Por Paula Giménez y Matías Caciabue
En 30/09/2022
Este domingo 2 de octubre el pueblo brasileño enfrentará una contienda electoral que podría cambiar no sólo su destino sino también el de América Latina. ¿Qué Brasil ha edificado la política de gobierno y el plan político de Jair Bolsonaro, perteneciente al Partido Liberal? Las posibilidades del retorno de Inacio Lula da Silva al gobierno son amplias pero deberá realizar grandes esfuerzos para revertir 4 años de un gobierno que ha plantado en Brasil, la bandera de las derechas más rancias en América Latina.
Si nos remontamos a la gestión del actual presidente brasilero vemos que las políticas que ha llevado adelante se parecen cada vez más a aquellas realizadas por Donald Trump. Desde el inicio de la pandemia, Jair Bolsonaro mostró una actitud negacionista frente al coronavirus, el cual describió como “una pequeña gripe”. El gobierno no ordenó ningún confinamiento ni se impusieron restricciones en la movilidad; tampoco se cancelaron las clases ni se cerraron los espacios públicos, negocios y centros comerciales, muy habituales en Brasil. La gestión y los dichos de Bolsonaro minimizando la pandemia llevaron a que en octubre del 2021, el CPI recomendara la imputación de Jair Bolsonaro por delitos contra la humanidad y por favorecer una epidemia tras la gestión de la pandemia de Covid-19. El informe incluye como acusados a cuatro ministros y a otras 61 personas.
Si abordamos la política energética, vemos que el 13 de julio de 2021 el Gobierno Federal de Brasil a través del Boletín Oficial de la Unión (DOU) publicó una Ley cuyo fin fue privatizar la empresa de energía brasileña Eletrobras, hecho que se concretó en mayo de 2022 cuando el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) dió luz verde a la privatización de la empresa eléctrica. En el mismo orden, durante el año 2021 los combustibles subieron alrededor de un 50% en Brasil, impulsados por la revalorización del crudo y la fuerte apreciación del dólar estadounidense frente al real. Ello también empujó a la inflación que cerró el año pasado en el 10,06 %, la tasa más alta desde 2015.
El programa Bolsonarista también encuentra una fuerte visión en la militarización del país. Este se convirtió en uno de los fuertes pilares para la dominación de las poblaciones. En febrero del 2021, el presidente firmó 4 decretos a favor del mayor acceso de armas de la población brasileña. En Abril del mismo año, y luego de que Rosa Weber, del Supremo Tribunal Federal (STF), suspendiera varias partes de estos 4 decretos, Jair Bolsonaro expresaba: “Todos tienen que comprar un fusil. Un pueblo armado jamás será esclavizado. Yo sé que cuesta caro tener uno, pero hay unos idiotas que dicen ‘no, hay que comprar porotos’. El que no quiera comprarse un fusil que no lo compre, pero no le rompan las pelotas al que quiera”.
En el plano económico, el plan de ajuste de Bolsonaro continuó en 2022. Con la sanción en enero del Presupuesto 2022 y la sanción del proyecto de ley que limita el impuesto estatal sobre los combustibles, el gas natural, la electricidad, las comunicaciones y el transporte público demostró que el ajuste es (y sigue siendo) moneda corriente en el proyecto trumpista de Bolsonaro. Según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE) el 47,3% de los reajustes salariales se situaron por debajo del Índice Nacional de Precios al Consumo (INPC).
Sin embargo, los ajustes realizados por Bolsonaro son selectivos. Luego de que la Policía Federal de Brasil anunciara medidas de movilización contra el ajuste, el mismo gobierno les brindó una recomposición salarial. Y es que la lucha contra el crimen ha sido un eje fundamental en el derrotero de los gobiernos de derecha de Brasil, profundizado por el bolsonarismo. Vale recordar que el gobierno de Temer, aprobó por decreto entregar el control de la seguridad de Río de Janeiro al Ejército en 2018. Hace años que en las Favelas de Brasil, con altos grados de militarizaicón, cuentan muertos cada vez que tiene lugar un operativo policial. En julio de 2022, equipos tácticos de la Policía Civil y Militar de Río de Janeiro allanaron la favela Complexo do Alemao. Luego del operativo se contabilizaron 17 civiles y 1 policía militar muerto. Los residentes de la favela cursaron denuncias en el Ministerio Público de Río de Janeiro y en el Ministerio Público Federal sobra la invasión de sus casas por agentes de policía, que saquearon y robaron sus pertenencias. Sin embargo, sobre este tema no hubo respuesta del Estado brasilero. Una dimensión más de la guerra abierta que el proyecto bolsonarista emprende contra las clases populares.
