Hubo 38 personas afectadas por los gases lacrimógenos. Otro operativo desmedido con jubilados reprimidos y una nena gaseada
27 de marzo de 2025

. Imagen: AFP
Además de la represión, el gobierno de Milei oficializó un aumento irrisorio del 2,4 por ciento para los haberes y pensiones, y ratificó el bono de 70 mil pesos, que está congelado hace un año.
Con un operativo desmedido, las fuerzas de seguridad usaron gas pimienta para reprimir a jubilados y jubiladas que se manifestaban frente al Congreso e hirieron a 38 personas, entre ellas a una nena de 8 años que pasaba por el lugar tras salir del dentista. Incluso, un cordón policial impidió que la columna de la UOM y otras organizaciones se unieran a la manifestación. Luego del accionar brutal del 12 de marzo en el que fue herido de gravedad el fotógrafo Pablo Grillo y el megaoperativo del miércoles pasado, Patricia Bullrich volvió a esparcir violencia hacia los adultos mayores. Pero no solo eso, más temprano la administración de Milei oficializó un magro aumento del 2,4 por ciento para los haberes y pensiones a partir de abril, y ratificó el bono extraordinario de 70 mil pesos, que se mantiene en ese monto desde marzo del año pasado. Un doble ataque en la misma semana en la que se venció la moratoria que deja afuera del sistema jubilatorio a más de 250 mil personas, la mayoría de ellas mujeres.
Pasadas las seis de la tarde, luego de la ronda alrededor del Congreso que realizan cada miércoles los jubilados, la división motorizada de la Policía Federal comenzó a amedrentar a la columna que estaba sobre Hipólito Yrigoyen y avenida Entre Ríos. Minutos después, en la esquina de Rivadavia y Callao, los agentes comenzaron a golpear y gasear a los manifestantes. “Atendimos a 38 personas por efectos del rociamiento del spray pimienta”, aseguró a este diario el presidente del CEPA, Esteban Chalá, quien confirmó que entre las personas afectadas por el gas policial hay una nena de 8 años de nombre Ludmila, que “volvía con su padre del dentista". El rescatista comentó que la familia vive a siete cuadras del Congreso y que "ambos recibieron el rociamiento del spray”. “Una vez que fueron atendidos se fueron a su casa”, añadió Chalá. Es la segunda vez que la policía ataca a una menor, en septiembre del año pasado también fue gaseada un nena que estaba con su madre, hecho por el que Bullrich tiene una denuncia.
El operativo nuevamente fue exagerado en comparación con las personas que habían asistido a la marcha: se desplegaron cientos de efectivos de Prefectura, Policía Federal, Gendarmería y la Policía Aeroportuaria, una fuerza que no participa habitualmente de estas marchas. "A fuerza de golpes, empujones y bastonazos se obligó a los manifestantes a permanecer sobre la vereda", indicaron desde la Comisión Provincial de la Memoria (CPM). La organización también denunció que algunos de los integrantes de su equipo de monitoreo fueron agredidos, al igual que trabajadores de la Asociación contra la violencia institucional. "La policía motorizada también irrumpió una vez para evitar los cortes de calle. De manera violenta redujeron a los manifestantes hasta ubicarlos sobre la vereda y la plaza", agregaron desde la CPM.
Además de las organizaciones que se congregan cada miércoles, como Jubilados Insurgentes, Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJEL) y el Plenario de Trabajadores Jubilados, también estuvieron partidos de izquierda y sindicatos como la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y la agrupación Madres de Plaza de Mayo, entre otros. Uno de los gremios que participó fue la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Sin embargo, la columna que encabezó Abel Furlán, que se había congregado más temprano en Avenida de Mayo para luego avanzar hacia el Congreso, fue rodeada por efectivos de la Policía, que los rodearon y le impidieron llegar al epicentro de la convocatoria, en un nuevo atropello al derecho a la protesta por parte de las fuerzas que comanda la ministra Bullrich.
