El verdadero éxodo fue con Mauricio Macri.
De la fiebre importadora al cierre masivo de empresas
Por David Cufré
11 de septiembre de 2021
El éxodo de empresas fue con Macri.
Miles de argentinos yendo a comprar ropa y electrodomésticos a Chile marcaron una etapa del ciclo económico neoliberal, que terminó con la huida generalizada de capitales nacionales y extranjeros. Los cierres de fábricas se produjeron a pesar de la disminución de impuestos a las empresas.
Alpargatas, Massalin, Banghó, Pampero, La Serenísima, Atanor, Puma, Manera, BGH, Ilolay, Freddo, Canale, Don Satur, Adidas, Eyelit, Sancor, La Campagnola, Dow Chemical, Fanazul, Mirgor, Acindar, Carrefour, Garbarino, Chocolate, Pelopincho, Siam, Wrangler, Lee, la Cachiola, Zanella, editorial SM, Musimundo, Frávega, Edding, Renault, Topper, Wanama, Deutz, Mabe, Paquetá son algunas de las empresas que cerraron fábricas, sucursales, instalaciones, despidieron trabajadores, entraron en crisis o dejaron de existir durante el gobierno de Mauricio Macri.
Es apenas una muestra de 40 compañías. Pero en la gestión de Cambiemos se perdieron 24.505 empresas. El registro de empleadores de la AFIP marcaba 568.737 firmas en diciembre de 2015 y retrocedió a 544.232 en diciembre de 2019.
Las imágenes de miles de argentinos yendo a comprar ropa y electrodomésticos a Chile en aquellos años marcó una etapa del ciclo económico neoliberal, que terminó con la huida generalizada de capitales nacionales y extranjeros.
En la provincia de Buenos Aires cerraron 8949 empresas. En la Ciudad de Buenos Aires, 4112.
La industria perdió 4074 compañías en el total nacional. En transporte y almacenamiento fueron 5290. En Comercio, 5405.
El éxodo ocurrió también con el capital extranjero:
* La empresa alemana Deutz Agco Motores, de maquinaria agrícola, cerró dos plantas y despidió 200 trabajadores.
* La firma china Cofco, de refinación de aceite, cerró la fábrica que tenía en Lanús y despidió a 195 operarios.
* Alpargatas, controlada por Alpargatas Brasil, cerró 8 de las 9 fábricas que tenía en el país entre 2018 y 2019. Echó a 2500 empleados.
* Brembo, autopartista italiana que trabajaba para Ford, cerró la planta de Barracas y despidió a 150 trabajadores.
* La estadounidense VF Corporation cerró las operaciones de Wrangler y Lee en la Argentina después de 30 años. Despidió a 200 personas.
* El grupo editorial español SM cerró su filial en Argentina y cesanteó a 200 trabajadores.
* La empresa alemana Edding cerró su fábrica de marcadores en San Juan. Despidió a 60 trabajadores.
* La francesa Renault cerró su subsidiaria Metalúrgica Tandil y despidió a 100 trabajadores.
* La española Aliaxis cerró su fábrica de productos plásticos en La Tablada y despidió a 150 empleados.
* Nike y Puma dejaron de producir en la Argentina entre 2018 y 2019, con más de 300 despidos.
* En noviembre de 2017 cerró la empresa química alemana Lanxess y despidió a 170 trabajadores.
* La brasileña Paquetá cerró su fábrica en Chivilcoy y despidió a 600 trabajadores. Producía para Adidas.
También son ejemplos de un proceso generalizado de destrucción de riqueza que marcó esa etapa.
“Empresas emblemáticas, con años de trayectoria, van cayendo como fichas de dominó. Grandes firmas que ya no están o sufren golpes a diario. Ni qué hablar de las pymes. Comercios e industrias que eran una referencia para los pueblos donde estaban ubicados bajaron la persiana, dejando un tendal de desocupados e historias rotas”, se escribió aquí en julio de 2019.
Los problemas no fueron a causa de las leyes laborales ni por un aumento de la carga impositiva. Al contrario, en el gobierno de Cambiemos se volvió a probar con la rebaja de contribuciones patronales a la seguridad social, como había hecho Domingo Cavallo en los ’90. El resultado tampoco fue el esperado, sino que la desocupación aumentó como en aquella oportunidad.
En la campaña electoral de 2015 nadie preveía que para la campaña electoral de 2019 hubiera que hablar de semejante desastre. Es decir, las expectativas mayoritarias entre empresarios, grandes corporaciones, economistas del mercado y medios de comunicación cuando Macri llegó al poder eran que las políticas de apertura comercial, desregulación financiera, disminución de impuestos a las empresas, señales amigables a los mercados y al campo, con quita de retenciones a las exportaciones, harían crecer la economía de manera vigorosa, dando inicio a una fase de éxito del modelo neoliberal.