Brasil, como muchos países de latinoamérica, vive un clima de creciente violencia alimentado por los discursos de odio. En el mes de julio partidarios de Bolsonaro arrojaron un explosivo en un acto encabezado por Lula y asesinaron a un militante del Partido de los Trabajadores (PT), un hecho que volvió a ocurrir dos veces durante el mes de septiembre.
Actualmente el gobierno brasileño está llevando adelante un plan centrado en la privatización de industrias nacionales, ajustes que impactan directamente sobre la economía de las clases populares, militarización de la población, presencia de fuerzas armadas, empresarios e iglesia evangélica en los órganos de gobierno, persecución y violencia política, un programa ultraconservador y ultraliberal que tiene sus adeptos por todo el país. Este programa ha dejado como resultado una profundización de la desigualdad y ha llevado a que el 5% más rico de la población obtenga los mismos ingresos que el 95% restante.
En este contexto, se hace indispensable sobreponer el proyecto de las clases populares, representado por Lula Da Silva, quien ha tenido que ampliar su base de alianzas, algo que obviamente impondrá condicionamientos a la hora del ejercicio del poder.
Precisamente en este sentido es que queda el interrogante acerca de lo que Lula representa en términos geopolíticos. No sólo se trata de consumar victorias electorales, sino de generar las condiciones objetivas para gobernar pensando en las grandes mayorías y no condicionado por los sectores más avanzados de la economía. La tarea hacia adelante en caso de una victoria de Lula, será sin dudas, la de “usar la lapicera” y ejercer el poder que el pueblo le confiere.
*Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
En 30/09/2022
Este domingo 2 de octubre el pueblo brasileño enfrentará una contienda electoral que podría cambiar no sólo su destino sino también el de América Latina. ¿Qué Brasil ha edificado la política de gobierno y el plan político de Jair Bolsonaro, perteneciente al Partido Liberal? Las posibilidades del retorno de Inacio Lula da Silva al gobierno son amplias pero deberá realizar grandes esfuerzos para revertir 4 años de un gobierno que ha plantado en Brasil, la bandera de las derechas más rancias en América Latina.
Si nos remontamos a la gestión del actual presidente brasilero vemos que las políticas que ha llevado adelante se parecen cada vez más a aquellas realizadas por Donald Trump. Desde el inicio de la pandemia, Jair Bolsonaro mostró una actitud negacionista frente al coronavirus, el cual describió como “una pequeña gripe”. El gobierno no ordenó ningún confinamiento ni se impusieron restricciones en la movilidad; tampoco se cancelaron las clases ni se cerraron los espacios públicos, negocios y centros comerciales, muy habituales en Brasil. La gestión y los dichos de Bolsonaro minimizando la pandemia llevaron a que en octubre del 2021, el CPI recomendara la imputación de Jair Bolsonaro por delitos contra la humanidad y por favorecer una epidemia tras la gestión de la pandemia de Covid-19. El informe incluye como acusados a cuatro ministros y a otras 61 personas.
Si abordamos la política energética, vemos que el 13 de julio de 2021 el Gobierno Federal de Brasil a través del Boletín Oficial de la Unión (DOU) publicó una Ley cuyo fin fue privatizar la empresa de energía brasileña Eletrobras, hecho que se concretó en mayo de 2022 cuando el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) dió luz verde a la privatización de la empresa eléctrica. En el mismo orden, durante el año 2021 los combustibles subieron alrededor de un 50% en Brasil, impulsados por la revalorización del crudo y la fuerte apreciación del dólar estadounidense frente al real. Ello también empujó a la inflación que cerró el año pasado en el 10,06 %, la tasa más alta desde 2015.
