Por Benjamín Fernández Bogado
Hoy hace 150 años en Cerro Corá murió un Paraguay muy difícil de repetir.
Se fue con López y su “muero con mi patria”, y hoy su sombra se proyecta aún sobre nosotros, tanto que mis contemporáneos son incapaces de identificar quiénes fueron nuestros bisabuelos. Son seis generaciones de paraguayos que murieron en las orillas del Aquidabán donde retumba el silencio de una patria mutilada. Fue la última estación de la diagonal de sangre de un país entero que enterró su orgullo, su extraordinario desarrollo inicial y nos marcó a fuego hasta hoy. Todo nos recuerda ese holocausto no asumido. Esa catástrofe que se llevó casi el 90% de nuestra población y que mutiló la patria.
Ni la Shoá judía de la crueldad nazi, ni el genocidio armenio en manos de los turcos se asemejan a nuestro holocausto silenciado hasta hoy por falta de un liderazgo patriótico que nos levante de la postración que aún cargamos. El holocausto, que significa quemar absolutamente todo, fue un sacrificio de toda una nación a la que juraron tres países acabar por completo. Fuimos crucificados en una guerra despiadada que cargó contra niños en Acosta Ñu y contra sus madres cuando recogían sus cadáveres. Nuestros heridos quemados en el hospital de sangre de Piribebuy y nuestras mujeres violadas por la soldadesca brasileña. Es tanta la tragedia silenciosa que cargamos que hasta un Papa argentino tuvo que reconocer en la mujer paraguaya un rol reconstructor de la patria. Hace 150 años perdimos todo lo que pudimos ser.
El progreso paraguayo no podía ser posible. Ni el primer ferrocarril del Río de la Plata, fundiciones, astilleros o telégrafos eran sostenibles en un entorno regional atrasado y conflictivo. Los brasileños –aún colonia portuguesa– trajeron a sus esclavos para combatir y como consecuencia ganaron estos posteriormente su independencia y su libertad.
Los argentinos fragmentados por caudillos locales tuvieron el pretexto de unirse contra un enemigo externo común al que juraron destruir en tres meses. Les llevó más tiempo y a pesar de que su presidente Sarmiento quiso que se exterminaran a todos los paraguayos, incluso a los que cargaban en sus vientres nuestras madres, terminó refugiado y falleciendo en Asunción. Le castigamos duramente con nuestra hospitalidad.
La gran guerra de Latinoamérica fue noticia en todo el mundo y varios gestos solidarios se alzaron hacia nosotros. Algunos llenos de simbolismo como el expresado por el pueblo colombiano o el que esgrimió la pluma de Juan Bautista Alberdi desde una Europa distante y cercana.
Se financió la guerra con dinero inglés a pesar de que sus hijos combatieron con López y diseñaron las trincheras de Curupayty, donde 500 paraguayos acabaron con más de 15.000 soldados argentinos. Eso retrasó el final de una guerra que cayó en manos brasileñas cuando las cadenas de Humaitá cedieron al paso de la flota naval bandeirante.
Hace 150 años se fue todo lo que habíamos ambicionado ser. Las causas internas han sido profusamente discutidas, pero hay clara unanimidad entre nosotros en que la guerra fue de exterminio total. Nuestro holocausto tiene que ser conocido, enseñado y difundido.
No basta que nos hayan tatuado de por vida si no somos capaces de valorar esa gesta que nos permite hoy hablar de un país llamado Paraguay. No habrá olvido ni perdón mientras el genocidio americano sea solo una penitencia silenciosa y desconocida para nosotros y para el mundo.
Los alemanes avergonzados de la Segunda Guerra Mundial dejaron los testimonios escritos por los soldados rusos que tomaron el Reichstag de Berlín, incluso las palabras ofensivas.
Nuestro holocausto ocurrió hace 150 años y lo recordamos como lo cargamos: En silencio y avergonzados. Debemos contar al mundo lo que nos hicieron y construir sobre la memoria la roca sólida de una nación orgullosa. Recordemos para no olvidar nunca jamás.