“Yo en este momento estoy únicamente con los que vengan hoy a la calle a bancar a los jubilados, porque más que una cuestión partidaria, si bien las ideologías obviamente son importantes, lo que vale es estar hoy acá en la calle”, dijo a Página/12 el ‘Nono’ de Boedo, uno de los jubilados que todas las semanas asiste con su bicicleta. “Pablo Grillo, la militancia te acompaña, fuerza”, escribió el Nono en uno de sus carteles. Esta es la segunda movilización después de la brutal represión del 12 de marzo en la que fue herido el fotógrafo que hoy lucha por su vida en el Hospital Ramos Mejía. Fabián, el padre de Pablo, contó que su hijo "sabe" que estuvo allí, "pero no sabe lo que le pasó". Si bien la semana pasada no hubo represión, el gobierno de Javier Milei intentó frenar la masiva movilización a través del amedrentamiento en las estaciones de trenes y de las requisas en las entradas a la Ciudad de Buenos Aires.
Por su parte, Rubén Cocurullo de Jubilados Insurgentes, denunció que "hubo más milicos que jubilados” y criticó la magnitud del operativo. Además le envió fuerzas a Grillo: “Espero que te vea un día en la plaza de nuevo, para darte un abrazo, compañero. Y espero que termine en la cárcel el que te hizo semejante daño”, afirmó.
En una de las banderas ubicadas sobre la avenida Rivadavia, en la vereda del edificio del Anexo de la Cámara baja, se leía: “Todos somos jubilados, es una cuestión de tiempo”. En la congregación no faltaron camisetas de fútbol, no solamente de Boca y River sino también de Godoy Cruz de Mendoza o Rosario Central, y hasta una bandera de Dock Sud que aseveraba: "Robar a los jubilados es un crimen social". "Ayudame a luchar, el próximo viejo sos vos", decía otro cartel.
Pero la violencia de Milei no es solo física, hoy el Gobierno Nacional oficializó un mínimo aumento del 2,4 por ciento para los haberes jubilatorios y pensiones a partir de abril, y confirmó que otorgará nuevamente un bono extraordinario de 70 mil pesos --el mismo monto desde hace un año-- y que no lo incorporará formalmente. Ahora, la mínima pasa a unos irrisorios 285.820 pesos, que mantienen las jubilaciones por debajo de la línea de indigencia.
La integrante del Plenario Nora Biaggio denunció la gravedad de la eliminación de la moratoria previsional, que se venció el domingo y que deja afuera del sistema a nueve de cada diez mujeres y ocho de cada diez hombres. “Además del aumento inmediato de haberes para llegar a una mínima de 1,2 millones y de la restitución del 100% de descuento de los medicamentos de PAMI y obras sociales, lo que también pedimos es que haya jubilación universal cualquiera haya sido la situación de contratación”, sostuvo.
A su vez, Biaggio aseguró que habrá otras instancias para continuar con la organización de las agrupaciones de adultos mayores. "Este sábado 29 hacemos el tercer plenario de las organizaciones de jubilados en la Mutual Sentimiento, para definir un nuevo plan de lucha", sostuvo.
Informe: Juan Pablo Pucciarelli
Además de la represión, el gobierno de Milei oficializó un aumento irrisorio del 2,4 por ciento para los haberes y pensiones, y ratificó el bono de 70 mil pesos, que está congelado hace un año.
Con un operativo desmedido, las fuerzas de seguridad usaron gas pimienta para reprimir a jubilados y jubiladas que se manifestaban frente al Congreso e hirieron a 38 personas, entre ellas a una nena de 8 años que pasaba por el lugar tras salir del dentista. Incluso, un cordón policial impidió que la columna de la UOM y otras organizaciones se unieran a la manifestación. Luego del accionar brutal del 12 de marzo en el que fue herido de gravedad el fotógrafo Pablo Grillo y el megaoperativo del miércoles pasado, Patricia Bullrich volvió a esparcir violencia hacia los adultos mayores. Pero no solo eso, más temprano la administración de Milei oficializó un magro aumento del 2,4 por ciento para los haberes y pensiones a partir de abril, y ratificó el bono extraordinario de 70 mil pesos, que se mantiene en ese monto desde marzo del año pasado. Un doble ataque en la misma semana en la que se venció la moratoria que deja afuera del sistema jubilatorio a más de 250 mil personas, la mayoría de ellas mujeres.
