A modo de balance del 2013 en Francia
La resistible ascensión de la familia Le Pen
02.01.2014
PARIS (Uypress/Carlos Wuhl) - Una larga fila de niños y niñas conjuntamente con sus padres y madres, al paso de la Ministro de Justicia, Christiane Taubira (de origen guayanés), gritan teniendo en la mano una banana: "la mona come su banana!", una ex candidata del Front National publica en su distrito electoral un afichette en que se ven dos figuras, una la de una mona disfrazada y la otra es el retrato de la Ministro de Justicia.
Uno de los presentadores de la cadena de televisión TF1, de origen francés de la Isla de Guadalupe en las Antillas, publica en el diario "Le Monde", un editorial titulado: "El racismo en Francia está de vuelta", la propia Ministro de la Justicia, Christiane Taubira, en medio de la Cámara de diputados, se pregunta en voz alta sorprendida la falta de acción inmediata de pensadores e intelectuales delante de estas acciones racistas.
Marine Le Pen, afirmaba hace unos meses atrás que su partido el Front National, en estos momentos es el partido más importante de Francia, en que le dan los diferentes sondeos de opinión cerca de un 26% del posible electorado. Verdad o falacia?
Evidentemente que con la serie de crisis que vive Francia, y ante una actividad nada firme del gobierno de François Hollande, en medio de movilizaciones obreras, empresariales, y regionales, y el panorama general europeo, los partidos de la extrema derecha tienen delante de ellos toda una avenida para desarrollarse. Y en ello la familia Le Pen comienza a marchar de paso firme.
El tema del racismo, siempre latente en Europa y en Francia fundamentalmente, sumado una lluvia de cargas fiscales, en que tocan fundamentalmente a la clase media, y mismo aquellos que no pagaban impuestos se da de la mano a un gobierno que aún no ha encontrado una posición firme para frenar la desocupación, haciendo quimeras afirmaciones de que en éste fin de año la curva ascendente de la desocupación, tomaría un ritmo regresivo, hoy a unos días del fin de año, inexorablemente, la cuenta es de más de 17 000 desocupados en el mes de noviembre y la curva sigue ascendiendo, el total de desocupados se sitúa en tres millones doscientos noventa y tres mil y de acuerdo a las estadísticas será más del 11% de las fuerzas vivas que estarán en el paro en junio del 2014.
Jamás en la historia de la V República francesa, la "cota" de popularidad de un Presidente y de su Primer Ministros ha llegado tan bajo, también por primera vez de ésta misma V República fundada por De Gaulle, el Partido Socialista tenía la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, mayoría en el Senado, amplia mayoría en las Regiones 19 entre 22 son presididas por socialistas y sin embargo, el gobierno ha reculado ante temas que el candidato Hollande había dado como prioridades.
En su memorable fin de campaña había expresado: "...yo voy a decirles quien es mi adversario, mi verdadero adversario. El no tiene nombre, ni cara, no tiene partido, él no presentará jamás su candidatura, por lo cual jamás será elegido, y sin embargo él gobierna. Este adversario, es el mundo de las finanzas."
A casi dos años de éste discurso, todas las medidas prometidas justamente para detener éste adversario han sido borradas una por una. Hollande había prometido una intervención y clarificación del mundo financiero, tanto en Francia como en Europa, única posibilidad de salir de la crisis, aumentar el crecimiento económico, aún en signos negativos y que ha resultado? Francia ha acompañado las medidas impuestas radicalmente a Grecia, a Portugal, a España, el Ministro de economía de Francia, Moscovici junto a los "hacedores" de la Comunidad Europea impusieron las medidas de profundos cortes y restricciones en la economías europeas, incluyendo Francia. Y en ésta acción, las fuerzas del Front National de la familia Le Pen, encontraron terreno de cultivo para sus discursos proteccionistas, y sobre todo el de abandonar el euro, y mismo denunciar tratados de la Comunidad Europea.
Han sido centenares de empresas de todo tamaño, inclusive las transnacionales del automóvil, y del acero, que han visto cerrar sus sitios, y miles de obreros empujados al paro. También en esto el discurso contestatario del Front National ha tenido oídos atentos, a "algo diferente" que promesas de estar "saliendo del túnel".
Ante la soberbia del dueño del acero en Francia, el magnate indio Lakshmi Narayan Mittal que se permitió cerrar y apagar para siempre los últimos altos hornos franceses en la ciudad de Florange fue uno de los momentos más tensos entre un rompimiento del presidente Hollande con la clase obrera del acero. Ya que él mismo, cuando era candidato había prometido defender con todas las fuerzas la industria francesa del acero y su promesa no fue cumplida.
Una de las leyes que si el candidato François Hollande, si cumplió, ha sido el casamiento "para todos", llamada también una ley que permite el casamiento de dos personas del mismo sexo, y que fue memorable el discurso de quien la llevaba adelante Christine Taubira, Ministro de Justicia, la cual en plena sala de sesiones de los diputados, debió enfrentar los peores insultos y la sordera clásica de la derecha. Y pasó la ley...pero a qué precio? Permitió una movilización masiva de toda la derecha y la extrema derecha, fueron centenas miles en las calles, y los más agitados enfrentando a las fuerzas del orden. Salieron desde el fondo de los católicos integristas, brazo con brazo con los de la extrema derecha prometiendo casi una "guerra de guerrillas" contra la "dictadura" del gobierno Hollande.
El 11 de noviembre pasado, fecha que conmemora el armisticio de la Primera Guerra Mundial, donde se realiza una tradicional ceremonia a través de la avenida de Champs Elysées hasta el Arco de Triunfo, donde está la llama eterna del soldado desconocido de esta guerra, Hollande fue abucheado, silbado e insultado en todo su recorrido, ha sido la primera vez que un Presidente en actividad en ésta fecha tan especial, ya que el 2014 será el año del centenario del desencadenamiento de la guerra, que recibe esta verdadera afrenta, que demuestra que la derecha y la ultra-derecha centran sus fuerzas contra el gobierno.
El 2013 ha sido un año en que Marine Le Pen, ahora presente en todos los medios de difusión, ha cumplido un objetivo ya anunciado desde que ella asumió la presidencia del Front, dejando a su padre Jean Marie Le Pen, como "presidente honorario", su objetivo ha sido la "des-diabolización" de su partido, apartando de la primera línea, la vieja guardia de ultras e imponiendo nuevas caras jóvenes, provenientes algunas de partidos o movimientos de la izquierda. Han llegado a puestos de dirección, ex egresados del ENA (Escuela Nacional de Administración) verdadera fábrica de funcionarios públicos, que seguirán su carrera como dirigentes de empresas estatales, y mismo en las posibilidades políticas de formar el circulo más que cerrado que conducen a la Presidencia de la República francesa.
Desde el ENA salió Hollande, como sus consejeros mas próximos, salieron primeros ministros como Alain Juppé y Dominique de Villepin, y es ahora es el turno de Florian Philippot que ocupando la vice-presidencia del Front National, trae las credenciales de "alguien serio", todo lo contrario a las figuras de la ultra-derecha tradicionalista la cual era una mezcla de nostálgicos de la Algeria francesa, o propensos al uso de la violencia en sus batallas contra la izquierda, ya sea en las calles como en los centros de estudio. La apuesta de lograr su objetivo por parte de Marine Le Pen es casi completa, prometiendo llevar delante los tribunales a quienes digan que su partido es de "extrema derecha" !!!.
La derecha tradicional, a la que se decía republicana, ha estallado en mil pedazos, y que espera que solo el ex presidente Nicolás Sarkozy, pueda ser el catalizador de obtener su puesto ante un posible duelo en el 2017 contra el saliente presidente Hollande. Pero allí está la familia Le Pen, como convidados de piedra, y todos se recuerdan el año 2002 cuando el candidato socialista Lionel Jospin, fue sobrepasado en la elección por Jean Marie Lepen.
El año 2013 se cierra aún con mas muestras de enfrentamientos en que el racismo juega su puesto contra una "caza a los inmigrantes" y en especial a los roms, que son los gitanos de las republicas de Rumania, Hungría, y Bulgaria, la figura del Ministro del Interior de Hollande, Manuel Valls, centra en él una acción bastante fuerte contra estos inmigrantes, imponiendo sacar "manu militari" y en chárter del territorio francés a los extranjeros que no se asimilan a los derechos y deberes de la ciudadanía francesa. Se cierra también este año con una polémica en el mundo de las variedades, donde un cómico Dieudonné efectúa un verdadero mitin anti sionista y anti semita con salas plenas, mientras que el Ministro Valls ensaya de buscar las leyes que puedan impedir su actuación, la cual únicamente se apoya en el derecho constitucional de la "libre expresión", pero que al mismo tiempo comete delitos ya penados por Ley, como la que se aplican a los "negacionistas" o quienes buscan el odio racial.
Las intervenciones militares en el Mali, y en la Republica Centroafricana muestran otro aspecto del gobierno de François Hollande, ya que no ha podido obtener el apoyo de otros países europeos y en estos momentos, las fuerzas que están en el terreno, son las del contingente francés mas fuerzas africanas cuyo gobiernos cooperan con Francia por sus propios intereses, todos los observadores apuntan que Francia ha cometido una falta de su pasado "colonialista".
En este cuadro bastante negativo para los socialistas franceses, solo de otra parte de la izquierda, que encabeza Jean Luc Melenchon puede escucharse algunas expresiones sensatas y que podrían para el año que se inicia, el 2014, en marzo serán las elecciones municipales, si fueran tomadas en cuenta, habría si un giro al menos para que las promesas del candidato Hollande, encontraran su vía. Y JLM se expresa así: "El enemigo, no es el inmigrante, no es tampoco el funcionario, ni es el trabajador que se rebela. Paris no es el enemigo de las regiones de Francia. La laicidad no es la enemiga de los creyentes. No nos equivoquemos en nuestra cólera. El enemigo, y si es que hay uno. Es la finanza, Francesa y mundializada! Quien aprovecha, ensucia, y hace sangrar sin límite todo lo que ella toca."
5 ene 2014
4 ene 2014
Las múltiples crisis de la Unión Europea
Los europeos siguen sin entender por qué hay que salvar los bancos con dinero público, en vez de proteger a las personas
LEYDE E. RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ *
La crisis económica que en los últimos cinco años (2008-2013) atraviesa la Unión Europea puso de manifiesto sus defectos, como una entidad todavía en construcción que revela carencias fundamentales como la falta de objetivos, o de dirección política capaz de afrontar los retos impuestos por el elevado desempleo, la deuda, la inmigración o el auge de partidos políticos de extrema derecha.
En mi opinión, cada una de estas complejas problemáticas, en su interrelación, demuestran, contrariamente a lo que difunde la gran prensa en el viejo continente, que Europa no ha salido aún de la crisis sistémica capitalista en los órdenes económico, político, social, moral e institucional. Los líderes europeos no han logrado un objetivo común o una meta que evite el euroescepticismo de vastos sectores sociales.
Un euroescepticismo alimentado por la destrucción, cada año, de casi un millón de empleos y el anuncio, en los meses de octubre y noviembre del 2013, de tasas de crecimiento económico muy débiles que no consiguen ocultar la dura realidad de 26 872 000 de desempleados en el conjunto de los países miembros de la Unión Europea y de 19 447 000 en la Eurozona, en ambos casos, unos 60 mil más que hace un mes. Pero si comparamos el desempleo actual con el que existía hace un año, encontramos que la Unión Europea suma 978 mil desocupados más, mientras que la Eurozona añadió 996 mil personas a la difícil búsqueda de empleos. Además, en el ámbito de la juventud, hay 5 584 000 menores de 25 años desempleados, lo que constituye una tasa del 23,5 %, siendo más grave en España y Grecia, con un 56,5 y 57,3 % respectivamente. Sin olvidar la experiencia histórica que indica los últimos meses del año como los casi siempre peores para el empleo en Europa, por lo que esa tasa podría seguir subiendo hasta principios del 20-14.
Las altas cifras de desempleo cuestionan los precipitados y optimistas vaticinios sobre la terminación de la crisis económica europea o que la economía europea empieza a ver la luz al final del túnel porque, en el segundo trimestre del año, el Producto Interno Bruto (PIB) de la zona euro experimentó un crecimiento del 0,3 % respecto a los tres meses anteriores, su-poniendo el fin de seis trimestres consecutivos de contracción del PIB. Este mínimo crecimiento de la economía europea, como resultado de un auge de las exportaciones y de los imperceptibles ajustes aplicados al modelo de austeridad neoliberal, evidencia que un crecimiento sólido y sostenible sigue siendo una ilusión de la clase política y que lo predominante es la incertidumbre sobre la evolución futura de las economías europeas, pues los países más afectados de la periferia pobre europea siguen sufriendo la desgracia de la pérdida de sus derechos laborales, la abolición de facto de los convenios colectivos, el despido o traslado forzoso de funcionarios, la privatización de empresas públicas y el aumento de los impuestos.
Soslayando todo eso, con cierta manipulación, leemos en la prensa internacional sobre un incipiente crecimiento macroeconómico, cuyo único fin está dirigido al destaque de la "eficiencia" de las políticas privatizadoras y de reducción del gasto público —denominadas de austeridad— para "equilibrar" las finanzas públicas y reducir el déficit fiscal.
LOS BANCOS CONTRA LAS PERSONAS
Ahora las minorías europeas muy enriquecidas, los bancos y las corporaciones pretenden demostrar que la política económica neoliberal ha sido todo un éxito, a pesar de un alto costo social para el mundo del trabajo y la destrucción de la clase media europea, que ha generado 43 millones de europeos sin capacidad de compra para alimentarse por sus propios medios, quienes dependen de la ayuda alimentaria de determinadas organizaciones humanitarias. Cualquiera que sea el signo político del análisis de la coyuntura económica de la Unión Europea y de la Eurozona, la salida de esta crisis requerirá, inevitablemente, de un sostenido y acelerado crecimiento de las economías que facilite resolver la problemática de la deuda.
Por consiguiente, un escenario de recuperación de las economías europeas, hacia el 2015, comprende la reestructuración de la deuda y la reconsideración de los estrictos criterios de déficit público blandidos por el Banco Central Europeo (BCE), institución que surgió tras la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, el 1ro. de noviembre de 1993, y cuya gestión ha contribuido a quebrantar la confianza de los ciudadanos en las instituciones de la Unión Europea. Los ciudadanos europeos siguen sin entender por qué hay que salvar los bancos con dinero público, en vez de proteger a las personas; y es aquí donde radica la necesidad inaplazable del bloque de avanzar en la dimensión social de la Unión Monetaria y Económica.
Asociado a lo anterior se encuentra el auge de la inmigración procedente de África Norte, Subsahariana y el Medio Oriente, que con frecuencia es estigmatizada como culpable, especie de "chivo expiatorio", de una crisis económica que tiene sus causas más profundas en la naturaleza del globalizado capitalismo contemporáneo. Esta situación ha llegado a un punto en que el Consejo de Europa reconoció la existencia de un creciente populismo y extremismo político que afecta a casi toda la geografía europea de norte a sur, con su carga de racismo, intolerancia, violencia contra los extranjeros, en particular los gitanos, musulmanes y el ascenso de agrupaciones políticas xenófobas que no aceptan una identidad europea cada vez más y más multicultural.
La resurrección de las fuerzas de extrema derecha en Europa es el resultado de la crisis económica, de la descomposición y pérdida de los beneficios sociales que, durante décadas, garantizó el denominado Estado de bienestar general impulsado por las fuerzas políticas socialdemócratas, la indiferencia de la clase política hacia los reclamos de los ciudadanos y la ausencia de una estrategia humanista que enfrente el empuje de la inmigración, en el contexto de la crisis económica sistémica y estructural del capitalismo globalizado.
El conjunto de esos factores nos advierte que una construcción europea irreversible constituye una percepción falsa, pues la historia ha demostrado que cualquier proceso social puede ser revertido. En el ámbito europeo, debe reconocerse que los partidos políticos no han sabido ofrecer respuestas creíbles a las problemáticas mencionadas, ni a los temores de los ciudadanos por la pérdida de riqueza material y, como consecuencia, de las libertades individuales relacionadas con el consumo y el nivel de vida, la igualdad de género, laicidad o, al menos, preeminencia del Estado sobre la religión, entre otros temas no menos importantes. En este panorama, la socialdemocracia es la que más ha perdido en la batalla política y electoral, practicando una política casi idéntica a la de sus rivales de derecha o conservadores.
Estas son condiciones peligrosas y desafiantes para el futuro de la construcción europea, ya que las fuerzas de extrema derecha buscan ascender al poder en cada país y a nivel de las instituciones europeas, con su rechazo al proceso de integración, la moneda única (Euro), contra la solidaridad, la justicia social y el gran capital, aunque a este último, históricamente, acaban sirviendo.
Así hablamos de una cultura política europea en franca crisis y amenazada por el apogeo de la extrema derecha, cuyos partidos políticos llevan años siendo noticia en países como Hungría, Finlandia, Reino Unido, Holanda, Austria o la propia Francia. Ahora la batalla se plantea en las instituciones comunitarias: según una reciente encuesta del periódico galo Le Nouvel Observateur, en las próximas elecciones europeas de mayo del 2014 el Frente Nacional de Marine Le Pen obtendría el 24 % de los votos, por delante de socialistas y conservadores en Francia. Aun-que sabemos que estas cifras son, muchas veces, objeto de tergiversación mediática y tienden a desinflarse cuando más se acerca el momento del voto, es también incuestionable la progresión de poder de la extrema derecha en toda Europa.
En un entorno de incertidumbre y euroescéptico, los dirigentes de los países europeos podrían terminar replegándose hacia sus prioridades nacionales, presentándose el choque o contradicción entre dos tendencias principales: integración europea versus nacionalismo, sobresaliendo la preocupación por una Europa germana. Como ha dicho Martin Schultz, socialdemócrata alemán, candidato a presidir la Comisión Europea, "los líderes europeos asisten a la última oportunidad de reformar la Unión Europea", si se quiere que el bloque tenga un futuro en las relaciones internacionales del siglo XXI, caracterizadas por la innovación, la competitividad y el empleo, en los sectores en los cuales los europeos son aún punteros: aeronáutica, biotecnología, nanotecnología, etc., que determinarán el poderío y el lugar de cada actor en el juego de la política internacional.
EL FUTURO DE EUROPA
Una Unión Europea sin una estrategia de futuro será un factor de inestabilidad para el sistema de relaciones internacionales, pues, en verdad, la construcción europea constituyó una ambición extraordinaria, desde el punto de vista histórico y geopolítico, porque sus promotores se proponían construir, en Europa, una potencia económica comparable a los Estados Unidos y China. Para lograr esos fines, la Unión Europea debe superar todas las crisis que frenan y paralizan su construcción. Debe, en primer lugar, darse los medios suficientes que le permitan convertirse en una de las tres superpotencias mundiales del sistema internacional multipolar del 2050.
Esta es una ambición que debe acompañarse de una estrategia y calendario preciso, planteando una armonización entre los factores económicos, políticos y sociales de la Unión Europea, para dejar atrás la política económica neoliberal que obstaculiza la reconstrucción —tal vez con un nuevo tratado sería posible— de las capacidades de cohesión interna de la Unión y de los paradigmas económicos y políticos, ahora extraviados, pero que un día hicieron de Europa un conglomerado de países con mayor influencia y prestigio en la política internacional.
De la Unión Europea, creada para evitar la guerra o promover la paz entre sus miembros, se desea una proyección similar más allá de sus fronteras nacionales. Millones de personas en el mundo esperan que la Unión Europea sea un polo de progreso, humanismo y paz en las relaciones internacionales. Pero, por ahora, lo más probable es que, mientras persistan las múltiples crisis que perturban la construcción europea, crecientes sectores sociales derechizados, procedentes de diversas tradiciones o signos políticos e ideológicos, seguirán apostando por su caída o destrucción motivados por un profundo sentimiento extremista y antisistema nacido de las entrañas de la propia crisis económica, cuyos rasgos principales están lejos de haber desaparecido.
* Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García.
Arabia Saudí y Francia pescan en el río revuelto de Líbano
Arabia Saudí y Francia pescan en el río revuelto de Líbano
Publicado el 12/30/13
El presidente de Líbano, Michel Suleiman, anunció ayer en un discurso televisado a la nación que Arabia Saudí entregará al Ejército del país «una ayuda» de 2.100 millones de euros, el mayor apoyo económico recibido por las fuerzas armadas libanesas en toda su historia. La generosidad saudí servirá, en su mayor parte, para adquirir armamento. El rey Abdulá «sugirió que las armas fueran suministradas por Francia, y pronto», explicó Suleiman a los ciudadanos de una nación sacudida en los últimos meses por cada vez más frecuentes zarpazos de la guerra que se libra en la vecina Siria.
El anuncio de la cuantiosa operación de compra de armamento coincide con una visita del presidente francés, François Hollande, a territorio saudí, donde se entrevistó ayer con el monarca. Desde Riad, Hollande se apresuró a recordar el papel tradicional de su país como proveedor de los militares libaneses, además de comprometerse a satisfacer las nuevas demandas.
En los últimos meses, la inestabilidad crónica de Líbano se ha fragilizado aún más como consecuencia del conflicto sirio. El país, que sufrió una brutal guerra civil de quince años de la que todavía está recuperándose, afronta ahora un incremento de la violencia sectaria entre suníes y chiíes, cuyo último episodio se registró el viernes con el atentado con coche bomba en Beirut que costó la vida al exministro de Economía Mohamed Chatah, un suní moderado, asesor del antiguo primer ministro Saad Hariri y abiertamente crítico con el control sobre los destinos de Líbano que ejercen el presidente sirio, Bashar el-Asad, y la milicia chií Hezbolá, ambos bajo el manto de Irán. Los analistas interpretan la multimillonaria ayuda al Ejército libanés como un abierto desafío de Arabia Saudí a Teherán, su gran competidor por el poder en la región.
Tensión en la frontera
Beirut vivió ayer el funeral por Mohameh Chatah como un acto contra Hezbolá, milicia a la que los partidos prooccidentales responsabilizan de su asesinato. «No hay más Dios que Alá y Hezbolá es el enemigo de Alá», corearon los manifestantes al paso del féretro del exministro camino de la mezquita de Mohamed al-Amin.