Última Hora
Rubiani: “Los países aliados buscaron destruir al Paraguay”
La Guerra de la Triple Alianza fue una sincronizada concertación de hechos por parte de los gobiernos de Brasil y de Argentina, arrastrando consigo al Uruguay, para tratar de eliminar al Paraguay del mapa de América, sostiene el arquitecto Jorge Rubiani, uno de los apasionados investigadores de la historia.
“La guerra fue una guerra de rapiña, para robar al Paraguay, para buscar limitarlo territorialmente en una minúscula y simbólica existencia”, sostiene, según él con base en muchas lecturas y estudios sobre las motivaciones que tuvieron los tres países que fueron a la guerra, y a la revelación de documentos hasta ahora poco conocidos.
Desde su estudio, rodeado de libros y documentos, Rubiani insiste en que “el Uruguay fue arrastrado al conflicto por un mero interés económico ofrecido a su caudillo presidente que, previamente, fue puesto en el cargo. Si estaban en contra del bárbaro tirano López, ¿por qué se fueron contra el único régimen constitucional democrático, y relativamente normal en esta parte de América, que era el régimen uruguayo?”.
“Si vemos una estrategia meramente militar, para atacar al Paraguay los brasileños y argentinos se ocuparon primeramente de destruir a quien sería una posible apoyo al Paraguay. La sucesión de hechos se fue encadenando vertiginosamente a partir de 1863, cuando Venancio Flores fue depositado con dinero de Mitre en la costa uruguaya para empezar a combatir con apoyo brasileño y argentino al gobierno de Bernardo Berro, finalmente depuesto en 1865, a horas de firmarse el secreto Tratado de la Triple Alianza. Ya estaba todo concertado”, agrega.
Las motivaciones
“La Argentina quería reconstituir el Virreinato del Río de la Plata, cuya capital era Buenos Aires y del cual el Paraguay había formado parte. Demandó anexar al Paraguay, pero el Brasil se opuso. Son puntos que se cambiaron en el Tratado“, explica Rubiani.
Por su parte, el Brasil quería libre acceso a sus ricas provincias del Mato Grosso, donde ya en 1633, en Cuiabá, se había encontrado oro. “Con un Paraguay que resultara mucho más adecuado a sus pretensiones tras la guerra, iba a tener más facilidades para fortalecer sus fronteras”, destaca.
Otro aspecto a tener en cuenta es que mientras el Brasil y la Argentina tenían grandes deudas con los bancos ingleses, el Paraguay de los López no poseía ningún tipo de deuda externa. “No le debíamos ni un solo céntimo a nadie”, refiere.
LA FIGURA DE LÓPEZ
Al referirse a la figura del mariscal Francisco Solano López en la contienda, Rubiani rescata frases de la escritora Marguerite Yourcenar, de su novela Memorias de Adriano, al señalar que “todos los hombres emiten algún resplandor” y que ”en algún momento todos se dejan llevar por sus ángeles y sus demonios”.
López cometió muchos errores, pero observadores destacados decían que “el Paraguay era el único país en el Río de la Plata que tenía una entidad reconocida y que su pueblo sabía quién era. Tenía posibilidad de ganar la guerra, pero los errores de López hicieron que eso no se concretara”, asegura
El Mariscal cometió errores militares o de apreciación, por la falta de un sistema de inteligencia, por la mediterraneidad que le afectaba mucho, indica.
“López no se dio cuenta de que había cosas que el Paraguay no podía hacer en ese momento, sin antes consolidar un poder militar que le permitiera imponerse. Ese fue su gran error y su locura empezó cuando también comenzó a perder todo ese porvenir de posibilidades que tenía el país”, enfatiza.
