Por Carlos Noriega
08/08/2021
Imagen: EFE
Parlamentarios fujimoristas y de otros grupos de extrema derecha conspiran para una destitución del mandatario recurriendo a la ambigua figura de la “incapacidad moral” ; aún no cuentan con los votos.
El maestro rural Pedro Castillo lleva menos de dos semanas en el cargo y la derecha ya maniobra para destituirlo de la presidencia. Parlamentarios fujimoristas y de otros grupos de extrema derecha, como el partido fascista Renovación Popular, le han declarado una guerra abierta al recién estrenado gobierno de izquierda del sindicalista Castillo. Conspiran para una destitución del presidente recurriendo a la ambigua figura de la “incapacidad moral”, que da para deponerlo sin otro argumento que la fuerza de los votos. Ahora no tienen los dos tercios del Parlamento unicameral de 130 bancas para sacar al presidente, pero buscan generar un escenario de crisis que les permita sumar a otros grupos de derecha y de centroderecha para llegar a los votos que necesitan. Los medios hegemónicos le dan entusiasta cobertura a quienes promueven un golpe parlamentario. Errores iniciales del gobierno, como algunos cuestionados nombramientos, le ha dado armas a esa derecha golpista.
El nombramiento
Castillo se ha abierto un flanco al nombrar como presidente del Consejo de Ministros al congresista del oficialista Perú Libre, Guido Bellido, cuestionado por la derecha, pero también por aliados del gobierno. Bellido es una figura que confronta y aleja posibles acuerdos que le permitan al gobierno ampliar su base de apoyo. Por el contrario, ha alejado a aliados iniciales. Ha tenido declaraciones homofóbicas y machistas, por lo que su designación no ha caído bien en los aliados progresistas del presidente. Ante las críticas, ha asegurado haber cambiado de opinión en estos temas y en un comunicado se comprometió a respaldar políticas de igualdad de género y de derechos para las minorías sexuales.
La derecha dispara contra Bellido por otras razones, y con otras intenciones. Con ese lenguaje macartista que exhibió en la campaña, y que ahora domina los medios, lo acusa de terrorista, por una investigación que le ha iniciado la fiscalía por supuesta apología al terrorismo -una cuestionada figura legal que condena las opiniones y se presta a abusos- por unas declaraciones consideradas por sus acusadores como “condescendientes” con el grupo armado maoísta Sendero Luminoso, derrotado hace más de dos décadas. Es una práctica común de la derecha peruana señalar como terrorista a quienes se identifican con la izquierda para buscar descalificarlos. Lanzan esa misma acusación contra otros miembros del gabinete. Ya se pide declarar la “incapacidad moral” del presidente y destituirlo por haber nombrado como ministros a supuestos “simpatizantes del terrorismo”. Esa es la estrategia golpista.
Sin luna de miel
“Ha sido un inicio del gobierno sin la luna de miel que se acostumbra dar a los nuevos gobiernos. Apenas llegado al gobierno, a Castillo no se le está dejando ni respirar. La derecha y los poderes fácticas, sobre todo la gran prensa, no aceptan el triunfo electoral de Castillo, no lo reconocen como presidente, y han formado una coalición para vacarlo (destituirlo). La derecha no quiere perder el gobierno, que siempre lo ha tenido. Y hay errores de saque del gobierno, como nombrar a Bellido. La situación es complicada, difícil”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo Sinesio López, profesor de ciencias políticas de las universidades de San Marcos y Católica.
Bellido es muy cercano al fundador y secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un marxista-leninista que ha atacado a la centroizquierda aliada de Castillo. Cerrón, que tiene una sentencia por corrupción por una pasada gestión como gobernador, es un factor que complica al gobierno. Es un blanco contra el que dispara la derecha para golpear a Castillo. El presidente se mueve entre las presiones de Cerrón por acumular poder y sus aliados progresistas ajenos a Perú Libre. El gabinete ministerial es expresión de esas tensiones internas.