La inestabilidad en la capital se extiende a la frontera con Israel, donde la Fuerza Interina de Naciones Unidad (Finul) ha intensificado sus patrullas después del lanzamiento ayer de varios cohetes hacia territorio israelí, que el Ejército de Tel Aviv respondió con fuego de artillería
Publicado el 12/30/13
El presidente de Líbano, Michel Suleiman, anunció ayer en un discurso televisado a la nación que Arabia Saudí entregará al Ejército del país «una ayuda» de 2.100 millones de euros, el mayor apoyo económico recibido por las fuerzas armadas libanesas en toda su historia. La generosidad saudí servirá, en su mayor parte, para adquirir armamento. El rey Abdulá «sugirió que las armas fueran suministradas por Francia, y pronto», explicó Suleiman a los ciudadanos de una nación sacudida en los últimos meses por cada vez más frecuentes zarpazos de la guerra que se libra en la vecina Siria.
El anuncio de la cuantiosa operación de compra de armamento coincide con una visita del presidente francés, François Hollande, a territorio saudí, donde se entrevistó ayer con el monarca. Desde Riad, Hollande se apresuró a recordar el papel tradicional de su país como proveedor de los militares libaneses, además de comprometerse a satisfacer las nuevas demandas.
En los últimos meses, la inestabilidad crónica de Líbano se ha fragilizado aún más como consecuencia del conflicto sirio. El país, que sufrió una brutal guerra civil de quince años de la que todavía está recuperándose, afronta ahora un incremento de la violencia sectaria entre suníes y chiíes, cuyo último episodio se registró el viernes con el atentado con coche bomba en Beirut que costó la vida al exministro de Economía Mohamed Chatah, un suní moderado, asesor del antiguo primer ministro Saad Hariri y abiertamente crítico con el control sobre los destinos de Líbano que ejercen el presidente sirio, Bashar el-Asad, y la milicia chií Hezbolá, ambos bajo el manto de Irán. Los analistas interpretan la multimillonaria ayuda al Ejército libanés como un abierto desafío de Arabia Saudí a Teherán, su gran competidor por el poder en la región.
Tensión en la frontera
Beirut vivió ayer el funeral por Mohameh Chatah como un acto contra Hezbolá, milicia a la que los partidos prooccidentales responsabilizan de su asesinato. «No hay más Dios que Alá y Hezbolá es el enemigo de Alá», corearon los manifestantes al paso del féretro del exministro camino de la mezquita de Mohamed al-Amin.
La inestabilidad en la capital se extiende a la frontera con Israel, donde la Fuerza Interina de Naciones Unidad (Finul) ha intensificado sus patrullas después del lanzamiento ayer de varios cohetes hacia territorio israelí, que el Ejército de Tel Aviv respondió con fuego de artillería
3 ene 2014
Obama y el secreto de los ataques con aviones no tripulados
Obama y el secreto de los ataques con aviones no tripulados
Publicado el 12/29/13 •
Hace dos semanas, muchas personas murieron en un nuevo ataque violento. Esta vez, no se trató de la acción de un hombre armado ni de un estudiante que realizó un tiroteo en una escuela.
Las víctimas fueron un grupo de familias que se dirigían a una boda en la localidad de Radda. Radda no está en Colorado ni en Connecticut, sino en Yemen. El arma utilizada no fue una pistola semiautomática de fácil obtención, sino misiles lanzados por un avión no tripulado de Estados Unidos. Diecisiete personas, en su mayoría civiles, murieron en el ataque, perpetrado el jueves 12 de diciembre. La Oficina de Periodismo de Investigación (BIJ, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Londres que rastrea los ataques estadounidenses con aviones no tripulados, recientemente publicó un informe sobre los seis meses posteriores al discurso más importante del Presidente Obama acerca de la guerra con aviones no tripulados, pronunciado en la Universidad Nacional de Defensa (NDU, por sus siglas en inglés) en el mes de mayo. En el discurso, Obama prometió que “antes de realizar un ataque, habrá casi absoluta certeza de que ningún civil morirá ni resultará herido, el mayor estándar que podemos fijar”. La Oficina de Periodismo de Investigación resumió en su informe: “A seis meses de que el Presidente Obama fijara los estándares estadounidenses para la utilización de aviones no tripulados armados, un análisis de nuestra Oficina demuestra que más personas murieron en ataques encubiertos con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán en ese período que en los seis meses anteriores a que Obama pronunciara el discurso”. Cuesta comprender que en un país que aborrece los asesinatos masivos que ocurren con demasiada frecuencia en el seno de sus propias comunidades, el Gobierno mate sistemáticamente a tantas personas inocentes en el extranjero.
Una de las mayores dificultades para poder hacer una evaluación del programa de ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos es el secretismo que lo rodea. Los funcionarios estadounidenses no suelen hablar del programa, mucho menos de ataques específicos, especialmente cuando mueren civiles. Como reconoció Obama en su discurso: “La mayoría de las críticas a los ataques con aviones no tripulados, tanto aquí como en el extranjero, se centran, naturalmente, en las denuncias acerca de las muertes civiles. Hay una gran brecha entre la evaluación de las muertes realizada por el Gobierno de Estados Unidos y la de los informes no gubernamentales. Sin embargo, es un hecho indiscutible que los ataques estadounidenses han provocado muertes civiles”. La BIJ calcula que el número de muertos en ataques estadounidenses con aviones no tripulados en los últimos doce años en Pakistán, Yemen y Somalia supera los 4.000.
Mientras los medios estadounidenses centran toda la atención en la posibilidad de que en los próximos años Amazon.com utilice pequeños aviones no tripulados para enviar los pedidos de Navidad, es importante reflexionar seriamente acerca de lo que estos robots aéreos están haciendo actualmente. El corresponsal de DemocracyNow! Jeremy Scahill ha denunciado las guerras encubiertas de Estados Unidos durante años. Lo hizo recientemente en su libro y documental denominado “Dirty Wars” (Guerras sucias). La película acaba de ser preseleccionada a un premio Oscar al mejor documental del año. Tras la nominación, Scahill nos dijo: “Esperamos que, a través del documental, las personas presten atención a estas historias, que los estadounidenses conozcan, por ejemplo, lo que les sucedió a los residentes de una localidad beduina en al-Majalah, Yemen, donde más de treinta mujeres y niños murieron en un ataque con un misil de crucero estadounidense que la Casa Blanca intentó encubrir. O que se enteren de las personas que mueren en ataques nocturnos en Afganistán o en ataques con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán”.
En su discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, el Presidente Obama afirmó: “Estados Unidos no realiza ataques para castigar a las personas. Actuamos contra los terroristas que significan una amenaza constante e inminente para el pueblo estadounidense, y cuando otros gobiernos no son capaces de enfrentar esa amenaza en forma eficaz”. Ni Obama ni sus colaboradores explicaron qué tipo de amenaza significaba para el pueblo estadounidense un grupo de vehículos que se dirigía a una boda. El Gobierno de Yemen cumplió con la costumbre local e indemnizó a las familias que fueron víctimas del ataque mediante la entrega de 101 rifles Kalashnikov y poco más de 100.000 dólares.
Los pueblos rurales de Yemen se encuentran atrapados en el medio de un violento conflicto, según expresa Human Rights Watch en un informe publicado en octubre titulado “Between a Drone and Al-Qaeda” (Entre los aviones no tripulados y al-Qaeda). Apenas un mes antes de que Obama pronunciara el discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, Farea al-Muslimi, un elocuente joven yemení que asistió durante un año a la escuela secundaria en Estados Unidos, brindó su testimonio en una audiencia del Congreso. Seis días antes de que declarara, un ataque con avión no tripulado había impactado en su aldea, Wessab. Farea sostuvo: “Lo que sabían los pobladores de Wessab sobre Estados Unidos se basaba en mis anécdotas acerca de mis maravillosas experiencias aquí. Ahora, en cambio, cuando piensan en Estados Unidos, piensan en el terror que sienten por los aviones no tripulados que los sobrevuelan, prontos para disparar misiles en cualquier momento. Un avión no tripulado logró en un instante lo que militantes violentos nunca antes habían logrado. Ahora existe una profunda ira contra Estados Unidos en Wessab”. Finalizó su testimonio con la esperanza de que “cuando los estadounidenses sepan realmente cuánto dolor y sufrimiento han causado los ataques con aviones no tripulados estadounidenses (…) rechazarán este devastador programa de asesinatos selectivos”.
Los hechos de violencia sin sentido en Estados Unidos conforman una larga lista de nombres asociados al dolor y la pérdida: Columbine, Tucson, Aurora, Newtown, Littleton. Gracias al constante trabajo de activistas comprometidos, periodistas valientes y funcionarios responsables, quizá los estadounidenses también recuerden los nombres de Gardez, Radda, al-Majalah, Mogadiscio y de los otros tantos lugares donde los ataques con aviones no tripulados continúan ocurriendo bajo un manto de secretismo.
Publicado el 12/29/13 •
Hace dos semanas, muchas personas murieron en un nuevo ataque violento. Esta vez, no se trató de la acción de un hombre armado ni de un estudiante que realizó un tiroteo en una escuela.
Las víctimas fueron un grupo de familias que se dirigían a una boda en la localidad de Radda. Radda no está en Colorado ni en Connecticut, sino en Yemen. El arma utilizada no fue una pistola semiautomática de fácil obtención, sino misiles lanzados por un avión no tripulado de Estados Unidos. Diecisiete personas, en su mayoría civiles, murieron en el ataque, perpetrado el jueves 12 de diciembre. La Oficina de Periodismo de Investigación (BIJ, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Londres que rastrea los ataques estadounidenses con aviones no tripulados, recientemente publicó un informe sobre los seis meses posteriores al discurso más importante del Presidente Obama acerca de la guerra con aviones no tripulados, pronunciado en la Universidad Nacional de Defensa (NDU, por sus siglas en inglés) en el mes de mayo. En el discurso, Obama prometió que “antes de realizar un ataque, habrá casi absoluta certeza de que ningún civil morirá ni resultará herido, el mayor estándar que podemos fijar”. La Oficina de Periodismo de Investigación resumió en su informe: “A seis meses de que el Presidente Obama fijara los estándares estadounidenses para la utilización de aviones no tripulados armados, un análisis de nuestra Oficina demuestra que más personas murieron en ataques encubiertos con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán en ese período que en los seis meses anteriores a que Obama pronunciara el discurso”. Cuesta comprender que en un país que aborrece los asesinatos masivos que ocurren con demasiada frecuencia en el seno de sus propias comunidades, el Gobierno mate sistemáticamente a tantas personas inocentes en el extranjero.
Una de las mayores dificultades para poder hacer una evaluación del programa de ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos es el secretismo que lo rodea. Los funcionarios estadounidenses no suelen hablar del programa, mucho menos de ataques específicos, especialmente cuando mueren civiles. Como reconoció Obama en su discurso: “La mayoría de las críticas a los ataques con aviones no tripulados, tanto aquí como en el extranjero, se centran, naturalmente, en las denuncias acerca de las muertes civiles. Hay una gran brecha entre la evaluación de las muertes realizada por el Gobierno de Estados Unidos y la de los informes no gubernamentales. Sin embargo, es un hecho indiscutible que los ataques estadounidenses han provocado muertes civiles”. La BIJ calcula que el número de muertos en ataques estadounidenses con aviones no tripulados en los últimos doce años en Pakistán, Yemen y Somalia supera los 4.000.
Mientras los medios estadounidenses centran toda la atención en la posibilidad de que en los próximos años Amazon.com utilice pequeños aviones no tripulados para enviar los pedidos de Navidad, es importante reflexionar seriamente acerca de lo que estos robots aéreos están haciendo actualmente. El corresponsal de DemocracyNow! Jeremy Scahill ha denunciado las guerras encubiertas de Estados Unidos durante años. Lo hizo recientemente en su libro y documental denominado “Dirty Wars” (Guerras sucias). La película acaba de ser preseleccionada a un premio Oscar al mejor documental del año. Tras la nominación, Scahill nos dijo: “Esperamos que, a través del documental, las personas presten atención a estas historias, que los estadounidenses conozcan, por ejemplo, lo que les sucedió a los residentes de una localidad beduina en al-Majalah, Yemen, donde más de treinta mujeres y niños murieron en un ataque con un misil de crucero estadounidense que la Casa Blanca intentó encubrir. O que se enteren de las personas que mueren en ataques nocturnos en Afganistán o en ataques con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán”.
En su discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, el Presidente Obama afirmó: “Estados Unidos no realiza ataques para castigar a las personas. Actuamos contra los terroristas que significan una amenaza constante e inminente para el pueblo estadounidense, y cuando otros gobiernos no son capaces de enfrentar esa amenaza en forma eficaz”. Ni Obama ni sus colaboradores explicaron qué tipo de amenaza significaba para el pueblo estadounidense un grupo de vehículos que se dirigía a una boda. El Gobierno de Yemen cumplió con la costumbre local e indemnizó a las familias que fueron víctimas del ataque mediante la entrega de 101 rifles Kalashnikov y poco más de 100.000 dólares.
Los pueblos rurales de Yemen se encuentran atrapados en el medio de un violento conflicto, según expresa Human Rights Watch en un informe publicado en octubre titulado “Between a Drone and Al-Qaeda” (Entre los aviones no tripulados y al-Qaeda). Apenas un mes antes de que Obama pronunciara el discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, Farea al-Muslimi, un elocuente joven yemení que asistió durante un año a la escuela secundaria en Estados Unidos, brindó su testimonio en una audiencia del Congreso. Seis días antes de que declarara, un ataque con avión no tripulado había impactado en su aldea, Wessab. Farea sostuvo: “Lo que sabían los pobladores de Wessab sobre Estados Unidos se basaba en mis anécdotas acerca de mis maravillosas experiencias aquí. Ahora, en cambio, cuando piensan en Estados Unidos, piensan en el terror que sienten por los aviones no tripulados que los sobrevuelan, prontos para disparar misiles en cualquier momento. Un avión no tripulado logró en un instante lo que militantes violentos nunca antes habían logrado. Ahora existe una profunda ira contra Estados Unidos en Wessab”. Finalizó su testimonio con la esperanza de que “cuando los estadounidenses sepan realmente cuánto dolor y sufrimiento han causado los ataques con aviones no tripulados estadounidenses (…) rechazarán este devastador programa de asesinatos selectivos”.
Los hechos de violencia sin sentido en Estados Unidos conforman una larga lista de nombres asociados al dolor y la pérdida: Columbine, Tucson, Aurora, Newtown, Littleton. Gracias al constante trabajo de activistas comprometidos, periodistas valientes y funcionarios responsables, quizá los estadounidenses también recuerden los nombres de Gardez, Radda, al-Majalah, Mogadiscio y de los otros tantos lugares donde los ataques con aviones no tripulados continúan ocurriendo bajo un manto de secretismo.
EZLN: Una mirada a su historia
EZLN: Una mirada a su historia
Por Raúl Romero
2 enero, 2014
El 17 de noviembre del 2013 se cumplieron 30 años de la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y el 1 de enero del 2014 se celebrarán 20 años de su aparición pública. Como una forma de homenaje a los hombres y mujeres que hicieron que el grito de YA BASTA retumbara por todo el mundo, hoy iniciamos una serie de entregas que pretenden ser una breve revisión histórica de los actores que se entrelazaron para dar origen al EZLN. Para hacerlo se ha recurrido a diversas fuentes, pero sobre todo a los escritos, entrevistas y comunicados que los propios neozapatistas han generado. El texto se divide en tres apartados: I. El núcleo guerrillero, II. La resistencia milenaria y III. La opción por los pobres.
Es necesaria una aclaración: no ha sido nuestra intensión hablar por los zapatistas, ellos y ellas han contado su historia. Nuestro único objetivo aquí es contribuir a la difusión de su experiencia, esa que sin duda alguna representa la alternativa más avanzada en el mundo. Esperemos que estás líneas también sirvan para alimentar la historia del otro mundo posible que aún se encuentra en construcción.
I. El “núcleo guerrillero”
Es 1968 y la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los EUA se disputan la hegemonía mundial en una guerra disfrazada: la “Guerra Fría”. En Checoslovaquia la “Primavera de Praga” muestra al mundo el autoritarismo y la burocracia del “socialismo realmente existente”. Los manifestantes pugnan por un “socialismo con rostro humano”, pero sobre todo democrático. La respuesta de la URSS y sus aliados es la invasión del país. En Francia el “Mayo francés” evidencia –entre muchas otras cosas-, un rechazo generalizado a la sociedad de consumo.
Es 1968 y las Américas también están inquietas. En América Latina el triunfo de la revolución cubana sigue despertando expectativas y miles de jóvenes engrosan las filas de los movimientos y partidos revolucionarios. En EUA Martin Luther King –líder del movimiento por los derechos civiles- es asesinado y las manifestaciones contra la invasión a Vietnam polarizan aún más la sociedad norteamericana.
Es 1968, México será la sede de los Juegos Olímpicos y en el mes de julio estalla uno de los movimientos estudiantiles más importantes de su historia. Las condiciones políticas y sociales del país hacen que un conflicto que parecía menor rápidamente encuentre dimensiones nacionales. México está nuevamente a tono –como lo fue durante la revolución de 1910- con el descontento social que recorre el mundo. Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez –Presidente y Secretario de Gobernación de México, respectivamente- ordenan reprimir una manifestación estudiantil. El 2 de octubre grupos militares y paramilitares atacan a los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, Ciudad de México; provocando cientos de muertos, desaparecidos y lesionados.
Es 1969 y el mundo no es el mismo después de la “Revolución Cultural” de 1968, como la llamo Hobsbawm[2]. Es 1969 y México aun duele: muchas familias buscan a sus hijos e hijas desde aquel 2 de octubre en que no regresaron a sus casas. Mientras tanto, el gobierno mexicano justifica la masacre argumentando que la primer agresión salió de los estudiantes, que había extranjeros interesados en desestabilizar el país y que el fantasma del comunismo estaba detrás de las protestas.
Cientos de jóvenes que habían participado en las movilizaciones estudiantiles concluyeron que no lograrían transformar a México por la vía institucional. Para muchos de ellos y ellas la vía pacífica estaba agotada y era hora de pasar a una siguiente etapa: la vía armada.
El 6 de agosto de 1969 en Monterrey, Nuevo León, fueron fundadas las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). A la cabeza del grupo se encontraban los hermanos Cesar Germán y Fernando Yáñez Muñoz, Alfredo Zárate y Raúl Pérez Vázquez. El grupo tenía la estrategia de acumular fuerzas en silencio y de no enfrentarse con las fuerzas del Estado. En 1972 Cesar Germán Yáñez se estableció en el estado de Chiapas en el campamento denominado “El Diamante” donde operaba el “Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata (NGEZ)”. Cinco años después de su fundación, las FLN contaban con redes en Tabasco, Puebla, Estado de México, Chiapas, Veracruz y Nuevo León[3].
Si bien las FLN tenían una ideología marxista-leninista, el grupo distaba mucho de caer en el dogmatismo. Desde su fundación, las FLN se plantearon como objetivo general la creación de un ejército y adoptaron como lema la frase del independentista Vicente Guerrero: “Vivir por la patria o morir por la libertad”.
El 14 de febrero de 1974 las FLN fueron atacadas por policías y militares en una de sus principales casas de seguridad: “La casa grande”, ubicada en San Miguel Nepantla, Estado de México. En el operativo participó Mario Arturo Acosta Chaparro, uno de los principales actores de la guerra sucia en México y quien después fue acusado en varias ocasiones por tener vínculos con el crimen organizado.
En “La casa grande” fueron asesinados 5 guerrilleros y otros 16 fueron apresados. La persecución contra el FLN se extendió hasta Ocosingo, Chiapas, donde fue atacado el campamento “El diamante” y varios miembros del NGEM fueron asesinados; algunos más alcanzaron a escapar, entre ellos Cesar Germán Yáñez. “Versiones periodísticas –escribe Laura Castellanos- aseguran que a mediados de abril de 1974, el grupo sobreviviente encabezado por Cesar Germán fue aniquilado por el ejército en plena selva. Su hermano Fernando se traslado entonces a Chiapas y con una brigada lo busco a él y a su grupo sin fortuna”[4].
De 1974 a 1983 la historia de las FLN es un tanto confusa, pues no existen muchos registros de aquella etapa. Durante esta época las FLN realizan incursiones de forma más constante en la Selva Lacandona y reinician la etapa de reclutamiento. Fue en era en la se reclutó a muchos estudiantes de universidades en las que el marxismo cobraba mucha fuerza, como fue el caso de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Autónoma de Chapingo. Igualmente, durante este periodo (1974-1983) muchas de las actividades de las FLN fueron en el estado de Chiapas. En 1977, por ejemplo, montaron un campamento en Huitiupán, y un año más tarde instalaron una casa de seguridad en San Cristóbal de las Casas.
El trabajo que realizaron las FLN en Chiapas les permitió ir construyendo redes de solidaridad con organizaciones locales que tenían un trabajo previo con los indígenas de la región: grupos de corte maoísta, personas que impulsaban la formación de cooperativas e indígenas que habían sido animados a desarrollar trabajo comunitario desde la iglesia católica, impulsados principalmente por el obispo Samuel Ruíz.
Las experiencias armadas en Centroamérica como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua o la guerra civil que duró más de treinta años en Guatemala reavivaron la intención de las FLN de conformar un ejército –no un grupo guerrillero, sino un ejército regular- y el trabajo exitoso en Chiapas hizo que desde 1980 comenzará a figurar el acrónimo FLN-EZLN en los documentos de la guerrilla. Sin embargo, es hasta el 17 de noviembre de 1983 cuando, ayudados nuevamente por un grupo de indígenas politizados y con amplia experiencia organizativa –del que más tarden surgirán mandos como el Mayor Mario o la Mayor Yolanda- y reforzados por los nuevos militantes de las universidades, se estableció el primer campamento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional denominado “La Garrapata”[5].
