ROMA (ANSA / Por Luca Mirone)-
29.03.2025

Foto: © ANSA/EPA
El número de muertos, como se temía, ha crecido exponencialmente: más de 1.600 vidas han sido destrozadas por el violento terremoto que puso de rodillas a Myanmar el viernes por la mañana, derribando casas, escuelas, puentes y lugares religiosos.
Por segundo día consecutivo, los socorristas buscaban supervivientes entre los escombros y mientras tanto también se movilizaba el aparato de ayuda internacional, pero con el paso de las horas las cifras de la catástrofe corren el riesgo de empeorar aún más. Es un enorme desafío para el país del Sudeste Asiático, uno de los más pobres del mundo, obligado al aislamiento por la Junta Militar. Que independientemente de la emergencia, continúa lanzando ataques aéreos contra grupos rebeldes. Las autoridades birmanas han declarado el estado de emergencia en seis regiones, pero las búsquedas entre los escombros se concentran en Mandalay, cerca del epicentro del terremoto, que fue visitado por el jefe de Estado, general Min Aung Hlaing.
En la capital, que es la segunda ciudad más grande del país, la Cruz Roja reportó al menos 90 personas atrapadas tras el derrumbe de un edificio de 12 pisos, y en un momento lograron sacar con vida a una mujer después de 30 horas. Un milagro que, sin embargo, a medida que avanza el tiempo, corre el riesgo de quedar como un caso aislado, o casi. Entre los símbolos de la tragedia, el hallazgo de los cuerpos de 12 niños de preescolar y de una maestra, entre los restos de una escuela infantil. En el momento del terremoto, en el edificio habría unos sesenta niños y siete profesores.
La furia del terremoto no perdonó ni siquiera al patrimonio cultural del país. Es el caso, por ejemplo, de una antigua pagoda, también en Mandalay: "Empezó a temblar, luego se derrumbó", afirmó un soldado que se encontraba en un puesto de control fuera del templo: "Un monje murió, y también hay heridos sacados de entre los escombros", su testimonio. Los daños y el temor a nuevos temblores empujaron a miles de personas a pasar la noche en las calles o en espacios abiertos. El tráfico aéreo también quedó paralizado: el aeropuerto de Mandalay y el de la capital, Naypyitaw, donde cayó la torre de control, cerraron.
Por el momento, además de las víctimas, hay al menos 3.000 edificios derrumbados, pero es difícil predecir el balance final. Un análisis del USGS no excluye el peor escenario: hay un 35% de probabilidad de que el número de muertes se sitúe entre 10.000 y 100.000, mientras que el costo financiero para el país podría alcanzar decenas de miles de millones de dólares, superando el PIB nacional. Para empeorar la situación está el deterioro de la infraestructura sanitaria.
La oficina de la ONU para asuntos humanitarios advirtió que "una grave escasez de suministros médicos" está obstaculizando la respuesta de emergencia. En particular, "kits de traumatología, bolsas de sangre, anestésicos, dispositivos de asistencia, medicamentos esenciales y tiendas de campaña para los trabajadores sanitarios". Entre otras cosas, los hospitales han sufrido grandes daños o han sido destruidos y las interrupciones en las telecomunicaciones y en Internet "continúan obstaculizando las operaciones humanitarias".
La furia del terremoto golpeó a un país ya postrado por la crisis económica y por un conflicto entre los militares que regresaron al poder con un golpe de Estado en 2021 y los grupos rebeldes, que provocaron el desplazamiento de más de tres millones de personas.
Y ni siquiera el terremoto detuvo las hostilidades: según las Fuerzas de Defensa del Pueblo, la milicia que lucha contra la junta por el retorno a la democracia, el régimen continuó realizando ataques aéreos en varias regiones.
Una investigación reciente realizada por la BBC reveló que el ejército controla menos de una cuarta parte del país y está lanzando incursiones masivas utilizando aviones rusos y chinos para recuperar terreno. Ataques condenados por la ONU, que habla de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Mientras, al otro lado de la frontera, en Tailandia, el primer ministro Paetongtarn Shinawatra aseguró que el país "ha vuelto a la normalidad" tras el terremoto, que también afectó a Bangkok. Según las autoridades, en la capital sólo se derrumbó un edificio de 30 pisos en construcción, que se derrumbó segundos después del primer temblor. En el lugar, los equipos de búsqueda se turnaron continuamente para buscar sobrevivientes. Once personas fueron encontradas muertas, pero decenas siguen desaparecidas.
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