Por Leopoldo Puchi
En 24/10/2022
En 24/10/2022
La naturaleza de la controversia sobre el Esequibo ha cambiado. Hasta 2015, se estaba en presencia de una disputa sobre un territorio entre dos países vecinos, que transcurría en el marco de un acuerdo firmado por las partes, que establecía el compromiso de una solución amistosa, el Acuerdo de Ginebra.
Todo cambia cuando el mundo conoce que las trasnacionales petroleras comienzan a instalarse en alta mar, frente al Esequibo, una zona marítima no delimitada que posee yacimientos que alcanzan 11.200 millones de barriles de crudo. Desde ese momento, las grandes transnacionales del petróleo entran en acción política para disponer de esa riqueza sin perturbaciones.
A partir de entonces, no estamos en presencia de una simple controversia entre dos naciones fronterizas, sino de un conflicto que enfrenta dos polos: de un lado, Venezuela, que reclama su espacio heredado de la independencia; del otro, las transnacionales petroleras, que tienen como soporte estatal a Estados Unidos y el Reino Unido.
La primera vez
No es la primera vez que una gran potencia ambiciona apoderarse esa región. Desde los primeros días de la independencia de Venezuela, el Reino Unido puso su mirada allí, cuando sus flotas, que comenzaban a desplegarse hasta convertirse en la armada dominante e indiscutible de los mares del mundo, se propusieron ir más allá, hacia el control de la navegación de los grandes ríos. Y, entre esos grandes ríos, estaba aquel, inmenso y tan cercano a sus islas caribeñas: el soberbio Orinoco.
La expansión británica era prácticamente indetenible y su poderío económico y militar se hacía valer, bien por las armas, bien por medio de tribunales.
Instrumento: laudo
En el caso del Esequibo, Gran Bretaña utilizó uno de esos instrumentos, el de los tribunales de arbitraje, para ampliar sus dominios. Aprovechó la situación de desventaja que atravesaba el Estado venezolano y por medio de un laudo arbitral sacó una decisión a su favor que amputaba una parte importante del territorio venezolano. La fuerza política y el dinero del Reino Unido hicieron que los jueces dejaran de lado las evidencias técnicas y los principios del derecho.
Parentesis: Ginebra
Durante el período que comienza con la creación de Guyana como República, hasta que el petróleo marcó los acontecimientos, las negociaciones se realizaron en el marco del tratado firmado en 1966 en Ginebra, en el que quedaba establecido que se debía encontrar una solución satisfactoria para las partes.
Aun con diferencias y sesgos, durante esta etapa las discusiones estuvieron enmarcadas en el Acuerdo de Ginebra y transcurrieron de forma esencialmente amistosa, entre dos vecinos que tienen la misma condición de países en desarrollo.
La segunda vez
A partir de 2015, las transnacionales petroleras deciden comenzar a explotar el petróleo y al mismo tiempo organizan la estrategia para que el Acuerdo de Ginebra sea desconocido, porque consideran que así blindarían jurídicamente sus intereses corporativos. Se recurre a bufetes internacionales y, en marzo del 2018, Guyana es llevada a desconocer el tratado firmado en 1966 y presenta una demanda contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Al poco tiempo, sale a luz pública la presencia en los acontecimientos de una gran potencia. Esta vez no es directamente el Reino Unido, sino Estados Unidos. En diciembre de 2020, la CIJ admite la demanda y de inmediato Michael Kozak y Brian Nichols, del Departamento de Estado, le dan respaldo. En septiembre de 2020, las naves guardacostas estadounidenses comienzan a patrullar directamente la zona.
Instrumento: CIJ
Si en el siglo XIX se recurrió a un tribunal arbitral reunido en París para despojar a Venezuela de su territorio, ahora en el siglo XXI todo indica que el instrumento será la Corte Internacional de Justicia.
La CIJ estaba obligada a respetar el acuerdo de Ginebra, y no lo hizo. Y, para iniciar el juicio, debía cumplir con el requisito del consentimiento de las partes. Tampoco respeto esto. Al contrario, mintió al afirmar que Venezuela había dado consentimiento, para lo cual manipuló viejas declaraciones del canciller de Raúl Leoni, Ignacio Iribarren Borges.
Mentir y manipular no es, obviamente, una actuación imparcial apegada a los principios del derecho, sino que corresponde a una componenda derivada del peso inmenso de la Exxon y del poderío de Washington y Londres. El petróleo, como Don Dinero, mueve montañas, sobre todo en estos tiempos de la crisis energética por la guerra en Ucrania.
