No Por Mucho Madrugar, Se Amanece Más Temprano…” los hechos del pasado reciente me pudren” Gabriel Pereyra, el Observador, edición digital 11 de julio de 2013. El viaje a Madrid, el simulacro de “seguridad” de los años 60 (en la época de los chips electrónicos que permiten seguimientos por pantalla digital), los varios días de vivencia que se condensan en 6 horas de entrevistas, y en la emisión televisiva de la entrevista en un programa especial de más de dos horas y pico de “En la mira” ,el resumen de los mismos en el Suplemento anunciado con bombos y platillos, todo, terminó en un fiasco de proporciones. Como señalamos en una larga serie de artículos, Amodio Pérez no aportó los elementos necesarios para una comprensión cabal de los sucesos que inician -el 14 de abril de 1972- una derrota fulminante del viejo MLN-Tupamaros, que ya está al alcance de la mano el 18 de mayo de 1972 (el día del “hostigamiento” al general comandante del Ejército, Florencio Gravina y que terminó con los cuatro soldados ajusticiados). Es decir un mes después de iniciadas las operaciones bélicas conducidas por el ejército. Una fecha más es necesario que los lectores tengan en la memoria: a partir del 16 de marzo de 1972 la dirección de la organización la integran Candan Grajales, Mauricio Rosencof, EFH y Julio Marenales (1) La mayoría de ellos habían recuperado su libertad en Septiembre de 1971, a través de una operación combinada desde la cárcel y con el apoyo desde el exterior del resto de la organización, más la logística para el traslado de todos ellos luego de evadidos y la movilización desencadenada en la zona del Cerro-Teja a efectos de distraer el aparato represivo y dividirlo. Toda esta fase final tiene –con mucha probabilidad- un antecedente: la caída de toda la dirección en la calle Almería, acontecimiento de agosto de 1970. Esa caída desencadenó una crisis interna de proporciones. Quedaron rotos los vínculos orgánicos entre los núcleos de la capital y los núcleos del interior. Y el asunto se complicó aún más por la caída de una dirección alternativa casi inmediatamente y luego la búsqueda de los acuerdos para componer una nueva dirección que no fueron aceptados y reconocidos por todos los organismos. Lo que en cierta manera salvó la situación fue la combatividad de masas desarrollada en la calle, que permitió el respiro necesario por las diversiones militantes que protagonizaban para la reestructuración y el crecimiento continuado de la organización. La crisis de la caída de Almería repercutió no solamente entre el interior del país y la capital, repercutió también entre los presos del Penal de Punta Carretas y las direcciones que afuera intentaban superar el mal momento. Los éxitos de la represión, el creciente número de dirigentes presos, mostraban carencias, discontinuidades, nuevos estilos de dirección y de accionar que no siempre eran aceptados plenamente por los dirigentes presos. El deseo de obtener la libertad de los que estaban presos, sus discrepancias de forma y de fondo con los que los sustituían, las presiones ejercidas desde afuera por los núcleos que respondían a los antiguos jefes y que se sentían abandonados en todas sus iniciativas ponían en relieve una serie de diferencias que abarcaban desde la línea política, al accionar táctico, el centro geográfico de los esfuerzos (interior o capital) y las mismas alianzas que se realizaban entre grupos de dirigentes enfrentados a otros grupos. La formación de una columna “guacha” en Chile con los presos que logran salir por “la opción” aumentará estos problemas, luego, en el futuro (2) El estado corrompido pero liberal, no lograba deshacerse de las trabas constitucionales y de toda la legalidad liberal vigente. La presidencia de Pacheco había significado un formidable impulso de derechización (largos periodos de gobierno bajo “medidas de Seguridad” que se reiteraban apenas la combatividad social aumentaba), se sumaba a esto un Parlamento cómplice de mayorías de ambos partidos burgueses tradicionales, donde sus núcleos más reaccionarios pujaban firmemente por el abandono de toda la legalidad que al final llevó al golpe de estado. La crisis de la “gobernabilidad” en Uruguay no escapaba a la mirada vigilante de los estados vecinos (Brasil y Argentina) ni los planes del gendarme mayor del continente los EE.UU. de América que cuidaban celosamente su “patio trasero” sacudido por crisis convulsivas y procesos de movilización y cambio que era necesario frenar antes de que llegaran a un grado de desarrollo superior. Todos estos desarrollos simultáneos es lo que dan a la época (o el período) sus características únicas e irrepetibles. Por eso mismo son muy difíciles de abarcar para las nuevas generaciones que no estén empapadas con un conocimiento cabal de todos sus principales aspectos. Y es lo que se refleja en la entrevista mostrada en la pantalla de VTV, de Amodio Pérez, realizada en algún barrio de la periferia de Madrid. Solo que Amodio –conocedor a fondo de esos pormenores- elige usar la entrevista para desarrollar sus viejas fobias y concentrarse en presentarse de la mejor manera posible. Esfuerzo en el que fracasa estrepitosamente. Amodio eligió la opción de colaborar y atrapado en la misma fue el Capitán Mandrake, que viajaba de uniforme con los milicos en sus “camellos” y los testimonios de los que fueron capturados durante esos recorridos montevideanos son ciertos. La expresión del libro de Álvaro Alfonso en su libro “Jugando a las escondidas” de que “Te la hago cortita y al pie. Les entregó la cárcel del pueblo y todo el MLN” es una triste realidad. También es totalmente cierto el testimonio del recientemente fallecido Ricardo Perdomo, cuando señaló: “Lo repetiremos para que no haya dudas: no fue solo Amodio el que entregó infraestructura, armas y hombres. (Había quienes) eran llevados por los milicos a las calles para apuntalar compañeros que se resistían y dentro de cuarteles para convencer a los díscolos. Uno de los casos más emblemáticos lo viví personalmente y fue el interrogatorio que me hizo el compañero de dirección (Adolfo) Wassen Alaniz” Son todos estos testimonios los que chocan con la versión oficial de las “historias” mentirosas de EFH, la biografía del Sr. Marenales, y los recientes esfuerzos realizados desde “Brecha” para fortalecerlos con intervenciones como las de Samuel Blixen y otros (entre ellos Clara Aldrighi) la versión oficial de que Amodio no puede ser testigo (3) y es además “el causante” de la derrota del año 72. A esos esfuerzos se suma -y es lamentable- Jorge Zabalza. Un verdadero “frente único” donde se suman la derecha tradicional, con sus órganos mediáticos (radio, diarios y televisión), con el “oficialismo” tupamaro gobernante y los restos (aún dispersos y en putrefacción) de algunos “aparatistas”. Todos ellos hacen causa común, en lo que intentan imponer,“la verdad acordada”, “de ellos”, que está totalmente reñida con la verdad histórica, con los hechos reales. Y en ese intento entran también, son parte de la patraña, la falta de autocrítica de los oficialistas gobernantes (aunque curren en todas las oportunidades públicas con un pasado que no es de ellos sino colectivo), los olvidos con respecto a las “violaciones a los Derechos Humanos”, el perdón “de los viejitos” que son los criminales de uniforme y todos sus aliados retirados y refugiados en los círculos y clubes de la interna militar. Sobre esas derivaciones reflexionan poco, los que forman “cadena” en el “frente común”. Cuando la juez Motta en un reciente programa de televisión señaló que todos ellos (se refería a EFH y a Mujica) no pueden ser testigos creíbles porque padecen “del síndrome de Estocolmo”, aunque causó escándalo, dijo una gran verdad. No es de extrañar entonces, que Gabriel Pereyra, señale repetidamente a lo largo de su artículo que todo esto “lo pudre”. Se siente alienado. Hay una realidad extraña que se le impone y esa realidad se teje con hilos de verdad, de media verdad y de mentiras flagrantes. Todos los actores buscan “su