La historia narrada en historietas
El diario Última Hora fue uno de los primeros medios en publicar la saga de la Guerra de la Triple Alianza y la muerte del mariscal López, en la serie de historietas o cómic Vencer o morir, que elaboró el guionista y dibujante Enzo Pertile, que se ofreció a los lectores desde el 11 de abril de 2010, en forma de fascículos semanales coleccionables, a todo color.
La épica saga, que se centró en las batallas de Piribebuy, Acosta Ñu y Cerro Corá, fue recopilada posteriormente en un álbum publicado por la editorial Servilibro, que constituye una de las obras más significativas sobre la Triple Alianza y la figura del mariscal Francisco Solano López.
Posteriormente se realizaron otras obras en cómic sobre la guerra, como la serie Paraguay Retã Rekove, del dibujante Roberto Goiriz y el historiador Jorge Rubiani.
Última Hora
Guerra de la Triple Alianza, a 150 años de su final
El país perdió dos tercios de su población y gran parte de su territorio hace 150 años en la Guerra de la Triple Alianza. Así inicia un especial elaborado por el prestigioso periódico británico The Guardian, en conmemoración a la finalización de los 150 años de la Guerra de la Triple Alianza.
La guerra más sangrienta de América terminó con un solo disparo efectuado en las orillas solitarias de la Aquidabán – una corriente que fluye a través del bosque subtropical denso en lo que hoy es el Parque Nacional Cerro Corá en el noreste de Paraguay .
Después de una persecución a través del país que duró meses, las tropas brasileñas finalmente alcanzaron al presidente y comandante militar de Paraguay, el mariscal Francisco Solano López, y lo mataron a tiros el 1 de marzo de 1870.
Las palabras finales supuestamente fueron: “¡Muero por mi patria!” – Y no fue exageración. Aproximadamente dos tercios de la población de Paraguay perecieron durante el conflicto, incluido alrededor del 90% de sus hombres. Brasil y Argentina continuarían anexando enormes franjas de territorio paraguayo.
Mientras Paraguay conmemora el 150 aniversario del conflicto con lanzamientos de libros, conferencias y conciertos, y ceremonias oficiales, hoy en Asunción, la capital del país y en el parque nacional Cerro Corá, el impacto de la guerra aún se siente con fuerza.
“No creo que ningún otro país latinoamericano haya pasado por lo que experimentó Paraguay”, dijo el historiador Herib Caballero. “Es por eso que ha dejado una marca tan fuerte en la conciencia colectiva paraguaya”.
Un legado del conflicto es una continua obsesión nacional con el tesoro enterrado.
Conocido como plata yvyguy en Jopará, la mezcla de guaraní español y nativo que se habla ampliamente en Paraguay, las familias que huían de los invasores extranjeros supuestamente dejaron escondites de oro y todavía los buscan los buscadores de tesoros modernos.
La guerra también dejó un impacto duradero sobre el suelo. Después del conflicto, se vendieron extensiones de tierras públicas a compañías extranjeras para pagar la deuda de guerra impuesta a Paraguay, dijo Ernesto Benítez, líder del movimiento de pequeños agricultores.
“Desde 1870 en adelante, el sistema económico dominante ha sido el de las grandes propiedades”, dijo. “Esto ha excluido en gran medida a las poblaciones de pequeños agricultores e indígenas. Es un problema histórico que todavía nos afecta “.
Paraguay todavía tiene la mayor desigualdad de propiedad de la tierra en el mundo: aproximadamente el 85% de la tierra agrícola está en manos de sólo el 2.5% de los propietarios , y los pequeños grupos de agricultores e indígenas se enfrentan a la falta de tierras.
Al menos el 14% de la tierra paraguaya está en manos de los agricultores brasileños , un grupo que ejerce un enorme poder económico y político.
“La guerra afectó mucho nuestras relaciones diplomáticas; casi nunca hemos podido enfrentar a los brasileños “, dijo Jorge Rubiani, arquitecto e historiador.