*Politólogo y analista poíitico. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo
Todo cambia cuando el mundo conoce que las trasnacionales petroleras comienzan a instalarse en alta mar, frente al Esequibo, una zona marítima no delimitada que posee yacimientos que alcanzan 11.200 millones de barriles de crudo. Desde ese momento, las grandes transnacionales del petróleo entran en acción política para disponer de esa riqueza sin perturbaciones.
A partir de entonces, no estamos en presencia de una simple controversia entre dos naciones fronterizas, sino de un conflicto que enfrenta dos polos: de un lado, Venezuela, que reclama su espacio heredado de la independencia; del otro, las transnacionales petroleras, que tienen como soporte estatal a Estados Unidos y el Reino Unido.
La primera vez
No es la primera vez que una gran potencia ambiciona apoderarse esa región. Desde los primeros días de la independencia de Venezuela, el Reino Unido puso su mirada allí, cuando sus flotas, que comenzaban a desplegarse hasta convertirse en la armada dominante e indiscutible de los mares del mundo, se propusieron ir más allá, hacia el control de la navegación de los grandes ríos. Y, entre esos grandes ríos, estaba aquel, inmenso y tan cercano a sus islas caribeñas: el soberbio Orinoco.
La expansión británica era prácticamente indetenible y su poderío económico y militar se hacía valer, bien por las armas, bien por medio de tribunales.
Instrumento: laudo
En el caso del Esequibo, Gran Bretaña utilizó uno de esos instrumentos, el de los tribunales de arbitraje, para ampliar sus dominios. Aprovechó la situación de desventaja que atravesaba el Estado venezolano y por medio de un laudo arbitral sacó una decisión a su favor que amputaba una parte importante del territorio venezolano. La fuerza política y el dinero del Reino Unido hicieron que los jueces dejaran de lado las evidencias técnicas y los principios del derecho.
Parentesis: Ginebra
Durante el período que comienza con la creación de Guyana como República, hasta que el petróleo marcó los acontecimientos, las negociaciones se realizaron en el marco del tratado firmado en 1966 en Ginebra, en el que quedaba establecido que se debía encontrar una solución satisfactoria para las partes.
Aun con diferencias y sesgos, durante esta etapa las discusiones estuvieron enmarcadas en el Acuerdo de Ginebra y transcurrieron de forma esencialmente amistosa, entre dos vecinos que tienen la misma condición de países en desarrollo.
La segunda vez
A partir de 2015, las transnacionales petroleras deciden comenzar a explotar el petróleo y al mismo tiempo organizan la estrategia para que el Acuerdo de Ginebra sea desconocido, porque consideran que así blindarían jurídicamente sus intereses corporativos. Se recurre a bufetes internacionales y, en marzo del 2018, Guyana es llevada a desconocer el tratado firmado en 1966 y presenta una demanda contra Venezuela en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Al poco tiempo, sale a luz pública la presencia en los acontecimientos de una gran potencia. Esta vez no es directamente el Reino Unido, sino Estados Unidos. En diciembre de 2020, la CIJ admite la demanda y de inmediato Michael Kozak y Brian Nichols, del Departamento de Estado, le dan respaldo. En septiembre de 2020, las naves guardacostas estadounidenses comienzan a patrullar directamente la zona.
Instrumento: CIJ
Si en el siglo XIX se recurrió a un tribunal arbitral reunido en París para despojar a Venezuela de su territorio, ahora en el siglo XXI todo indica que el instrumento será la Corte Internacional de Justicia.
La CIJ estaba obligada a respetar el acuerdo de Ginebra, y no lo hizo. Y, para iniciar el juicio, debía cumplir con el requisito del consentimiento de las partes. Tampoco respeto esto. Al contrario, mintió al afirmar que Venezuela había dado consentimiento, para lo cual manipuló viejas declaraciones del canciller de Raúl Leoni, Ignacio Iribarren Borges.
Mentir y manipular no es, obviamente, una actuación imparcial apegada a los principios del derecho, sino que corresponde a una componenda derivada del peso inmenso de la Exxon y del poderío de Washington y Londres. El petróleo, como Don Dinero, mueve montañas, sobre todo en estos tiempos de la crisis energética por la guerra en Ucrania.
*Politólogo y analista poíitico. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo