20 mar 2025

GENOCIDA INESCRUPULOSO

Netanyahu antepone su supervivencia política ante los millones de vidas en gaza

OTHER NEWS (Por Valeria M. Rivera Rosas* – Mundiario)
19.03.2025



Imagen: archivo/Facebook



El conflicto en Gaza ha vuelto a escalar de manera dramática, y detrás de la nueva oleada de bombardeos lanzados por Israel no solo hay razones militares, sino una estrategia política bien calculada. 
La reanudación de los bombardeos masivos sobre la Franja, tras meses de obstrucción a las negociaciones, evidencia que la tregua nunca fue realmente una opción para el primer ministro israelí. Benjamín Netanyahu, acorralado por sus propios aliados y en una posición de extrema fragilidad, ha decidido dinamitar cualquier posibilidad de tregua con Hamás para garantizar su permanencia en el poder. La reanudación de la ofensiva, que ha dejado cientos de muertos en pocas horas, responde más a su necesidad de estabilidad dentro de la coalición gubernamental que a una verdadera estrategia de seguridad.

A lo largo de su carrera, Netanyahu ha demostrado ser un maestro en el arte de la supervivencia política. Su capacidad para sortear crisis y mantenerse en el poder, incluso en los momentos más adversos, es una de sus principales características. Ahora, en un escenario de extrema tensión, el primer ministro israelí ha vuelto a recurrir a su estrategia más eficaz: mantener la guerra viva para evitar que su gobierno se desmorone.

Desde hace meses, Netanyahu ha maniobrado para obstaculizar cualquier avance en las negociaciones de paz con Hamás. Aunque en enero Israel firmó un acuerdo de alto el fuego, su cumplimiento ha sido deliberadamente entorpecido. La retirada de tropas de la frontera con Egipto nunca se concretó, la entrada de ayuda humanitaria ha sido restringida y las negociaciones para la segunda fase del pacto han sido sistemáticamente bloqueadas. Todo esto ha generado una situación en la que el conflicto no solo no cesa, sino que se intensifica con cada nueva violación del acuerdo.

El objetivo de Netanyahu no es, como afirma su gobierno, la «destrucción total» de Hamás, sino la preservación de su propia posición dentro de la coalición. Los partidos de ultraderecha que sostienen su mandato, como Sionismo Religioso y Poder Judío, han condicionado su apoyo a la continuidad de la ofensiva militar. Líderes como Bezalel Smotrich han dejado claro que su permanencia en el ejecutivo depende de que la guerra no se detenga, y Netanyahu, consciente de su frágil mayoría parlamentaria, ha decidido ceder a sus exigencias.

Una guerra sin fin: la táctica de prolongar el conflicto


La clave de la actual escalada militar radica en la forma en que Netanyahu ha gestionado la tregua desde el principio. Si bien el alto el fuego debía abrir la puerta a una negociación más amplia que incluyera la liberación de rehenes y un acuerdo definitivo con Hamás, la estrategia del gobierno israelí ha sido la contraria: impedir cualquier avance y justificar la reanudación de los bombardeos argumentando que las conversaciones están en un «punto muerto».

En este contexto, la reciente ofensiva no ha sido una sorpresa. Desde el inicio del alto el fuego, Israel ha seguido ejecutando ataques puntuales, aumentando la presión sobre Hamás y reduciendo cada vez más el margen de maniobra de la organización palestina. Al mismo tiempo, la Casa Blanca ha respaldado de manera implícita esta estrategia, culpando a Hamás de la falta de avances en las negociaciones y permitiendo que Netanyahu mantenga su línea de acción sin grandes consecuencias diplomáticas.

Sin embargo, esta política tiene un precio. Mientras Netanyahu asegura su supervivencia política, el conflicto se prolonga sin una salida clara. La guerra se ha convertido en un recurso para mantenerse en el poder, pero a costa de un coste humano y humanitario cada vez mayor.

El factor interno: política de guerra y crisis institucional


Más allá del conflicto en sí, la situación dentro de Israel también juega un papel crucial en esta estrategia. Netanyahu no solo enfrenta presiones de sus socios ultraderechistas, sino que también debe lidiar con una crisis interna marcada por divisiones dentro del propio Likud y crecientes protestas ciudadanas.

El reciente despido del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, ha generado un malestar significativo dentro de los servicios de inteligencia israelíes, lo que podría traducirse en inestabilidad dentro del gobierno. Además, la necesidad de aprobar los Presupuestos antes de fin de mes obliga a Netanyahu a garantizar el apoyo de todos los sectores de su coalición, lo que explica su decisión de reactivar la guerra en un momento tan crítico.

El fenómeno político conocido como rally 'round the flag, por el cual la población tiende a unirse en torno al líder en tiempos de guerra, es un factor que Netanyahu conoce bien y que ha utilizado en varias ocasiones. En un contexto donde su popularidad ha sido cuestionada, la escalada del conflicto le permite reforzar su liderazgo y desviar la atención de las crisis internas que amenazan con debilitar su posición.

Lo que está ocurriendo en Gaza no es solo una cuestión de seguridad o estrategia militar; es, sobre todo, una jugada política que beneficia a Netanyahu y a su gobierno. La guerra se ha convertido en una herramienta para afianzar el poder, incluso a costa de la estabilidad regional y del sufrimiento de miles de personas.

Mientras la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, el primer ministro israelí sigue adelante con su plan: un conflicto prolongado que le permita mantenerse en el poder sin afrontar las consecuencias de una posible tregua. La pregunta no es cuándo terminará esta guerra, sino cuánto tiempo más podrá Netanyahu utilizarla en su favor.

*Valeria M. Rivera Rosas escribe en MUNDIARIO, donde es la coordinadora general. Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, se graduó en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín de Venezuela.

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