguayos comenzaron a pronunciar el nombre de Campiani. Seguramente también cpa Ferrere manejaba la información privilegiada sobre la compra de los aviones a Bombardier y la negociación que se entablaba con el Scotiabank.

Más difícil de determinar es si la operación de compra de las acciones del Nuevo Banco Comercial por parte del Scotiabank –operación que culminó en 2009– se inició antes del proceso de privatización de Pluna. De ser así, resultaría que la presencia del Scotiabank y de Bombardier en la privatización de Pluna sería apenas una pata del negocio de adquisición del Nuevo Banco Comercial. Podría suponerse que el actual ministro de Economía, Fernando Lorenzo, debía estar al tanto de los detalles, puesto que en el período señalado estuvo directamente vinculado a cpa Ferrere y a la vez ocupó el tercer cargo en jerarquía del ministerio. Sin embargo, consultado por Brecha, Lorenzo negó enfáticamente cualquier vinculación personal con el proceso de Pluna. “No estuve al corriente. Jamás tuve contacto con este tema”, dijo.

Sea como fuere, cpa Ferrere, que se jacta de haber concretado el negocio del Nuevo Banco Comercial (nbc) para el Scotia, mantiene su presencia en el banco: Bruno Gilli, Diego Rodríguez y Nelson Mendiburu, tres de los socios de la consultora, son los miembros de la Comisión Fiscal del directorio del nbc; Rodríguez, según se señala en la página web de la consultora, participó directamente en la transacción que otorgó al Scotia el control del nbc.

A la vez, ejecutivos de cpa Ferrere aparecen vinculados a la estructura de Pluna sa y de Leadgate: Magdalena Olazábal, especializada en cpa en financiación de empresas y proyectos de gestión de riesgo en el sector bancario, pasó a desempeñarse como analista de Leadgate Investment Corp, encargándose de la Oficina de Transformación de Pluna. Y los letrados Nadia Yavitz y Nicolás Costábile, de Ferrere Abogados, asistieron a Matías Campani en el juicio por plagio entablado por Buquebus. A su vez, Sandra González y Bruno Gilli, socios de cpa, integran el staff de ef Asset Management, administradora de fondos de inversión, que maneja un fideicomiso de garantía con Pluna sa, cuyos beneficiarios son Rospide Sociedad de Bolsa y Rentmax Sociedad de Bolsa.

La privatización de Pluna terminó siendo un buen negocio para la fábrica Bombardier y para Scotiabank, después que el gobierno logró apurar en el Parlamento la ley sobre la liquidación de Pluna SA, que modifica las normas concursales, con lo que el Scotiabank podrá cobrar en primer término sus créditos por la financiación de la compra de los aviones. Y fue también un buen negocio para el J P Morgan, principal sostén financiero de Bombardier.

Quien termina pagando es el Estado, no importa quién tenga la batuta ocasional. Parece una fatalidad genética esto de hacerse cargo de los desastres privados, reales o fabricados: el Estado pagó cuando la compraventa de carteras en 1984; pagó cuando se desplomaron el Pan de Azúcar, el Comercial, el Banco de Crédito y La Caja Obrera; pagó cuando renunció al cobro del endeudamiento interno de los principales grupos económicos nacionales; pagó cuando Stephane Benhamou vació el reflotado Pan de Azúcar, cuando los hermanos Rohm vaciaron el reflotado Comercial y cuando se desplomó el Banco Montevideo de los Peirano; y paga ahora, cuando los gobernantes cometen una “equivocación” con Pluna, que cuesta apenas el 1 por ciento del pbi anual.




HACIENDO HISTORIA....


Miércoles 06 de junio de 2007





Este viernes se firmará el documento definitivo

Se llegó a un acuerdo con Leadgate Investment por asociación de Pluna

Tras cuatro horas y media de discusión, finalmente hubo "humo blanco" ayer en la negociación del Estado uruguayo con el grupo inversor Leadgate Investment. Las partes acordaron que el viernes firmarán el acuerdo definitivo y a partir del 1º de julio quedará finalmente instituida la nueva sociedad anónima de Pluna, con un 25% de acciones del Estado y una mayoría de capitales nacionales.