Entrevistado por Yvon Le Bot y Maurice Najman, el Subcomandante Insurgente Marcos explicó que los tres grandes componentes del EZLN son “un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y un movimiento indígena de la Selva”[6]. Ese tercer grupo al que se refiere Marcos comienza a ser parte crucial de la organización después de 1983, etapa en la que el EZLN inició una segunda fase de “acumulación de fuerzas en silencio”; pero en esta ocasión buscando combatientes principalmente entre los indígenas de la región que no tenían experiencias previas de militancia política. Para esta tarea, los indígenas politizados fungieron como puente, pues además de la barrera cultural –en la que el lenguaje significó un gran obstáculo- el hermetismo y la desconfianza –originados por siglos de opresión y desprecio- de los indígenas dificultó el acceso de los mestizos a las comunidades.
Los primeros integrantes del EZLN que se adentraron a la selva Lacandona pronto empezaron a vivir una realidad distinta y muy ajena a la que su adscripción ideológica les permitía ver. Los primeros años no sólo no se construía confianza con los indígenas, todo lo contrario: “A veces nos perseguían porque decían que éramos robavacas, o bandidos o brujos. Muchos de los que ahora son compañeros o inclusive comandantes del Comité, nos perseguían en aquella época porque pensaban que éramos gente mala”[7].
El contacto con las comunidades indígenas originó una especie de conversión del grupo original. Marcos narra este proceso de la siguiente forma:
Sufrimos realmente un proceso de reeducación, de remodelación. Como si nos hubieran desarmado. Como si nos hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos –marxismo, leninismo, socialismo, cultura urbana, poesía, literatura-, todo lo que formaba parte de nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos volvieron a armar, pero de otra forma. Y esa era la única manera de sobrevivir[8].
Como señalamos líneas arriba, el trabajo que el núcleo guerrillero de las FLN desarrolló en Chiapas sólo pudo madurar y convertirse en el EZLN gracias a la cosmovisión y tradición de resistencia de diferentes grupos indígenas.
II. La resistencia milenaria.
En el Comité estuvimos discutiendo toda la tarde. Buscamos la palabra en lengua para decir RENDIR y no la encontramos. No tiene traducción en tzotzil ni en tzeltal, nadie recuerda que esa palabra exista en tojolabal o en chol.
Rendirse, no existe en lengua verdadera[9]
Subcomandante Insurgente Marcos
“México es muchos Méxicos” se dice popularmente, y la mayor parte de las veces la sabiduría popular resume en pequeñas frases lo que académicos e investigadores expresan en cientos de páginas. “México es muchos Méxicos” no sólo por la heterogeneidad del territorio nacional, sino también, y fundamentalmente, por la variedad de pueblos que habitaron y habitan su territorio.
El estado de Chiapas es ejemplo de esa diversidad geográfica y cultural que caracteriza a todo el país. Su historia resume la historia de muchos pueblos de México y América Latina: la historia de pueblos que fueron violentamente conquistados y la historia de pueblos que resistieron y que aun hoy, más de quinientos años después, resisten conservando muchas de sus tradiciones.
Generalmente, la resistencia como acción social colectiva se da por parte de grupos originarios en respuesta a invasiones (o intentos de) del territorio que habitan. En este sentido, resistir es más una reacción que una acción, un acto de autodefensa territorial y cultural de los grupos originarios frente a la ofensa de las fuerzas extranjeras. Las resistencias pueden ser activas o pasivas, violentas o no violentas, armadas o sin armas y casi siempre el grupo o grupos que la ejercen se encuentran en desventaja, es decir, la correlación de fuerzas –numérica u operativa- les es desfavorable.
En un esfuerzo por categorizar las distintas formas de resistencia que ha estudiado, James Scott[10] señala que existen las formas de resistencia pública declarada y las formas de resistencia disfrazada, discreta y oculta: las primeras buscan llamar la atención (huelgas, boicots, rebeliones, peticiones, etc.), mientras que las segundas se quedan en el terreno de la infrapolítica (no visibles, íntimas, simbólicas, etc.). Si bien la forma oculta de resistencia escapa a la vista en una primera mirada, vale señalar que esa forma de la resistencia “contiene gran parte de los cimientos culturales y estructurales de la acción política visible”[11], es decir, de la forma pública de la resistencia.
Cuando los conquistadores españoles llegaron al territorio que hoy conocemos como Chiapas, se encontraron con civilizaciones sumamente avanzadas en lo político, económico, arquitectónico y militar, por mencionar algunos aspectos. El territorio estaba habitado por un conjunto de naciones solidarias, participativas y complementarías, pero también en pugna.
En aquella época, cuenta Antonio García de León[12], era la cultura “Chiapa” o “Chiapaneca” la que mantenía el dominio del territorio, en gran parte gracias al poderío militar que habían desarrollado. Como sucedió en otras partes del continente americano, algunos pueblos nativos vieron a los conquistadores como aliados con los que podían confrontar a la cultura dominante. Así sucedió con los zinacantecos, quienes decidieron apoyar a los conquistadores en la batalla contra los chiapa. La guerra por conquistar la región inició en 1524 y la resistencia de los nativos aplazó la toma de la ciudad por cuatro años, siendo hasta 1528 que las tropas encabezadas por Diego de Mazariegos pudieron establecerse en la región.
Poco a poco los conquistadores fueron venciendo militarmente a diferentes pueblos nativos. Otros más se vieron obligados a refugiarse en las montañas. En realidad siguieron resistiendo en las formas disfrazada, discreta y oculta que menciona Scott, pues continuaron reproduciendo su historia, su memoria, su lengua y aunque adoptaron algunas formas de la religión católica, estas fueron reinterpretadas y apropiadas por la cosmovisión de los pueblos originarios.
La guerra continuó en parte debido a la división de los españoles y a la insistencia de los indígenas, pero sobre todo debido a los tratos crueles, al asfixiante sistema tributario –que se incorporó a las leyes de la Nueva España- y a la tradición guerrera de los pueblos mayas. La resistencia adoptó en varias ocasiones su forma pública declarada y fueron surgiendo las primeras rebeliones.
La rebelión es, como escribimos líneas atrás, una forma pública declarada de la resistencia. Las rebeliones surgen a menudo cuando de las clases sometidas son expuestas a tratos excesivos por parte de la(s) clase(s) o grupo(s) dominante(s) e implica desobediencia, oposición y/o rechazo a la autoridad. Así mismo, es un cuestionamiento abierto a la legitimidad del grupo en el poder por sus excesivas formas de control u opresión y aunque puede ser pacífica o armada, violenta o no violenta, la rebelión es siempre una acción de confrontación. Las rebeliones se caracterizan por ser procesos limitados a determinada área geográfica y son más o menos espontáneas. Si bien las rebeliones históricamente han carecido en su origen de un proyecto alternativo, también es verdad que muchas rebeliones –en su fase de mayor maduración- han engendrado procesos revolucionarios.
De las distintas rebeliones acontecidas durante la colonia en Chiapas, diferentes historiadores destacan la Rebelión Tzeltal de 1712, incluso al grado de denominarla como la “República de Cancuc” o la “República Tzeltal”. Veamos un poco de este suceso.
La ríspida relación entre indígenas y colonizadores encontró una nueva crisis en 1711, debido –fundamentalmente- a la persecución de la iglesia católica en contra de nativos que decían haber presenciado manifestaciones divinas. El primer suceso aconteció en la comunidad tzotzil de Santa María, lugar en el que una “Virgen de rasgos indígenas” se reveló en un trozo de madera tallada a los tzotziles Dominica López y Juan Gómez. La aparición generó gran revuelo entre las comunidades vecinas, motivo por el cual el Santo Oficio decomisó la imagen.
Meses después, mientras en las comunidades aún se comentaba la “aparición de la virgen”, los santos católicos San Sebastián y San Pedro se “manifestaron” en el poblado de San Pedro Chenalhó. Este hecho generó la idea de que “el fin del mundo se aproximaba” tocara la conciencia colectiva de los pobladores de la región.
Por otra parte, el asfixiante sistema tributario de la capitanía y las gigantescas comisiones que cobraba el obispo Juan Bautista Álvarez de Toledo alimentaron el descontento social, provocando que miles de indígenas empezaran una rebelión contra las autoridades de la Nueva España. Por las mismas fechas, la figura de la virgen es vista nuevamente, en está ocasión por María de la Candelaria, indígena tzeltal de la comunidad de Cancuc; hecho que fue interpretado por los rebeldes como un nuevo mensaje. Los rebeldes encontraron en María de la Candelaria un “medio para comunicarse con la virgen” y para protegerla conformaron el ejército “soldados de la virgen”, el cual agrupó a 32 comunidades tzeltales, tzotziles y choles y llegó a tener entre sus filas a cerca de 3 mil milicianos.
Los “soldados de la virgen” fueron reclutando simpatizantes mediante la práctica de cultos semi-clandestinos, evidenciando así que los pueblos nativos habían mantenido sus estructuras organizativas y que conservaban cierta independencia frente a la corona.
La rebelión de los pueblos originarios se vio nuevamente fortalecida cuando Sebastián Gómez de la Gloria, indígena tzotzil que decía haber viajado al cielo y hablado con “Dios padre”, empezó a investir sacerdotes indios, distribuyó poderes y bendijo al ejército rebelde. Las comunidades aledañas comenzaron a desconocer todo poder que no emanara de Cancuc y los sacerdotes y religiosos españoles comenzaron a ser perseguidos y ajusticiados. Los insurrectos nombraron autoridades propias y a varios poblados se les cambió el nombre.
Las pugnas interétnicas, alimentadas por los españoles, la cooptación de algunos líderes y la brutal embestida del ejército de la Nueva España terminaron con la “República de Cancuc”, pero fue hasta 1727 cuando arrestaron a los autores de la rebelión y a sus hijos, para “no dejar en libertad la semilla de la rebeldía”. Los colonizadores se encargaron de dejar la derrota bien impregnada en la memoria de los insurrectos. Un caso ejemplar es el de Pedro de Zavaleta, quien en venganza por los asesinatos de ladinos y españoles se encargó de cortar una oreja a todos los que consideró miembros o cómplices de la rebelión.
Los pueblos indígenas nuevamente pasaron –consciente o inconscientemente- a la resistencia oculta y aunque en más de una ocasión hubo manifestaciones públicas, ninguna fue de la magnitud de la República Tzeltal.
Durante los siglos XIX y XX la resistencia continuó, a veces en su forma pública, otras en su forma oculta, pero siempre estuvo ahí esa oposición a la dominación. Cierto es que los indios de la región, como los de todo el continente americano, vivieron un exterminio que acabó con la mayoría de su población, motivo por el cual Tzvetan Todorov calificó la conquista como “el mayor genocidio de la historia humana”[13]. Pero ya fuere engrosando las filas del ejército independentista, o durante la revolución fortaleciendo al Ejercito Libertador del Sur bajo el mando de Emiliano Zapata, los pueblos indios de Chiapas participaron activamente en la construcción de la Nación mexicana. Personajes míticos como Juan López o rebeliones como la de Yucatán en 1847 alimentaron la memoria y también la práctica rebelde.
Algunas resistencias implican construir nuevas formas de organización social y política, como en el caso de los pueblos mayas: adoptando algunas expresiones de la religión católica y de la organización política colonial, pero también generando nuevas formas de autosubsistencia; las etnias chiapanecas lograron sobrevivir a la conquista y a la colonia. En el México independiente enfrentaron la explotación y marginación de nuevas figuras en el poder, por ejemplo, las del “Caciquismo ilustrado” o las de la “Familia chiapaneca”, pruebas evidentes del colonialismo interno.
La larga guerra de colonización que han enfrentado los pueblos indígenas de América Latina, y en particular los de Chiapas, no ha logrado despojarlos de su identidad. Las políticas de exterminio, etnocidio y limpieza social provocaron, como “efecto no deseado de la guerra”, el fortalecimiento de la cohesión social y la conciencia colectiva de los pueblos indios. En ese sentido, vale decir que la guerra de conquista, el colonialismo y el neocolonialismo fracasaron en el plano cultural e ideológico, pues no lograron imponer la racionalidad occidental como forma única de pensamiento, ni la religión católica como única expresión espiritual.
Esta resistencia milenaria se hizo presente nuevamente en el EZLN. Así lo describe González Casanova:
Los mayas destacan entre los pueblos que más han resistido a la conquista. En Yucatán y Guatemala, no fueron sometidos sino hasta 1703 y pronto volvieron a rebelarse. En Chiapas organizaron una gran revuelta en 1712. Dice el Chilam Balam: ‘Vino el pleitear ocultamente, el pleitear con furia, el pleitear con violencia, el pleitear sin misericordia’. Y esos mismos pueblos se volvieron a rebelar el 1o de enero de 1994[14].
La larga tradición de resistencia y rebelión de los pueblos indígenas se entrelazó con el pensamiento y praxis marxista de las Fuerzas de Liberación Nacional para dar origen al EZLN. Sin embargo, también vale destacar el trabajo que una corriente de la iglesia católica, la cual bajo la dirección del obispo Samuel Ruíz García, había realizado trabajo previo en la región.
III. La opción por los pobres.
Durante la guerra de conquista y en el proceso de colonización, surgieron personajes que denunciaron las atrocidades emprendidas por los representantes de la corona española en contra de los indígenas. Estas voces encontraron una importante resonancia al interior de la iglesia católica. Un caso ejemplar es el de Fray Bartolomé de las Casas. Siglos más tarde, durante la guerra de independencia, nuevamente dos curas jugaron un papel relevante, nos referimos a Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón. Sin embargo, es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se analiza a profundidad el papel de la iglesia y de algunos de sus representantes a lado de los movimientos sociales.
En un intento por renovar y fortalecer a la iglesia católica, el Papa Juan XXIII convoca al Concilio Vaticano II, el cual se realizó entre 1962 y 1965. En aquel encuentro salieron a relucir las antiguas diferencias al interior de la religión católica, sobre todo las existentes entre los “antimodernos” y los “modernistas”. En el marco de este Concilio, el Papa Pablo VI –quién sucedió a Juan Pablo XXIII luego de su muerte-, convocó al Consejo Episcopal Latinoamericano a renovar su visión y su práctica para que fuera más acorde a la realidad del continente.
Atendiendo a este llamado, diferentes sacerdotes de América Latina se dieron la tarea de preparar la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, Colombia entre agosto y septiembre de 1968. Dicha conferencia fue de impacto mundial para la iglesia católica debido a su composición, a los temas abordados y a las conclusiones. Destaquemos algunos de estos elementos:
a) Los documentos conclusivos de la conferencia abordaron temas que no sólo rebasaban el ámbito de la iglesia católica, sino que dejaban ver abiertamente una posición política frente a los contextos locales. Algunos de estos documentos trataron temas sobre movimientos de laicos, medios de comunicación, justicia, pobreza, pastoral popular, etcétera.
b) Muchas de las reflexiones vertidas durante el encuentro de Medellín fortalecían la idea de que la iglesia debía denunciar la opresión sistemática de los pobres y la explotación de las sociedades del tercer mundo.
c) No sólo participaron sacerdotes, también estuvieron religiosos, laicos y una importante representación de las Comunidades Eclesiásticas de Base –movimiento social que nace en el mismo contexto-, lo que significó una abierta disposición a trabajar con la sociedad, inclusive en acciones estratégicas.
d) Los asistentes hicieron fuerte énfasis en las diferencias históricas y estructurales entre Latinoamérica y Europa, por lo que, a pesar de asumirse como parte de la misma iglesia; señalaron que las funciones eran distintas.
e) Los asistentes acordaron no sólo asumir un papel de denuncia frente a la explotación y opresión, sino también pasar al plano de la acción y coadyuvar en todo lo necesario para que, organizadamente, los pueblos empobrecidos lograran modificar su condición de pobres.
Los resultados de la Conferencia de Medellín animaron a religiosos y laicos a estudiar a profundidad el papel de la iglesia en América Latina, atendiendo las características propias de un continente con fuertes y marcadas relaciones de explotación, generadas por las estructuras –coloniales y capitalistas- de reproducción material.
Este renovado interés por el papel de la iglesia católica en América Latina llevó a varios intelectuales a redescubrir la función de algunos curas a lado de las luchas sociales y a construir una visión histórica sobre dicho papel, dando origen a la Teología de la Liberación (TL).
El filósofo Enrique Dussel identifica tres generaciones de teólogos de la liberación: la primera es aquella que durante la Colonia emprendió una crítica contra la corona española y se posicionó de lado de los indios. Destacan personajes como Fray Antonio de Montesinos, Fray Domingo de Vico y Fray Bartolomé de las Casas. La segunda generación estaría representada por José María Morelos y Pavón, Miguel Hidalgo y Costilla y Fray Servando Teresa de Mier, quienes encabezaron la lucha por hacer de México una nación libre e independiente. La tercera generación aparece en la segunda mitad del siglo XX y se articula luego de la Conferencia de Medellín. Destacan personajes como Gustavo Gutiérrez (Perú), Leonardo Boff (Brasil), Camilo Torres (Colombia), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Jean-Bertrand Aristide (Haití), Fernando Lugo (Paraguay), Oscar Arnulfo Romero (Salvador), Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruíz García (México).
La TL parte del análisis concreto de la realidad y de los procesos históricos que producen esa realidad, pero siempre desde el plano teológico. Franz Hinkerlammert señala que la TL considera que la pobreza es la “negación al reconocimiento mutuo entre sujetos” y que una sociedad con pobres es una sociedad sin Dios. “Esta ausencia de Dios, no obstante, está presente allí donde grita. La ausencia de Dios está presente en el pobre. El pobre es presencia del Dios ausente. Se trataría de modo visible de un caso de teología negativa, en la cual la presencia de Dios –una presencia efectiva- está dada por ausencia, una ausencia que grita, y por la necesidad”[15]. Por este motivo, los teólogos de la liberación optan por ayudar a los pobres para que ellos mismos salgan de su condición de pobreza, lo cual derivaría en el reconocimiento de todos los sujetos y en la construcción del reino de Dios en la tierra.
La respuesta de las corrientes ortodoxas al interior del Vaticano y de algunos gobiernos locales no se hizo esperar: se inició una campaña de desprestigio sobre la posición y labor de los teólogos de la liberación en la que se les acusó de estar influidos por grupos comunistas y de tener relaciones con las guerrillas. Bajo esta lectura, los teólogos de la liberación eran promotores del odio y la violencia, por lo que no eran dignos representantes de la iglesia católica.
Ocurría así por toda América Latina una especie de simbiosis entre el marxismo y el catolicismo. Por tal motivo los teólogos de la liberación no estaban interesados en ser parte de la estructura jerárquica de la iglesia; su trabajo estaba más enfocado a la organización social, a trabajar con los pobres, con el proletariado.
Mientras el debate trascendía en el plano discursivo e intelectual, en la práctica los religiosos críticos continuaron su trabajo de base con los “pobres y oprimidos”. Paralelamente a los encuentros episcopales, en América Latina fue tomando fuerza el movimiento conformado por las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que encontraron en Brasil y en Nicaragua un espacio de referencialidad. Algunas expresiones de este movimiento llegaron inclusive a convertirse en partidos políticos.
En México las CEB encontraron gran aceptación fundamentalmente entre los sectores más marginados de la sociedad. Al respecto, Miguel Concha señala que “las CEB en México nacen en las zonas más pobres del campo y la ciudad, entre aquellos que sufren una realidad socio-política y económica de explotación, hambre, represión y miseria. Sus actores principales son los indígenas y los campesinos, los obreros, los subempleados y los desempleados que –acompañados de los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y seglares, cuya vida está consagrada a la opción preferencial por los pobres- han descubierto en el Movimiento de las CEB el germen de esperanza en la Iglesia de América Latina en general, y de México en particular[16].
La metodología de trabajo de los y las integrantes de las comunidades eclesiales de base contempla cinco elementos, los cuales son sumamente descriptivos de esa relación dialéctica entre el pensar-hacer:
•Ver. Ser conscientes de lo que está pasando, tener contacto con la realidad y analizarla con “ojos colectivos e individuales”.
•
•Pensar. A la luz de la Palabra de Dios y de las orientaciones de la Iglesia pronunciar un juicio de fe sobre lo que se VE (primer paso) y elaborar planes de acción evangélica.
•
•Actuar. Realizar lo planeado, con visión global y acción local –articulada, organizada- en función de un proyecto comunitario.
•
•Evaluar. Valorar los logros, asumir los fracasos, aprender del camino recorrido y reorientar las acciones.
•
•Celebrar. Es la celebración de fe y la fiesta comunitaria donde agradecemos la presencia de Dios en nuestro caminar y nos disponemos a seguir en marcha.
•
Las CEB y la diócesis de San Cristóbal de las Casas -con Samuel Ruíz García a la cabeza- tuvieron un papel importante en las comunidades indígenas. Por ejemplo, participaron activamente en la convocatoria y realización del Primer Congreso Indígena en 1974. Reproduciendo los acuerdos de la Conferencia de Medellín, los religiosos empezaron a inculcar a los indígenas la idea de que el reino de dios tenía que expresarse en la tierra y que tendría que estar basado en la justicia y la verdad. El trabajo de la diócesis fortaleció la organización interna de los pueblos indígenas y les permitió generar redes de contactos con otras organizaciones similares en el estado, en México y el mundo.
Sin embargo, al igual que le sucedió a las Fuerzas de Liberación Nacional, el trabajo de la diócesis también se vio trastocado por la propia cosmovisión de los pueblos indígenas, al grado que comenzó a formarse una especie de “iglesia indígena” integrada por 2,608 comunidades con 400 prediáconos y 8 mil catequistas, que si bien se coordinaba con la estructura de la diócesis, también tenía determinada autonomía.
Durante la fase de “acumulación de fuerzas en silencio” del EZLN encontró entre los indígenas que habían trabajado con las CEB y con la diócesis de San Cristóbal de las Casas a un gran número de militantes. No es que su integración estuviera prevista, pero sucedió que el trabajo que había encabezado Samuel Ruíz en las comunidades indígenas se convirtió en antesala idónea para el trabajo político que después desarrollaron los neozapatistas. Así, muchos de los indígenas que habían sido catequistas y prediáconos de la “iglesia indígena” también optaron por sumarse a las filas del EZLN.