“Bellido y Cerrón representan una estrategia de confrontar y de ir al choque, cuando la correlación de fuerzas en el Congreso no es favorable para el gobierno. Esa estrategia de ataque frontal, que supone medidas muy radicales y entrar al golpe, es equivocada. A esa estrategia se opone una de hacer grandes cambios sobre la base de formar una gran voluntad colectiva, una gran coalición basada en ciertos consensos. Este es uno de los países más conservadores de América Latina y es muy difícil que la izquierda sola pueda gobernar, tiene que armar alianzas y tener una apertura hacia el centro, pero desde la izquierda hacia el centro, no al revés, lo que le da un tono especial. El gobierno debe cambiar a Bellido y poner en su lugar a alguien de centroizquierda que convoque a sectores de centro, formar un gabinete que abra la posibilidad de ampliar la coalición de gobierno, lo que debilitaría la coalición para destituir a Castillo. Con Cerrón y Bellido se corta esa apertura desde la izquierda al centro y se apuesta a una izquierda radical. Eso lleva al aislamiento y a la derrota”, opina López. “Castillo no tiene experiencia política, pero es inteligente y creo va a terminar reubicándose bien. Ojalá tenga el tiempo para hacerlo”, agrega.
La complicidad de los grandes medios
Bellido debe pedir al Congreso, dominado por diversos grupos de derecha, un voto de confianza para el gabinete que encabeza. Si se lo niegan debe renunciar. La mayoría de legisladores no lo quieren, pero si niegan la confianza a dos gabinetes el presidente queda habilitado para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas. La derecha teme que, si sacan a Bellido, Castillo podría reemplazarlo por alguien que les genere un fuerte rechazo para forzar una segunda negativa al voto de confianza del gabinete y así poder disolver el Congreso. Por eso, podrían darle la confianza a Bellido, pero operar para boicotear al gobierno y buscar su caída. Al boicot, la desestabilización y el golpe es a lo que apuesta la extrema derecha, con la complicidad de los grandes medios.
De los 87 votos que el golpismo parlamentario requieren para destituir al presidente, tendrían 43; hay otros 36 de tres grupos de derecha opositores al gobierno y que exigen el cambio del gabinete ministerial, pero que, al menos por ahora, no se han sumado al abierto golpismo; y hay otros nueve parlamentarios del centro y la centroderecha que respaldaron a Castillo, pero ahora se han alejado del gobierno por discrepar con el gabinete. El golpismo espera sumar todos esos votos para tumbar al gobierno. El oficialismo tiene solo 42 bancas, 37 de Perú Libre y cinco de sus aliados de izquierda de Juntos por el Perú.
Más allá de críticas legítimas contra Bellido y algunos otros integrantes del gabinete, para la derecha que busca la destitución de Castillo eso es una excusa para atacar al presidente. Los golpistas de hoy son los mismos que no reconocieron la victoria electoral del profesor andino e intentaron impedir su llegada al poder alegando un inexistente fraude electoral. No pudieron evitar que asuma la presidencia, ahora buscan sacarlo del poder. Gritando “no al comunismo”, la derecha golpista se moviliza por las calles. No son marchas masivas, pero sí con gran cobertura en los medios.
Castillo se ha convertido en un líder popular que ha recogido y que expresa las esperanzas de cambio e inclusión. Los sectores históricamente marginados, desposeídos, se han identificado con el maestro rural y andino, a quien ven como uno de ellos, y han encontrado en él esa representación que nunca han tenido. Esa es la principal fuerza de Castillo para enfrentar las intenciones golpistas.
“El poder de Castillo está en los ciudadanos movilizados. Tiene que decirle a la población ‘no me dejan gobernar’ y movilizarla. Si moviliza al campo, a las provincias, a los barrios populares de Lima, entonces puede parar la intención de destituirlo. Para eso tiene que corregir el error en la formación del gabinete, cambiar a Bellido”, indica Sinesio López.