Pasadas las seis de la tarde, luego de la ronda alrededor del Congreso que realizan cada miércoles los jubilados, la división motorizada de la Policía Federal comenzó a amedrentar a la columna que estaba sobre Hipólito Yrigoyen y avenida Entre Ríos. Minutos después, en la esquina de Rivadavia y Callao, los agentes comenzaron a golpear y gasear a los manifestantes. “Atendimos a 38 personas por efectos del rociamiento del spray pimienta”, aseguró a este diario el presidente del CEPA, Esteban Chalá, quien confirmó que entre las personas afectadas por el gas policial hay una nena de 8 años de nombre Ludmila, que “volvía con su padre del dentista". El rescatista comentó que la familia vive a siete cuadras del Congreso y que "ambos recibieron el rociamiento del spray”. “Una vez que fueron atendidos se fueron a su casa”, añadió Chalá. Es la segunda vez que la policía ataca a una menor, en septiembre del año pasado también fue gaseada un nena que estaba con su madre, hecho por el que Bullrich tiene una denuncia.
El operativo nuevamente fue exagerado en comparación con las personas que habían asistido a la marcha: se desplegaron cientos de efectivos de Prefectura, Policía Federal, Gendarmería y la Policía Aeroportuaria, una fuerza que no participa habitualmente de estas marchas. "A fuerza de golpes, empujones y bastonazos se obligó a los manifestantes a permanecer sobre la vereda", indicaron desde la Comisión Provincial de la Memoria (CPM). La organización también denunció que algunos de los integrantes de su equipo de monitoreo fueron agredidos, al igual que trabajadores de la Asociación contra la violencia institucional. "La policía motorizada también irrumpió una vez para evitar los cortes de calle. De manera violenta redujeron a los manifestantes hasta ubicarlos sobre la vereda y la plaza", agregaron desde la CPM.
Además de las organizaciones que se congregan cada miércoles, como Jubilados Insurgentes, Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJEL) y el Plenario de Trabajadores Jubilados, también estuvieron partidos de izquierda y sindicatos como la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y la agrupación Madres de Plaza de Mayo, entre otros. Uno de los gremios que participó fue la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Sin embargo, la columna que encabezó Abel Furlán, que se había congregado más temprano en Avenida de Mayo para luego avanzar hacia el Congreso, fue rodeada por efectivos de la Policía, que los rodearon y le impidieron llegar al epicentro de la convocatoria, en un nuevo atropello al derecho a la protesta por parte de las fuerzas que comanda la ministra Bullrich.
“Yo en este momento estoy únicamente con los que vengan hoy a la calle a bancar a los jubilados, porque más que una cuestión partidaria, si bien las ideologías obviamente son importantes, lo que vale es estar hoy acá en la calle”, dijo a Página/12 el ‘Nono’ de Boedo, uno de los jubilados que todas las semanas asiste con su bicicleta. “Pablo Grillo, la militancia te acompaña, fuerza”, escribió el Nono en uno de sus carteles. Esta es la segunda movilización después de la brutal represión del 12 de marzo en la que fue herido el fotógrafo que hoy lucha por su vida en el Hospital Ramos Mejía. Fabián, el padre de Pablo, contó que su hijo "sabe" que estuvo allí, "pero no sabe lo que le pasó". Si bien la semana pasada no hubo represión, el gobierno de Javier Milei intentó frenar la masiva movilización a través del amedrentamiento en las estaciones de trenes y de las requisas en las entradas a la Ciudad de Buenos Aires.
