Luis Gonzalo Segura
23 ago 2021
No se enteraron y, peor aún, no lo previeron. Los servicios de inteligencia, nacional y militar, no fueron capaces de prever la caída de Afganistán ni tampoco contaban con planes de contingencia o evacuación. Y si éstos existían, resulta inexplicable que España haya sido de los últimos países en activarlos. De hecho, las declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, también responsable del CNI, dan una idea del desastre en el que se encuentran las fuerzas españolas y lo difícil que será conseguir una evacuación medianamente óptima. "Pedimos a la gente que grite 'España" o vaya con algo rojo para poder entrar'', afirmó la ministra. Esperpento es poco, máxime cuando lo acontecido era más que previsible.
No obstante, hace 32 meses, más de dos años y medio, en enero de 2019, cuando se pactó la retirada de Afganistán ¡con los talibanes!, escribí: "La situación solo puede calificarse como incontrolable". Los datos, entonces, ya evidenciaban el derrumbe: el Gobierno afgano solo controlaba el 55% del territorio y había sufrido 45.000 bajas en sus fuerzas de seguridad desde que comenzara la retirada de fuerzas militares internacionales en septiembre de 2014. Casi treinta víctimas mortales diarias, y de heridos mejor ni hablamos. ¿Qué gobierno puede soportar semejante hemorragia?
Un modelo de colapso repetido a lo largo de la historia
Por ello, era evidente, o como mínimo probable, que, a medida que las tropas internacionales se retirasen, el gobierno se desplomaría. Podía tardar más o menos, pero era casi inevitable. Aunque, a poco que se analicen episodios históricos, se podrá comprobar que los colapsos suelen ser vertiginosos, por lo que todo señalaba a un derrumbe tirando a menos que a más. Un ejemplo de ello lo encontramos en la caída de Vietnam, muy recordado estos días por su similitud con los acontecimientos de Afganistán. No es el único, pues hay muchos más ejemplos que siguieron un modelo de colapso similar: la caída del Muro de Berlín en 1989, la caída de los Romanov en 1917, la proclamación de la República en 1931... Suele ser cuestión de horas, días o unas pocas semanas.
Por desgracia, esta negligencia en la falta de previsión solo parece la guinda de un pastel no demasiado apetitoso, pero muy oneroso. No obstante, a finales de 2020 el presupuesto del CNI volvió a aumentar, a pesar de la pandemia, y se situó en 300 millones de euros –incluyendo 20 millones en gastos reservados–, a los que habría que añadir casi 8 millones de euros en gastos reservados para Defensa, Interior y Asuntos Exteriores.
Un pasado repleto de fracasos
En el pasado reciente, la inteligencia española no fue capaz de informar ni prever la reacción de Marruecos al tratamiento de Brahim Gali en España. Entonces, en mayo de este 2021, varios miles de migrantes fueron lanzados en Ceuta, y posteriormente en Melilla, en lo que se convirtió en la mayor crisis migratoria y diplomática española desde la Transición. Una España, inoperante y desbordada, quedó retratada por una multitud de migrantes, muchos menores, corriendo entre blindados BMR aparcados en la playa. Defensa e Inteligencia no quedaron mucho mejor.
Antes de Marruecos, Perejil
La pifia no fue ni mucho menos novedosa, ni tan siquiera en relación a Marruecos. El 11 de julio de 2002, una docena de militares marroquíes ocuparon por sorpresa Perejil sin que los servicios de inteligencia española fueran capaces de anticipar el movimiento, ello a pesar de las tensas relaciones que, por entonces, mantenían España y Marruecos.
En 2017, otra más: Puigdemont, un agente ruso
En noviembre de 2017 unos cómicos rusos gastaron una broma a la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, haciéndose pasar por miembros del ministerio de Defensa de Letonia. En la conversación, jocosamente publicada, hicieron creer a la ministra de Defensa española que Puigdemont era un agente ruso de nombre 'Cipollino', como la mitad de los turistas catalanes, que también eran espías rusos. Además, le aseguraron que Letonia estaría dispuesta a colaborar con militares en una hipotética intervención de Catalunya. La ligereza en la seguridad de las comunicaciones de la ministra tuvo repercusión mundial, al igual que la posición asombrosamente crédula de la entonces ministra.