Se observa más evidencia de este desequilibrio en la propiedad conjunta paraguayo-brasileña de la presa de Itaipú, la instalación hidroeléctrica más productiva del mundo. La presa, en teoría, debería proporcionar los mismos beneficios a los dos países, pero un estudio reciente encontró que debido a términos sesgados en el Tratado de Itaipú, Paraguay perdió $ 75.4 mil millones a Brasil de 1985 a 2018.
Si bien históricamente han hecho poco para abordar estas relaciones desiguales con su vecino gigante, los políticos de Paraguay todavía se refieren con frecuencia a la Guerra de la Triple Alianza para reunir el sentimiento nacionalista.
“Es una bendición masiva para los políticos”, dijo Caballero. “Es excelente para ellos porque otra persona siempre es responsable de lo que sea que suceda, alguien de hace 150 años”.
Incluso hoy, López sigue siendo omnipresente: su imagen aparece en la moneda, presta su nombre a las principales avenidas de las ciudades y el presidente ocupa un cargo en el Palacio de López.
En 1870, el Paraguay estaba arrasado.
La población estimada en 500.000 habitantes al comenzar el conflicto, había quedado reducida a la mitad.
La agricultura y la ganadería habían desaparecido. El ganado vacuno, estimado en más de dos millones de cabezas, no llegaba a 15.000 en 1870.
El país debía importar artículos básicos (porotos, papas) porque no producía nada.
Se destruyeron las obras de infraestructuras y sistemas de comunicación, como la fundición de hierro de Ybycuí, el arsenal, el astillero, el ferrocarril.
¡Muero con mi Patria!
Se cumplen 150 años del final de la Guerra de la Triple Alianza, el impacto del conflicto aún se siente con fuerza en la actualidad.
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, Lorena Barreto, Luz González, Jacqueline Torres, Patricia Galeano, Magalí Fleitas, Victor Ortiz, David Chamorro, Mary López, Jhojanni Fiorini, Juan Martínez, Felipe Dominguez, Fabrizio Meza.
El Independiente
1 marzo, 2020
Hoy hace 150 años en Cerro Corá murió un Paraguay muy difícil de repetir.
Se fue con López y su “muero con mi patria”, y hoy su sombra se proyecta aún sobre nosotros, tanto que mis contemporáneos son incapaces de identificar quiénes fueron nuestros bisabuelos. Son seis generaciones de paraguayos que murieron en las orillas del Aquidabán donde retumba el silencio de una patria mutilada. Fue la última estación de la diagonal de sangre de un país entero que enterró su orgullo, su extraordinario desarrollo inicial y nos marcó a fuego hasta hoy. Todo nos recuerda ese holocausto no asumido. Esa catástrofe que se llevó casi el 90% de nuestra población y que mutiló la patria.
Ni la Shoá judía de la crueldad nazi, ni el genocidio armenio en manos de los turcos se asemejan a nuestro holocausto silenciado hasta hoy por falta de un liderazgo patriótico que nos levante de la postración que aún cargamos. El holocausto, que significa quemar absolutamente todo, fue un sacrificio de toda una nación a la que juraron tres países acabar por completo. Fuimos crucificados en una guerra despiadada que cargó contra niños en Acosta Ñu y contra sus madres cuando recogían sus cadáveres. Nuestros heridos quemados en el hospital de sangre de Piribebuy y nuestras mujeres violadas por la soldadesca brasileña. Es tanta la tragedia silenciosa que cargamos que hasta un Papa argentino tuvo que reconocer en la mujer paraguaya un rol reconstructor de la patria. Hace 150 años perdimos todo lo que pudimos ser.
El progreso paraguayo no podía ser posible. Ni el primer ferrocarril del Río de la Plata, fundiciones, astilleros o telégrafos eran sostenibles en un entorno regional atrasado y conflictivo. Los brasileños –aún colonia portuguesa– trajeron a sus esclavos para combatir y como consecuencia ganaron estos posteriormente su independencia y su libertad.