Como hemos visto a lo largo de estas tres entregas, detrás del EZLN que declaró la guerra al ejército mexicano el 1 de enero de 1994, existe un complejo entramado de visiones políticas y culturales que se engarzan para evidenciar una realidad de opresión y explotación hacia un amplio sector de la sociedad. No es solamente una lucha por los pueblos indígenas –si revisamos detenidamente la Primera Declaración de la Selva Lacandona encontraremos que no hay una sola mención sobre ellos-, su lucha es más amplia, es por “el pueblo mexicano”.
Las luchas contra la conquista y el colonialismo, las luchas por hacer de México una nación libre, independiente y soberana y las luchas contra el capitalismo en su forma imperialista, son el sustento histórico de la rebelión indígena que conmocionó al mundo entero y que despierta –aún en nuestros días- gran simpatía.
Así, el EZLN puede entenderse como un movimiento que reclama la liberación nacional que posibilite un desarrollo justo y equitativo. Pero su lucha también es por hacer de México una nación democrática, que acabaría con la “dictadura del partido único” que gobernó en este país por más de 70 años, y que hoy está nuevamente en el gobierno.
También hay mucho de novedoso en los neozapatistas. Mencionemos sólo un aspecto de gran importancia. Su lucha no es por la toma del poder estatal para luego instaurar un régimen socialista o comunista, como sucedió en la mayor parte de los países de América Latina y del mundo en que existieron rebeliones armadas. Por el contrario, sus primeras demandas no son más que el reclamo del mínimo indispensable para el desarrollo de una vida digna: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.
Visto de esta manera, podemos decir que el EZLN es una síntesis histórica, un proceso social que logra aglutinar una vasta gama de demandas sociales, tradiciones de lucha y corrientes del pensamiento crítico que han estado presentes a lo largo de la historia de México y del mundo; al mismo tiempo que recupera planteamientos nuevos acordes a su tiempo. Por eso hoy, a 30 años de su formación y a casi 20 de su aparición pública, después de intensos y variados procesos, de reconstruirse y construir historia; somos muchos y muchas los que por todo el mundo seguimos gritando: ¡Viva el EZLN!
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[1] Galeano, E. (1995) “El desafío. Mensaje enviado al Segundo Diálogo de la Sociedad Civil”. En Clajadep, Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular.
[2] Hobsbawm, E. (1998) Historia del siglo XX. Argentina: Grijalbo.
[3] Castellanos, L. (2008) México armado 1943-1981. México: Ediciones Era, p. 244.
[4] Castellanos, L. (2008), Op. cit., p. 247.
[5] Cfr. Morquecho, G. (2011) “La Garrapata en el Chuncerro, cuna del EZLN” [en línea]. En Agencia Latinoamericana de Información, 15 de noviembre. Disponible en: http://alainet.org/active/50889&lang=es [Consulta: 13 de noviembre de 2012].
[6] Le Bot, Y. (1997) Subcomandante Marcos. El sueño zapatista. Entrevistas con el Subcomandante Marcos, el mayor Moisés y el comandante Tacho, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. México: Plaza & Janés, p. 123.
[7] Ibídem, pp. 137-138.
[8] Ídem., p. 151.
[9] SCI Marcos. (2002) “Rendirse no existe en lengua verdadera”. En Relatos del Viejo Antonio. México: Centro de Información y Análisis de Chiapas, pp. 25-26.
[10] Scott, J. (2007) Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era.
[11] Ibídem, p. 218.
[12] García de León, A. (2002) Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia. México, Ediciones Era.
[13] Todorov, T. (2008) La Conquista de América. El problema del otro. México: Siglo XXI Editores, p. 14.
[14] González Casanova P. (2009) “Causas de la rebelión en Chiapas”. En De la Sociología del poder a la sociología de la explotación. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología. Colombia: CLACSO/Siglo del Hombre Editores, p. 266.
[15] Hinkerlammert, F. (1995) “Teología de la Liberación en el contexto Económico-Social de América Latina: economía y teología o la irracionalidad de lo racionalizado” [en línea]. En Revista Pasos, no. 5, p. 2. Disponible en:http://dei-cr.org/uploaded/content/publicacione/910040863.pdf [Consulta: 15 de octubre de 2012].
[16] Concha, M. (1988) “Las comunidades eclesiales de base y el movimiento popular” [en línea]. En revista Dialéctica, no. 19, julio, p. 159. Disponible en: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=344&article=365&mode=pdf [Consulta: 03 de noviembre de 2012].
http://alainet.org/active/70108
Por Raúl Romero
2 enero, 2014
El 17 de noviembre del 2013 se cumplieron 30 años de la formación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y el 1 de enero del 2014 se celebrarán 20 años de su aparición pública. Como una forma de homenaje a los hombres y mujeres que hicieron que el grito de YA BASTA retumbara por todo el mundo, hoy iniciamos una serie de entregas que pretenden ser una breve revisión histórica de los actores que se entrelazaron para dar origen al EZLN. Para hacerlo se ha recurrido a diversas fuentes, pero sobre todo a los escritos, entrevistas y comunicados que los propios neozapatistas han generado. El texto se divide en tres apartados: I. El núcleo guerrillero, II. La resistencia milenaria y III. La opción por los pobres.
Es necesaria una aclaración: no ha sido nuestra intensión hablar por los zapatistas, ellos y ellas han contado su historia. Nuestro único objetivo aquí es contribuir a la difusión de su experiencia, esa que sin duda alguna representa la alternativa más avanzada en el mundo. Esperemos que estás líneas también sirvan para alimentar la historia del otro mundo posible que aún se encuentra en construcción.
I. El “núcleo guerrillero”
Es 1968 y la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los EUA se disputan la hegemonía mundial en una guerra disfrazada: la “Guerra Fría”. En Checoslovaquia la “Primavera de Praga” muestra al mundo el autoritarismo y la burocracia del “socialismo realmente existente”. Los manifestantes pugnan por un “socialismo con rostro humano”, pero sobre todo democrático. La respuesta de la URSS y sus aliados es la invasión del país. En Francia el “Mayo francés” evidencia –entre muchas otras cosas-, un rechazo generalizado a la sociedad de consumo.
Es 1968 y las Américas también están inquietas. En América Latina el triunfo de la revolución cubana sigue despertando expectativas y miles de jóvenes engrosan las filas de los movimientos y partidos revolucionarios. En EUA Martin Luther King –líder del movimiento por los derechos civiles- es asesinado y las manifestaciones contra la invasión a Vietnam polarizan aún más la sociedad norteamericana.
Es 1968, México será la sede de los Juegos Olímpicos y en el mes de julio estalla uno de los movimientos estudiantiles más importantes de su historia. Las condiciones políticas y sociales del país hacen que un conflicto que parecía menor rápidamente encuentre dimensiones nacionales. México está nuevamente a tono –como lo fue durante la revolución de 1910- con el descontento social que recorre el mundo. Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez –Presidente y Secretario de Gobernación de México, respectivamente- ordenan reprimir una manifestación estudiantil. El 2 de octubre grupos militares y paramilitares atacan a los manifestantes en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, Ciudad de México; provocando cientos de muertos, desaparecidos y lesionados.
Es 1969 y el mundo no es el mismo después de la “Revolución Cultural” de 1968, como la llamo Hobsbawm[2]. Es 1969 y México aun duele: muchas familias buscan a sus hijos e hijas desde aquel 2 de octubre en que no regresaron a sus casas. Mientras tanto, el gobierno mexicano justifica la masacre argumentando que la primer agresión salió de los estudiantes, que había extranjeros interesados en desestabilizar el país y que el fantasma del comunismo estaba detrás de las protestas.
Cientos de jóvenes que habían participado en las movilizaciones estudiantiles concluyeron que no lograrían transformar a México por la vía institucional. Para muchos de ellos y ellas la vía pacífica estaba agotada y era hora de pasar a una siguiente etapa: la vía armada.
El 6 de agosto de 1969 en Monterrey, Nuevo León, fueron fundadas las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). A la cabeza del grupo se encontraban los hermanos Cesar Germán y Fernando Yáñez Muñoz, Alfredo Zárate y Raúl Pérez Vázquez. El grupo tenía la estrategia de acumular fuerzas en silencio y de no enfrentarse con las fuerzas del Estado. En 1972 Cesar Germán Yáñez se estableció en el estado de Chiapas en el campamento denominado “El Diamante” donde operaba el “Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata (NGEZ)”. Cinco años después de su fundación, las FLN contaban con redes en Tabasco, Puebla, Estado de México, Chiapas, Veracruz y Nuevo León[3].
Si bien las FLN tenían una ideología marxista-leninista, el grupo distaba mucho de caer en el dogmatismo. Desde su fundación, las FLN se plantearon como objetivo general la creación de un ejército y adoptaron como lema la frase del independentista Vicente Guerrero: “Vivir por la patria o morir por la libertad”.
El 14 de febrero de 1974 las FLN fueron atacadas por policías y militares en una de sus principales casas de seguridad: “La casa grande”, ubicada en San Miguel Nepantla, Estado de México. En el operativo participó Mario Arturo Acosta Chaparro, uno de los principales actores de la guerra sucia en México y quien después fue acusado en varias ocasiones por tener vínculos con el crimen organizado.
En “La casa grande” fueron asesinados 5 guerrilleros y otros 16 fueron apresados. La persecución contra el FLN se extendió hasta Ocosingo, Chiapas, donde fue atacado el campamento “El diamante” y varios miembros del NGEM fueron asesinados; algunos más alcanzaron a escapar, entre ellos Cesar Germán Yáñez. “Versiones periodísticas –escribe Laura Castellanos- aseguran que a mediados de abril de 1974, el grupo sobreviviente encabezado por Cesar Germán fue aniquilado por el ejército en plena selva. Su hermano Fernando se traslado entonces a Chiapas y con una brigada lo busco a él y a su grupo sin fortuna”[4].
De 1974 a 1983 la historia de las FLN es un tanto confusa, pues no existen muchos registros de aquella etapa. Durante esta época las FLN realizan incursiones de forma más constante en la Selva Lacandona y reinician la etapa de reclutamiento. Fue en era en la se reclutó a muchos estudiantes de universidades en las que el marxismo cobraba mucha fuerza, como fue el caso de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Autónoma de Chapingo. Igualmente, durante este periodo (1974-1983) muchas de las actividades de las FLN fueron en el estado de Chiapas. En 1977, por ejemplo, montaron un campamento en Huitiupán, y un año más tarde instalaron una casa de seguridad en San Cristóbal de las Casas.
El trabajo que realizaron las FLN en Chiapas les permitió ir construyendo redes de solidaridad con organizaciones locales que tenían un trabajo previo con los indígenas de la región: grupos de corte maoísta, personas que impulsaban la formación de cooperativas e indígenas que habían sido animados a desarrollar trabajo comunitario desde la iglesia católica, impulsados principalmente por el obispo Samuel Ruíz.
Las experiencias armadas en Centroamérica como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua o la guerra civil que duró más de treinta años en Guatemala reavivaron la intención de las FLN de conformar un ejército –no un grupo guerrillero, sino un ejército regular- y el trabajo exitoso en Chiapas hizo que desde 1980 comenzará a figurar el acrónimo FLN-EZLN en los documentos de la guerrilla. Sin embargo, es hasta el 17 de noviembre de 1983 cuando, ayudados nuevamente por un grupo de indígenas politizados y con amplia experiencia organizativa –del que más tarden surgirán mandos como el Mayor Mario o la Mayor Yolanda- y reforzados por los nuevos militantes de las universidades, se estableció el primer campamento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional denominado “La Garrapata”[5].
Entrevistado por Yvon Le Bot y Maurice Najman, el Subcomandante Insurgente Marcos explicó que los tres grandes componentes del EZLN son “un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados, y un movimiento indígena de la Selva”[6]. Ese tercer grupo al que se refiere Marcos comienza a ser parte crucial de la organización después de 1983, etapa en la que el EZLN inició una segunda fase de “acumulación de fuerzas en silencio”; pero en esta ocasión buscando combatientes principalmente entre los indígenas de la región que no tenían experiencias previas de militancia política. Para esta tarea, los indígenas politizados fungieron como puente, pues además de la barrera cultural –en la que el lenguaje significó un gran obstáculo- el hermetismo y la desconfianza –originados por siglos de opresión y desprecio- de los indígenas dificultó el acceso de los mestizos a las comunidades.
Los primeros integrantes del EZLN que se adentraron a la selva Lacandona pronto empezaron a vivir una realidad distinta y muy ajena a la que su adscripción ideológica les permitía ver. Los primeros años no sólo no se construía confianza con los indígenas, todo lo contrario: “A veces nos perseguían porque decían que éramos robavacas, o bandidos o brujos. Muchos de los que ahora son compañeros o inclusive comandantes del Comité, nos perseguían en aquella época porque pensaban que éramos gente mala”[7].
El contacto con las comunidades indígenas originó una especie de conversión del grupo original. Marcos narra este proceso de la siguiente forma:
Sufrimos realmente un proceso de reeducación, de remodelación. Como si nos hubieran desarmado. Como si nos hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos –marxismo, leninismo, socialismo, cultura urbana, poesía, literatura-, todo lo que formaba parte de nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos volvieron a armar, pero de otra forma. Y esa era la única manera de sobrevivir[8].
Como señalamos líneas arriba, el trabajo que el núcleo guerrillero de las FLN desarrolló en Chiapas sólo pudo madurar y convertirse en el EZLN gracias a la cosmovisión y tradición de resistencia de diferentes grupos indígenas.
II. La resistencia milenaria.
En el Comité estuvimos discutiendo toda la tarde. Buscamos la palabra en lengua para decir RENDIR y no la encontramos. No tiene traducción en tzotzil ni en tzeltal, nadie recuerda que esa palabra exista en tojolabal o en chol.
Rendirse, no existe en lengua verdadera[9]
Subcomandante Insurgente Marcos
“México es muchos Méxicos” se dice popularmente, y la mayor parte de las veces la sabiduría popular resume en pequeñas frases lo que académicos e investigadores expresan en cientos de páginas. “México es muchos Méxicos” no sólo por la heterogeneidad del territorio nacional, sino también, y fundamentalmente, por la variedad de pueblos que habitaron y habitan su territorio.
El estado de Chiapas es ejemplo de esa diversidad geográfica y cultural que caracteriza a todo el país. Su historia resume la historia de muchos pueblos de México y América Latina: la historia de pueblos que fueron violentamente conquistados y la historia de pueblos que resistieron y que aun hoy, más de quinientos años después, resisten conservando muchas de sus tradiciones.
Generalmente, la resistencia como acción social colectiva se da por parte de grupos originarios en respuesta a invasiones (o intentos de) del territorio que habitan. En este sentido, resistir es más una reacción que una acción, un acto de autodefensa territorial y cultural de los grupos originarios frente a la ofensa de las fuerzas extranjeras. Las resistencias pueden ser activas o pasivas, violentas o no violentas, armadas o sin armas y casi siempre el grupo o grupos que la ejercen se encuentran en desventaja, es decir, la correlación de fuerzas –numérica u operativa- les es desfavorable.
En un esfuerzo por categorizar las distintas formas de resistencia que ha estudiado, James Scott[10] señala que existen las formas de resistencia pública declarada y las formas de resistencia disfrazada, discreta y oculta: las primeras buscan llamar la atención (huelgas, boicots, rebeliones, peticiones, etc.), mientras que las segundas se quedan en el terreno de la infrapolítica (no visibles, íntimas, simbólicas, etc.). Si bien la forma oculta de resistencia escapa a la vista en una primera mirada, vale señalar que esa forma de la resistencia “contiene gran parte de los cimientos culturales y estructurales de la acción política visible”[11], es decir, de la forma pública de la resistencia.
Cuando los conquistadores españoles llegaron al territorio que hoy conocemos como Chiapas, se encontraron con civilizaciones sumamente avanzadas en lo político, económico, arquitectónico y militar, por mencionar algunos aspectos. El territorio estaba habitado por un conjunto de naciones solidarias, participativas y complementarías, pero también en pugna.
En aquella época, cuenta Antonio García de León[12], era la cultura “Chiapa” o “Chiapaneca” la que mantenía el dominio del territorio, en gran parte gracias al poderío militar que habían desarrollado. Como sucedió en otras partes del continente americano, algunos pueblos nativos vieron a los conquistadores como aliados con los que podían confrontar a la cultura dominante. Así sucedió con los zinacantecos, quienes decidieron apoyar a los conquistadores en la batalla contra los chiapa. La guerra por conquistar la región inició en 1524 y la resistencia de los nativos aplazó la toma de la ciudad por cuatro años, siendo hasta 1528 que las tropas encabezadas por Diego de Mazariegos pudieron establecerse en la región.
Poco a poco los conquistadores fueron venciendo militarmente a diferentes pueblos nativos. Otros más se vieron obligados a refugiarse en las montañas. En realidad siguieron resistiendo en las formas disfrazada, discreta y oculta que menciona Scott, pues continuaron reproduciendo su historia, su memoria, su lengua y aunque adoptaron algunas formas de la religión católica, estas fueron reinterpretadas y apropiadas por la cosmovisión de los pueblos originarios.
La guerra continuó en parte debido a la división de los españoles y a la insistencia de los indígenas, pero sobre todo debido a los tratos crueles, al asfixiante sistema tributario –que se incorporó a las leyes de la Nueva España- y a la tradición guerrera de los pueblos mayas. La resistencia adoptó en varias ocasiones su forma pública declarada y fueron surgiendo las primeras rebeliones.
La rebelión es, como escribimos líneas atrás, una forma pública declarada de la resistencia. Las rebeliones surgen a menudo cuando de las clases sometidas son expuestas a tratos excesivos por parte de la(s) clase(s) o grupo(s) dominante(s) e implica desobediencia, oposición y/o rechazo a la autoridad. Así mismo, es un cuestionamiento abierto a la legitimidad del grupo en el poder por sus excesivas formas de control u opresión y aunque puede ser pacífica o armada, violenta o no violenta, la rebelión es siempre una acción de confrontación. Las rebeliones se caracterizan por ser procesos limitados a determinada área geográfica y son más o menos espontáneas. Si bien las rebeliones históricamente han carecido en su origen de un proyecto alternativo, también es verdad que muchas rebeliones –en su fase de mayor maduración- han engendrado procesos revolucionarios.
De las distintas rebeliones acontecidas durante la colonia en Chiapas, diferentes historiadores destacan la Rebelión Tzeltal de 1712, incluso al grado de denominarla como la “República de Cancuc” o la “República Tzeltal”. Veamos un poco de este suceso.
La ríspida relación entre indígenas y colonizadores encontró una nueva crisis en 1711, debido –fundamentalmente- a la persecución de la iglesia católica en contra de nativos que decían haber presenciado manifestaciones divinas. El primer suceso aconteció en la comunidad tzotzil de Santa María, lugar en el que una “Virgen de rasgos indígenas” se reveló en un trozo de madera tallada a los tzotziles Dominica López y Juan Gómez. La aparición generó gran revuelo entre las comunidades vecinas, motivo por el cual el Santo Oficio decomisó la imagen.
Meses después, mientras en las comunidades aún se comentaba la “aparición de la virgen”, los santos católicos San Sebastián y San Pedro se “manifestaron” en el poblado de San Pedro Chenalhó. Este hecho generó la idea de que “el fin del mundo se aproximaba” tocara la conciencia colectiva de los pobladores de la región.
Por otra parte, el asfixiante sistema tributario de la capitanía y las gigantescas comisiones que cobraba el obispo Juan Bautista Álvarez de Toledo alimentaron el descontento social, provocando que miles de indígenas empezaran una rebelión contra las autoridades de la Nueva España. Por las mismas fechas, la figura de la virgen es vista nuevamente, en está ocasión por María de la Candelaria, indígena tzeltal de la comunidad de Cancuc; hecho que fue interpretado por los rebeldes como un nuevo mensaje. Los rebeldes encontraron en María de la Candelaria un “medio para comunicarse con la virgen” y para protegerla conformaron el ejército “soldados de la virgen”, el cual agrupó a 32 comunidades tzeltales, tzotziles y choles y llegó a tener entre sus filas a cerca de 3 mil milicianos.
Los “soldados de la virgen” fueron reclutando simpatizantes mediante la práctica de cultos semi-clandestinos, evidenciando así que los pueblos nativos habían mantenido sus estructuras organizativas y que conservaban cierta independencia frente a la corona.
La rebelión de los pueblos originarios se vio nuevamente fortalecida cuando Sebastián Gómez de la Gloria, indígena tzotzil que decía haber viajado al cielo y hablado con “Dios padre”, empezó a investir sacerdotes indios, distribuyó poderes y bendijo al ejército rebelde. Las comunidades aledañas comenzaron a desconocer todo poder que no emanara de Cancuc y los sacerdotes y religiosos españoles comenzaron a ser perseguidos y ajusticiados. Los insurrectos nombraron autoridades propias y a varios poblados se les cambió el nombre.
Las pugnas interétnicas, alimentadas por los españoles, la cooptación de algunos líderes y la brutal embestida del ejército de la Nueva España terminaron con la “República de Cancuc”, pero fue hasta 1727 cuando arrestaron a los autores de la rebelión y a sus hijos, para “no dejar en libertad la semilla de la rebeldía”. Los colonizadores se encargaron de dejar la derrota bien impregnada en la memoria de los insurrectos. Un caso ejemplar es el de Pedro de Zavaleta, quien en venganza por los asesinatos de ladinos y españoles se encargó de cortar una oreja a todos los que consideró miembros o cómplices de la rebelión.
Los pueblos indígenas nuevamente pasaron –consciente o inconscientemente- a la resistencia oculta y aunque en más de una ocasión hubo manifestaciones públicas, ninguna fue de la magnitud de la República Tzeltal.
Durante los siglos XIX y XX la resistencia continuó, a veces en su forma pública, otras en su forma oculta, pero siempre estuvo ahí esa oposición a la dominación. Cierto es que los indios de la región, como los de todo el continente americano, vivieron un exterminio que acabó con la mayoría de su población, motivo por el cual Tzvetan Todorov calificó la conquista como “el mayor genocidio de la historia humana”[13]. Pero ya fuere engrosando las filas del ejército independentista, o durante la revolución fortaleciendo al Ejercito Libertador del Sur bajo el mando de Emiliano Zapata, los pueblos indios de Chiapas participaron activamente en la construcción de la Nación mexicana. Personajes míticos como Juan López o rebeliones como la de Yucatán en 1847 alimentaron la memoria y también la práctica rebelde.
Algunas resistencias implican construir nuevas formas de organización social y política, como en el caso de los pueblos mayas: adoptando algunas expresiones de la religión católica y de la organización política colonial, pero también generando nuevas formas de autosubsistencia; las etnias chiapanecas lograron sobrevivir a la conquista y a la colonia. En el México independiente enfrentaron la explotación y marginación de nuevas figuras en el poder, por ejemplo, las del “Caciquismo ilustrado” o las de la “Familia chiapaneca”, pruebas evidentes del colonialismo interno.
La larga guerra de colonización que han enfrentado los pueblos indígenas de América Latina, y en particular los de Chiapas, no ha logrado despojarlos de su identidad. Las políticas de exterminio, etnocidio y limpieza social provocaron, como “efecto no deseado de la guerra”, el fortalecimiento de la cohesión social y la conciencia colectiva de los pueblos indios. En ese sentido, vale decir que la guerra de conquista, el colonialismo y el neocolonialismo fracasaron en el plano cultural e ideológico, pues no lograron imponer la racionalidad occidental como forma única de pensamiento, ni la religión católica como única expresión espiritual.
Esta resistencia milenaria se hizo presente nuevamente en el EZLN. Así lo describe González Casanova:
Los mayas destacan entre los pueblos que más han resistido a la conquista. En Yucatán y Guatemala, no fueron sometidos sino hasta 1703 y pronto volvieron a rebelarse. En Chiapas organizaron una gran revuelta en 1712. Dice el Chilam Balam: ‘Vino el pleitear ocultamente, el pleitear con furia, el pleitear con violencia, el pleitear sin misericordia’. Y esos mismos pueblos se volvieron a rebelar el 1o de enero de 1994[14].
La larga tradición de resistencia y rebelión de los pueblos indígenas se entrelazó con el pensamiento y praxis marxista de las Fuerzas de Liberación Nacional para dar origen al EZLN. Sin embargo, también vale destacar el trabajo que una corriente de la iglesia católica, la cual bajo la dirección del obispo Samuel Ruíz García, había realizado trabajo previo en la región.
III. La opción por los pobres.
Durante la guerra de conquista y en el proceso de colonización, surgieron personajes que denunciaron las atrocidades emprendidas por los representantes de la corona española en contra de los indígenas. Estas voces encontraron una importante resonancia al interior de la iglesia católica. Un caso ejemplar es el de Fray Bartolomé de las Casas. Siglos más tarde, durante la guerra de independencia, nuevamente dos curas jugaron un papel relevante, nos referimos a Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón. Sin embargo, es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se analiza a profundidad el papel de la iglesia y de algunos de sus representantes a lado de los movimientos sociales.
En un intento por renovar y fortalecer a la iglesia católica, el Papa Juan XXIII convoca al Concilio Vaticano II, el cual se realizó entre 1962 y 1965. En aquel encuentro salieron a relucir las antiguas diferencias al interior de la religión católica, sobre todo las existentes entre los “antimodernos” y los “modernistas”. En el marco de este Concilio, el Papa Pablo VI –quién sucedió a Juan Pablo XXIII luego de su muerte-, convocó al Consejo Episcopal Latinoamericano a renovar su visión y su práctica para que fuera más acorde a la realidad del continente.
Atendiendo a este llamado, diferentes sacerdotes de América Latina se dieron la tarea de preparar la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, Colombia entre agosto y septiembre de 1968. Dicha conferencia fue de impacto mundial para la iglesia católica debido a su composición, a los temas abordados y a las conclusiones. Destaquemos algunos de estos elementos:
a) Los documentos conclusivos de la conferencia abordaron temas que no sólo rebasaban el ámbito de la iglesia católica, sino que dejaban ver abiertamente una posición política frente a los contextos locales. Algunos de estos documentos trataron temas sobre movimientos de laicos, medios de comunicación, justicia, pobreza, pastoral popular, etcétera.
b) Muchas de las reflexiones vertidas durante el encuentro de Medellín fortalecían la idea de que la iglesia debía denunciar la opresión sistemática de los pobres y la explotación de las sociedades del tercer mundo.
c) No sólo participaron sacerdotes, también estuvieron religiosos, laicos y una importante representación de las Comunidades Eclesiásticas de Base –movimiento social que nace en el mismo contexto-, lo que significó una abierta disposición a trabajar con la sociedad, inclusive en acciones estratégicas.
d) Los asistentes hicieron fuerte énfasis en las diferencias históricas y estructurales entre Latinoamérica y Europa, por lo que, a pesar de asumirse como parte de la misma iglesia; señalaron que las funciones eran distintas.
e) Los asistentes acordaron no sólo asumir un papel de denuncia frente a la explotación y opresión, sino también pasar al plano de la acción y coadyuvar en todo lo necesario para que, organizadamente, los pueblos empobrecidos lograran modificar su condición de pobres.
Los resultados de la Conferencia de Medellín animaron a religiosos y laicos a estudiar a profundidad el papel de la iglesia en América Latina, atendiendo las características propias de un continente con fuertes y marcadas relaciones de explotación, generadas por las estructuras –coloniales y capitalistas- de reproducción material.
Este renovado interés por el papel de la iglesia católica en América Latina llevó a varios intelectuales a redescubrir la función de algunos curas a lado de las luchas sociales y a construir una visión histórica sobre dicho papel, dando origen a la Teología de la Liberación (TL).
El filósofo Enrique Dussel identifica tres generaciones de teólogos de la liberación: la primera es aquella que durante la Colonia emprendió una crítica contra la corona española y se posicionó de lado de los indios. Destacan personajes como Fray Antonio de Montesinos, Fray Domingo de Vico y Fray Bartolomé de las Casas. La segunda generación estaría representada por José María Morelos y Pavón, Miguel Hidalgo y Costilla y Fray Servando Teresa de Mier, quienes encabezaron la lucha por hacer de México una nación libre e independiente. La tercera generación aparece en la segunda mitad del siglo XX y se articula luego de la Conferencia de Medellín. Destacan personajes como Gustavo Gutiérrez (Perú), Leonardo Boff (Brasil), Camilo Torres (Colombia), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Jean-Bertrand Aristide (Haití), Fernando Lugo (Paraguay), Oscar Arnulfo Romero (Salvador), Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruíz García (México).
La TL parte del análisis concreto de la realidad y de los procesos históricos que producen esa realidad, pero siempre desde el plano teológico. Franz Hinkerlammert señala que la TL considera que la pobreza es la “negación al reconocimiento mutuo entre sujetos” y que una sociedad con pobres es una sociedad sin Dios. “Esta ausencia de Dios, no obstante, está presente allí donde grita. La ausencia de Dios está presente en el pobre. El pobre es presencia del Dios ausente. Se trataría de modo visible de un caso de teología negativa, en la cual la presencia de Dios –una presencia efectiva- está dada por ausencia, una ausencia que grita, y por la necesidad”[15]. Por este motivo, los teólogos de la liberación optan por ayudar a los pobres para que ellos mismos salgan de su condición de pobreza, lo cual derivaría en el reconocimiento de todos los sujetos y en la construcción del reino de Dios en la tierra.
La respuesta de las corrientes ortodoxas al interior del Vaticano y de algunos gobiernos locales no se hizo esperar: se inició una campaña de desprestigio sobre la posición y labor de los teólogos de la liberación en la que se les acusó de estar influidos por grupos comunistas y de tener relaciones con las guerrillas. Bajo esta lectura, los teólogos de la liberación eran promotores del odio y la violencia, por lo que no eran dignos representantes de la iglesia católica.
Ocurría así por toda América Latina una especie de simbiosis entre el marxismo y el catolicismo. Por tal motivo los teólogos de la liberación no estaban interesados en ser parte de la estructura jerárquica de la iglesia; su trabajo estaba más enfocado a la organización social, a trabajar con los pobres, con el proletariado.
Mientras el debate trascendía en el plano discursivo e intelectual, en la práctica los religiosos críticos continuaron su trabajo de base con los “pobres y oprimidos”. Paralelamente a los encuentros episcopales, en América Latina fue tomando fuerza el movimiento conformado por las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que encontraron en Brasil y en Nicaragua un espacio de referencialidad. Algunas expresiones de este movimiento llegaron inclusive a convertirse en partidos políticos.
En México las CEB encontraron gran aceptación fundamentalmente entre los sectores más marginados de la sociedad. Al respecto, Miguel Concha señala que “las CEB en México nacen en las zonas más pobres del campo y la ciudad, entre aquellos que sufren una realidad socio-política y económica de explotación, hambre, represión y miseria. Sus actores principales son los indígenas y los campesinos, los obreros, los subempleados y los desempleados que –acompañados de los agentes de pastoral, sacerdotes, religiosos y seglares, cuya vida está consagrada a la opción preferencial por los pobres- han descubierto en el Movimiento de las CEB el germen de esperanza en la Iglesia de América Latina en general, y de México en particular[16].
La metodología de trabajo de los y las integrantes de las comunidades eclesiales de base contempla cinco elementos, los cuales son sumamente descriptivos de esa relación dialéctica entre el pensar-hacer:
•Ver. Ser conscientes de lo que está pasando, tener contacto con la realidad y analizarla con “ojos colectivos e individuales”.
•
•Pensar. A la luz de la Palabra de Dios y de las orientaciones de la Iglesia pronunciar un juicio de fe sobre lo que se VE (primer paso) y elaborar planes de acción evangélica.
•
•Actuar. Realizar lo planeado, con visión global y acción local –articulada, organizada- en función de un proyecto comunitario.
•
•Evaluar. Valorar los logros, asumir los fracasos, aprender del camino recorrido y reorientar las acciones.
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•Celebrar. Es la celebración de fe y la fiesta comunitaria donde agradecemos la presencia de Dios en nuestro caminar y nos disponemos a seguir en marcha.
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Las CEB y la diócesis de San Cristóbal de las Casas -con Samuel Ruíz García a la cabeza- tuvieron un papel importante en las comunidades indígenas. Por ejemplo, participaron activamente en la convocatoria y realización del Primer Congreso Indígena en 1974. Reproduciendo los acuerdos de la Conferencia de Medellín, los religiosos empezaron a inculcar a los indígenas la idea de que el reino de dios tenía que expresarse en la tierra y que tendría que estar basado en la justicia y la verdad. El trabajo de la diócesis fortaleció la organización interna de los pueblos indígenas y les permitió generar redes de contactos con otras organizaciones similares en el estado, en México y el mundo.
Sin embargo, al igual que le sucedió a las Fuerzas de Liberación Nacional, el trabajo de la diócesis también se vio trastocado por la propia cosmovisión de los pueblos indígenas, al grado que comenzó a formarse una especie de “iglesia indígena” integrada por 2,608 comunidades con 400 prediáconos y 8 mil catequistas, que si bien se coordinaba con la estructura de la diócesis, también tenía determinada autonomía.
Durante la fase de “acumulación de fuerzas en silencio” del EZLN encontró entre los indígenas que habían trabajado con las CEB y con la diócesis de San Cristóbal de las Casas a un gran número de militantes. No es que su integración estuviera prevista, pero sucedió que el trabajo que había encabezado Samuel Ruíz en las comunidades indígenas se convirtió en antesala idónea para el trabajo político que después desarrollaron los neozapatistas. Así, muchos de los indígenas que habían sido catequistas y prediáconos de la “iglesia indígena” también optaron por sumarse a las filas del EZLN.
Como hemos visto a lo largo de estas tres entregas, detrás del EZLN que declaró la guerra al ejército mexicano el 1 de enero de 1994, existe un complejo entramado de visiones políticas y culturales que se engarzan para evidenciar una realidad de opresión y explotación hacia un amplio sector de la sociedad. No es solamente una lucha por los pueblos indígenas –si revisamos detenidamente la Primera Declaración de la Selva Lacandona encontraremos que no hay una sola mención sobre ellos-, su lucha es más amplia, es por “el pueblo mexicano”.
Las luchas contra la conquista y el colonialismo, las luchas por hacer de México una nación libre, independiente y soberana y las luchas contra el capitalismo en su forma imperialista, son el sustento histórico de la rebelión indígena que conmocionó al mundo entero y que despierta –aún en nuestros días- gran simpatía.
Así, el EZLN puede entenderse como un movimiento que reclama la liberación nacional que posibilite un desarrollo justo y equitativo. Pero su lucha también es por hacer de México una nación democrática, que acabaría con la “dictadura del partido único” que gobernó en este país por más de 70 años, y que hoy está nuevamente en el gobierno.
También hay mucho de novedoso en los neozapatistas. Mencionemos sólo un aspecto de gran importancia. Su lucha no es por la toma del poder estatal para luego instaurar un régimen socialista o comunista, como sucedió en la mayor parte de los países de América Latina y del mundo en que existieron rebeliones armadas. Por el contrario, sus primeras demandas no son más que el reclamo del mínimo indispensable para el desarrollo de una vida digna: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.
Visto de esta manera, podemos decir que el EZLN es una síntesis histórica, un proceso social que logra aglutinar una vasta gama de demandas sociales, tradiciones de lucha y corrientes del pensamiento crítico que han estado presentes a lo largo de la historia de México y del mundo; al mismo tiempo que recupera planteamientos nuevos acordes a su tiempo. Por eso hoy, a 30 años de su formación y a casi 20 de su aparición pública, después de intensos y variados procesos, de reconstruirse y construir historia; somos muchos y muchas los que por todo el mundo seguimos gritando: ¡Viva el EZLN!
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[1] Galeano, E. (1995) “El desafío. Mensaje enviado al Segundo Diálogo de la Sociedad Civil”. En Clajadep, Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular.
[2] Hobsbawm, E. (1998) Historia del siglo XX. Argentina: Grijalbo.
[3] Castellanos, L. (2008) México armado 1943-1981. México: Ediciones Era, p. 244.
[4] Castellanos, L. (2008), Op. cit., p. 247.
[5] Cfr. Morquecho, G. (2011) “La Garrapata en el Chuncerro, cuna del EZLN” [en línea]. En Agencia Latinoamericana de Información, 15 de noviembre. Disponible en: http://alainet.org/active/50889&lang=es [Consulta: 13 de noviembre de 2012].
[6] Le Bot, Y. (1997) Subcomandante Marcos. El sueño zapatista. Entrevistas con el Subcomandante Marcos, el mayor Moisés y el comandante Tacho, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. México: Plaza & Janés, p. 123.
[7] Ibídem, pp. 137-138.
[8] Ídem., p. 151.
[9] SCI Marcos. (2002) “Rendirse no existe en lengua verdadera”. En Relatos del Viejo Antonio. México: Centro de Información y Análisis de Chiapas, pp. 25-26.
[10] Scott, J. (2007) Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era.
[11] Ibídem, p. 218.
[12] García de León, A. (2002) Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia. México, Ediciones Era.
[13] Todorov, T. (2008) La Conquista de América. El problema del otro. México: Siglo XXI Editores, p. 14.
[14] González Casanova P. (2009) “Causas de la rebelión en Chiapas”. En De la Sociología del poder a la sociología de la explotación. Pensar América Latina en el siglo XXI. Antología. Colombia: CLACSO/Siglo del Hombre Editores, p. 266.
[15] Hinkerlammert, F. (1995) “Teología de la Liberación en el contexto Económico-Social de América Latina: economía y teología o la irracionalidad de lo racionalizado” [en línea]. En Revista Pasos, no. 5, p. 2. Disponible en:http://dei-cr.org/uploaded/content/publicacione/910040863.pdf [Consulta: 15 de octubre de 2012].
[16] Concha, M. (1988) “Las comunidades eclesiales de base y el movimiento popular” [en línea]. En revista Dialéctica, no. 19, julio, p. 159. Disponible en: http://148.206.53.230/revistasuam/dialectica/include/getdoc.php?id=344&article=365&mode=pdf [Consulta: 03 de noviembre de 2012].
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2 ene 2014
Las 36 bases de EEUU amenazan la paz en América Latina
Las 36 bases de EEUU amenazan la paz en América Latina
Publicado el 12/31/13 •
CISPAL / Adital – Las 36 bases militares de Estados Unidos instaladas en América Latina y el Caribe son una amenaza para la paz, las democracias, la soberana e independencia de nuestras patrias.
Si además, cuenta con embajadas, con la Agencia de Seguridad Nacional con la CIA, DEA, USAID y el Comando Sur como puntas de lanza para experimentar, usar y abusar de una serie de estrategias y doctrinas para recuperar su dominio total en esta parte del continente americano, se podrá deducir que sus objetivos de dominación pretenden en el futuro inmediato, la explotación de los recursos naturales y de las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad que necesitará el imperio para lanzarse a la dominación global.
Obama resultó un espejismo o un fraude gigantesco para millares de seres humanos que en todo el mundo creyeron que iba a ser el hombre que propiciaría cambios profundos en la administración de Estados Unidos, y en sus relaciones con las demás naciones de la tierra. Muchos creían que se avecinaba una era de paz fundamentada en el respeto a los pueblos y naciones y sus derechos inalienables.
La Academia Sueca se apresuró en otorgarle el Premio Nobel de la Paz, pero Barack Obama, pronto se convirtió en el Señor de la Guerra a pesar de haber reconocido el descalabro en Irak y en Afganistán que coadyuvan a consolidar la conciencia de la derrota en los círculos militares, financieros y políticos de las derechas republicanas de Tea Party y de las derechas liberaloides de los demócratas que claman por la recomposición del imperio.
CISPAL decía: “Con la pretensión de satisfacer a unos y otros, Obama ha desarrollado su propia visión del sistema internacional que ya no domina como antes, al tiempo que ha diseñado su política exterior junto a una doctrina para el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos bajo la teoría de la “guerra limitada” y light footprint o pista ligera para América Latina y el Caribe que ya fue probada con fracasos y éxitos en Medio Oriente y África, se decía en un documento elaborado por el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.
Agregaba que con esa nueva estrategia, el Ministerio de la Guerra de Estados Unidos comúnmente conocido como Pentágono, pretende involucrar directamente a las fuerzas armadas y policiales de cada país o nación-Estado, para que hagan el trabajo sucio en materia de represión de los movimientos sociales y populares con la consiguiente violación de los derechos humanos y libertades públicas, todo en defensa de los intereses económicos o políticos de la Casa Blanca. Se supone que con el uso de esa estrategia, Washington podrá reducir los gastos financieros que serían muy elevados si los intervencionismos guerreristas son directos con el uso de la fuerza militar.
Para que “pista ligera” funcione, el Pentágono, el South Command, la CIA, la DEA y la totalidad de las agencias de la NSA, por sus siglas en inglés, deberán penetrar profundamente en las fuerzas armadas y policiales de cada nación a las que entregarán armas y equipos nada sofisticados o en desuso para que, contentos con los nuevos juguetes bélicos, los usen en contra de sus propios pueblos. Además, se incrementarán las ofertas de becas, cursos, seminarios, visitas pagadas para oficiales y tropas. En otras palabras, pista ligera es la reedición de la Escuela de Las Américas en cada país. Recuérdese que en esa Escuela de las Américas “formaron” a los dictadores, torturadores, a los expertos en desaparición forzada de personas y en ejecuciones extrajudiciales.
La “cooperación” eficaz de las fuerzas armadas nacionales y de los cuerpos policiales en la ejecución de los planes del Pentágono se fundamenta en un largo y tradicional servilismo de militares y policías que se convirtieron en ejércitos de ocupación adentro de sus patrias. Las bases militares instaladas en suelo latinoamericano y caribeño y las embajadas yanquis han sido y son sitios seguros para la incubación de golpes de Estado y las consiguientes dictaduras que han significado sangre, muerte y dolor para millares y millares de personas y horrenda humillación y pérdida de soberanías para nuestras patrias.
El periodista y analista David Brooks, en Contrainjerencia, al referirse a un reciente informe del Pentágono, señalaba que ese documento destaca que, como en casi todo rubro, el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitación y organizar ejércitos.
Añadía que las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos están presentes cada vez más en América Latina para tareas de capacitación y de recaudación de inteligencia y otras misiones militares que, con otros programas de asistencia estadounidense a la región, se realizan bajo el rubro del viejo esquema de la lucha antinarcóticos, a pesar de los llamados por un cambio en las políticas antinarcóticos, concluye un nuevo informe sobre la asistencia de seguridad estadounidense en el hemisferio.
El informe publicado por tres centros de investigación y análisis –Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEF), Centro para políticas Internacionales (CIP) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) que mantienen un banco de datos conjunto sobre programas de asistencia estadounidense a América Latina– registra que aunque el nivel de asistencia estadounidense se ha reducido a uno de los más bajos en una década, lo preocupante es un mayor énfasis en relaciones militares menos transparentes y la sordera ante el creciente coro a favor de repensar las políticas prohibicionistas sobre las drogas por todo el hemisferio.
En gran medida, lo que viene ocurriendo no se refleja en los grandes presupuestos, sino que bien encubierto por un velo de misterio, deslucidos informes ante el Congreso y el público, y una migración del manejo de programas el Departamento de Estado hacia el Departamento de Defensa, subraya el informe, Hora de escuchar: tendencias en asistencia de seguridad de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe.
Más aún, el informe indica que a lo largo de los últimos años Estados Unidos ha ampliado su participación directa en operaciones antidrogas en el hemisferio occidental, sobre todo en América Central.
El informe destaca que el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitar y organizar ejércitos. Tales misiones cumplen funciones que van más allá de la mera provisión de entrenamiento. Ellas permiten que las unidades de Fuerzas Especiales se familiaricen con el terreno, la cultura y los oficiales claves en países donde algún día podrían operar, indica el informe. Agrega que también permiten que el personal estadounidense reúna información confidencial sobre sus países anfitriones.