Por su parte, Rubén Cocurullo de Jubilados Insurgentes, denunció que "hubo más milicos que jubilados” y criticó la magnitud del operativo. Además le envió fuerzas a Grillo: “Espero que te vea un día en la plaza de nuevo, para darte un abrazo, compañero. Y espero que termine en la cárcel el que te hizo semejante daño”, afirmó.
En una de las banderas ubicadas sobre la avenida Rivadavia, en la vereda del edificio del Anexo de la Cámara baja, se leía: “Todos somos jubilados, es una cuestión de tiempo”. En la congregación no faltaron camisetas de fútbol, no solamente de Boca y River sino también de Godoy Cruz de Mendoza o Rosario Central, y hasta una bandera de Dock Sud que aseveraba: "Robar a los jubilados es un crimen social". "Ayudame a luchar, el próximo viejo sos vos", decía otro cartel.
Pero la violencia de Milei no es solo física, hoy el Gobierno Nacional oficializó un mínimo aumento del 2,4 por ciento para los haberes jubilatorios y pensiones a partir de abril, y confirmó que otorgará nuevamente un bono extraordinario de 70 mil pesos --el mismo monto desde hace un año-- y que no lo incorporará formalmente. Ahora, la mínima pasa a unos irrisorios 285.820 pesos, que mantienen las jubilaciones por debajo de la línea de indigencia.
La integrante del Plenario Nora Biaggio denunció la gravedad de la eliminación de la moratoria previsional, que se venció el domingo y que deja afuera del sistema a nueve de cada diez mujeres y ocho de cada diez hombres. “Además del aumento inmediato de haberes para llegar a una mínima de 1,2 millones y de la restitución del 100% de descuento de los medicamentos de PAMI y obras sociales, lo que también pedimos es que haya jubilación universal cualquiera haya sido la situación de contratación”, sostuvo.
A su vez, Biaggio aseguró que habrá otras instancias para continuar con la organización de las agrupaciones de adultos mayores. "Este sábado 29 hacemos el tercer plenario de las organizaciones de jubilados en la Mutual Sentimiento, para definir un nuevo plan de lucha", sostuvo.
Informe: Juan Pablo Pucciarelli
Milei y la deriva autoritaria
Por Luis Alberto Quevedo

Por Luis Alberto Quevedo

Imagen: Gentileza
La idea central que Milei tiene en su cabeza es la construcción de una nueva institucionalidad política para la Argentina. También busca establecer un nuevo régimen de verdad y legitimar el uso de la violencia, tanto simbólica como material.
Una nueva institucionalidad implica desarticular y desarmar las instituciones de la República tal como las conocemos hasta hoy. Estas instituciones no han sido precisamente estables desde el inicio del período democrático en 1983. A lo largo de estas cuatro décadas, la Constitución Nacional ha cambiado, al igual que numerosas leyes, pero todo ello ocurrió dentro de un régimen republicano en el que operaron acuerdos políticos, confrontaciones y también la acción de los poderes fácticos para torcer decisiones.
Milei propone otra cosa. Sus tres objetivos fundamentales son: que el Parlamento no funcione tal como lo conocemos; que la Justicia no intervenga en ninguna cuestión que interfiera con las decisiones del Ejecutivo (independientemente de su respeto a la Constitución) y que la voluntad del Presidente —y de su reducido entorno de empresarios— se ejerza sin contrapesos ni controles, incluso a través de todas las formas de violencia que sean necesarias para hacerla cumplir. Es decir, una república sostenida sobre una sola pata. Es decir, el fin de la república tal como la define nuestra Constitución. Y una democracia sin deliberación ni reconocimiento del otro.