Parlamentarios fujimoristas y de otros grupos de extrema derecha conspiran para una destitución del mandatario recurriendo a la ambigua figura de la “incapacidad moral” ; aún no cuentan con los votos.
El maestro rural Pedro Castillo lleva menos de dos semanas en el cargo y la derecha ya maniobra para destituirlo de la presidencia. Parlamentarios fujimoristas y de otros grupos de extrema derecha, como el partido fascista Renovación Popular, le han declarado una guerra abierta al recién estrenado gobierno de izquierda del sindicalista Castillo. Conspiran para una destitución del presidente recurriendo a la ambigua figura de la “incapacidad moral”, que da para deponerlo sin otro argumento que la fuerza de los votos. Ahora no tienen los dos tercios del Parlamento unicameral de 130 bancas para sacar al presidente, pero buscan generar un escenario de crisis que les permita sumar a otros grupos de derecha y de centroderecha para llegar a los votos que necesitan. Los medios hegemónicos le dan entusiasta cobertura a quienes promueven un golpe parlamentario. Errores iniciales del gobierno, como algunos cuestionados nombramientos, le ha dado armas a esa derecha golpista.
El nombramiento
Castillo se ha abierto un flanco al nombrar como presidente del Consejo de Ministros al congresista del oficialista Perú Libre, Guido Bellido, cuestionado por la derecha, pero también por aliados del gobierno. Bellido es una figura que confronta y aleja posibles acuerdos que le permitan al gobierno ampliar su base de apoyo. Por el contrario, ha alejado a aliados iniciales. Ha tenido declaraciones homofóbicas y machistas, por lo que su designación no ha caído bien en los aliados progresistas del presidente. Ante las críticas, ha asegurado haber cambiado de opinión en estos temas y en un comunicado se comprometió a respaldar políticas de igualdad de género y de derechos para las minorías sexuales.
La derecha dispara contra Bellido por otras razones, y con otras intenciones. Con ese lenguaje macartista que exhibió en la campaña, y que ahora domina los medios, lo acusa de terrorista, por una investigación que le ha iniciado la fiscalía por supuesta apología al terrorismo -una cuestionada figura legal que condena las opiniones y se presta a abusos- por unas declaraciones consideradas por sus acusadores como “condescendientes” con el grupo armado maoísta Sendero Luminoso, derrotado hace más de dos décadas. Es una práctica común de la derecha peruana señalar como terrorista a quienes se identifican con la izquierda para buscar descalificarlos. Lanzan esa misma acusación contra otros miembros del gabinete. Ya se pide declarar la “incapacidad moral” del presidente y destituirlo por haber nombrado como ministros a supuestos “simpatizantes del terrorismo”. Esa es la estrategia golpista.
Sin luna de miel
“Ha sido un inicio del gobierno sin la luna de miel que se acostumbra dar a los nuevos gobiernos. Apenas llegado al gobierno, a Castillo no se le está dejando ni respirar. La derecha y los poderes fácticas, sobre todo la gran prensa, no aceptan el triunfo electoral de Castillo, no lo reconocen como presidente, y han formado una coalición para vacarlo (destituirlo). La derecha no quiere perder el gobierno, que siempre lo ha tenido. Y hay errores de saque del gobierno, como nombrar a Bellido. La situación es complicada, difícil”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo Sinesio López, profesor de ciencias políticas de las universidades de San Marcos y Católica.
Bellido es muy cercano al fundador y secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un marxista-leninista que ha atacado a la centroizquierda aliada de Castillo. Cerrón, que tiene una sentencia por corrupción por una pasada gestión como gobernador, es un factor que complica al gobierno. Es un blanco contra el que dispara la derecha para golpear a Castillo. El presidente se mueve entre las presiones de Cerrón por acumular poder y sus aliados progresistas ajenos a Perú Libre. El gabinete ministerial es expresión de esas tensiones internas.