También hay programas para establecer más unidades militares y policiales especializadas y otras fuerzas de élite que son capacitadas y operan con la supervisión de Estados Unidos y se vuelven un mecanismo de bajo costo para mantener la presencia e influencia de Estados Unidos en la guerra contra las drogas, que devino en un pretexto para mantener la presencia militar en la región.
Además hay otros equipos, como las Unidades de Investigación Confidencial o SIU, grupos ultrasecretos de agentes élite de la región bajo supervisión de la DEA y la CIA, operando en varios países, incluyendo recientemente México. De hecho, la DEA cuenta con más oficiales en México que en cualquiera de sus otros puestos en el extranjero.
El informe también destaca el papel cada vez más amplio de Colombia en la capacitación y asistencia, así como la exportación de su modelo, a otros países latinoamericanos en el contexto de la lucha antinarcóticos, incluido México, donde Colombia ha participado en la capacitación de miles de policías mexicanos.
Según David Brooks, el informe también incluye datos por región y países de la asistencia militar y policial estadounidense a América Latina y el Caribe desde 1996 a la programada para 2014. México recibió 44.8 millones en 2006, cifra que se multiplicó más de 10 veces para alcanzar 508 millones en 2010, 166 millones en 2012, 154 en 2013 y 127 millones en 2014.
El académico colombiano Renán Vega Cantor, en un ensayo sobre la geopolítica de dominación de Estados Unidos se refiere a la importancia geoestratégica de las bases militares de Estados Unidos en el mundo y particularmente en nuestros territorios.
Afirma que el capitalismo de nuestros días requiere materiales y energía más que en cualquier otro momento de su historia, como resultado del aumento del consumo a nivel mundial, a medida que se extiende la lógica capitalista de producción y derroche, porque la generalización del american way of life requiere de un flujo constante de petróleo y materiales, para asegurar la producción de mercancías que satisfagan los deseos hedonistas, artificialmente creados, de cientos de millones de seres humanos en todo el planeta.
Para producir automóviles, aviones, tanques de guerra, computadores, celulares, neveras, televisores y miles de mercancías se precisa de una cantidad ingente de metales y otros recursos minerales. Entre estos se incluyen los metales corrientes y conocidos, así como los metales raros. Hierro, cobre, zinc, plata, cromo, cobalto, berilio, manganeso, litio, molibdeno, platino titanio, tungsteno, son algunos de los metales más importantes en la producción capitalista de hoy. Un ejemplo ayuda a visualizar la importancia de esos metales: para producir el turborreactor de un avión se usa un 39% de metales corrientes y el resto consta de titanio (35%), cromo (13%), cobalto (11%), niobio (1%) y tántalo (1%)].
La savia del capitalismo
Para mantener el nivel de producción y consumo del capitalismo se requiere asegurar fuentes de abastecimiento de recursos materiales y energéticos, los cuales se encuentran concentrados en unas pocas zonas del planeta, y no precisamente en los Estados Unidos, Japón o la Unión Europea, que tienen déficits estructurales tanto en petróleo como en minerales estratégicos. En términos de minerales, algunos datos ilustran la dependencia externa de los Estados Unidos: “Entre el 100 y el 90% del manganeso, cromo y cobalto, 75% del estaño, y 61 % del cobre, níquel y zinc que consumen, 35% de hierro y entre 16 y 12% de la bauxita y plomo que requieren. Europa depende en un 99 a 85% de la importación de estos minerales, con excepción del zinc, del que depende en un 74% de importaciones del extranjero”. Lo significativo estriba en que en conjunto América Latina y el Caribe suministran a los Estados Unidos el 66% de aluminio, el 40% del cobre, el 50% del níquel (Diez Canseco, 2007).
En el escenario de esa guerra mundial por los recursos, América Latina es uno de los principales campos de batalla, porque suministra el 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesitan los Estados Unidos. Además, los pueblos de la América Latina y caribeña habitan un territorio en el que se encuentra el 25% de los bosques y el 40% de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entrañas el 27% del carbón, el 24% del petróleo, el 8 % del gas y el 5% del uranio. Y sus cuencas acuíferas contienen el 35% de la potencia hidroenergética mundial.
En estos momentos ha vuelto a cobrar importancia el esquema colonial de división internacional del trabajo, que se basa en la explotación minera, de tipo intensivo y depredador, de los países de América Latina. Esto ha implicado que compañías multinacionales provenientes de Canadá, Europa, China, se hayan apoderado, como en los viejos tiempos de la colonia, de grandes porciones territoriales del continente, donde se encuentran yacimientos minerales. La búsqueda insaciable de minerales metálicos y no metálicos ha llevado a que en estos países se implanten multinacionales extractivas, lo que ha generado un boom coyuntural que ha elevado los precios de esos minerales.
Incluso, se están explotando minerales que no tienen mucha utilidad práctica en términos productivos, como el oro, en torno al cual se ha desatado también otro boom inesperado. Esto está relacionado con la inestabilidad del dólar y la búsqueda de sucedáneos seguros, y qué mejor que el oro, aunque su explotación tenga consecuencias funestas para los países de América Latina, que lo poseen en las entrañas de sus cordilleras o de sus ríos.
El autor destaca que cuando se habla de la importancia geopolítica y geoeconómica de Sudamérica, no hay que perder de vista que el imperialismo estadounidense está pensando en términos mundiales al considerar las reservas de recursos naturales y energéticos. Así, en el 2003, el llamado Informe Cheney, o Política Nacional de Energía (NEP),postuló la obligatoriedad de dominar las fuentes más importantes de petróleo en todo el mundo y recalcó como prelación estratégica el control del petróleo que se encuentra fuera del Golfo Pérsico, en particular en tres zonas: la región andina (Colombia y Venezuela, en especial), la costa occidental del continente africano (Angola, Guinea Ecuatorial, Malí y Nigeria) y la cuenca del Mar Caspio (Azerbaiján y Kazajistán).
En la actualidad, cuando Estados Unidos libra lo que denomina la “guerra contra el terrorismo”, un eufemismo para ocultar la guerra mundial por los recursos, existe una integración plena entre la política contrainsurgente y la protección del petróleo, como sucede de manera concreta en Colombia. En 2002, el Departamento de Estado había dicho al respecto:
La pérdida de ganancias, debido a ataques guerrilleros, obstaculiza seriamente al gobierno de Colombia en la satisfacción de las necesidades sociales, políticas y de seguridad nacionales”. Por ello, determinó apoyar la seguridad de los oleoductos, principalmente el de Caño Limón-Coveñas y para eso Estados Unidos “fortalecerá al gobierno de Colombia en su capacidad para proteger una parte vital de su infraestructura energética” (Klare, 2004).
El analista Michael Klare decía en forma premonitoria en el 2004 al comentar el involucramiento petrolero militar de Estados Unidos en Colombia:
Se supone que los instructores estadounidenses asignados a esta misión se atienen a su papel de entrenamiento y apoyo. Pero hay indicios de que el personal militar estadounidense ha acompañado a las tropas colombianas en operaciones de combate contra las guerrillas. El entrenamiento ocurre “durante misiones militares y de inteligencia reales”, reveló el US News and World Report en febrero de 2003. Lentamente, Estados Unidos se convierte en parte de la principal campaña contrainsurgente en Colombia, con todos los signos de una guerra prolongada (ibíd.).
En ese mismo sentido, el Plan Cheney enfatizaba la importancia del petróleo de América Latina, puesto que Venezuela es el tercer proveedor Mundial, México el cuarto y Colombia el séptimo, recomendando incluso la ampliación del suministro de México y Venezuela (Klare, 2013).
Las declaraciones de políticos, militares y empresarios de los Estados Unidos sirven para sopesar la magnitud de la guerra por el control de los recursos. Sólo a manera de ilustración, Ralph Peters, mayor retirado del ejército de los Estados Unidos, afirmó en Armed Forces Journal, (una revista mensual para oficiales y dirigentes de la comunidad militar de EE.UU.) en agosto de 2006:
No habrá paz. En cualquier momento dado durante el resto de nuestras vidas, habrá múltiples conflictos en formas mutantes en todo el globo. Los conflictos violentos dominarán los titulares, pero las luchas culturales y económicas serán más constantes y, en última instancia, más decisivas. El rol de facto de las fuerzas armadas de USA será mantener la seguridad del mundo para nuestra economía y que se mantenga abierta a nuestro ataque cultural. Con esos objetivos, mataremos una cantidad considerable de gente (Mosaddeq Ahmed, 2006).
En otra parte de su ensayo, el autor sostiene que los estrategas del imperialismo estadounidense implementaron una visión del mundo que se basa en determinar si los países son o no obedientes a los dictados de Washington y a su proyecto de dominación mundial, presentado en público con el nombre de globalización. Uno de estos estrategas, Thomas Barnett, diseñó el Nuevo Mapa del Pentágono, en el cual se divide al mundo en tres regiones, aunque de ellas en verdad importen dos. Por una parte está el centro, conformado por los países capitalistas desarrollados, con Estados fuertes; luego están los países eslabón, que se constituyen en zonas de amortiguamiento y de disciplinamiento del tercer grupo, los países “brecha”, donde se encuentran los Estados fallidos y las zonas de peligro para el nuevo orden mundial y sobre los cuales se debe desplegar una labor de vigilancia y control por parte de los Estados Unidos, con el fin de consolidar un sistema verdaderamente globalizado, incondicional y proclive a la dominación y explotación abanderadas por Washington y sus compañías multinacionales (cf. Ceceña, 2004). Dicho de otra forma, el mundo está dividido en dos bandos: un sector crítico, conformado por Estados fallidos que amenazan la seguridad internacional a la que se denomina la “brecha no integrada”, la cual está conformada por países de Centro América y el Caribe, la región andina de Sudamérica, que se extiende por casi todo África (menos Sudáfrica), Europa oriental, el Medio Oriente (excluyendo a Israel), Asia Central, Indochina, Indonesia y Filipinas; la otra zona, formada por lo que se denomina el “núcleo operante de la globalización”, del que forman parte Estados Unidos, Canadá, Chile, Europa Occidental, China, Japón, India, Australia. Los territorios no enganchados se convierten en un peligro, deben ser sujetos por los primeros, y ponen en cuestión la seguridad del Occidente. Por ello, tienen que ser integrados a la fuerza, porque “si un país pierde ante la globalización o si rechaza buena parte de los beneficios que esta ofrece, existe una probabilidad considerablemente alta de que en algún momento los Estados Unidos enviarán sus tropas a intervenir en este país” (Schmitt, 2009).
Llama la atención que esta gran zona de conflictos y turbulencias corresponda a los lugares donde se encuentran las mayores reservas de recursos materiales y energéticos. La intervención de Estados Unidos en esta gran zona del mundo se hace a nombre de mantener la gobernabilidad, con lo cual se oculta el interés estratégico de asegurarse el dominio de esos recursos naturales, imprescindibles para el funcionamiento del capitalismo, así como el mantenimiento de la explotación de importantes contingentes de fuerza de trabajo, a bajo costo o en términos casi gratuitos: una condición indispensable para el mantenimiento y la reproducción del capitalismo a escala mundial. Adicionalmente, esos territorios no solamente se deben dominar por sus recursos, sino también porque allí también existen movimientos de resistencia y rebelión, donde se esbozan otras propuestas alternativas al capitalismo, que en el “nuevo orden mundial” no se pueden tolerar (cf. Ceceña, 2004).
Al referirse a la guerra de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe, Vega Cantor afirma que Estados Unidos, como un imperialismo en crisis, apuesta a la guerra como una forma de mantener su debilitada hegemonía. Esa guerra combina las acciones bélicas convencionales, como se ha mostrado en Iraq y Afganistán, con el combate irregular, sobre todo en aquellos lugares donde su objetivo es derribar a los que concibe como enemigos de su seguridad nacional, porque impulsan proyectos independientes y porque poseen recursos estratégicos que necesita con urgencia para mantener su despilfarrador modo de vida.
Un millar de bases militares estadounidenses
Para mantener el dudoso poderío militar, Estados Unidos ha instalado alrededor de un millar de bases militares en todo el mundo. Solo en América Latina y el Caribe posee 36 bases militares, pero con exactitud no se conoce la cantidad de bases que posee, aunque según un inventario oficial elaborado por el Pentágono, en el 2008, Estados Unidos tenía 865 bases en 46 países, en los cuales desplegaba unos 200 mil soldados. Sin embargo, algunos de los que han estudiado con detalle el asunto sostienen que el número total de bases es de unas 1.250, distribuidas en más de 100 países del mundo. La dificultar para precisar su número estriba en que en las cifras oficiales no se consideran las bases que se han instalado en Afganistán e Iraq, territorios actualmente invadidos por los Estados Unidos.
En América Latina, Estados Unidos cuenta en estos momentos con un total de 36 bases oficialmente reconocidas, incluyendo a las colombianas, y a las cuales deben agregarse otras que nunca se mencionan, pero que en la práctica operan, como tres que hay en el Perú. Esas bases son las siguientes: en América Central, se encuentran la base de Comalapa en el Salvador, la de Soto-Cano (o Palmerola) en Honduras, desde donde se planeó el golpe contra el presidente Zelalla, en Costa Rica está la base de Liberia, que dejo de funcionar un tiempo pero que volvió a operar recientemente. En América del Sur operan en Perú tres bases de las que poco se habla; en Paraguay está la base militar Mariscal Estigarribia, localizada en el Chaco, con capacidad para alojar a 20 mil soldados y se encuentra situada en un lugar estratégico, cerca de la triple frontera y al acuífero Guaraní, la reserva de agua dulce más grande del mundo; en el Caribe, existen bases en Cuba, la de Guantánamo, usada como centro de tortura; en Aruba, la base militar Reina Beatriz y en Curaçao la de Hatos. A este listado deben agregarse las 7 bases reconocidas en Colombia, cifra que es mayor, y las que se instalaran en Panamá (cf. Modak, 2009).
¿Cómo podría definirse una base militar? De manera simple puede decirse que es un lugar en donde un ejército entrena, prepara y almacena sus maquinarías de guerra. Se puede hablar, según sus funciones específicas, de cuatro tipos de bases militares: aéreas, terrestres, navales y de comunicación y vigilancia. Como el imperialismo estadounidense ve a la superficie terrestre como un inmenso campo de batalla, las bases o instalaciones militares de diversa naturaleza están repartidas en una rejilla de mando dividida en cinco unidades espaciales y cuatro unidades especiales (Comandos o Combatientes Unificados). Cada unidad está situada bajo el mando de un general. La superficie terrestre está entonces considerada como un vasto campo de batalla que puede ser patrullado o vigilado constantemente a partir de estas bases (Dufour, 2007).
Chalmers Johnson señaló que, durante el gobierno de Bush, se diseñó la estrategia de actuar contra los “Estados Canalla”, que forman un arco de inestabilidad mundial que va desde la zona andina (Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia), atraviesa el norte de África, pasando por el oriente próximo hasta llegar a Filipinas e Indonesia. Este arco de inestabilidad coincide con lo que se denomina el “anillo del petróleo”, que se encuentra en gran medida en lo que antes se conocía como Tercer Mundo. Según Johnson, “el militarismo y el imperialismo son hermanos siameses unidos por la cadera… Cada uno se desarrolla con el otro. En otro tiempo, se podía trazar la extensión del imperio contando las colonias. La versión estadounidense de las colonias son las bases militares…” (Johnson, 2004).
El establecimiento de bases militares en todo el mundo, en zonas vitales desde el punto de vista económico y político, demuestra que se han ampliado las estrategias, porque ya no se trata solamente de las clásicas intervenciones que operan desde afuera para derrocar a un régimen considerado enemigo por parte de los Estados Unidos, como ha sucedido en Iraq y Afganistán. Ahora se trata de tomar posesión del territorio de un país de manera directa para contar con una fuerza militar activa que funciona en forma autónoma y con una gran capacidad operativa y en el ramo de la inteligencia. Para hacerlo posible, Estados Unidos usa sofisticada tecnología y despliega una impresionante capacidad de hacer daño a países y a territorios localizados en cualquier lugar del planeta (cf. Ruiz Tirado, 2009).
La difusión de los intereses económicos y financieros del imperialismo hasta el último rincón del planeta, requiere de un respaldo militar, que se expresa en poder de fuego y en movilidad. Poder de fuego para doblegar brutalmente a sus oponentes, como Estados Unidos lo viene haciendo desde la invasión a Panamá en diciembre de 1989, y a la que han seguido las apocalípticas guerras en el Golfo Pérsico, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán. No es casual el mismo nombre que se le ha dado a algunas de esas campañas (Conmoción y Pavor, Tormenta del Desierto) y que los voceros más cínicos de los Estados Unidos hayan dicho que cada una de esas guerras tenía la finalidad de hacer regresar a los países agredidos a la edad de piedra. Movilidad para poderse desplazar de manera rápida de las bases militares hacia los teatros de guerra, o en otros términos, desplegar la potencia militar sin restricciones en cualquier lugar de la tierra.
En este sentido, Estados Unidos dispone en la actualidad del más sofisticado y terrorífico poderío militar que se ha erigido en la historia de la humanidad, que se despliega por mar, aire y tierra. Tiene barcos de guerra, portaaviones y submarinos en todos los océanos del mundo, desde donde despegan cientos de aviones para bombardear objetivos situados a cientos e incluso miles de kilómetros de distancia. Para que todo esto sea posible es indispensable contar con una red mundial de bases militares, distribuida en todos los continentes. Esas bases se encuentran desplegadas en zonas en las que hay ejes de transporte rápido, en donde se recoge información mundial, para espiar y vigilar a sus adversarios. Esto permite disponer de una red comunicacional interconectada con aviones, ferrocarriles, carros de combate, barcos, submarinos, que cuentan con una infraestructura física vital para su funcionamiento, mediante el control de aeropuertos, puertos fluviales y marítimos, carreteras, autopistas y centrales de telecomunicaciones.
De una importancia similar a las bases militares son los portaaviones, desde donde se realizan intervenciones rápidas. Estados Unidos cuenta en la actualidad con 12 portaaviones desplegados por todos los mares del mundo. En torno a cada portaviones se constituye un grupo, esto es, una flota en la que van buques y submarinos, que lo protegen de eventuales ataques aéreos y submarinos: “Los portaviones forman la base de una enorme capacidad ofensiva aérea sin equivalente. Cada portaviones transporta 50 aviones capaces de llevar a cabo entre 90 y 170 ataques al día en función de la misión. Cada grupo contiene también 2 cruceros lanza misiles. Para tener capacidad de ataque terrestre, estos grupos son completados con tropas y vehículos anfibios” (McEjércitos, 2007).
En estas condiciones, la importancia militar de las bases instaladas en Colombia –de hecho, todo su territorio– está relacionada con la estrategia de movilidad de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en el centro, el sur de América y en el Caribe. De manera un poco más precisa, el imperialismo estadounidense ha propuesto cuatro modelos de posicionamiento militar en nuestro continente: bases de gran tamaño, tipo Guantánamo, en donde hay instalaciones militares completas, ocupadas en forma permanente por efectivos militares y sus familias; bases de tamaño medio, como la de Palmerola, que cuenta con amplias instalaciones que están ocupadas por un personal que se renueva cada semestre; bases pequeñas, bautizadas con el eufemismo de Cooperative Security Locations (CSL), “localidades de seguridad cooperativa”, como las de Curazao o Comalapa, en donde hay poco personal, pero tienen una importante capacidad operativa en materia de telecomunicaciones y de información, la cual es transmitida a territorio de los Estados Unidos; las bases micro, son sitios de transito que se usan para permitir el avituallamiento de los aviones, los que luego despegan hacia sus objetivos, como ejemplo de lo cual puede mencionarse la base de Iquitos, en el Perú (cf. Herren, 2009)
Con mucho patriotismo, conocimiento científico-técnico y con suma acumulación de experiencias, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC-EP- proponen desarrollar una campaña regional contra las bases militares de Estados Unidos. Las FARC-EP manifiestan:
“En la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente… en Colombia hay doce” . En su comunicado, señalan: “El imperialismo estadounidense ha mantenido, además del sometimiento económico, un dominio militar en todo el continente para lo cual ha promovido invasiones directas, golpes de Estado, elecciones presidenciales fraudulentas…
Gobiernos surgidos de esa manera son incondicionales a sus políticas, sumisos aceptan la instalación de bases militares en nuestros países, sin importarles que sean violatorias de la soberanía nacional y sirvan para agredir a los vecinos o a pueblos de otros continentes.
Los primeros en sufrir la humillación fueron Puerto Rico y Cuba, esta última con la base de Guantánamo, que hoy en día sirve de cárcel para los prisioneros acusados de terrorismo y que han sido secuestrados en diversos países. Quienes tienen la desgracia de llegar allí reciben trato de enemigo y no tienen derecho alguno, ni siquiera el de la legítima defensa. La tortura es ejercida abiertamente, sin que muchos gobiernos y organismos internacionales se atrevan a condenarla públicamente. Es una afrenta a la comunidad internacional y una mancha indeleble que jamás podrá borrar la “injusticia Norteamericana”
Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar.
El caso colombiano
Así, en la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región. El pretexto: la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
EL CASO COLOMBIANO es muy diciente. El presidente Álvaro Uribe Vélez (2008-2010), le entregó todo el territorio nacional a los halcones de la guerra. Se reconoce la existencia de 7 bases militares, pero en realidad hay doce y los Estados Unidos disponen de permiso para usar, en caso “necesario” todos los puertos y aeropuertos del país con fines bélicos.
Colombia quedó cubierta militarmente, pero las operaciones militares no son solo para Colombia. La base de Palanquero ha sido modernizada para recibir aviones de guerra de última generación, con capacidad de operar en toda la parte sur del continente, controlar el océano Atlántico e intervenir en países africanos.
A lo anterior hay que sumarle el despliegue de la Cuarta Flota y entonces nos encontramos con que los EE.UU. actúan amenazadoramente para disuadir o intervenir en cualquier nación del continente con una supremacía absoluta y con una velocidad asombrosa. En minutos pueden desembarcar miles de soldados en cualquiera de las bases en Colombia. Sus avanzadas están en posición. Disponen de inteligencia estratégica táctica y sobre objetivos militares a ser aniquilados o neutralizados.