Esta idea se materializa a través de varias estrategias que observamos en este primer año largo de gobierno. Por un lado, el ataque permanente al Congreso, que hasta hoy ha aprobado casi exclusivamente leyes que favorecen a Milei (con muy pocas excepciones). Casi todas han sido leyes que el Ejecutivo celebró como victorias, aunque en muchos casos implicaron recortes a sus pretensiones iniciales. Sin embargo, su mayor triunfo parlamentario no ha sido la aprobación de leyes, sino la parálisis del Congreso. La Ley Bases 27.742, sancionada en junio del año pasado, representó la primera gran transferencia de funciones del Poder Legislativo al Ejecutivo. Luego, la lluvia de DNU permitió a Milei seguir gobernando sin la intervención del Congreso y, en algunos casos, al margen de la ley y la Constitución. Bastó con la inacción de los otros poderes de la República para que el Presidente pudiera avanzar sin obstáculos, sin enviar presupuestos al Parlamento y sin que sus decisiones reñidas con la Constitución fueran revisadas por el Poder Judicial.
El Congreso no solo ha sido ignorado, sino que sus integrantes han sido tratados como "ratas", con la única expectativa de que no rechacen los DNU que el Ejecutivo elabora diariamente. Quizás el caso más obsceno haya sido el DNU sobre la negociación a ciegas con el FMI, aceptando la discrecionalidad total del Ejecutivo en materia de deuda externa: el Congreso mayoritariamente renunció a su rol constitucional en la aprobación de endeudamientos y en el control de acuerdos con el FMI.
En cuanto a la Justicia, su papel ha sido el del silencio cómplice. Solo con ello, los jueces de los máximos tribunales cumplen con la voluntad de Milei y de los grandes grupos económicos. Su estrategia ha sido la inacción, permitiendo que todo continúe sin intervención, exactamente lo contrario de lo que hicieron con gobiernos nacionales y populares. Y con eso ha sido suficiente para aceptar jueces por decreto y no responder a ningún requerimiento de las provincias (más de 30) en materia de envíos de fondos comprometidos.
Pero la degradación institucional no se limita al Congreso y la Justicia. También asistimos a un colapso de otros pilares de la democracia y la República. Señalaré dos: la muerte de la verdad y la degradación de la palabra política como herramienta del entendimiento democrático.
Sobre la verdad: Milei ha puesto fin a cualquier referencia externa a su propia palabra. La verdad ha quedado reducida a la voz del Presidente, quien puede inventar cifras, desacreditar políticos y periodistas, y construir una realidad económica y social que no resiste el menor contraste con los datos. Pero esto funciona porque su palabra se erige como la única verdad: fuera del Presidente Milei, ninguna otra voz política importa. Todas las opiniones contrarias son degradadas, insultadas y atacadas en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales. Es el fin de la democracia como espacio de participación y discusión de ideas. Solo queda el insulto o el ruido. En materia de insultos, nadie supera al Presidente; en materia de ruidos para impedir la deliberación, Martín Menem ha diseñado una fórmula infalible en el Parlamento: sus legisladores gritan y él levanta la sesión.
La sociedad no es un bloque homogéneo ni comparte los mismos valores. Nunca lo ha sido ni lo será. Debemos aceptar que no todos perciben que lo que ha traído Milei a la política argentina ha sido una violación de sus derechos. En un año y tres meses, las acciones de su gobierno han mostrado que el rey está desnudo, tal como se ha dicho. Y algo de razón le asiste a esta afirmación porque Milei, que repudió la casta, solo se apoya en ella y su honestidad ha quedado muy cuestionada después del caso $LIBRA. Pero, ¿no ha quedado al desnudo también una parte de la sociedad? Dicho de otro modo: ¿sabemos exactamente cuánta gente está dispuesta (o no) a aceptar esta degradación de la república y la democracia? ¿Cuánta sociedad mira para otro lado mientras Milei se pasea desnudo y a los gritos?
¿Cómo se vuelve de esto? Se vuelve. Ya lo hicimos después de la dictadura y tras la crisis de 2001/2002. Pero el post-mileísmo tiene una paradoja: para restaurar las instituciones, hay que hablar de sueños, no solo de leyes. La sociedad no se enamora de las instituciones ni lucha por la Ley de Defensa del Consumidor, pero sí quiere que las leyes la protejan frente a las desigualdades impuestas por el dios Mercado. Para reconstruir un régimen de verdad con referencias reales, no basta con decir que Milei miente; hay que construir otro campo de verdad y actuar en consecuencia.