La brecha entre expectativas y realidad fue demoledora para Macri en su intento de reelección. En especial porque ni siquiera alcanzó el crédito record de 57 mil millones de dólares con el FMI para frenar el derrumbe y estabilizar las variables. El dólar se descontroló, volvió el cepo cambiario reforzado, se subieron las retenciones, se eliminaron ministerios. Nada bastó. Cambiemos dejó el gobierno en medio de una grave crisis, incluso con deuda tomada durante su gestión que no pudo pagar.
La llegada de la pandemia no hizo más que agravar el cuadro general. El mundo se paralizó. Los precios se dispararon. La economía nacional, sin crédito externo, urgida por reestructurar los vencimientos con acreedores privados y organismos internacionales, tuvo que hacer frente al mismo tiempo a situaciones inéditas. Sectores enteros cerrados para evitar la propagación del virus necesitaron asistencia en dimensiones nunca vistas.
El rubro turismo figura entre los más castigados, en el país y en el mundo. Eso llevó, por ejemplo, a que en Argentina dejaran de operar o se achicaran al mínimo empresas como Air New Zealand, Qatar Airways, Emirates, Norwegian y Latam. “En todos los casos, el proceso de desinversión estuvo motivado por el impacto de la pandemia y no es exclusivo de la Argentina. Latam, por ejemplo, se declaró en bancarrota en Estados Unidos en mayo de 2020 y produjo despidos masivos, de más de 1400 trabajadores, en sus filiales en Chile, Colombia, Perú y Ecuador. De todos modos, en este caso la diferencia es que la empresa chilena se fue del mercado de cabotaje tras no llegar a acuerdos por despidos y rebajas salariales –como sí ocurrió en aquellas plazas- con sus 1700 empleados locales”, también se planteó en estas páginas semanas atrás.
Pero esos cinco ejemplos inundaron las coberturas periodísticas sobre un supuesto éxodo masivo de empresas, espantadas por el populismo. Otros nueve casos, en realidad, fueron pases de manos de capitales extranjeros a empresarios nacionales. Nicolás Caputo, el amigo del alma de Macri, se quedó con Brightstar; Francisco De Narváez con la cadena de supermercados Walmart; el grupo Dass con zapatilla Asics; Delivery Hero con Glovo; Tecpetrol con Engie; GST con MetLife; el grupo Eurnekian con Sinopec; Sidus con el laboratorio Pierre Fabre e inversores no identificados con Ecolumber.
Pero la versión más difundida sigue hablando de un éxodo de empresas en el presente. Entre enero de 2020 y junio de este año, además, hubo 896 anuncios de inversión de compañías privadas: 177 extranjeras, 701 nacionales y 18 mixtos.
El éxodo de empresas, masivo y extendido entre los sectores económicos, fue con Macri.
Miles de argentinos yendo a comprar ropa y electrodomésticos a Chile marcaron una etapa del ciclo económico neoliberal, que terminó con la huida generalizada de capitales nacionales y extranjeros. Los cierres de fábricas se produjeron a pesar de la disminución de impuestos a las empresas.
Alpargatas, Massalin, Banghó, Pampero, La Serenísima, Atanor, Puma, Manera, BGH, Ilolay, Freddo, Canale, Don Satur, Adidas, Eyelit, Sancor, La Campagnola, Dow Chemical, Fanazul, Mirgor, Acindar, Carrefour, Garbarino, Chocolate, Pelopincho, Siam, Wrangler, Lee, la Cachiola, Zanella, editorial SM, Musimundo, Frávega, Edding, Renault, Topper, Wanama, Deutz, Mabe, Paquetá son algunas de las empresas que cerraron fábricas, sucursales, instalaciones, despidieron trabajadores, entraron en crisis o dejaron de existir durante el gobierno de Mauricio Macri.
Es apenas una muestra de 40 compañías. Pero en la gestión de Cambiemos se perdieron 24.505 empresas. El registro de empleadores de la AFIP marcaba 568.737 firmas en diciembre de 2015 y retrocedió a 544.232 en diciembre de 2019.
Las imágenes de miles de argentinos yendo a comprar ropa y electrodomésticos a Chile en aquellos años marcó una etapa del ciclo económico neoliberal, que terminó con la huida generalizada de capitales nacionales y extranjeros.
En la provincia de Buenos Aires cerraron 8949 empresas. En la Ciudad de Buenos Aires, 4112.
La industria perdió 4074 compañías en el total nacional. En transporte y almacenamiento fueron 5290. En Comercio, 5405.
El éxodo ocurrió también con el capital extranjero:
* La empresa alemana Deutz Agco Motores, de maquinaria agrícola, cerró dos plantas y despidió 200 trabajadores.
* La firma china Cofco, de refinación de aceite, cerró la fábrica que tenía en Lanús y despidió a 195 operarios.
* Alpargatas, controlada por Alpargatas Brasil, cerró 8 de las 9 fábricas que tenía en el país entre 2018 y 2019. Echó a 2500 empleados.
* Brembo, autopartista italiana que trabajaba para Ford, cerró la planta de Barracas y despidió a 150 trabajadores.