A partir de las 15 horas dio inicio en el piso noveno del Ministerio de Transporte la reunión entre el grupo inversor Leadgate Investment (representado por Matías Campiani y otras autoridades del grupo privado), el Estado uruguayo (con la participación del subsecretario de Economía, Mario Bergara, el secretario general del Ministerio de Transporte, Gustavo Fernández, y los directores de Pluna, Carlos Bouzas y Carlos Galcerán), y un tercer actor: la consultora Ficus Capital, con la presencia del propio Paul Elverse.

Los ministros de Economía, Danilo Astori, y Transporte, Víctor Rossi, no participaron directamente de estas negociaciones.

Sobre las 19.30 horas culminó la reunión con un acuerdo verbal de las partes para cerrar definitivamente el negocio. Hoy y mañana, una comisión conformada por el grupo inversor, el Estado y Ficus procurará redactar el documento que establezca las pautas para la asociación.

Fuentes de la negociación afirmaron que en la reunión hubo flexibilidad de ambas partes para destrabar la mayor dificultad, que era la diferencia de valoración patrimonial de Pluna.

El Estado se encargará de hacer un aporte económico para que al 1º de julio la nueva sociedad anónima tenga un patrimonio de U$S 1 millón. Sin embargo, oficialmente no se mencionó cómo se haría esa capitalización y cuál sería el monto.

Fuentes de la negociación explicaron que el Estado debería reducir el pasivo de la empresa en unos U$S 10 millones. La instrumentación de esta medida es que el Estado efectúe una capitalización, que puede ser con dinero o con cancelación de deudas que Pluna tiene con el propio Estado, como el combustible vendido por Ancap.

Luego de efectuar el “due diligence” (revisión de activos y pasivos) el grupo inversor detectó que el valor patrimonial de la empresa uruguaya era más alto que el analizado por su propia auditoría, siendo ése uno de los obstáculos principales para llegar a un acuerdo definitivo.





Gobierno analizará si será garante de aviones

El ministro de Transporte, Víctor Rossi, aclaró que por algún tiempo Pluna deberá seguir volando “con algún equipo que ya tiene”, sin contar con “el aporte de nuevas unidades”.

El jerarca uruguayo aseguró que tras la asociación serán respetados los puestos de trabajo.

Por su parte, el subsecretario de Economía anunció que ayer hubo un avance importante en la negociación, destacando el trabajo efectuado por el grupo inversor a través del “due diligence”, que fue “una realista fotografía de la situación de la empresa”.

Leadgate Investment capitalizará a Pluna con un monto de U$S 15 millones y una línea de crédito preferencial por U$S 10 millones, en un marco de inversiones que rondarían los U$S 170 millones.

Bergara anunció que seguramente el viernes se estará cerrando la negociación a través de la firma de un acuerdo.

El presidente de Pluna, Carlos Bouzas, explicó anoche que hubo un ajuste de las diferencias existentes en el estudio del “due diligence” sobre el patrimonio de la compañía uruguaya y que en la negociación fueron allanados los caminos para llegar a puntos comunes.

Explicó que las partes acordaron sustituir el avión que vuela a Madrid y el aumento de frecuencias hacia esa ciudad española desde julio y la inauguración de un nuevo local de venta de pasajes situado en Colonia y Avenida del Libertador. Además, decidieron contratar otro avión Boeing 737 200 para el trabajo regional. *






