Por Ezequiel Luis Bistoletti
15 de septiembre de 2021
15 de septiembre de 2021
Imagen: EFE
Tras las elecciones del próximo 26 de septiembre, Angela Merkel abandonará finalmente el gobierno alemán. En sus casi 16 años de mandato, Merkel determinó el rumbo de la política alemana prácticamente sin resistencias respecto a la orientación general de su gobierno. Aun así, la canciller debió responder a situaciones complejas, como la crisis financiera de 2008, la crisis migratoria de 2015 y la pandemia por el coronavirus desde 2020. ¿Cómo conceptualizar el legado de Merkel? En las siguientes líneas presentamos un breve balance de su extenso gobierno, desde noviembre de 2005 hasta el presente. Pero antes, una indispensable aclaración.
A diferencia de Argentina, en Alemania el “modelo de país” no aparece en disputa. Las principales fuerzas políticas no presentan diferencias de fondo respecto a la orientación económica, política y social de la nación. Este acuerdo tácito entre las principales fuerzas políticas responde a la hegemonía sin fisuras del “modelo de país” impuesto por las clases dominantes. En este contexto, la política como tal no determina el trazo grueso de la sociedad alemana sino, más bien, su trazo fino. El gobierno de Merkel y su legado aparecen en este contexto.
Ahora sí, comencemos el balance. En términos económicos, la economía alemana presentó un moderado pero estable crecimiento. Sin embargo, la pobreza ascendió sensiblemente y la desigualdad mucho más aún. El desempleo descendió de manera notoria, pero esta disminución estuvo acompañada por un acelerado proceso de precarización laboral a través de la multiplicación de los contratos basura, el vertiginoso aumento de la tercerización y la masiva sustitución de trabajadores asalariados por trabajadores cuentapropistas. Las privatizaciones, la deslocalización de la industria alemana hacia el Este de Europa y la financiarización representaron una marca característica de la economía bajo el gobierno de Merkel.
En términos de política exterior, Merkel acompañó incondicionalmente las decisiones de Estados Unidos, lo cual generó situaciones embarazosas para Alemania en más de una oportunidad. El desconcierto de los funcionarios alemanes ante la sorpresiva noticia del retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán representa un ejemplo de estas situaciones. Durante la crisis de la deuda griega, en 2010, Merkel determinó la imposición de condiciones draconianas para Grecia a cambio de la ayuda financiera de la “troika” (UE, BCE y FMI).
Tras las elecciones del próximo 26 de septiembre, Angela Merkel abandonará finalmente el gobierno alemán. En sus casi 16 años de mandato, Merkel determinó el rumbo de la política alemana prácticamente sin resistencias respecto a la orientación general de su gobierno. Aun así, la canciller debió responder a situaciones complejas, como la crisis financiera de 2008, la crisis migratoria de 2015 y la pandemia por el coronavirus desde 2020. ¿Cómo conceptualizar el legado de Merkel? En las siguientes líneas presentamos un breve balance de su extenso gobierno, desde noviembre de 2005 hasta el presente. Pero antes, una indispensable aclaración.
A diferencia de Argentina, en Alemania el “modelo de país” no aparece en disputa. Las principales fuerzas políticas no presentan diferencias de fondo respecto a la orientación económica, política y social de la nación. Este acuerdo tácito entre las principales fuerzas políticas responde a la hegemonía sin fisuras del “modelo de país” impuesto por las clases dominantes. En este contexto, la política como tal no determina el trazo grueso de la sociedad alemana sino, más bien, su trazo fino. El gobierno de Merkel y su legado aparecen en este contexto.
Ahora sí, comencemos el balance. En términos económicos, la economía alemana presentó un moderado pero estable crecimiento. Sin embargo, la pobreza ascendió sensiblemente y la desigualdad mucho más aún. El desempleo descendió de manera notoria, pero esta disminución estuvo acompañada por un acelerado proceso de precarización laboral a través de la multiplicación de los contratos basura, el vertiginoso aumento de la tercerización y la masiva sustitución de trabajadores asalariados por trabajadores cuentapropistas. Las privatizaciones, la deslocalización de la industria alemana hacia el Este de Europa y la financiarización representaron una marca característica de la economía bajo el gobierno de Merkel.
En términos de política exterior, Merkel acompañó incondicionalmente las decisiones de Estados Unidos, lo cual generó situaciones embarazosas para Alemania en más de una oportunidad. El desconcierto de los funcionarios alemanes ante la sorpresiva noticia del retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán representa un ejemplo de estas situaciones. Durante la crisis de la deuda griega, en 2010, Merkel determinó la imposición de condiciones draconianas para Grecia a cambio de la ayuda financiera de la “troika” (UE, BCE y FMI).
Como consecuencia de estas condiciones, la economía griega aparece sumida en el estancamiento desde hace más de 10 años y su deuda pública, en lugar de descender, protagonizó un pavoroso ascenso. En el haber de Merkel aparece su decisión, contra viento y marea, de que la Unión Europea recibiera a un millón y medio de refugiados de las guerras en Siria, Irak y Afganistán entre 2015 y 2016. Irónicamente esta decisión, sin dudas la más progresista de su gobierno en materia de política exterior, generó un sinfín de críticas contra su liderazgo y determinó el inicio de su declive político.
En términos de política interna, el gobierno de Merkel estuvo caracterizado por el conservadurismo y la moderación. Recién durante su último mandato, en 2017, Alemania estableció el matrimonio igualitario. De hecho, en la votación sobre el tema en el Parlamento Merkel presentó un voto en contra del proyecto finalmente aprobado. En cuestiones de género Merkel tampoco acometió reformas significativas. Lo mismo con respecto al medioambiente. Solo en 2020, como consecuencia de la pandemia, Alemania alcanzó las metas de emisiones de CO2 asumidas por el gobierno. Finalmente, Merkel coadyuvó, por acción u omisión, a la consolidación de un partido de extrema derecha en el sistema político alemán.
A la luz de lo anterior, Merkel abandonará el gobierno con un descolorido legado detrás. Alemania aparece hoy más injusta, más desigual y menos solidaria que 16 años atrás. Frente a esto, más que deliberar sobre el legado de Merkel, deberíamos deliberar sobre las razones de su permanencia en el poder durante tanto tiempo.
Ezequiel Luis Bistoletti es profesor argentino en la Universidad Alice Salomon Berlin, en Alemania, y conductor del programa “Demoliendo mitos de la política”.
Pagina/12
En términos de política interna, el gobierno de Merkel estuvo caracterizado por el conservadurismo y la moderación. Recién durante su último mandato, en 2017, Alemania estableció el matrimonio igualitario. De hecho, en la votación sobre el tema en el Parlamento Merkel presentó un voto en contra del proyecto finalmente aprobado. En cuestiones de género Merkel tampoco acometió reformas significativas. Lo mismo con respecto al medioambiente. Solo en 2020, como consecuencia de la pandemia, Alemania alcanzó las metas de emisiones de CO2 asumidas por el gobierno. Finalmente, Merkel coadyuvó, por acción u omisión, a la consolidación de un partido de extrema derecha en el sistema político alemán.
A la luz de lo anterior, Merkel abandonará el gobierno con un descolorido legado detrás. Alemania aparece hoy más injusta, más desigual y menos solidaria que 16 años atrás. Frente a esto, más que deliberar sobre el legado de Merkel, deberíamos deliberar sobre las razones de su permanencia en el poder durante tanto tiempo.
Ezequiel Luis Bistoletti es profesor argentino en la Universidad Alice Salomon Berlin, en Alemania, y conductor del programa “Demoliendo mitos de la política”.
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