JORGE CROCE
PONER EL CARRO DELANTE DE LOS CABALLOS, ¿ES LO NATURAL??
Si le preguntáramos a cualquier frenteamplista que se precie de tal, si está de acuerdo con que, la preparación electoral, se inicia y pasa, necesariamente, por la discusión del programa a nivel de las bases, obtendríamos una previsible y clara unanimidad de respuestas.
Porque es un principio irrenunciable del FA, el de que se debe elaborar un programa, para que luego, un grupo elegido, (electo, y no de “elegidos"), a la interna de la fuerza política, con la sana intención de que sean los más capaces, en función de equipo mandatario, lo lleve adelante.
De dicho programa, cuya elaboración culmina con el Congreso de Comités, (que así debe ser llamado), surge luego el Plan de gobierno a ofrecer a la ciudadanía, que constituye un “mascaron de proa” de la propuesta electoral a presentar.
En la realidad, trabajan por un lado, las unidades temáticas, con compañeros expertos en cada área, que elevan sus conclusiones a la Comisión de Programa.
Y aquí aparece el primer “cuello de botella”, en la realidad, ajena a la teoría, dado que, muchas veces, lo que recoge el Borrador primario, que se eleva luego a los comités para la discusión, dista bastante de la propuesta surgida de las propuestas de las unidades temáticas.
Entre otros argumentos, porque, de publicarse textual lo que cada unidad propone, se estaría ante un enorme mamotreto, imposible de digerir en tiempo y forma.
Lo cierto es que, de la Comisión de Programa, sale ese borrador, que muchas veces, para contentar las diferentes corrientes existentes a la interna, suele ser “ni chicha ni limonada”, mereciendo la expresión anodina, a la interna, de “programa light”
Luego, se pone a discusión en los comités, adonde llega, sin perder su condición de mamotreto anodino, generalmente, tarde y mal, no habiendo condiciones mínimas para una consideración a fondo, por motivos de tiempo y forma.
Y se terminan proponiendo, en algunos casos, aditivos y/o correcciones para ser tratados en el propio Congreso.
Y en éste, pasa otro tanto, dado que el fárrago del material producido, original mas propuestas de aditivos y correcciones, aunque elevados a comisiones temáticas, choca con el poco tiempo disponible y lo inadecuado y antifuncional del medio ambiente en que se trata, porque…se empieza siempre más tarde de lo establecido y se termina más temprano, (dado que los compañeros de Montevideo llegan más tarde que los del Interior, y éstos se tienen que retirar tempranamente por los lógicos problemas de locomoción). Y todo eso en una sola jornada, o a lo sumo, dos.
Pero, de cualquier manera, y aún con el crudo realismo de estos inconvenientes, es lo que hay, valor.
Ese programa, así elaborado, es finalmente, EL PROGRAMA, que se va a ofrecer a los votantes, y cuyo cumplimiento, resulta un compromiso “sine qua non”, para los MANDATARIOS de la fuerza política, elegidos por ella, para que la representen en el desempeño de los cargos públicos a ocupar.
Luego de establecido este programa, y recién ahí, se debe iniciar la siguiente etapa, que es la de elegir los precandidatos que el Plenario Nacional habilite, para concursar en las “internas”, de las que sale el candidato final a la Presidencia de la República.
Pero la realidad, otra vez aparece en colisión de la teoría.
Estamos en uno de esos casos, porque, antes de elaborar el programa, y quizás, pensando exclusivamente en la “procelosa” arena electoral, porque “los contrarios también juegan”, y apuran, resulta que ya tenemos en este momento, un precandidato, además caratulado como “natural”
Un candidato devenido en “natural” a la afiebrada imaginación de muchos, para los cuales, es “de medida”, porque evita trastornos, trabajos, dilaciones y discusiones.
Y se les ha ocurrido como el más potable, dada la respuesta de la opinión pública encuestada, que nos permita un tercer gobierno continuado.
Aunque, después de “ganar”, y de darle las riendas, no sepamos bien que es lo que va a hacer, el candidato. Y que va a hacer con el programa…
Y, entonces, la elaboración del programa tiene una nueva connotación.
Si antes de conocer al candidato, se lograba una “mezcla light” de posiciones, ahora, con precandidato natural, previamente aceptado, apoyado por una cúpula de cúpulas partidarias, que aparecen a nuestra vista como un tsunami indetenible, la cosa va a pasar, seguramente, por hacer un programa, al estilo del sastre, con las medidas del precandidato.
Es natural...
Que ya sabemos cuáles son y no las voy a enumerar por enésima vez. O sea que tendremos un programa de medida para el candidato. Que seguramente pondrá en él, las condiciones necesarias para su comodidad intelectual e ideológica.
Y si hubiera algo, “fuera de su tono”, en el mismo, seremos testigos, para corregirlo, de las decisiones personales ocurridas anteriormente como inevitables y ya utilizadas, (llámense principios de conciencia), e inclusive, el anacrónico y oligárquico mecanismo del veto presidencial, ya utilizado, para corregir algún desmán proveniente del soberano Cuerpo Legislativo.
De seguir por este camino, estamos en la culminación, de la transformación del Frente Amplio en un tercer (¿o cuarto?), partido tradicional.
Eso, seguramente originará discrepancias en un importante núcleo de frenteamplistas, pensantes con cabeza propia, de izquierda, que los hay aun.
Si hoy se dice que la precandidatura “natural” cuenta, ya, con una aprobación de un 80% de los frentistas, sería bueno ir pensando que puede llegar a pasar, en el momento de la votación, con el 20% restante.
Es una pregunta, cuya respuesta dejo a la totalidad de los frenteamplistas.
Porque, a veces, lo que vemos, deformadamente, como “natural”, termina funcionando como un órgano “contra natura”
JORGE CROCE
- postaporteñ@ 1021 - 2013-09-05