4 jul 2012

LA AVANZADA MEDIATICA

Seriamos ingenuos si no creyeramos que lo que ocurre en varias
democracias latinoamericanas, no es fruto de la causalidad -y no
de "casualidades" -a las que nos tiene acostumbrados el poder
economico y sus socios-aliados formadores de opinion.
Diversos hechos acaecidos en los ultimos dias en Paraguay,
Bolivia y en menor medida Argentina, responden a una sistematica
campaña de descredito, cuyo objetivo primordial es debilitar
procesos democraticos con contenido social, aun cuando aquellos
apenas hayan revertido en algo, la terrible desigualdad y pobreza
que asolan a nuestros pueblos sudamericanos,marginados cronicos,
cuyas consecuencias es la "inseguridad" y el auge del narcotrafico.
Poco les importa esto a terratenientes y empresarios monopolicos,
que ante cualquier proyecto, levantan las banderas de la inseguridad
juridica y la falta de libertades, amparados en la desinformacion que
pregonan sin pruritos, los seudo periodistas que a traves de sus "papers"
embolsan abundantes sumas de dinero para boicotear cualquier esbozo
de cambio, con amplia cobertura, -alineados en un discurso neoliberal-
afin a la politica exterior norteamericana, cuyas embajadas ofician de
caja de renonancia y presion diplomatica, ademas de contar con el aval
de la ya clasica y nefasta Sociedad Interamericana de Prensa.
Cualquier hecho por pequeño que parezca, sirve para ir minando la
confianza en las instituciones y sus representantes, en el gobierno o
la funcion del Estado, -que cuando desregula es sensacional y si les
pone limites pasa a ser autoritario- y entonces vemos como cualquier
hecho policial, cualquier reclamo social, es tomado por la corporacion
mediatica ,como signos de debilidad e inoperancia de los gobiernos,
sin ninguna mencion a las desigualdades cronicas que las politicas
conservadoras han provocado y de la cual ellos han sido grandes
beneficiados, sin contar el silencio complice ante las dictaduras.
Esta actitud de cinismo e hipocrecia tiene su fundamento en la actitud
pasiva , casi de conformismo o negligencia, de los actores sociales
que tienen responsabilidades publicas, cuyas ambiciones de poder
o la defensa de intereses corporativos, los lleva a ser parte de esa
ofensiva mediatica que desfigura la realidad, aumentando la confusion.
No reconocer que hay errores o que en algunos casos como el sistema
financiero se ha avanzado poco, seria tonto, pero minimizar los logros
que con mucho sacrificio se han logrado en estos pocos años de
gobierno, mirando un poco a las mayorias pobres y atendiendo
cuestiones sociales urgentes, ademas de deshonesto, es inmoral.
Lo mismo les cabe a los Sanguinetis, los Lacalles, los Bordaberrys,
tan legalistas en la actualidad, complices de golpistas, defensores
acerrimos de milicos y civiles amantes de medidas prontas de seguridad,
que profesan la religion de la desigualdad y el liberalismo economico,
tan afin a sus ideas y a su manera de eternizar los privilegios.
Estos mismos son los que hoy nos quieren dar catedra de "legalidad"...
Solo una mancomunada accion civil, de desenmascaramiento de estos
energumenos, podra llevar luz a una situacion que, creada artificialmente,
solo perjudica la inexorable marcha hacia sociedades mas justas.
De nosotros depende que la desinformacion no avance.
Ellos, tienen TODOS los recursos y los MEDIOS para seguir jodiendo.
Nosotros, la esperanza de continuar un cambio necesario e imprescindible.











LAS OLIGARQUIAS SON SOLIDARIAS

LAS OLIGARQUÍAS SON SOLIDARIAS








Por Ruiz Pereyra Faget 30-junio-2012







Los partidos tradicionales –Colorado y Blanco- que nacieron en 1837, en los albores de la República Oriental del Uruguay, en encarnizada pelea por la propiedad de la tierra, que era pública en todo el norte del país, y el pago de la deuda a sus respectivos acreedores, con dineros del Estado, que financiaron esas guerras, e interesados también en esas tierras, se han solidarizado con el “Presidente” de Paraguay, Federico Franco, que se prestó al golpe contra el titular, Fernando Lugo.







La posesión y concentración de la tierra, y el control del sistema bancario y del comercio exterior, fue el proceso de consolidación de las estructuras económicas en el siglo XIX, en alianza con Inglaterra que compraba los productos agropecuarios y nos vendía sus manufacturas e invertía en ferrocarriles, frigoríficos y comunicaciones. Ese papel, en el siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial, ha sido cumplido hasta el presente por Estados Unidos.







Este rápido bosquejo es, con peculiaridades secundarias, el panorama de los países periféricos frente a los países globalmente dominantes. El capitalismo creció a saltos, empezando por Gran Bretaña que, en el siglo XIX, después de la derrota de Napoleón, se convirtió en el “Sol” económico del planeta.







Llamo oligarquías, a una minoría que entrelaza los negocios del agro, el comercio exterior y la banca.







En el Uruguay se opuso a la industrialización y a las políticas sociales que conlleva, impulsadas por el líder colorado, José Batlle y Ordóñez., en 1911 y al Consejo Nacional de Administración al que derrocó en 1933; en Argentina, se opuso a Hipólito Yrigoyen, al que derrocó, mediante un golpe militar en 1930 y en Brasil, derribó a Getulio Vargas en 1954.







En todos estos golpes, tuvo como aliados a Gran Bretaña o a Estados Unidos, que se oponían –y se oponen- a la industrialización de estos países a quienes les reservaban solo el papel de proveedores de alimentos y materias primas del subsuelo.