* La estadounidense VF Corporation cerró las operaciones de Wrangler y Lee en la Argentina después de 30 años. Despidió a 200 personas.
* El grupo editorial español SM cerró su filial en Argentina y cesanteó a 200 trabajadores.
* La empresa alemana Edding cerró su fábrica de marcadores en San Juan. Despidió a 60 trabajadores.
* La francesa Renault cerró su subsidiaria Metalúrgica Tandil y despidió a 100 trabajadores.
* La española Aliaxis cerró su fábrica de productos plásticos en La Tablada y despidió a 150 empleados.
* Nike y Puma dejaron de producir en la Argentina entre 2018 y 2019, con más de 300 despidos.
* En noviembre de 2017 cerró la empresa química alemana Lanxess y despidió a 170 trabajadores.
* La brasileña Paquetá cerró su fábrica en Chivilcoy y despidió a 600 trabajadores. Producía para Adidas.
También son ejemplos de un proceso generalizado de destrucción de riqueza que marcó esa etapa.
“Empresas emblemáticas, con años de trayectoria, van cayendo como fichas de dominó. Grandes firmas que ya no están o sufren golpes a diario. Ni qué hablar de las pymes. Comercios e industrias que eran una referencia para los pueblos donde estaban ubicados bajaron la persiana, dejando un tendal de desocupados e historias rotas”, se escribió aquí en julio de 2019.
Los problemas no fueron a causa de las leyes laborales ni por un aumento de la carga impositiva. Al contrario, en el gobierno de Cambiemos se volvió a probar con la rebaja de contribuciones patronales a la seguridad social, como había hecho Domingo Cavallo en los ’90. El resultado tampoco fue el esperado, sino que la desocupación aumentó como en aquella oportunidad.
En la campaña electoral de 2015 nadie preveía que para la campaña electoral de 2019 hubiera que hablar de semejante desastre. Es decir, las expectativas mayoritarias entre empresarios, grandes corporaciones, economistas del mercado y medios de comunicación cuando Macri llegó al poder eran que las políticas de apertura comercial, desregulación financiera, disminución de impuestos a las empresas, señales amigables a los mercados y al campo, con quita de retenciones a las exportaciones, harían crecer la economía de manera vigorosa, dando inicio a una fase de éxito del modelo neoliberal.
La brecha entre expectativas y realidad fue demoledora para Macri en su intento de reelección. En especial porque ni siquiera alcanzó el crédito record de 57 mil millones de dólares con el FMI para frenar el derrumbe y estabilizar las variables. El dólar se descontroló, volvió el cepo cambiario reforzado, se subieron las retenciones, se eliminaron ministerios. Nada bastó. Cambiemos dejó el gobierno en medio de una grave crisis, incluso con deuda tomada durante su gestión que no pudo pagar.
La llegada de la pandemia no hizo más que agravar el cuadro general. El mundo se paralizó. Los precios se dispararon. La economía nacional, sin crédito externo, urgida por reestructurar los vencimientos con acreedores privados y organismos internacionales, tuvo que hacer frente al mismo tiempo a situaciones inéditas. Sectores enteros cerrados para evitar la propagación del virus necesitaron asistencia en dimensiones nunca vistas.
El rubro turismo figura entre los más castigados, en el país y en el mundo. Eso llevó, por ejemplo, a que en Argentina dejaran de operar o se achicaran al mínimo empresas como Air New Zealand, Qatar Airways, Emirates, Norwegian y Latam. “En todos los casos, el proceso de desinversión estuvo motivado por el impacto de la pandemia y no es exclusivo de la Argentina. Latam, por ejemplo, se declaró en bancarrota en Estados Unidos en mayo de 2020 y produjo despidos masivos, de más de 1400 trabajadores, en sus filiales en Chile, Colombia, Perú y Ecuador. De todos modos, en este caso la diferencia es que la empresa chilena se fue del mercado de cabotaje tras no llegar a acuerdos por despidos y rebajas salariales –como sí ocurrió en aquellas plazas- con sus 1700 empleados locales”, también se planteó en estas páginas semanas atrás.
Pero esos cinco ejemplos inundaron las coberturas periodísticas sobre un supuesto éxodo masivo de empresas, espantadas por el populismo. Otros nueve casos, en realidad, fueron pases de manos de capitales extranjeros a empresarios nacionales. Nicolás Caputo, el amigo del alma de Macri, se quedó con Brightstar; Francisco De Narváez con la cadena de supermercados Walmart; el grupo Dass con zapatilla Asics; Delivery Hero con Glovo; Tecpetrol con Engie; GST con MetLife; el grupo Eurnekian con Sinopec; Sidus con el laboratorio Pierre Fabre e inversores no identificados con Ecolumber.
Pero la versión más difundida sigue hablando de un éxodo de empresas en el presente. Entre enero de 2020 y junio de este año, además, hubo 896 anuncios de inversión de compañías privadas: 177 extranjeras, 701 nacionales y 18 mixtos.
El éxodo de empresas, masivo y extendido entre los sectores económicos, fue con Macri.