Un golazo de seis millones de papeletas y 10.000 urnas
Solo dos meses antes, en septiembre de 2017, el CNI no tuvo tampoco el mejor de sus días cuando los catalanes consiguieron introducir seis millones de papeletas y distribuirlas junto a 10.000 urnas compradas en Aliexpress para el Referéndum del 1O. Aunque todavía no ha quedado claro, al menos para algunos, si aquella pifia fue voluntaria o forzada, quizás por la magnitud de la misma y por lo deseosa que parecía España de ejemplarizar de esa manera que tanto gusta, a palos. En cualquier caso, el error, forzado o no forzado, se convirtió, nuevamente, en histórico.
No se enteraron de los casos de corrupción, de la contabilidad paralela del Partido Popular o de la operación Kitchen para acabar con la investigación de la Gürtel, a pesar de la existencia de siniestros episodios. Tampoco de Villarejo ni de sus manejos.
La covid les pilló esperando el ébola
En marzo de 2020, el general Fernando López del Pozo, rodeado de analistas militares en un aparentemente avanzado centro de mando de la 'Operación Balmis', en la base militar de Retamares, afirmaba que "esperábamos un ébola, no una pandemia como esta". Unas sorprendentes declaraciones, pues la pandemia ya había sido advertida en los años precedentes en múltiples ocasiones, como en un informe del Tribunal de Cuentas de la Unión Europea en 2016 o los múltiples informes y advertencias de… George Bush. Sí, el mandatario norteamericano dedicó los años 2005 y 2006 a advertir sobre la posibilidad de una epidemia grave de un virus parecido a la gripe. No fue el único, Barack Obama también había alertado al respecto durante 2014. No iban desacertados: SARS en 2002, Gripe aviar en 2005, Gripe A en 2009 o MERS en 2012 fueron serios avisos sobre lo que podría suceder. A pesar de todo ello, en 2020 el Ejército español todavía estaba esperando una epidemia de ébola.
La previsión de la evolución de la pandemia en España, ridícula
Una muestra de la incompetencia de los analistas militares la encontramos en las previsiones realizadas en mayo del año pasado, 2020, las cuales fueron filtradas a la prensa sin ninguna otra razón que la promoción de sus propias 'habilidades'. En dicho informe, la JCISAT, la unidad militar encargada del informe para el Ejército de Tierra, pronosticaba que la pandemia se superaría en un año o año y medio tras despuntar dos oleadas añadidas a la primera que se vivió. Dichas oleadas serían de magnitud considerablemente inferior a la primera y mantendrían una clara tendencia menguante. El gráfico presentado, que no ha envejecido nada bien y pasaría serias dificultades en cualquier centro de enseñanza media, ha perecido ahogado por el número y la magnitud de las oleadas que en realidad han acontecido desde entonces. De hecho, a día de hoy, hemos sufrido cinco oleadas, cada cual más compleja.
En casa, tampoco andan finos
No se enteraron de los casos de corrupción, de la contabilidad paralela del Partido Popular o de la operación Kitchen para acabar con la investigación de la Gürtel, a pesar de la existencia de siniestros episodios, como el asalto al domicilio de Bárcenas por un hombre disfrazado de sacerdote. Tampoco de Villarejo ni de sus manejos. Pensemos en la cantidad de grandes empresas involucradas, y no tan grandes, así como políticos de múltiples administraciones, locales, autonómicas y nacionales. Casi nada. Medio país estaba embarrado en el asunto, pero los servicios de inteligencia no dieron con nadie o no quisieron dar con nadie. Porque es de suponer, y esperar, que no participaran.
Por el contrario, esta incompetencia se torna excelencia cuando se trata de espiar a catalanes, buscar demócratas en el Ejército, acosar disidentes o hacer el trabajo sucio de Juan Carlos.
Tampoco estuvieron muy pendientes de la ultraderecha militar, por lo que se les escapó desde un nazi arrepentido que terminó en televisión contando sus peripecias hasta una célula neonazi en Murcia, un coronel 'Rudolph' de la Guardia Civil que se dedicaba a vender armas robadas en los cuarteles a la ultraderecha –incluido al jefe de Falange– o la firma de un manifiesto en favor de Franco en el verano de 2018 en el que participaron más de mil altos mandos militares firmarían. En su descargo, debemos señalar que hubo, y hay, exagentes del CNI infiltrados, pues varios antiguos agentes de la Inteligencia española, si es que no es un oxímoron, participaron de algún manifiesto ultraderechista. Aunque no parece que su afán fuera la información.