Es necesario defender la palabra política, pero en diálogo con la sociedad, no enclaustrándola en despachos o las redes sociales. La política sigue siendo conversación, encuentro, calle y espacio público. Quienes sufren no están en los despachos políticos, sino en sus lugares de trabajo, en las universidades, buscando algo de comer en la basura o pedaleando para llegar a fin de mes. Recuperar una palabra política creíble requiere construir credibilidad desde abajo para arriba, hablando con los ciudadanos y encontrando palabras nuevas que no repitan discursos vacíos.
En Argentina faltan sueños y sobran quienes destruyen la convivencia democrática en nombre de la libertad. Mientras no haya una vereda de enfrente, una alternativa clara y potente, seguirán ganando quienes deciden, insultan y mienten a la luz del día, mientras la sociedad permanece desorientada. Hay que hablar con cada persona, saber escuchar antes de ofrecer soluciones que suenan a viejo. Nada de esto es fácil. Pero es por ahí. Creo.
* Sociólogo, Flacso Argentina.
La idea central que Milei tiene en su cabeza es la construcción de una nueva institucionalidad política para la Argentina. También busca establecer un nuevo régimen de verdad y legitimar el uso de la violencia, tanto simbólica como material.
Una nueva institucionalidad implica desarticular y desarmar las instituciones de la República tal como las conocemos hasta hoy. Estas instituciones no han sido precisamente estables desde el inicio del período democrático en 1983. A lo largo de estas cuatro décadas, la Constitución Nacional ha cambiado, al igual que numerosas leyes, pero todo ello ocurrió dentro de un régimen republicano en el que operaron acuerdos políticos, confrontaciones y también la acción de los poderes fácticos para torcer decisiones.
Milei propone otra cosa. Sus tres objetivos fundamentales son: que el Parlamento no funcione tal como lo conocemos; que la Justicia no intervenga en ninguna cuestión que interfiera con las decisiones del Ejecutivo (independientemente de su respeto a la Constitución) y que la voluntad del Presidente —y de su reducido entorno de empresarios— se ejerza sin contrapesos ni controles, incluso a través de todas las formas de violencia que sean necesarias para hacerla cumplir. Es decir, una república sostenida sobre una sola pata. Es decir, el fin de la república tal como la define nuestra Constitución. Y una democracia sin deliberación ni reconocimiento del otro.
Esta idea se materializa a través de varias estrategias que observamos en este primer año largo de gobierno. Por un lado, el ataque permanente al Congreso, que hasta hoy ha aprobado casi exclusivamente leyes que favorecen a Milei (con muy pocas excepciones). Casi todas han sido leyes que el Ejecutivo celebró como victorias, aunque en muchos casos implicaron recortes a sus pretensiones iniciales. Sin embargo, su mayor triunfo parlamentario no ha sido la aprobación de leyes, sino la parálisis del Congreso. La Ley Bases 27.742, sancionada en junio del año pasado, representó la primera gran transferencia de funciones del Poder Legislativo al Ejecutivo. Luego, la lluvia de DNU permitió a Milei seguir gobernando sin la intervención del Congreso y, en algunos casos, al margen de la ley y la Constitución. Bastó con la inacción de los otros poderes de la República para que el Presidente pudiera avanzar sin obstáculos, sin enviar presupuestos al Parlamento y sin que sus decisiones reñidas con la Constitución fueran revisadas por el Poder Judicial.
El Congreso no solo ha sido ignorado, sino que sus integrantes han sido tratados como "ratas", con la única expectativa de que no rechacen los DNU que el Ejecutivo elabora diariamente. Quizás el caso más obsceno haya sido el DNU sobre la negociación a ciegas con el FMI, aceptando la discrecionalidad total del Ejecutivo en materia de deuda externa: el Congreso mayoritariamente renunció a su rol constitucional en la aprobación de endeudamientos y en el control de acuerdos con el FMI.
