11 jul 2023

CAPITALISMO DE CORPORACIONES





El descalabro neoliberal o la guerra como pretexto para la OMC

Eduardo Camín

On Jul 10, 2023




En el informe de vigilancia del comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre las medidas comerciales del G20, publicado el 4 de julio, se muestra que la guerra en Ucrania, las secuelas de la Covid-19, las condiciones meteorológicas extremas y los precios elevados de los alimentos y la energía siguen causando incertidumbre en el comercio mundial.

Además, en dicho informe se pone de manifiesto que se mantienen muchas restricciones del G20 a las exportaciones, en particular las relativas a los alimentos y los abonos. El G20 está integrado por: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, República de Corea, Estados Unidos, Rusia, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.

La Secretaría de la OMC prepara los informes de vigilancia del comercio, en respuesta a la solicitud de los líderes del G20 tras la crisis del 2009. Los informes se distribuyen juntamente con la OCDE y la UNCTAD dos veces al año y los informes del G20 ofrecen actualizaciones periódicas para los sherpas del grupo, las reuniones ministeriales y las cumbres del G20.

Las perturbaciones del comercio causadas por las conmociones de los tres últimos años han colocado la seguridad económica en el primer plano de los debates sobre políticas. Sin embargo, lo que hemos visto en este período, es que el comercio mundial abierto, anclado en el sistema multilateral de comercio, es un poderoso motor de la seguridad económica, que permite que los miembros de la OMC tengan produzcan y accedan mejor a alimentos, suministros médicos y otros productos esenciales”, dijo la Dra. Ngozi Okonjo-Iweala, Directora General de la Organización.


“Es de agradecer que las economías del G20 hayan adoptado más medidas para facilitar las importaciones, subrayando que el comercio es una herramienta para luchar contra las presiones inflacionistas. Les ruego que muestren liderazgo y continúen reduciendo el número y la cobertura comercial de las restricciones a la exportación, en particular en relación con los productos alimenticios, los piensos y los abonos, a fin de ayudar a mitigar la volatilidad de precios que dificulta la vida de las personas en todo el mundo.”

En el Informe de Vigilancia del Comercio del G20 se hace referencia a la próxima Decimotercera Conferencia Ministerial de la OMC (CM13), en febrero de 2024, una oportunidad clave para que los miembros refuercen el sistema multilateral de comercio y la previsibilidad que ofrece a la economía mundial.

El informe se publica en un contexto de pronunciado debilitamiento del comercio de mercancías, que se desplomó durante el cuarto trimestre de 2022 y parece haber permanecido por debajo de las tendencias en el primer trimestre de 2023. Se prevé que el volumen del comercio mundial de mercancías descienda del 2,7% en 2022 al 1,7% en 2023, antes de recuperarse hasta un 3,2% en 2024.



Asimismo, señala el aumento, desde 2020, de la aplicación de nuevas restricciones a la exportación por los miembros de la OMC, al principio en el contexto de la pandemia y posteriormente por la guerra en Ucrania y la crisis de seguridad alimentaria. Estos acontecimientos se describieron por primera vez en el Informe de Vigilancia del Comercio del G20 de noviembre de 2022.

A mediados de mayo de 2023, los Miembros de la OMC tienen tenían en vigor 63 restricciones a la exportación de productos alimenticios, piensos y abonos, una disminución del total de 101 que se habían introducido desde el inicio de la guerra en Ucrania. Además, siguen en vigor 21 restricciones a la exportación relacionadas con la Covid-19. De todas ellas, las economías del G20 mantenían 19 de las restricciones a la exportación de alimentos, piensos y abonos, y 12 de las restricciones a la exportación relacionadas con la pandemia.

Se ha observado una pauta similar para la trayectoria de las restricciones del comercio introducidas a raíz de ambas crisis: las prohibiciones de exportación iniciales, a menudo globales, fueron posteriormente sustituidas con otras restricciones tales como contingentes y prescripciones en materia de licencias, y muchas de ellas se notificaron más tarde a la OMC.

El informe señala que, desde el punto de vista de la transparencia, esto es importante: proporciona información clara a los mercados y refleja el compromiso con las prescripciones establecidas en las normas del comercio multilateral.