Pero muy sobresalientes en trabajos sucios, como en Catalunya
Por el contrario, esta incompetencia se torna excelencia cuando se trata de espiar a catalanes, buscar demócratas en el Ejército, acosar disidentes o hacer el trabajo sucio de Juan Carlos. Y no tan sucio, también lo bordan cuando se trata de llevar de compras a la querida de turno, bolsas si hace falta. Claro está. Entre los últimos trabajos de fontanería podemos destacar: 1) el espionaje de Roger Torrent, Jordi Puigneró o Ernest Maragall por un software espía; 2) los informes realizados por 'Método 3', entre doscientos y trescientos, revelados en 2020; o 3) el uso de un software israelí, Candiru, para espiar a catalanes, revelado este 2021 por Microsoft. Obviamente, los servicios de inteligencia siempre han negado su participación en estos episodios, pero si ellos no han participado ¿no era su responsabilidad impedir o como mínimo conocer?
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El listado es interminable, pero el asunto de los ataques cibernéticos sería otro agujero negro del que podríamos hablar durante horas. Baste señalar que, en el Estado Mayor de la Defensa, se convirtió en un escándalo que un alto mando militar confundiera hace unos años 'hackers' con 'frikis'. El muy formado militar quería un Ejército lleno de 'frikis'. Y claro, si llenas el Ejército de 'friquis' en lugar de 'hackers', pasa lo que pasa: en marzo de 2019 el propio ministerio de Defensa se derrumbó víctima de un ataque y hace solo dos meses, en junio de 2021, fue el ministerio de Trabajo el que colapsó. Desde luego, si pusieran el mismo ahínco en protegernos que el que empeñan en detallar la ideología del militar demócrata firmante de un manifiesto antifranquista, quizás las cosas irían bastante mejor.
E impecables en la fontanería de Juan Carlos
Pero, sin ninguna duda, donde encontramos todo un enaltecimiento a la excelencia es en los trabajos al servicio de su Majestad, Juan Carlos: desde recados como personal de seguridad y asistencia a Corinna cuando esta era la amante regia hasta el pago de cantidades anuales de dinero a actrices o amigas famosas a cambio de su silencio. Unos trabajos que llegaron a su apoteosis en las amenazas denunciadas por Corinna cuando la relación con el monarca se rompió…
Podríamos seguir, pero por concluir: los servicios de inteligencia hicieron casi de todo por el rey, pero casi nada por su país. De lo contrario, una inteligencia que no estuviera dedicada a perseguir a la disidencia, a seleccionar objetivos para la represión o hacer los trabajos sucios de un delincuente múltiple como Juan Carlos, quizás hubiera podido prever alguno de estos reveses.
El listado es interminable, pero el asunto de los ataques cibernéticos sería otro agujero negro del que podríamos hablar durante horas. Baste señalar que, en el Estado Mayor de la Defensa, se convirtió en un escándalo que un alto mando militar confundiera hace unos años 'hackers' con 'frikis'. El muy formado militar quería un Ejército lleno de 'frikis'. Y claro, si llenas el Ejército de 'friquis' en lugar de 'hackers', pasa lo que pasa: en marzo de 2019 el propio ministerio de Defensa se derrumbó víctima de un ataque y hace solo dos meses, en junio de 2021, fue el ministerio de Trabajo el que colapsó. Desde luego, si pusieran el mismo ahínco en protegernos que el que empeñan en detallar la ideología del militar demócrata firmante de un manifiesto antifranquista, quizás las cosas irían bastante mejor.
E impecables en la fontanería de Juan Carlos
Pero, sin ninguna duda, donde encontramos todo un enaltecimiento a la excelencia es en los trabajos al servicio de su Majestad, Juan Carlos: desde recados como personal de seguridad y asistencia a Corinna cuando esta era la amante regia hasta el pago de cantidades anuales de dinero a actrices o amigas famosas a cambio de su silencio. Unos trabajos que llegaron a su apoteosis en las amenazas denunciadas por Corinna cuando la relación con el monarca se rompió…
Podríamos seguir, pero por concluir: los servicios de inteligencia hicieron casi de todo por el rey, pero casi nada por su país. De lo contrario, una inteligencia que no estuviera dedicada a perseguir a la disidencia, a seleccionar objetivos para la represión o hacer los trabajos sucios de un delincuente múltiple como Juan Carlos, quizás hubiera podido prever alguno de estos reveses.