Jorge Elbaum
On Abr 2, 2023
La última semana se aceleraron las presiones de Washington sobre América Latina y el Caribe para que limite, suspenda o interrumpa sus vínculos con el nuevo “eje del mal” determinado por quienes detentan el poder real en Estados Unidos: el centro financiero de Wall Street, las corporaciones trasnacionales y el complejo militar-industrial, actores articulados que muchos analistas nominan como el poder profundo (DeepPower). Esa ofensiva se observó claramente en sendos encuentros celebrados en Lima y Buenos Aires, cuya preocupación central estuvo centrada en la creciente cooperación con China y Rusia, instaurada en el último lustro a partir del triunfo de líderes populares en la región.
La última semana se aceleraron las presiones de Washington sobre América Latina y el Caribe para que limite, suspenda o interrumpa sus vínculos con el nuevo “eje del mal” determinado por quienes detentan el poder real en Estados Unidos: el centro financiero de Wall Street, las corporaciones trasnacionales y el complejo militar-industrial, actores articulados que muchos analistas nominan como el poder profundo (DeepPower). Esa ofensiva se observó claramente en sendos encuentros celebrados en Lima y Buenos Aires, cuya preocupación central estuvo centrada en la creciente cooperación con China y Rusia, instaurada en el último lustro a partir del triunfo de líderes populares en la región.