El Paraguay







La historia de Paraguay es más dramática que la uruguaya porque tuvo el “pecado” de declararse independiente en 1811 y poner en marcha un proyecto económico destinado a alcanzar la autonomía en esta materia, prescindiendo de las industrias extranjeras. Fue el primero que tuvo ferrocarril y hornos de fundición de hierro. El autor de este proyecto fue Gaspar Rodríguez de Francia y sus continuadores, Carlos Antonio López y su hijo, Francisco Solano López (1862-1870).







Este desafío era intolerable para Inglaterra que, junto con Bartolomé Mitre de Argentina y el Emperador Pedro II del Brasil –y la concurrencia “gratuita”, del dictador uruguayo, Venancio Flores-, conformaron una “Triple Alianza”, en junio de 1964. (los ingleses se mantuvieron discretamente en las sombras pero financiaron con abundantes préstamos a los agresores y eran quienes tenían los hilos de la conspiración), para invadir y derrocar al “dictador que oprimía al pueblo paraguayo”. (¿Contemporáneamente suena este pretexto, en otros lares del mundo?).







El pueblo paraguayo resistió, cubriendo una de las páginas de heroísmo, quizás la más grande de América Latina, pero fue derrotado y su presidente asesinado. Las consecuencias de la guerra para el Paraguay fueron desastrosas: Quedó arrasado, perdió el 90% de la población masculina; sus industrias y comunicaciones destruidas- Antes de la guerra no tenía deuda externa; después de la guerra debió recurrir a la banca londinense: perdió territorios en el este y en el oeste, que fueron apropiados por Brasil y Argentina, respectivamente.







Las “reglas” económicas, establecidas por Inglaterra se impusieron y el nuevo ejército paraguayo se encargó, dictaduras militares mediante, de consolidar las nuevas estructuras enajenadas, accediendo a una parte del botín.







En Uruguay, los créditos concedidos por el Banco Mauá a Venancio Flores para financiar su participación en la guerra contra el Paraguay, desbordó ampliamente los límites legales impuestos a la emisión, lo que condujo a la gran crisis bancaria de 1868, ante la imposibilidad de convertir en oro sus billetes, de acuerdo a las normas del patrón oro. Esta crisis obligó al gobierno al curso forzoso de los billetes, ante la protesta de los hacendados y exportadores, situación que la resolvió Latorre en 1876 con la liquidación del Banco de Mauá y su papel de agente financiero del Estado por la banca británica.







Hoy la mayoría de las grandes extensiones de tierra en el Paraguay son controladas por exponentes del Partido Colorado y de las multinacionales, y el ejército, controlado también por este Partido, es la garantía del status dominante. En el siglo pasado, solo la dictadura del general Alfredo Stroessner (que no fue la única), duró 35 años (1954-89). Fernando Lugo ha sido el primer presidente no proveniente de esa organización y, contando con un gran respaldo popular, con un ancla fuerte en los campesinos sin tierra, el que alcanzó la Presidencia en el 2008, obteniendo el 40% de los votos electorales.







-o-o-o-







Decíamos arriba, que los partidos representativos de la oligarquía uruguaya, que controla la tierra, junto con las multinacionales, así como la banca privada y el comercio exterior, ha puesto el grito en el cielo por la resolución del Mercosur y Unasur de suspender al gobierno paraguayo, separándolo transitoriamente de ambas organizaciones- hasta las elecciones del 21 de abril de 2013, instancia en que el pueblo paraguayo elegirá a un nuevo gobierno.







Esgrimen airados que se ha violado el principio de “no intervención”, que es la piedra angular de la política exterior uruguaya.







Al respecto, debo decir dos cosas: 1) No se ha violado el principio de “no intervención” y 2) Ninguno de los dos partidos el Colorado y el Blanco- tienen autoridad moral y política para esgrimir este argumento.







