EL FANTASMA DE Amodio Pérez
Escrito por: Mario de Souza
La Republica viernes 19 de julio de 2013
1 . Estas parecen ser las cartas de un veterano, camino a la ancianidad que desea dar su versión de una etapa de su vida. No es ni siquiera un análisis justificativo de un momento histórico de nuestra sociedad, esto lo da por sentado pues supone que los lectores son sus contemporáneos y partícipes de su peripecia política. Solo intenta exponer su versión de los hechos que rodearon el fin del MLN, su fulminante derrota, más sorpresiva y fulminante para aquellos que en ese tiempo éramos pueblo periférico, a lo más simpatizantes, jóvenes que elaboramos la mística de la organización que encarnó las esperanzas de un tiempo.
Muchos de los jóvenes de mi entorno cayeron, padecieron las consecuencias de los errores de la organización, los suyos propios y hasta los del enemigo, porque éste también daba golpes de ciego en muchas oportunidades.
2. Hasta el momento solo hemos leído relatos de épica personal, “cuentos de degollados”, como los que se narraban en las famili as de los revolucionarios vencidos. Los milicasos estos son seguro nenes de pecho al lado de tipos como Venancio Flores, en cuyas batallas no habían prisioneros vivos, Rivera y sus múltiples Salsipuedes, Garibaldi, el Goyo Suárez, o aquel Eleuterio Mujica - vaya nombre- que se vanagloriaba de haberse hecho un pincel con la barba de Leandro Gómez.
Nuestro patronímico está lleno de nombres de los vencedores de las guerras pasadas, homenajes de facción, que nuestra desmemoria no ha revisado, siquiera en honor a sus víctimas.
Todos los relatos, reportajes y demás “testimonios” de militantes del MLN son panegíricos personales, pocos se revisan la gestión, ni se sienten responsables por la vida de sus propios compañeros, casi nada de eso hay.
Creo que el único que roza el punto es el Pepe que dice que se hace cargo de todas las muertes bajo su mando. No es un gran merito aclaratorio, porque lo mismo hizo el Goyo…pero ninguno dijo más.
Este hombre, Amodio, no tiene ya nada que perder, ni siquiera el pellejo, puesto que la mayoría de los infames, civiles y militares, andan sueltos, a nadie se le ha pedido el cuero.
Y esto me parece que es fruto de la amnistía recíproc a que se dieron los actores tras el Club Naval, de la pérdida de trascendencia que los hechos tienen para estas generaciones.
No era un partido, era un movimiento, siempre se dijo, por lo tanto carecían de una ideología totalizadora, de profundas raíces históricas y culturales, individualidades convocadas por el método de accionar, la lucha armada, pero no por los objetivos políticos.
A la convocatoria del método concurrieron nacionalistas, marxistas, revolucionarios católicos, y hasta batllistas nostálgicos que conjugaban una especie de anarco-batlismo fruto de la decantación mística de un proceso político que había impactado a sus padres y abuelos inmigrantes…
Los materiales de reflexión que a la interna y al entorno irradiaba esta conjunción de voluntades fue siempre pobre, esquemática, limitada a los famosos y reiterados “análisis de coyuntura”, con los cuales, hasta hoy en el MPP, aletargan o distraen a la militancia.
Es que carecen de raigambre histórica, de épica y por tanto de mística de futuro.
Por más ilusiones que nos hicimos muchos “hinchas”, no dejamos de ser más que “mitómanos de una gestacion; que creíamos era la continuación de aquellas que habíamos visto revisando nuestra historia y que con ansiedad deseábamos revivir en nosotros.
La derrota del 71 y el remache del 72, cuando la caída de toda la plana mayor en la calle Almería, fue un impacto terrible para la “hinchada”, este fue parcialmente revertida por la gran fuga de setiembre del 71, el “abuso”, pero del desbande del 14 de abril del 72 no se repuso nadie y la sorpresa y el terror se apoderó de las bases de sustentación, que eran más de las que muchos piensan. Y si no cuenten los votos que fueron a expresarse tras ERRO, MICHELINI Y ROBALLO.
La mitad del caudal del FA.
La gente hizo de Sendic la bandera, por más que los burócratas de la “orga” renegaban del “personalismo”, pero ese personalismo era inevitable para construir caudal humano.
Por eso se llamaron “caudillos” aquellos que convocaban multitudes, y los caudillos no se autoconstruyen, los hace la necesidad de la gente de encolumnarse tras una causa común.
Pero los revolucionarios de biblioteca no podían aceptar eso, para los burócratas es más fácil medrar en las sombras, en el anonimato que da la despersonalización, su ambiente son las logias verticalmente disciplinadas donde prestigios, y sobre todo responsabilidades, se esfuman.
Referidas como están las cartas al proceso interno de la organización, pues ésta, al parecer, era un fin en sí misma, pese a ello, las cartas alumbran una época y un país.
Para los “hinchas” el que una infame traición, o varias no importa, hubieran ultimado al MLN, nos ahorró por décadas un mejor análisis de la cuestión, se salvaron todos los prestigios personales y colectivos.
La “orga” era perfecta y los compañeros impolutos héroes traicionados por dos o tres infames, y mejor pensar, agentes de los servicios extranjeros…por eso incomoda esta aparición, este “resucitado sin permiso”.
Sólo en mérito de, si se puede, “de revisar nuestra historia”, sería bueno que los actores hablaran de su peripecia, desde su irremplazable punto de vista. Porque todos los ángulos, todas las perspectivas, han de contribuir a reconstruir nuestra historia.
Es una necesaria contribución a la memoria con la que se construyen las concienc ias colectivas.
Si no se sinceran los actores nuestros hijos y nietos solo van a tener como legados adjetivos calificativos, o descalificativos, pero nunca podrán aproximarse a los hechos vividos por esa generación.
Y cuando hablo de actores, no solo los sobrevivientes del MLN, sino también de los militares, porque también importan los móviles y las concepciones que los animaban, ya a exterminarlos o a dialogar como si se sintieran marionetas unidas por los propios hilos del drama histórico, diálogo que nunca se cortó, que concluyó en el pacto del Club Naval, que terminó con el “reciclaje “de la dirección política del MLN en diversas vertientes, principalmente en el MPP.
La imagen que da Amodio de la situación del MLN de aquellos tiempos finales no es increíble para los que estábamos en el círculo de sus partidarios más comprometidos con la causa.
El militarismo abstruso que se llevó a la tumba a muchos, aún luego de la dispersión del 72/73, las alianzas militares con el ERP por parte de los sectores más esquemáticamente marxistas, nos metieron de cabeza en el Plan Cóndor.
Pero de esto nadie se hizo cargo, los muertos no hablan y “los vivos” tampoco, en una malquerida complicidad que nos impide comprender y aprender algo de los hechos ocurridos
dani - postaporteñ@ 996 -
2013-07-22