El programa Bolsonarista también encuentra una fuerte visión en la militarización del país. Este se convirtió en uno de los fuertes pilares para la dominación de las poblaciones. En febrero del 2021, el presidente firmó 4 decretos a favor del mayor acceso de armas de la población brasileña. En Abril del mismo año, y luego de que Rosa Weber, del Supremo Tribunal Federal (STF), suspendiera varias partes de estos 4 decretos, Jair Bolsonaro expresaba: “Todos tienen que comprar un fusil. Un pueblo armado jamás será esclavizado. Yo sé que cuesta caro tener uno, pero hay unos idiotas que dicen ‘no, hay que comprar porotos’. El que no quiera comprarse un fusil que no lo compre, pero no le rompan las pelotas al que quiera”.
En el plano económico, el plan de ajuste de Bolsonaro continuó en 2022. Con la sanción en enero del Presupuesto 2022 y la sanción del proyecto de ley que limita el impuesto estatal sobre los combustibles, el gas natural, la electricidad, las comunicaciones y el transporte público demostró que el ajuste es (y sigue siendo) moneda corriente en el proyecto trumpista de Bolsonaro. Según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE) el 47,3% de los reajustes salariales se situaron por debajo del Índice Nacional de Precios al Consumo (INPC).
Sin embargo, los ajustes realizados por Bolsonaro son selectivos. Luego de que la Policía Federal de Brasil anunciara medidas de movilización contra el ajuste, el mismo gobierno les brindó una recomposición salarial. Y es que la lucha contra el crimen ha sido un eje fundamental en el derrotero de los gobiernos de derecha de Brasil, profundizado por el bolsonarismo. Vale recordar que el gobierno de Temer, aprobó por decreto entregar el control de la seguridad de Río de Janeiro al Ejército en 2018. Hace años que en las Favelas de Brasil, con altos grados de militarizaicón, cuentan muertos cada vez que tiene lugar un operativo policial. En julio de 2022, equipos tácticos de la Policía Civil y Militar de Río de Janeiro allanaron la favela Complexo do Alemao. Luego del operativo se contabilizaron 17 civiles y 1 policía militar muerto. Los residentes de la favela cursaron denuncias en el Ministerio Público de Río de Janeiro y en el Ministerio Público Federal sobra la invasión de sus casas por agentes de policía, que saquearon y robaron sus pertenencias. Sin embargo, sobre este tema no hubo respuesta del Estado brasilero. Una dimensión más de la guerra abierta que el proyecto bolsonarista emprende contra las clases populares.
Brasil, como muchos países de latinoamérica, vive un clima de creciente violencia alimentado por los discursos de odio. En el mes de julio partidarios de Bolsonaro arrojaron un explosivo en un acto encabezado por Lula y asesinaron a un militante del Partido de los Trabajadores (PT), un hecho que volvió a ocurrir dos veces durante el mes de septiembre.
Actualmente el gobierno brasileño está llevando adelante un plan centrado en la privatización de industrias nacionales, ajustes que impactan directamente sobre la economía de las clases populares, militarización de la población, presencia de fuerzas armadas, empresarios e iglesia evangélica en los órganos de gobierno, persecución y violencia política, un programa ultraconservador y ultraliberal que tiene sus adeptos por todo el país. Este programa ha dejado como resultado una profundización de la desigualdad y ha llevado a que el 5% más rico de la población obtenga los mismos ingresos que el 95% restante.
En este contexto, se hace indispensable sobreponer el proyecto de las clases populares, representado por Lula Da Silva, quien ha tenido que ampliar su base de alianzas, algo que obviamente impondrá condicionamientos a la hora del ejercicio del poder.
Precisamente en este sentido es que queda el interrogante acerca de lo que Lula representa en términos geopolíticos. No sólo se trata de consumar victorias electorales, sino de generar las condiciones objetivas para gobernar pensando en las grandes mayorías y no condicionado por los sectores más avanzados de la economía. La tarea hacia adelante en caso de una victoria de Lula, será sin dudas, la de “usar la lapicera” y ejercer el poder que el pueblo le confiere.
*Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).