Vayamos a la primera cuestión. El gobierno paraguayo, junto con los otros miembros del Mercosur y la Unasur, firmaron, en diciembre del año pasado, el Protocolo de Montevideo, Usuahia II, que en sus considerandos dice “que la plena vigencia de las instituciones democráticas y el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales son condiciones esenciales para la vigencia y evolución del proceso de integración entre las Partes”, “Reiterando el compromiso con la promoción, defensa y protección del orden democrático, del estado de derecho y sus instituciones, de los derechos humanos y las libertades fundamentales, como condiciones esenciales e indispensables para el desarrollo del proceso de integración y para la participación en el MERCOSUR”, “ARTICULO 1 - El presente Protocolo se aplicará en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático, de una violación del orden constitucional o de cualquier situación que ponga en riesgo el legítimo ejercicio del poder y la vigencia de los valores y principios democráticos”







Este protocolo recoge un anhelo de los pueblos latinoamericanos que han visto burlados sus derechos y su voluntad expresada democráticamente en las urnas, por golpes oligárquicos, apoyados por el imperialismo de turno, del que está repleta la historia de nuestro Continente. La violación del orden constitucional por el parlamento paraguayo, es notorio, porque un acuerdo entre dos partidos políticos articuló un “juicio político”, entre gallos y medianoche, que falló en poco más de 24 horas sin conceder los “plazos indispensables”, a la defensa.







La Constitución del Paraguay, de 1992, en su artículo 225 establece las garantías “de cualquier proceso del que pueda derivarse pena o sanción” y en el literal 9º de este artículo indica que al acusado se le deben conceder “plazos indispensables para la preparación de su defensa en libre comunicación”. A Lugo se le concedieron solo dos horas para defenderse de manera que es falso el argumento de que el Congreso actuó de acuerdo a derecho, como sostiene la oposición uruguaya.







Ahora, el segundo punto. El Partido Colorado, en Uruguay, ha realizado todos los golpes de Estado, con militares o sin ellos, que recoge la historia del país. Y en el período de 1945 en adelante, en que ejerció el gobierno constitucionalmente, apoyo todas las intervenciones norteamericanas en América del Sur, con el respaldo de los medios electrónicos monopólicos. Una de esas instancias fue el derrocamiento del gobierno constitucional de Guatemala, presidido por el Coronel Jacobo Arbenz, en 1954.







Una situación similar es la conducta del Partido Blanco.







En el siglo XIX fueron a las guerras civiles para tratar de arrancarle a los colorados el poder, logrando una parte del mismo con la Paz de Abril de 1872.







Pero en el siglo XX, se aliaron con los colorados para repartirse el poder y en 1933, el sector liderado por Luis Alberto de Herrera, apoyó el autogolpe de Gabriel Terra y se repartieron la administración “fifty-fifty”. Pocos años después, Herrera y Terra rompieron con el gobierno legítimo de la República Española y reconocieron a la insurrecta Junta de Burgos, presidida por el golpista Francisco Franco.







En 1946, el Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Amézaga, Eduardo Rodríguez Larreta, del Partido Blanco Independiente (opuesto a Herrera y hoy liderado por Larrañaga), lanzó, obedeciendo a la línea de la política exterior de Estados Unidos, la doctrina de la intervención colectiva en defensa de la democracia, para derribar al Presidente Perón que había derrotado en las urnas a toda la oposición unida.







Durante su primer gobierno, en el siglo XX (1959-1963), el Partido Blanco apoyó la descarada intervención de Estados Unidos en Cuba y se sumó al bloqueo político y económico de la hermana del Caribe, obedeciendo a la política exterior de Washington hacia América Latina y el Caribe.







Los blancos se llaman también “Nacionalistas” porque en 1863 el gobierno de Bernardo Berro enfrentó la invasión de Flores, apoyada y financiada por Mitre y a la flota brasilera, quemando en la plaza pública los Tratados de Lamas (Colorado) con el Brasil, que habían convertido a Uruguay en una virtual y rediviva “Provincia Cisplatina”.







Pero de este nacionalismo, después, no les quedó nada. Hicieron “mangas y capirotes” del derecho en lo interno, apoyando o dando golpes de Estado _el último fue el de Juan María Bordaberry, que era “rosado”, apoyado por los Tenientes de Artigas, logia militar creada por el ex candidato blanco a la Presidencia de la República, general Mario Oscar Aguerrondo, y en la externo, siguiendo obsecuentemente la línea de la política norteamericana, contra cualquier país que quisiera la independencia económica, para librarse de la coyunda de sus monopolios.







En consecuencia, la posición de colorados y blancos frente a la decisión del Mercosur, no es una cuestión de derecho, al que nunca han respetado, cuando las circunstancias eran contrarias a los intereses egoístas de un pequeño grupo que no quiere perder su control hegemónico en la economía uruguaya, siempre en alianza demoníaca (los hechos históricos son ilevantables) con los Estados Unidos).