salvación”, disminuir sus responsabilidades y/o culpas. Contemplamos la cobardía humana y la irresponsabilidad en toda su extensión. Miente EFH, miente Marenales, miente Amodio Pérez. Pero entre tantas mentiras interesadas surgen datos, fechas, elementos, que permiten leer entrelíneas y hacer el esfuerzo de reconstruir lo que se quiere negar. Digamos también que ningún hombre político (o con pretensiones de tal) escribe desde que el mundo es mundo sino para justificarse. ¿Qué son las obras de Churchill, sino un gigantesco esfuerzo de justificarse como el imperialista británico de viejo cuño que era? ¿Qué son las obras de ciertos actores uruguayos de aquel periodo –desde Bordaberry a Sanguinetti- sino intentos pueriles de lo mismo? Y sin embargo también son fuente histórica testimonial y no hay historiador que pueda apartarse después de leerlas de la sensación de suciedad, mentiras, medias verdades y justificaciones interesadas que los acompañan. El pasado reciente uruguayo, está envenenado por todas esas mentiras interesadas. Son el reflejo de los intereses en juego. Y esos intereses son de clase, a pesar que tome la forma personal de memorias o justificaciones de ciertas acciones políticas. Y a todas esas mentiras y medias verdades, a todas esas falsificaciones deben sumarse las de todos los epígonos, los secretarios, escuderos, corre-ve-y-dile, mandaderos, periodistas, intelectuales que se benefician con las prebendas y migajas, los cargos y canonjías que se derraman de la mesa del poder, para el beneficio personal. En tiempos del neo-liberalismo rampante, en tiempos del “hacé la tuya” la verdad histórica está cubierta –en nuestro tiempo- de demasiado velos interesados. No debemos olvidarlo. Pero ese pasado reciente, que lo hicieron hombres y mujeres que murieron y lo padecieron por los valores que les eran caros: la lealtad, la devoción a una causa, el respeto personal a sí mismos, a sus mujeres y a sus hijos, sus convicciones políticas, no fue un esfuerzo vano y no puede ponerse en la misma balanza de ciertos corifeos que escriben para justificarse. El viejo MLN-Tupamaros seguirá siendo en las mentes de los orientales, lo más alto que produjo la izquierda nacional en la crisis estructural de los años 60. Toda esa multitud de hombres y mujeres jóvenes que se lanzaron “a tomar el cielo por asalto”, a cambiar la sociedad toda, a sacrificarse en el intento de que “los más infelices sean los más privilegiados” era lo mejor de nuestro pueblo, porque estaban dispuestos a dar la vida por los ideales en los que creían. Mostraron que el camino de la revolución social, puede encontrarse, inclusive con formas originales, como nunca se habían visto. Rompieron con la generación de sus padres y el “no te metás”, rompieron con la izquierda miope que estaba encerrada en la lucha parlamentaria y las quimeras de transiciones pacíficas que pregonaban algunos de esa misma izquierda. Rompieron con el egoísmo tradicional de las clases dominantes, con el pacifismo que inculcaban desde la escuela, con todos los dioses falsos que levantaba la burguesía dependiente uruguaya. Desafiaron, consientes, más allá de nuestra miserable burguesía, al mismo imperialismo yanqui. Le marcaron que los orientales saben marcar a los torturadores enviados y ajusticiarlos. Sabían y resistieron el dogma de que la democracia política mentirosa que padecíamos no puede combatirse con métodos radicales y enérgicos. Crearon y metieron en la “cárcel del pueblo” a tanto pillo, delincuente prevaricador y despojador y les vieron llenarse los ojos de pánico y el espíritu de zozobra. Pero no supieron imponerse a sus falsos jefes. No supieron sacárselos de arriba. No lograron pegarles el puntapié en el trasero que todos ellos se merecen. Esa es la tarea que queda pendiente y que no realizará nuestra generación. Lo realizaran las nuevas generaciones. Los que hoy mismo salen a la calle para hacer sentir sus protestas, defender la tierra, salvar el agua, impedir los proyectos de la mega-minería y la venta