En cuanto a la Justicia, su papel ha sido el del silencio cómplice. Solo con ello, los jueces de los máximos tribunales cumplen con la voluntad de Milei y de los grandes grupos económicos. Su estrategia ha sido la inacción, permitiendo que todo continúe sin intervención, exactamente lo contrario de lo que hicieron con gobiernos nacionales y populares. Y con eso ha sido suficiente para aceptar jueces por decreto y no responder a ningún requerimiento de las provincias (más de 30) en materia de envíos de fondos comprometidos.
Pero la degradación institucional no se limita al Congreso y la Justicia. También asistimos a un colapso de otros pilares de la democracia y la República. Señalaré dos: la muerte de la verdad y la degradación de la palabra política como herramienta del entendimiento democrático.
Sobre la verdad: Milei ha puesto fin a cualquier referencia externa a su propia palabra. La verdad ha quedado reducida a la voz del Presidente, quien puede inventar cifras, desacreditar políticos y periodistas, y construir una realidad económica y social que no resiste el menor contraste con los datos. Pero esto funciona porque su palabra se erige como la única verdad: fuera del Presidente Milei, ninguna otra voz política importa. Todas las opiniones contrarias son degradadas, insultadas y atacadas en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales. Es el fin de la democracia como espacio de participación y discusión de ideas. Solo queda el insulto o el ruido. En materia de insultos, nadie supera al Presidente; en materia de ruidos para impedir la deliberación, Martín Menem ha diseñado una fórmula infalible en el Parlamento: sus legisladores gritan y él levanta la sesión.
La sociedad no es un bloque homogéneo ni comparte los mismos valores. Nunca lo ha sido ni lo será. Debemos aceptar que no todos perciben que lo que ha traído Milei a la política argentina ha sido una violación de sus derechos. En un año y tres meses, las acciones de su gobierno han mostrado que el rey está desnudo, tal como se ha dicho. Y algo de razón le asiste a esta afirmación porque Milei, que repudió la casta, solo se apoya en ella y su honestidad ha quedado muy cuestionada después del caso $LIBRA. Pero, ¿no ha quedado al desnudo también una parte de la sociedad? Dicho de otro modo: ¿sabemos exactamente cuánta gente está dispuesta (o no) a aceptar esta degradación de la república y la democracia? ¿Cuánta sociedad mira para otro lado mientras Milei se pasea desnudo y a los gritos?
¿Cómo se vuelve de esto? Se vuelve. Ya lo hicimos después de la dictadura y tras la crisis de 2001/2002. Pero el post-mileísmo tiene una paradoja: para restaurar las instituciones, hay que hablar de sueños, no solo de leyes. La sociedad no se enamora de las instituciones ni lucha por la Ley de Defensa del Consumidor, pero sí quiere que las leyes la protejan frente a las desigualdades impuestas por el dios Mercado. Para reconstruir un régimen de verdad con referencias reales, no basta con decir que Milei miente; hay que construir otro campo de verdad y actuar en consecuencia.
Es necesario defender la palabra política, pero en diálogo con la sociedad, no enclaustrándola en despachos o las redes sociales. La política sigue siendo conversación, encuentro, calle y espacio público. Quienes sufren no están en los despachos políticos, sino en sus lugares de trabajo, en las universidades, buscando algo de comer en la basura o pedaleando para llegar a fin de mes. Recuperar una palabra política creíble requiere construir credibilidad desde abajo para arriba, hablando con los ciudadanos y encontrando palabras nuevas que no repitan discursos vacíos.
En Argentina faltan sueños y sobran quienes destruyen la convivencia democrática en nombre de la libertad. Mientras no haya una vereda de enfrente, una alternativa clara y potente, seguirán ganando quienes deciden, insultan y mienten a la luz del día, mientras la sociedad permanece desorientada. Hay que hablar con cada persona, saber escuchar antes de ofrecer soluciones que suenan a viejo. Nada de esto es fácil. Pero es por ahí. Creo.
* Sociólogo, Flacso Argentina.