Los argentinos fragmentados por caudillos locales tuvieron el pretexto de unirse contra un enemigo externo común al que juraron destruir en tres meses. Les llevó más tiempo y a pesar de que su presidente Sarmiento quiso que se exterminaran a todos los paraguayos, incluso a los que cargaban en sus vientres nuestras madres, terminó refugiado y falleciendo en Asunción. Le castigamos duramente con nuestra hospitalidad.
La gran guerra de Latinoamérica fue noticia en todo el mundo y varios gestos solidarios se alzaron hacia nosotros. Algunos llenos de simbolismo como el expresado por el pueblo colombiano o el que esgrimió la pluma de Juan Bautista Alberdi desde una Europa distante y cercana.
Se financió la guerra con dinero inglés a pesar de que sus hijos combatieron con López y diseñaron las trincheras de Curupayty, donde 500 paraguayos acabaron con más de 15.000 soldados argentinos. Eso retrasó el final de una guerra que cayó en manos brasileñas cuando las cadenas de Humaitá cedieron al paso de la flota naval bandeirante.
Hace 150 años se fue todo lo que habíamos ambicionado ser. Las causas internas han sido profusamente discutidas, pero hay clara unanimidad entre nosotros en que la guerra fue de exterminio total. Nuestro holocausto tiene que ser conocido, enseñado y difundido.
No basta que nos hayan tatuado de por vida si no somos capaces de valorar esa gesta que nos permite hoy hablar de un país llamado Paraguay. No habrá olvido ni perdón mientras el genocidio americano sea solo una penitencia silenciosa y desconocida para nosotros y para el mundo.
Los alemanes avergonzados de la Segunda Guerra Mundial dejaron los testimonios escritos por los soldados rusos que tomaron el Reichstag de Berlín, incluso las palabras ofensivas.
Nuestro holocausto ocurrió hace 150 años y lo recordamos como lo cargamos: En silencio y avergonzados. Debemos contar al mundo lo que nos hicieron y construir sobre la memoria la roca sólida de una nación orgullosa. Recordemos para no olvidar nunca jamás.
Última Hora
Rubiani: “Los países aliados buscaron destruir al Paraguay”
La Guerra de la Triple Alianza fue una sincronizada concertación de hechos por parte de los gobiernos de Brasil y de Argentina, arrastrando consigo al Uruguay, para tratar de eliminar al Paraguay del mapa de América, sostiene el arquitecto Jorge Rubiani, uno de los apasionados investigadores de la historia.
“La guerra fue una guerra de rapiña, para robar al Paraguay, para buscar limitarlo territorialmente en una minúscula y simbólica existencia”, sostiene, según él con base en muchas lecturas y estudios sobre las motivaciones que tuvieron los tres países que fueron a la guerra, y a la revelación de documentos hasta ahora poco conocidos.
Desde su estudio, rodeado de libros y documentos, Rubiani insiste en que “el Uruguay fue arrastrado al conflicto por un mero interés económico ofrecido a su caudillo presidente que, previamente, fue puesto en el cargo. Si estaban en contra del bárbaro tirano López, ¿por qué se fueron contra el único régimen constitucional democrático, y relativamente normal en esta parte de América, que era el régimen uruguayo?”.
“Si vemos una estrategia meramente militar, para atacar al Paraguay los brasileños y argentinos se ocuparon primeramente de destruir a quien sería una posible apoyo al Paraguay. La sucesión de hechos se fue encadenando vertiginosamente a partir de 1863, cuando Venancio Flores fue depositado con dinero de Mitre en la costa uruguaya para empezar a combatir con apoyo brasileño y argentino al gobierno de Bernardo Berro, finalmente depuesto en 1865, a horas de firmarse el secreto Tratado de la Triple Alianza. Ya estaba todo concertado”, agrega.