COLOMBIA TIENE LA FUERZA MILITAR más numerosa de América del Sur, 500 mil soldados hombres y mujeres entrenados para la guerra, con armamento moderno, aviones de combate, Drones equipados con mecanismos de espionaje de la más alta tecnología, satélites con sensores que detectan luz, calor, humo y presencia de seres humanos; disponen de equipos de fotografía que pueden captar a una persona a muchos de kilómetros de distancia. Con la particularidad que esta tecnología es manejada directamente por personal estadounidense y en muchas de esas bases hay lugares en los que está restringido el acceso al personal de nacionalidad colombiana.
En Colombia la vida civil se ha militarizado. Los gerentes, administradores, funcionarios públicos, profesionales independientes, han recibido formación militar y grados militares, que los acreditan como capitanes, mayores o coroneles de la reserva que en un momento dado pueden entrar a dar órdenes a militares de menor rango.
En muchas áreas del país los asesores y personal militar estadounidense, circula libremente. Es indigno y antipatriótico ver como militares colombianos se acostumbran a realizar operaciones bajo sus órdenes. Son varios los casos reportados de pilotos norteamericanos que han muerto en accidentes o al ser derribados sus aviones por la guerrilla.
Ninguna de estas noticias trasciende a la prensa por el cerco informativo que se ejerce sobre el tema.
IGUAL ESTÁ PASANDO por todo el continente. Las oligarquías en el poder alineados con esta política ni se molestan, ni critican, ni denuncian la instalación de bases en Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Haití, Puerto Rico, Bolivia, Brasil y otras.
Ha sido un trabajo lento, pero seguro; ningún país está en capacidad de responder militarmente al imperio, pero sí de obligarlo a salir de su territorio como lo hizo Rafael Correa con la Base de Manta, en el Ecuador. Esto demuestra que mientras haya gobiernos democráticos y pueblos erguidos, el imperio no las tiene todas consigo.
El despertar de nuestra América es innegable, hoy contamos con gobiernos patrióticos que levantan las banderas de la dignidad y el antiimperialismo, la movilización y la protesta social crecen cada vez más y entre sus consignas aparece la lucha contra el Imperio, el capitalismo, el neoliberalismo; por la autodeterminación de los pueblos, la defensa de la soberanía nacional y el repudio a la presencia militar yanqui en el continente; consignas que todos los revolucionarios, demócratas y patriotas estamos obligados a agitar para que prendan en la conciencia popular y así hacer abortar los planes de dominación continental
Tarea urgente y necesaria es organizar una campaña simultánea en todos los países de América Latina y el Caribe contra las base norteamericanas. ¡Fuera las bases militares estadounidenses de nuestro continente!
Por otra parte cabe reiterar que Estados Unidos ha sido fiel a la divisa imperial y maquiavélica: “Divide y reinarás”. Boicoteó, con la ayuda y colaboración cipaya del colombiano general Santander, el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador Simón Bolívar con el propósito de unir a las repúblicas latinoamericanas en una sola patria grande y fuerte que sea capaz de enfrentar al monstruo del norte.
Históricamente la práctica del divisionismo ha sido eficaz para los intereses geopolíticos de Estados Unidos, razón suficiente para que los procesos integracionistas sean el blanco de la Casa Blanca, que bien sabe aprovechar las múltiples dificultades y contradicciones internas de los gobernantes provenientes generalmente de las derechas oligárquicas aliadas incondicionales del imperio y usufructuarias del sistema capitalista que permite la extrema explotación del capital sobre el trabajo.
Golpes de Estado como los casos de Honduras y el Paraguay han sido propiciados por Estados Unidos para impedir la vinculación efectiva de Honduras al ALBA y del Paraguay para provocar fisuras en la Unasur.
“En ese propósito de torpedear dicha integración, en la que participan países de la zona andina como Venezuela, Ecuador y Bolivia, el régimen colombiano juega un papel de primer orden, como ya lo ha demostrado fehacientemente.
La implantación de las bases militares en Colombia también está relacionada de manera directa con la decisión del gobierno de los Estados Unidos, y de sus lacayos de América del Sur, de oponerse a los gobiernos nacionalistas que han surgido en varios países de la región en los últimos años. Sobre el particular, un documento de mayo de 2009 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos enfatiza la importancia de la base de Palanquero, en el centro de Colombia, al recalcar que nos da una oportunidad única para las operaciones de espectro completo en una subregión crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos antiestadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales (Blair, s/a).
Como dicen las FARC-EP: “Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar”
Todos los pueblos de América Latina y el Caribe podrían marchar juntos ante el imperativo histórico que demanda la expulsión de las 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región.
Publicado el 12/31/13 •
CISPAL / Adital – Las 36 bases militares de Estados Unidos instaladas en América Latina y el Caribe son una amenaza para la paz, las democracias, la soberana e independencia de nuestras patrias.
Si además, cuenta con embajadas, con la Agencia de Seguridad Nacional con la CIA, DEA, USAID y el Comando Sur como puntas de lanza para experimentar, usar y abusar de una serie de estrategias y doctrinas para recuperar su dominio total en esta parte del continente americano, se podrá deducir que sus objetivos de dominación pretenden en el futuro inmediato, la explotación de los recursos naturales y de las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad que necesitará el imperio para lanzarse a la dominación global.
Obama resultó un espejismo o un fraude gigantesco para millares de seres humanos que en todo el mundo creyeron que iba a ser el hombre que propiciaría cambios profundos en la administración de Estados Unidos, y en sus relaciones con las demás naciones de la tierra. Muchos creían que se avecinaba una era de paz fundamentada en el respeto a los pueblos y naciones y sus derechos inalienables.
La Academia Sueca se apresuró en otorgarle el Premio Nobel de la Paz, pero Barack Obama, pronto se convirtió en el Señor de la Guerra a pesar de haber reconocido el descalabro en Irak y en Afganistán que coadyuvan a consolidar la conciencia de la derrota en los círculos militares, financieros y políticos de las derechas republicanas de Tea Party y de las derechas liberaloides de los demócratas que claman por la recomposición del imperio.
CISPAL decía: “Con la pretensión de satisfacer a unos y otros, Obama ha desarrollado su propia visión del sistema internacional que ya no domina como antes, al tiempo que ha diseñado su política exterior junto a una doctrina para el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos bajo la teoría de la “guerra limitada” y light footprint o pista ligera para América Latina y el Caribe que ya fue probada con fracasos y éxitos en Medio Oriente y África, se decía en un documento elaborado por el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.
Agregaba que con esa nueva estrategia, el Ministerio de la Guerra de Estados Unidos comúnmente conocido como Pentágono, pretende involucrar directamente a las fuerzas armadas y policiales de cada país o nación-Estado, para que hagan el trabajo sucio en materia de represión de los movimientos sociales y populares con la consiguiente violación de los derechos humanos y libertades públicas, todo en defensa de los intereses económicos o políticos de la Casa Blanca. Se supone que con el uso de esa estrategia, Washington podrá reducir los gastos financieros que serían muy elevados si los intervencionismos guerreristas son directos con el uso de la fuerza militar.
Para que “pista ligera” funcione, el Pentágono, el South Command, la CIA, la DEA y la totalidad de las agencias de la NSA, por sus siglas en inglés, deberán penetrar profundamente en las fuerzas armadas y policiales de cada nación a las que entregarán armas y equipos nada sofisticados o en desuso para que, contentos con los nuevos juguetes bélicos, los usen en contra de sus propios pueblos. Además, se incrementarán las ofertas de becas, cursos, seminarios, visitas pagadas para oficiales y tropas. En otras palabras, pista ligera es la reedición de la Escuela de Las Américas en cada país. Recuérdese que en esa Escuela de las Américas “formaron” a los dictadores, torturadores, a los expertos en desaparición forzada de personas y en ejecuciones extrajudiciales.
La “cooperación” eficaz de las fuerzas armadas nacionales y de los cuerpos policiales en la ejecución de los planes del Pentágono se fundamenta en un largo y tradicional servilismo de militares y policías que se convirtieron en ejércitos de ocupación adentro de sus patrias. Las bases militares instaladas en suelo latinoamericano y caribeño y las embajadas yanquis han sido y son sitios seguros para la incubación de golpes de Estado y las consiguientes dictaduras que han significado sangre, muerte y dolor para millares y millares de personas y horrenda humillación y pérdida de soberanías para nuestras patrias.
El periodista y analista David Brooks, en Contrainjerencia, al referirse a un reciente informe del Pentágono, señalaba que ese documento destaca que, como en casi todo rubro, el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitación y organizar ejércitos.
Añadía que las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos están presentes cada vez más en América Latina para tareas de capacitación y de recaudación de inteligencia y otras misiones militares que, con otros programas de asistencia estadounidense a la región, se realizan bajo el rubro del viejo esquema de la lucha antinarcóticos, a pesar de los llamados por un cambio en las políticas antinarcóticos, concluye un nuevo informe sobre la asistencia de seguridad estadounidense en el hemisferio.
El informe publicado por tres centros de investigación y análisis –Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEF), Centro para políticas Internacionales (CIP) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) que mantienen un banco de datos conjunto sobre programas de asistencia estadounidense a América Latina– registra que aunque el nivel de asistencia estadounidense se ha reducido a uno de los más bajos en una década, lo preocupante es un mayor énfasis en relaciones militares menos transparentes y la sordera ante el creciente coro a favor de repensar las políticas prohibicionistas sobre las drogas por todo el hemisferio.
En gran medida, lo que viene ocurriendo no se refleja en los grandes presupuestos, sino que bien encubierto por un velo de misterio, deslucidos informes ante el Congreso y el público, y una migración del manejo de programas el Departamento de Estado hacia el Departamento de Defensa, subraya el informe, Hora de escuchar: tendencias en asistencia de seguridad de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe.
Más aún, el informe indica que a lo largo de los últimos años Estados Unidos ha ampliado su participación directa en operaciones antidrogas en el hemisferio occidental, sobre todo en América Central.
El informe destaca que el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitar y organizar ejércitos. Tales misiones cumplen funciones que van más allá de la mera provisión de entrenamiento. Ellas permiten que las unidades de Fuerzas Especiales se familiaricen con el terreno, la cultura y los oficiales claves en países donde algún día podrían operar, indica el informe. Agrega que también permiten que el personal estadounidense reúna información confidencial sobre sus países anfitriones.
También hay programas para establecer más unidades militares y policiales especializadas y otras fuerzas de élite que son capacitadas y operan con la supervisión de Estados Unidos y se vuelven un mecanismo de bajo costo para mantener la presencia e influencia de Estados Unidos en la guerra contra las drogas, que devino en un pretexto para mantener la presencia militar en la región.
Además hay otros equipos, como las Unidades de Investigación Confidencial o SIU, grupos ultrasecretos de agentes élite de la región bajo supervisión de la DEA y la CIA, operando en varios países, incluyendo recientemente México. De hecho, la DEA cuenta con más oficiales en México que en cualquiera de sus otros puestos en el extranjero.
El informe también destaca el papel cada vez más amplio de Colombia en la capacitación y asistencia, así como la exportación de su modelo, a otros países latinoamericanos en el contexto de la lucha antinarcóticos, incluido México, donde Colombia ha participado en la capacitación de miles de policías mexicanos.
Según David Brooks, el informe también incluye datos por región y países de la asistencia militar y policial estadounidense a América Latina y el Caribe desde 1996 a la programada para 2014. México recibió 44.8 millones en 2006, cifra que se multiplicó más de 10 veces para alcanzar 508 millones en 2010, 166 millones en 2012, 154 en 2013 y 127 millones en 2014.
El académico colombiano Renán Vega Cantor, en un ensayo sobre la geopolítica de dominación de Estados Unidos se refiere a la importancia geoestratégica de las bases militares de Estados Unidos en el mundo y particularmente en nuestros territorios.
Afirma que el capitalismo de nuestros días requiere materiales y energía más que en cualquier otro momento de su historia, como resultado del aumento del consumo a nivel mundial, a medida que se extiende la lógica capitalista de producción y derroche, porque la generalización del american way of life requiere de un flujo constante de petróleo y materiales, para asegurar la producción de mercancías que satisfagan los deseos hedonistas, artificialmente creados, de cientos de millones de seres humanos en todo el planeta.
Para producir automóviles, aviones, tanques de guerra, computadores, celulares, neveras, televisores y miles de mercancías se precisa de una cantidad ingente de metales y otros recursos minerales. Entre estos se incluyen los metales corrientes y conocidos, así como los metales raros. Hierro, cobre, zinc, plata, cromo, cobalto, berilio, manganeso, litio, molibdeno, platino titanio, tungsteno, son algunos de los metales más importantes en la producción capitalista de hoy. Un ejemplo ayuda a visualizar la importancia de esos metales: para producir el turborreactor de un avión se usa un 39% de metales corrientes y el resto consta de titanio (35%), cromo (13%), cobalto (11%), niobio (1%) y tántalo (1%)].
La savia del capitalismo
Para mantener el nivel de producción y consumo del capitalismo se requiere asegurar fuentes de abastecimiento de recursos materiales y energéticos, los cuales se encuentran concentrados en unas pocas zonas del planeta, y no precisamente en los Estados Unidos, Japón o la Unión Europea, que tienen déficits estructurales tanto en petróleo como en minerales estratégicos. En términos de minerales, algunos datos ilustran la dependencia externa de los Estados Unidos: “Entre el 100 y el 90% del manganeso, cromo y cobalto, 75% del estaño, y 61 % del cobre, níquel y zinc que consumen, 35% de hierro y entre 16 y 12% de la bauxita y plomo que requieren. Europa depende en un 99 a 85% de la importación de estos minerales, con excepción del zinc, del que depende en un 74% de importaciones del extranjero”. Lo significativo estriba en que en conjunto América Latina y el Caribe suministran a los Estados Unidos el 66% de aluminio, el 40% del cobre, el 50% del níquel (Diez Canseco, 2007).
En el escenario de esa guerra mundial por los recursos, América Latina es uno de los principales campos de batalla, porque suministra el 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesitan los Estados Unidos. Además, los pueblos de la América Latina y caribeña habitan un territorio en el que se encuentra el 25% de los bosques y el 40% de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entrañas el 27% del carbón, el 24% del petróleo, el 8 % del gas y el 5% del uranio. Y sus cuencas acuíferas contienen el 35% de la potencia hidroenergética mundial.
En estos momentos ha vuelto a cobrar importancia el esquema colonial de división internacional del trabajo, que se basa en la explotación minera, de tipo intensivo y depredador, de los países de América Latina. Esto ha implicado que compañías multinacionales provenientes de Canadá, Europa, China, se hayan apoderado, como en los viejos tiempos de la colonia, de grandes porciones territoriales del continente, donde se encuentran yacimientos minerales. La búsqueda insaciable de minerales metálicos y no metálicos ha llevado a que en estos países se implanten multinacionales extractivas, lo que ha generado un boom coyuntural que ha elevado los precios de esos minerales.
Incluso, se están explotando minerales que no tienen mucha utilidad práctica en términos productivos, como el oro, en torno al cual se ha desatado también otro boom inesperado. Esto está relacionado con la inestabilidad del dólar y la búsqueda de sucedáneos seguros, y qué mejor que el oro, aunque su explotación tenga consecuencias funestas para los países de América Latina, que lo poseen en las entrañas de sus cordilleras o de sus ríos.
El autor destaca que cuando se habla de la importancia geopolítica y geoeconómica de Sudamérica, no hay que perder de vista que el imperialismo estadounidense está pensando en términos mundiales al considerar las reservas de recursos naturales y energéticos. Así, en el 2003, el llamado Informe Cheney, o Política Nacional de Energía (NEP),postuló la obligatoriedad de dominar las fuentes más importantes de petróleo en todo el mundo y recalcó como prelación estratégica el control del petróleo que se encuentra fuera del Golfo Pérsico, en particular en tres zonas: la región andina (Colombia y Venezuela, en especial), la costa occidental del continente africano (Angola, Guinea Ecuatorial, Malí y Nigeria) y la cuenca del Mar Caspio (Azerbaiján y Kazajistán).
En la actualidad, cuando Estados Unidos libra lo que denomina la “guerra contra el terrorismo”, un eufemismo para ocultar la guerra mundial por los recursos, existe una integración plena entre la política contrainsurgente y la protección del petróleo, como sucede de manera concreta en Colombia. En 2002, el Departamento de Estado había dicho al respecto:
La pérdida de ganancias, debido a ataques guerrilleros, obstaculiza seriamente al gobierno de Colombia en la satisfacción de las necesidades sociales, políticas y de seguridad nacionales”. Por ello, determinó apoyar la seguridad de los oleoductos, principalmente el de Caño Limón-Coveñas y para eso Estados Unidos “fortalecerá al gobierno de Colombia en su capacidad para proteger una parte vital de su infraestructura energética” (Klare, 2004).
El analista Michael Klare decía en forma premonitoria en el 2004 al comentar el involucramiento petrolero militar de Estados Unidos en Colombia:
Se supone que los instructores estadounidenses asignados a esta misión se atienen a su papel de entrenamiento y apoyo. Pero hay indicios de que el personal militar estadounidense ha acompañado a las tropas colombianas en operaciones de combate contra las guerrillas. El entrenamiento ocurre “durante misiones militares y de inteligencia reales”, reveló el US News and World Report en febrero de 2003. Lentamente, Estados Unidos se convierte en parte de la principal campaña contrainsurgente en Colombia, con todos los signos de una guerra prolongada (ibíd.).
En ese mismo sentido, el Plan Cheney enfatizaba la importancia del petróleo de América Latina, puesto que Venezuela es el tercer proveedor Mundial, México el cuarto y Colombia el séptimo, recomendando incluso la ampliación del suministro de México y Venezuela (Klare, 2013).
Las declaraciones de políticos, militares y empresarios de los Estados Unidos sirven para sopesar la magnitud de la guerra por el control de los recursos. Sólo a manera de ilustración, Ralph Peters, mayor retirado del ejército de los Estados Unidos, afirmó en Armed Forces Journal, (una revista mensual para oficiales y dirigentes de la comunidad militar de EE.UU.) en agosto de 2006:
No habrá paz. En cualquier momento dado durante el resto de nuestras vidas, habrá múltiples conflictos en formas mutantes en todo el globo. Los conflictos violentos dominarán los titulares, pero las luchas culturales y económicas serán más constantes y, en última instancia, más decisivas. El rol de facto de las fuerzas armadas de USA será mantener la seguridad del mundo para nuestra economía y que se mantenga abierta a nuestro ataque cultural. Con esos objetivos, mataremos una cantidad considerable de gente (Mosaddeq Ahmed, 2006).
En otra parte de su ensayo, el autor sostiene que los estrategas del imperialismo estadounidense implementaron una visión del mundo que se basa en determinar si los países son o no obedientes a los dictados de Washington y a su proyecto de dominación mundial, presentado en público con el nombre de globalización. Uno de estos estrategas, Thomas Barnett, diseñó el Nuevo Mapa del Pentágono, en el cual se divide al mundo en tres regiones, aunque de ellas en verdad importen dos. Por una parte está el centro, conformado por los países capitalistas desarrollados, con Estados fuertes; luego están los países eslabón, que se constituyen en zonas de amortiguamiento y de disciplinamiento del tercer grupo, los países “brecha”, donde se encuentran los Estados fallidos y las zonas de peligro para el nuevo orden mundial y sobre los cuales se debe desplegar una labor de vigilancia y control por parte de los Estados Unidos, con el fin de consolidar un sistema verdaderamente globalizado, incondicional y proclive a la dominación y explotación abanderadas por Washington y sus compañías multinacionales (cf. Ceceña, 2004). Dicho de otra forma, el mundo está dividido en dos bandos: un sector crítico, conformado por Estados fallidos que amenazan la seguridad internacional a la que se denomina la “brecha no integrada”, la cual está conformada por países de Centro América y el Caribe, la región andina de Sudamérica, que se extiende por casi todo África (menos Sudáfrica), Europa oriental, el Medio Oriente (excluyendo a Israel), Asia Central, Indochina, Indonesia y Filipinas; la otra zona, formada por lo que se denomina el “núcleo operante de la globalización”, del que forman parte Estados Unidos, Canadá, Chile, Europa Occidental, China, Japón, India, Australia. Los territorios no enganchados se convierten en un peligro, deben ser sujetos por los primeros, y ponen en cuestión la seguridad del Occidente. Por ello, tienen que ser integrados a la fuerza, porque “si un país pierde ante la globalización o si rechaza buena parte de los beneficios que esta ofrece, existe una probabilidad considerablemente alta de que en algún momento los Estados Unidos enviarán sus tropas a intervenir en este país” (Schmitt, 2009).
Llama la atención que esta gran zona de conflictos y turbulencias corresponda a los lugares donde se encuentran las mayores reservas de recursos materiales y energéticos. La intervención de Estados Unidos en esta gran zona del mundo se hace a nombre de mantener la gobernabilidad, con lo cual se oculta el interés estratégico de asegurarse el dominio de esos recursos naturales, imprescindibles para el funcionamiento del capitalismo, así como el mantenimiento de la explotación de importantes contingentes de fuerza de trabajo, a bajo costo o en términos casi gratuitos: una condición indispensable para el mantenimiento y la reproducción del capitalismo a escala mundial. Adicionalmente, esos territorios no solamente se deben dominar por sus recursos, sino también porque allí también existen movimientos de resistencia y rebelión, donde se esbozan otras propuestas alternativas al capitalismo, que en el “nuevo orden mundial” no se pueden tolerar (cf. Ceceña, 2004).
Al referirse a la guerra de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe, Vega Cantor afirma que Estados Unidos, como un imperialismo en crisis, apuesta a la guerra como una forma de mantener su debilitada hegemonía. Esa guerra combina las acciones bélicas convencionales, como se ha mostrado en Iraq y Afganistán, con el combate irregular, sobre todo en aquellos lugares donde su objetivo es derribar a los que concibe como enemigos de su seguridad nacional, porque impulsan proyectos independientes y porque poseen recursos estratégicos que necesita con urgencia para mantener su despilfarrador modo de vida.