del patrimonio nacional. La están haciendo los jóvenes y futuros educadores cuando enfrentan a este gobierno incapaz y a sus burocracias sindicales vendidas e incompetentes. Y harán y romperán los caminos y vías, reconstruirán todo desde el comienzo, riéndose de los fracasos pasados y sirviéndoles los mismos para tomar nuevos impulsos. Se verá entonces lo que señalaba Zitarrosa: “No hay cosa más sin apuro, que un pueblo haciendo su historia”. Notas (1) Como todo conocedor del calendario sabe, marzo, viene antes que abril (el 14) y antes también que mayo (el 18). De esa manera ciertas “responsabilidades” quedan perfectamente claras, por más que algunos hagan el esfuerzo de sacarse el lazo de la pata. En el caso de EFH, Marenales y Rosencof la cuestión es demasiado clara. Pero hay más: El Sr. Rosencof con la liviandad que lo caracteriza, se permitió glosar la decisión con el comentario “de las posibles consecuencias” (y vaya que las hubieron!!!), después que la reunión había terminado y acotó, citando a Candan Grajales la respuesta de éste: “Se asimila, se asimila”. O sea Rosencof no se animó a plantear firmemente lo que formula veladamente, en forma de aprensiones. Lo mismo, es decir con la misma irresponsabilidad actuaron los Srs. EFH y Marenales. Jugaban a la guerra total, desencadenando el “Plan Hipólito” sin discutir seriamente las consecuencias de sus iniciativas. De esa manera liviana actuaban estos “jefes”, decidiendo sobre vidas y muertes ajenas de sus militantes sin mayores preocupaciones. Más que jefes responsables, eran aventureros, preocupados solamente por sus jerarquías. (2) Al tema de estas diferencias, se refiere extensamente Amodio en su entrevista. Y mucho más detallada es su carta número 4 (también conocida como carta de renuncia, ver la colección de estas cartas publicada por El Observador). Se trata del reconocimiento franco que no existía un mecanismo de sucesión de responsabilidades establecido, mecanismo que garantiza la continuidad de una línea, inclusive la solución de problemas concretos que se plantea entre los grupos de una manera racional. El Plan Tatu, que fue desarrollado en el Penal, en sus líneas generales, era una mera formulación de deseos, que no contemplaba la evaluación y la implantación del plan de una manera gradual, midiendo los fracasos y modificando el plan inicial de acuerdo a esos mismos fracasos. Cuando se aplicó luego de la fuga, con el traslado de militantes fugados (y urbanos) al interior, todas las carencias, faltas de planificación y defectos fundamentales se pusieron en evidencia. Zabalza que fue uno de sus propulsores, jamás menciona un balance que haya hecho de aquel gran desaguisado (y era uno de los jefes del Estado Mayor del Interior) y luego pasó, en sus opúsculos, a desarrollar otras teorías peregrinas de insurrección ciudadana, sin mayores preocupaciones. Son ejemplos bien claros de malas jefaturas, de deseos convertidos en realidad sin mayor evaluación de pros y contras, lo que no debe hacer ningún jefe guerrillero que se respete. Por eso fuimos derrotados y tantos perdieron la vida en el cumplimiento del deber. (3) Toda la prensa que recibió la primicia de las cartas (Brecha, El País, La República, Búsqueda y La Diaria) desde diferentes vertientes que hemos analizado se sumaron a la conjura oficial. La República en el colmo de la estupidez llegó a estampar estos conceptos miserables: “Aunque sea el mismísimo Amodio, ¿Quién puede creerle a un traidor? ¿Tiene derecho a opinar y criticar a los demás alguien que no ha pedido disculpas por haber traicionado? Por todo esto hoy tampoco publicaremos las cartas de Amodio”. Habría que responderles a estos Torquemadas chiquitos y criollos que hasta los criminales nazis tuvieron derecho a decir sus descargos en Núremberg y que esos testimonios son fuente de referencia histórica aún hoy día. Para que se vea que la estupidez humana no tiene límites, particularmente entre el “medio pelo” del prejuicio criollo.
c.e.r.
- postaporteñ@ 991 - 2013-07-12 |