Las motivaciones
“La Argentina quería reconstituir el Virreinato del Río de la Plata, cuya capital era Buenos Aires y del cual el Paraguay había formado parte. Demandó anexar al Paraguay, pero el Brasil se opuso. Son puntos que se cambiaron en el Tratado“, explica Rubiani.
Por su parte, el Brasil quería libre acceso a sus ricas provincias del Mato Grosso, donde ya en 1633, en Cuiabá, se había encontrado oro. “Con un Paraguay que resultara mucho más adecuado a sus pretensiones tras la guerra, iba a tener más facilidades para fortalecer sus fronteras”, destaca.
Otro aspecto a tener en cuenta es que mientras el Brasil y la Argentina tenían grandes deudas con los bancos ingleses, el Paraguay de los López no poseía ningún tipo de deuda externa. “No le debíamos ni un solo céntimo a nadie”, refiere.
LA FIGURA DE LÓPEZ
Al referirse a la figura del mariscal Francisco Solano López en la contienda, Rubiani rescata frases de la escritora Marguerite Yourcenar, de su novela Memorias de Adriano, al señalar que “todos los hombres emiten algún resplandor” y que ”en algún momento todos se dejan llevar por sus ángeles y sus demonios”.
López cometió muchos errores, pero observadores destacados decían que “el Paraguay era el único país en el Río de la Plata que tenía una entidad reconocida y que su pueblo sabía quién era. Tenía posibilidad de ganar la guerra, pero los errores de López hicieron que eso no se concretara”, asegura
El Mariscal cometió errores militares o de apreciación, por la falta de un sistema de inteligencia, por la mediterraneidad que le afectaba mucho, indica.
“López no se dio cuenta de que había cosas que el Paraguay no podía hacer en ese momento, sin antes consolidar un poder militar que le permitiera imponerse. Ese fue su gran error y su locura empezó cuando también comenzó a perder todo ese porvenir de posibilidades que tenía el país”, enfatiza.
La historia narrada en historietas
El diario Última Hora fue uno de los primeros medios en publicar la saga de la Guerra de la Triple Alianza y la muerte del mariscal López, en la serie de historietas o cómic Vencer o morir, que elaboró el guionista y dibujante Enzo Pertile, que se ofreció a los lectores desde el 11 de abril de 2010, en forma de fascículos semanales coleccionables, a todo color.
La épica saga, que se centró en las batallas de Piribebuy, Acosta Ñu y Cerro Corá, fue recopilada posteriormente en un álbum publicado por la editorial Servilibro, que constituye una de las obras más significativas sobre la Triple Alianza y la figura del mariscal Francisco Solano López.
Posteriormente se realizaron otras obras en cómic sobre la guerra, como la serie Paraguay Retã Rekove, del dibujante Roberto Goiriz y el historiador Jorge Rubiani.
Última Hora
Guerra de la Triple Alianza, a 150 años de su final
El país perdió dos tercios de su población y gran parte de su territorio hace 150 años en la Guerra de la Triple Alianza. Así inicia un especial elaborado por el prestigioso periódico británico The Guardian, en conmemoración a la finalización de los 150 años de la Guerra de la Triple Alianza.
La guerra más sangrienta de América terminó con un solo disparo efectuado en las orillas solitarias de la Aquidabán – una corriente que fluye a través del bosque subtropical denso en lo que hoy es el Parque Nacional Cerro Corá en el noreste de Paraguay .
Después de una persecución a través del país que duró meses, las tropas brasileñas finalmente alcanzaron al presidente y comandante militar de Paraguay, el mariscal Francisco Solano López, y lo mataron a tiros el 1 de marzo de 1870.
Las palabras finales supuestamente fueron: “¡Muero por mi patria!” – Y no fue exageración. Aproximadamente dos tercios de la población de Paraguay perecieron durante el conflicto, incluido alrededor del 90% de sus hombres. Brasil y Argentina continuarían anexando enormes franjas de territorio paraguayo.