Un millar de bases militares estadounidenses
Para mantener el dudoso poderío militar, Estados Unidos ha instalado alrededor de un millar de bases militares en todo el mundo. Solo en América Latina y el Caribe posee 36 bases militares, pero con exactitud no se conoce la cantidad de bases que posee, aunque según un inventario oficial elaborado por el Pentágono, en el 2008, Estados Unidos tenía 865 bases en 46 países, en los cuales desplegaba unos 200 mil soldados. Sin embargo, algunos de los que han estudiado con detalle el asunto sostienen que el número total de bases es de unas 1.250, distribuidas en más de 100 países del mundo. La dificultar para precisar su número estriba en que en las cifras oficiales no se consideran las bases que se han instalado en Afganistán e Iraq, territorios actualmente invadidos por los Estados Unidos.
En América Latina, Estados Unidos cuenta en estos momentos con un total de 36 bases oficialmente reconocidas, incluyendo a las colombianas, y a las cuales deben agregarse otras que nunca se mencionan, pero que en la práctica operan, como tres que hay en el Perú. Esas bases son las siguientes: en América Central, se encuentran la base de Comalapa en el Salvador, la de Soto-Cano (o Palmerola) en Honduras, desde donde se planeó el golpe contra el presidente Zelalla, en Costa Rica está la base de Liberia, que dejo de funcionar un tiempo pero que volvió a operar recientemente. En América del Sur operan en Perú tres bases de las que poco se habla; en Paraguay está la base militar Mariscal Estigarribia, localizada en el Chaco, con capacidad para alojar a 20 mil soldados y se encuentra situada en un lugar estratégico, cerca de la triple frontera y al acuífero Guaraní, la reserva de agua dulce más grande del mundo; en el Caribe, existen bases en Cuba, la de Guantánamo, usada como centro de tortura; en Aruba, la base militar Reina Beatriz y en Curaçao la de Hatos. A este listado deben agregarse las 7 bases reconocidas en Colombia, cifra que es mayor, y las que se instalaran en Panamá (cf. Modak, 2009).
¿Cómo podría definirse una base militar? De manera simple puede decirse que es un lugar en donde un ejército entrena, prepara y almacena sus maquinarías de guerra. Se puede hablar, según sus funciones específicas, de cuatro tipos de bases militares: aéreas, terrestres, navales y de comunicación y vigilancia. Como el imperialismo estadounidense ve a la superficie terrestre como un inmenso campo de batalla, las bases o instalaciones militares de diversa naturaleza están repartidas en una rejilla de mando dividida en cinco unidades espaciales y cuatro unidades especiales (Comandos o Combatientes Unificados). Cada unidad está situada bajo el mando de un general. La superficie terrestre está entonces considerada como un vasto campo de batalla que puede ser patrullado o vigilado constantemente a partir de estas bases (Dufour, 2007).
Chalmers Johnson señaló que, durante el gobierno de Bush, se diseñó la estrategia de actuar contra los “Estados Canalla”, que forman un arco de inestabilidad mundial que va desde la zona andina (Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia), atraviesa el norte de África, pasando por el oriente próximo hasta llegar a Filipinas e Indonesia. Este arco de inestabilidad coincide con lo que se denomina el “anillo del petróleo”, que se encuentra en gran medida en lo que antes se conocía como Tercer Mundo. Según Johnson, “el militarismo y el imperialismo son hermanos siameses unidos por la cadera… Cada uno se desarrolla con el otro. En otro tiempo, se podía trazar la extensión del imperio contando las colonias. La versión estadounidense de las colonias son las bases militares…” (Johnson, 2004).
El establecimiento de bases militares en todo el mundo, en zonas vitales desde el punto de vista económico y político, demuestra que se han ampliado las estrategias, porque ya no se trata solamente de las clásicas intervenciones que operan desde afuera para derrocar a un régimen considerado enemigo por parte de los Estados Unidos, como ha sucedido en Iraq y Afganistán. Ahora se trata de tomar posesión del territorio de un país de manera directa para contar con una fuerza militar activa que funciona en forma autónoma y con una gran capacidad operativa y en el ramo de la inteligencia. Para hacerlo posible, Estados Unidos usa sofisticada tecnología y despliega una impresionante capacidad de hacer daño a países y a territorios localizados en cualquier lugar del planeta (cf. Ruiz Tirado, 2009).
La difusión de los intereses económicos y financieros del imperialismo hasta el último rincón del planeta, requiere de un respaldo militar, que se expresa en poder de fuego y en movilidad. Poder de fuego para doblegar brutalmente a sus oponentes, como Estados Unidos lo viene haciendo desde la invasión a Panamá en diciembre de 1989, y a la que han seguido las apocalípticas guerras en el Golfo Pérsico, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán. No es casual el mismo nombre que se le ha dado a algunas de esas campañas (Conmoción y Pavor, Tormenta del Desierto) y que los voceros más cínicos de los Estados Unidos hayan dicho que cada una de esas guerras tenía la finalidad de hacer regresar a los países agredidos a la edad de piedra. Movilidad para poderse desplazar de manera rápida de las bases militares hacia los teatros de guerra, o en otros términos, desplegar la potencia militar sin restricciones en cualquier lugar de la tierra.
En este sentido, Estados Unidos dispone en la actualidad del más sofisticado y terrorífico poderío militar que se ha erigido en la historia de la humanidad, que se despliega por mar, aire y tierra. Tiene barcos de guerra, portaaviones y submarinos en todos los océanos del mundo, desde donde despegan cientos de aviones para bombardear objetivos situados a cientos e incluso miles de kilómetros de distancia. Para que todo esto sea posible es indispensable contar con una red mundial de bases militares, distribuida en todos los continentes. Esas bases se encuentran desplegadas en zonas en las que hay ejes de transporte rápido, en donde se recoge información mundial, para espiar y vigilar a sus adversarios. Esto permite disponer de una red comunicacional interconectada con aviones, ferrocarriles, carros de combate, barcos, submarinos, que cuentan con una infraestructura física vital para su funcionamiento, mediante el control de aeropuertos, puertos fluviales y marítimos, carreteras, autopistas y centrales de telecomunicaciones.
De una importancia similar a las bases militares son los portaaviones, desde donde se realizan intervenciones rápidas. Estados Unidos cuenta en la actualidad con 12 portaaviones desplegados por todos los mares del mundo. En torno a cada portaviones se constituye un grupo, esto es, una flota en la que van buques y submarinos, que lo protegen de eventuales ataques aéreos y submarinos: “Los portaviones forman la base de una enorme capacidad ofensiva aérea sin equivalente. Cada portaviones transporta 50 aviones capaces de llevar a cabo entre 90 y 170 ataques al día en función de la misión. Cada grupo contiene también 2 cruceros lanza misiles. Para tener capacidad de ataque terrestre, estos grupos son completados con tropas y vehículos anfibios” (McEjércitos, 2007).
En estas condiciones, la importancia militar de las bases instaladas en Colombia –de hecho, todo su territorio– está relacionada con la estrategia de movilidad de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en el centro, el sur de América y en el Caribe. De manera un poco más precisa, el imperialismo estadounidense ha propuesto cuatro modelos de posicionamiento militar en nuestro continente: bases de gran tamaño, tipo Guantánamo, en donde hay instalaciones militares completas, ocupadas en forma permanente por efectivos militares y sus familias; bases de tamaño medio, como la de Palmerola, que cuenta con amplias instalaciones que están ocupadas por un personal que se renueva cada semestre; bases pequeñas, bautizadas con el eufemismo de Cooperative Security Locations (CSL), “localidades de seguridad cooperativa”, como las de Curazao o Comalapa, en donde hay poco personal, pero tienen una importante capacidad operativa en materia de telecomunicaciones y de información, la cual es transmitida a territorio de los Estados Unidos; las bases micro, son sitios de transito que se usan para permitir el avituallamiento de los aviones, los que luego despegan hacia sus objetivos, como ejemplo de lo cual puede mencionarse la base de Iquitos, en el Perú (cf. Herren, 2009)
Con mucho patriotismo, conocimiento científico-técnico y con suma acumulación de experiencias, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC-EP- proponen desarrollar una campaña regional contra las bases militares de Estados Unidos. Las FARC-EP manifiestan:
“En la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente… en Colombia hay doce” . En su comunicado, señalan: “El imperialismo estadounidense ha mantenido, además del sometimiento económico, un dominio militar en todo el continente para lo cual ha promovido invasiones directas, golpes de Estado, elecciones presidenciales fraudulentas…
Gobiernos surgidos de esa manera son incondicionales a sus políticas, sumisos aceptan la instalación de bases militares en nuestros países, sin importarles que sean violatorias de la soberanía nacional y sirvan para agredir a los vecinos o a pueblos de otros continentes.
Los primeros en sufrir la humillación fueron Puerto Rico y Cuba, esta última con la base de Guantánamo, que hoy en día sirve de cárcel para los prisioneros acusados de terrorismo y que han sido secuestrados en diversos países. Quienes tienen la desgracia de llegar allí reciben trato de enemigo y no tienen derecho alguno, ni siquiera el de la legítima defensa. La tortura es ejercida abiertamente, sin que muchos gobiernos y organismos internacionales se atrevan a condenarla públicamente. Es una afrenta a la comunidad internacional y una mancha indeleble que jamás podrá borrar la “injusticia Norteamericana”
Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar.
El caso colombiano
Así, en la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región. El pretexto: la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
EL CASO COLOMBIANO es muy diciente. El presidente Álvaro Uribe Vélez (2008-2010), le entregó todo el territorio nacional a los halcones de la guerra. Se reconoce la existencia de 7 bases militares, pero en realidad hay doce y los Estados Unidos disponen de permiso para usar, en caso “necesario” todos los puertos y aeropuertos del país con fines bélicos.
Colombia quedó cubierta militarmente, pero las operaciones militares no son solo para Colombia. La base de Palanquero ha sido modernizada para recibir aviones de guerra de última generación, con capacidad de operar en toda la parte sur del continente, controlar el océano Atlántico e intervenir en países africanos.
A lo anterior hay que sumarle el despliegue de la Cuarta Flota y entonces nos encontramos con que los EE.UU. actúan amenazadoramente para disuadir o intervenir en cualquier nación del continente con una supremacía absoluta y con una velocidad asombrosa. En minutos pueden desembarcar miles de soldados en cualquiera de las bases en Colombia. Sus avanzadas están en posición. Disponen de inteligencia estratégica táctica y sobre objetivos militares a ser aniquilados o neutralizados.
COLOMBIA TIENE LA FUERZA MILITAR más numerosa de América del Sur, 500 mil soldados hombres y mujeres entrenados para la guerra, con armamento moderno, aviones de combate, Drones equipados con mecanismos de espionaje de la más alta tecnología, satélites con sensores que detectan luz, calor, humo y presencia de seres humanos; disponen de equipos de fotografía que pueden captar a una persona a muchos de kilómetros de distancia. Con la particularidad que esta tecnología es manejada directamente por personal estadounidense y en muchas de esas bases hay lugares en los que está restringido el acceso al personal de nacionalidad colombiana.
En Colombia la vida civil se ha militarizado. Los gerentes, administradores, funcionarios públicos, profesionales independientes, han recibido formación militar y grados militares, que los acreditan como capitanes, mayores o coroneles de la reserva que en un momento dado pueden entrar a dar órdenes a militares de menor rango.
En muchas áreas del país los asesores y personal militar estadounidense, circula libremente. Es indigno y antipatriótico ver como militares colombianos se acostumbran a realizar operaciones bajo sus órdenes. Son varios los casos reportados de pilotos norteamericanos que han muerto en accidentes o al ser derribados sus aviones por la guerrilla.
Ninguna de estas noticias trasciende a la prensa por el cerco informativo que se ejerce sobre el tema.
IGUAL ESTÁ PASANDO por todo el continente. Las oligarquías en el poder alineados con esta política ni se molestan, ni critican, ni denuncian la instalación de bases en Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Haití, Puerto Rico, Bolivia, Brasil y otras.
Ha sido un trabajo lento, pero seguro; ningún país está en capacidad de responder militarmente al imperio, pero sí de obligarlo a salir de su territorio como lo hizo Rafael Correa con la Base de Manta, en el Ecuador. Esto demuestra que mientras haya gobiernos democráticos y pueblos erguidos, el imperio no las tiene todas consigo.
El despertar de nuestra América es innegable, hoy contamos con gobiernos patrióticos que levantan las banderas de la dignidad y el antiimperialismo, la movilización y la protesta social crecen cada vez más y entre sus consignas aparece la lucha contra el Imperio, el capitalismo, el neoliberalismo; por la autodeterminación de los pueblos, la defensa de la soberanía nacional y el repudio a la presencia militar yanqui en el continente; consignas que todos los revolucionarios, demócratas y patriotas estamos obligados a agitar para que prendan en la conciencia popular y así hacer abortar los planes de dominación continental
Tarea urgente y necesaria es organizar una campaña simultánea en todos los países de América Latina y el Caribe contra las base norteamericanas. ¡Fuera las bases militares estadounidenses de nuestro continente!
Por otra parte cabe reiterar que Estados Unidos ha sido fiel a la divisa imperial y maquiavélica: “Divide y reinarás”. Boicoteó, con la ayuda y colaboración cipaya del colombiano general Santander, el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador Simón Bolívar con el propósito de unir a las repúblicas latinoamericanas en una sola patria grande y fuerte que sea capaz de enfrentar al monstruo del norte.
Históricamente la práctica del divisionismo ha sido eficaz para los intereses geopolíticos de Estados Unidos, razón suficiente para que los procesos integracionistas sean el blanco de la Casa Blanca, que bien sabe aprovechar las múltiples dificultades y contradicciones internas de los gobernantes provenientes generalmente de las derechas oligárquicas aliadas incondicionales del imperio y usufructuarias del sistema capitalista que permite la extrema explotación del capital sobre el trabajo.
Golpes de Estado como los casos de Honduras y el Paraguay han sido propiciados por Estados Unidos para impedir la vinculación efectiva de Honduras al ALBA y del Paraguay para provocar fisuras en la Unasur.
“En ese propósito de torpedear dicha integración, en la que participan países de la zona andina como Venezuela, Ecuador y Bolivia, el régimen colombiano juega un papel de primer orden, como ya lo ha demostrado fehacientemente.
La implantación de las bases militares en Colombia también está relacionada de manera directa con la decisión del gobierno de los Estados Unidos, y de sus lacayos de América del Sur, de oponerse a los gobiernos nacionalistas que han surgido en varios países de la región en los últimos años. Sobre el particular, un documento de mayo de 2009 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos enfatiza la importancia de la base de Palanquero, en el centro de Colombia, al recalcar que nos da una oportunidad única para las operaciones de espectro completo en una subregión crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos antiestadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales (Blair, s/a).
Como dicen las FARC-EP: “Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar”
Todos los pueblos de América Latina y el Caribe podrían marchar juntos ante el imperativo histórico que demanda la expulsión de las 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región.
Armas francesas pagadas por Arabia Saudí para combatir a Hezbolá
Armas francesas pagadas por Arabia Saudí para combatir a Hezbolá
Publicado el 1/01/14
El rey Abdulá y el presidente libanés, Michel Suleiman.
AL MANAR -Ha sido con gran sospecha que los analistas libaneses han recibido la generosidad de Arabia Saudí, que ha otorgado al Ejército libanés armas francesas por valor de 3.000 millones de dólares.
Para el periódico libanés Al Akhbar, “Abdulá y Hollande fomentan la cizaña en el Líbano”. El periódico calificó la suma de “soborno saudí a Hollande”. Él señala que esto podría preceder a la formación de un gobierno de hechos consumados en el Líbano con el fin de aislar a Hezbolá y desencadenar una batalla contra él en el Líbano”.
Ibrahim al Amin, reportero del periódico, se burla de las declaraciones del presidente libanés, Michel Suleiman, sobre la “generosidad saudí” y le acusa de estar dispuesto a convertirse en el “portavoz” del rey saudí y de su amigo, el sionista Hollande, con el fin de buscar su apoyo para continuar en su puesto, dado que su mandato termina en mayo de 2014.
“Durante la última visita a Riad, el autor de esta generosidad (el rey saudí) dijo que era deber del Ejército libanés combatir contra Hezbolá e impedirle entrar en Siria y desarmarlo. Él dijo que el apoyo al Ejército libanés dependía de ello. Y durante la última visita de Suleiman a Francia, Hollande le dijo que que habría una ocasión para el Ejército libanés en el marco de una importante transacción que iba a tener lugar entre su país y Arabia Saudí, pero que debía -Michel Suleiman- dar signos que tranquilizaran a Arabia Saudí en relación al futuro de sus aliados en el Líbano. En este sentido, Suleiman debía alzar la voz contra Hezbolá y garantizar que el armamento no sería utilizado donde no se debe (contra el Ejército israelí)”, escribió Al Amin.
Él terminó pidiendo al presidente libanés que dimita.
Por su parte, el periódico As Safir señaló el lunes que la iniciativa saudí plantea algunas cuestiones como las siguientes:
- ¿No debería ser el Consejo de Ministros ser el que tenga la última palabra sobre aceptar o rechazar una ayuda de esa amplitud?
- ¿No debería Suleiman haber omitido al final de su discurso la expresión “Viva Arabia Saudí”, sobre todo teniendo en cuenta que él es el presidente de la República y el símbolo de la dignidad y la soberanía del país y que esta expresión ha ofendido el sentido nacional de los libaneses, según se ve en las reacciones violentas que se han observado en las redes sociales?
- ¿Se inscribe esta ayuda en el marco del reforzamiento del Ejército para hacer frente a Israel y al terrorismo o busca objetivos implícitos?
- ¿Por qué tales armas enviadas deben ser exclusivamente francesas, mientras que otras ofertas, como las de Irán y Rusia, han sido rechazadas?
Por su parte, el sitio An Nashra, próximo a la Corriente Patriótica Libre, se pregunta también si este regalo saudí es para hacer frente a Israel o a Hezbolá. El sitio señala que el presidente libanés apareció más en su discurso del domingo como “un ministro de la corte real saudí”.
El sitio señala también que este regalo se inscribe en el marco de los esfuerzos llevados a cabo para formar un gobierno de hechos consumados sin la presencia de las fuerzas del 8 de Marzo y busca realizar el objetivo de Arabia Saudí, que es el de combatir contra Hezbolá.
Jatib destaca asimismo un comentario expresado en la primera cadena de la televisión israelí que dijo: “Es importante (esta ayuda) y podría beneficiar a Israel en el futuro”, lo cual viene a desvelar la opinión de los círculos oficiales israelíes sobre la misma.
Publicado el 1/01/14
El rey Abdulá y el presidente libanés, Michel Suleiman.
AL MANAR -Ha sido con gran sospecha que los analistas libaneses han recibido la generosidad de Arabia Saudí, que ha otorgado al Ejército libanés armas francesas por valor de 3.000 millones de dólares.
Para el periódico libanés Al Akhbar, “Abdulá y Hollande fomentan la cizaña en el Líbano”. El periódico calificó la suma de “soborno saudí a Hollande”. Él señala que esto podría preceder a la formación de un gobierno de hechos consumados en el Líbano con el fin de aislar a Hezbolá y desencadenar una batalla contra él en el Líbano”.
Ibrahim al Amin, reportero del periódico, se burla de las declaraciones del presidente libanés, Michel Suleiman, sobre la “generosidad saudí” y le acusa de estar dispuesto a convertirse en el “portavoz” del rey saudí y de su amigo, el sionista Hollande, con el fin de buscar su apoyo para continuar en su puesto, dado que su mandato termina en mayo de 2014.
“Durante la última visita a Riad, el autor de esta generosidad (el rey saudí) dijo que era deber del Ejército libanés combatir contra Hezbolá e impedirle entrar en Siria y desarmarlo. Él dijo que el apoyo al Ejército libanés dependía de ello. Y durante la última visita de Suleiman a Francia, Hollande le dijo que que habría una ocasión para el Ejército libanés en el marco de una importante transacción que iba a tener lugar entre su país y Arabia Saudí, pero que debía -Michel Suleiman- dar signos que tranquilizaran a Arabia Saudí en relación al futuro de sus aliados en el Líbano. En este sentido, Suleiman debía alzar la voz contra Hezbolá y garantizar que el armamento no sería utilizado donde no se debe (contra el Ejército israelí)”, escribió Al Amin.
Él terminó pidiendo al presidente libanés que dimita.
Por su parte, el periódico As Safir señaló el lunes que la iniciativa saudí plantea algunas cuestiones como las siguientes:
- ¿No debería ser el Consejo de Ministros ser el que tenga la última palabra sobre aceptar o rechazar una ayuda de esa amplitud?
- ¿No debería Suleiman haber omitido al final de su discurso la expresión “Viva Arabia Saudí”, sobre todo teniendo en cuenta que él es el presidente de la República y el símbolo de la dignidad y la soberanía del país y que esta expresión ha ofendido el sentido nacional de los libaneses, según se ve en las reacciones violentas que se han observado en las redes sociales?
- ¿Se inscribe esta ayuda en el marco del reforzamiento del Ejército para hacer frente a Israel y al terrorismo o busca objetivos implícitos?
- ¿Por qué tales armas enviadas deben ser exclusivamente francesas, mientras que otras ofertas, como las de Irán y Rusia, han sido rechazadas?
Por su parte, el sitio An Nashra, próximo a la Corriente Patriótica Libre, se pregunta también si este regalo saudí es para hacer frente a Israel o a Hezbolá. El sitio señala que el presidente libanés apareció más en su discurso del domingo como “un ministro de la corte real saudí”.
El sitio señala también que este regalo se inscribe en el marco de los esfuerzos llevados a cabo para formar un gobierno de hechos consumados sin la presencia de las fuerzas del 8 de Marzo y busca realizar el objetivo de Arabia Saudí, que es el de combatir contra Hezbolá.
Jatib destaca asimismo un comentario expresado en la primera cadena de la televisión israelí que dijo: “Es importante (esta ayuda) y podría beneficiar a Israel en el futuro”, lo cual viene a desvelar la opinión de los círculos oficiales israelíes sobre la misma.
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