“Bellido y Cerrón representan una estrategia de confrontar y de ir al choque, cuando la correlación de fuerzas en el Congreso no es favorable para el gobierno. Esa estrategia de ataque frontal, que supone medidas muy radicales y entrar al golpe, es equivocada. A esa estrategia se opone una de hacer grandes cambios sobre la base de formar una gran voluntad colectiva, una gran coalición basada en ciertos consensos. Este es uno de los países más conservadores de América Latina y es muy difícil que la izquierda sola pueda gobernar, tiene que armar alianzas y tener una apertura hacia el centro, pero desde la izquierda hacia el centro, no al revés, lo que le da un tono especial. El gobierno debe cambiar a Bellido y poner en su lugar a alguien de centroizquierda que convoque a sectores de centro, formar un gabinete que abra la posibilidad de ampliar la coalición de gobierno, lo que debilitaría la coalición para destituir a Castillo. Con Cerrón y Bellido se corta esa apertura desde la izquierda al centro y se apuesta a una izquierda radical. Eso lleva al aislamiento y a la derrota”, opina López. “Castillo no tiene experiencia política, pero es inteligente y creo va a terminar reubicándose bien. Ojalá tenga el tiempo para hacerlo”, agrega.
La complicidad de los grandes medios
Bellido debe pedir al Congreso, dominado por diversos grupos de derecha, un voto de confianza para el gabinete que encabeza. Si se lo niegan debe renunciar. La mayoría de legisladores no lo quieren, pero si niegan la confianza a dos gabinetes el presidente queda habilitado para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas. La derecha teme que, si sacan a Bellido, Castillo podría reemplazarlo por alguien que les genere un fuerte rechazo para forzar una segunda negativa al voto de confianza del gabinete y así poder disolver el Congreso. Por eso, podrían darle la confianza a Bellido, pero operar para boicotear al gobierno y buscar su caída. Al boicot, la desestabilización y el golpe es a lo que apuesta la extrema derecha, con la complicidad de los grandes medios.
De los 87 votos que el golpismo parlamentario requieren para destituir al presidente, tendrían 43; hay otros 36 de tres grupos de derecha opositores al gobierno y que exigen el cambio del gabinete ministerial, pero que, al menos por ahora, no se han sumado al abierto golpismo; y hay otros nueve parlamentarios del centro y la centroderecha que respaldaron a Castillo, pero ahora se han alejado del gobierno por discrepar con el gabinete. El golpismo espera sumar todos esos votos para tumbar al gobierno. El oficialismo tiene solo 42 bancas, 37 de Perú Libre y cinco de sus aliados de izquierda de Juntos por el Perú.
Más allá de críticas legítimas contra Bellido y algunos otros integrantes del gabinete, para la derecha que busca la destitución de Castillo eso es una excusa para atacar al presidente. Los golpistas de hoy son los mismos que no reconocieron la victoria electoral del profesor andino e intentaron impedir su llegada al poder alegando un inexistente fraude electoral. No pudieron evitar que asuma la presidencia, ahora buscan sacarlo del poder. Gritando “no al comunismo”, la derecha golpista se moviliza por las calles. No son marchas masivas, pero sí con gran cobertura en los medios.
Castillo se ha convertido en un líder popular que ha recogido y que expresa las esperanzas de cambio e inclusión. Los sectores históricamente marginados, desposeídos, se han identificado con el maestro rural y andino, a quien ven como uno de ellos, y han encontrado en él esa representación que nunca han tenido. Esa es la principal fuerza de Castillo para enfrentar las intenciones golpistas.
“El poder de Castillo está en los ciudadanos movilizados. Tiene que decirle a la población ‘no me dejan gobernar’ y movilizarla. Si moviliza al campo, a las provincias, a los barrios populares de Lima, entonces puede parar la intención de destituirlo. Para eso tiene que corregir el error en la formación del gabinete, cambiar a Bellido”, indica Sinesio López.