Mientras Paraguay conmemora el 150 aniversario del conflicto con lanzamientos de libros, conferencias y conciertos, y ceremonias oficiales, hoy en Asunción, la capital del país y en el parque nacional Cerro Corá, el impacto de la guerra aún se siente con fuerza.
“No creo que ningún otro país latinoamericano haya pasado por lo que experimentó Paraguay”, dijo el historiador Herib Caballero. “Es por eso que ha dejado una marca tan fuerte en la conciencia colectiva paraguaya”.
Un legado del conflicto es una continua obsesión nacional con el tesoro enterrado.
Conocido como plata yvyguy en Jopará, la mezcla de guaraní español y nativo que se habla ampliamente en Paraguay, las familias que huían de los invasores extranjeros supuestamente dejaron escondites de oro y todavía los buscan los buscadores de tesoros modernos.
La guerra también dejó un impacto duradero sobre el suelo. Después del conflicto, se vendieron extensiones de tierras públicas a compañías extranjeras para pagar la deuda de guerra impuesta a Paraguay, dijo Ernesto Benítez, líder del movimiento de pequeños agricultores.
“Desde 1870 en adelante, el sistema económico dominante ha sido el de las grandes propiedades”, dijo. “Esto ha excluido en gran medida a las poblaciones de pequeños agricultores e indígenas. Es un problema histórico que todavía nos afecta “.
Paraguay todavía tiene la mayor desigualdad de propiedad de la tierra en el mundo: aproximadamente el 85% de la tierra agrícola está en manos de sólo el 2.5% de los propietarios , y los pequeños grupos de agricultores e indígenas se enfrentan a la falta de tierras.
Al menos el 14% de la tierra paraguaya está en manos de los agricultores brasileños , un grupo que ejerce un enorme poder económico y político.
“La guerra afectó mucho nuestras relaciones diplomáticas; casi nunca hemos podido enfrentar a los brasileños “, dijo Jorge Rubiani, arquitecto e historiador.
Se observa más evidencia de este desequilibrio en la propiedad conjunta paraguayo-brasileña de la presa de Itaipú, la instalación hidroeléctrica más productiva del mundo. La presa, en teoría, debería proporcionar los mismos beneficios a los dos países, pero un estudio reciente encontró que debido a términos sesgados en el Tratado de Itaipú, Paraguay perdió $ 75.4 mil millones a Brasil de 1985 a 2018.
Si bien históricamente han hecho poco para abordar estas relaciones desiguales con su vecino gigante, los políticos de Paraguay todavía se refieren con frecuencia a la Guerra de la Triple Alianza para reunir el sentimiento nacionalista.
“Es una bendición masiva para los políticos”, dijo Caballero. “Es excelente para ellos porque otra persona siempre es responsable de lo que sea que suceda, alguien de hace 150 años”.
Incluso hoy, López sigue siendo omnipresente: su imagen aparece en la moneda, presta su nombre a las principales avenidas de las ciudades y el presidente ocupa un cargo en el Palacio de López.
En 1870, el Paraguay estaba arrasado.
La población estimada en 500.000 habitantes al comenzar el conflicto, había quedado reducida a la mitad.
La agricultura y la ganadería habían desaparecido. El ganado vacuno, estimado en más de dos millones de cabezas, no llegaba a 15.000 en 1870.
El país debía importar artículos básicos (porotos, papas) porque no producía nada.
Se destruyeron las obras de infraestructuras y sistemas de comunicación, como la fundición de hierro de Ybycuí, el arsenal, el astillero, el ferrocarril.
¡Muero con mi Patria!
Se cumplen 150 años del final de la Guerra de la Triple Alianza, el impacto del conflicto aún se siente con fuerza en la actualidad.
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, Lorena Barreto, Luz González, Jacqueline Torres, Patricia Galeano, Magalí Fleitas, Victor Ortiz, David Chamorro, Mary López, Jhojanni Fiorini, Juan Martínez, Felipe Dominguez, Fabrizio Meza.
El Independiente