Durante el período objeto del examen, las economías del G20 introdujeron 77 nuevas medidas de facilitación y 41 medidas de restricción del comercio de mercancías. En su mayoría, eran medidas relacionadas con la importación. La cobertura comercial de las medidas de facilitación del comercio del G20 se estimó en 691.000 millones de dólares (un aumento con respecto a los 451.800 millones en el último informe, de noviembre de 2022) y la de las medidas de restricción del comercio ascendió a 88.000 millones de dólares, con una disminución con respecto a 160.100 millones.

En general, no hay indicios de un desmantelamiento del número acumulado de restricciones a la importación del G20 introducidas desde la crisis financiera mundial. Para finales de 2022, el 11,1% de las importaciones del G20 se veían afectadas por restricciones de la importación aplicadas desde 2009 y que siguen en vigor.


Las restricciones comerciales

En cuanto al número de medidas comerciales correctivas iniciadas, el promedio del período abarcado por el informe aumentó ligeramente en comparación con los dos últimos informes, pero se mantuvo por debajo del nivel máximo de 2020. Las medidas comerciales correctivas siguieron siendo un importante instrumento de política comercial para la mayoría de las economías del G20, y representaron el 52% del total de las medidas comerciales sobre el comercio de mercancías no relacionadas con la Covid-19 registradas en el informe.

Las medidas antidumping siguieron siendo el tipo de medida comercial correctiva más habitual, tanto en lo que se refiere a la iniciación como a la revocación de medidas. Con respecto al comercio de servicios, las economías del G20 introdujeron unas 34 nuevas medidas durante el período objeto del informe, en su mayoría de facilitación del comercio, por ejemplo, en lo que respecta a la presencia comercial de un proveedor de servicios o a la presencia de personas físicas de un miembro en el territorio de otro miembro.

Por otra parte, algunas nuevas políticas parecían restringir el comercio, tales como las medidas que afectan a los servicios de comunicaciones y las políticas nuevas y revisadas relativas al control de la inversión extranjera.

En este se observó la introducción de numerosas nuevas medidas de apoyo económico por las economías del G20, entre ellas programas de reducción del impacto ambiental, planes de producción de energía renovable y apoyo a la eficiencia energética y la descarbonización. Otras medidas incluyeron diversos programas de ayuda al sector agropecuario.

La realidad de la OMC en la perspectiva del nuevo orden mundial

Desde hace algún tiempo se perfiló la idea de que la OMC era la solución para resolver la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que afectaba al comercio internacional. Debemos recordar que China lleva mucho tiempo siendo el chivo expiatorio de Occidente, acusada de prácticas desleales y de robo de tecnología.

De ahí que Estados Unidos decidió empezar -a partir del gobierno de Donald Trump- una guerra comercial “fácil de ganar” en palabras del expresidente, para proteger unilateralmente sus intereses nacionales.

Todo esto se hizo sin recurrir a OMC y sin siquiera hacer piña con otros miembros disconformes como la Unión Europea (UE) o Japón, pese a que EEUU fue uno de los fundadores de la OMC, y promotor y defensor del multilateralismo y el libre comercio. Sin embargo, la pregunta que surgía era ¿por qué empezar una disputa de esas características teniendo el remedio al alcance de la mano?

Sencillamente, porque la OMC no era la solución para Trump; ni aún menos para el actual presidente Joe Biden, ya que para él no se trata de resolver el “juego sucio” chino, sino de un juego de poder en el que el gigante asiático debe dejar de ascender. China ha desafiado el modelo estadounidense, y al Consenso de Washington. Ha crecido enormemente y a grandes velocidades, a pesar de que el cinismo occidental no lo considere una democracia plena.

En realidad, el modelo en sí, ni a EEUU ni a la propia UE les importa mucho. El problema está en que el gigante asiático ha ido aumentando su PIB y ha llegado a superar a Estados Unidos, transformándose en un enemigo de cuidado para los intereses económicos americanos. Además, está creciendo en diversos campos, y se está enfocando en la tecnología y la robótica, que es donde está el futuro. Quien controle este campo será el que controle el siglo XXI.

Todo indica que bajo el manto de la guerra de Ucrania apoyada por la OTAN se siguen desarrollando las tendencias bélicas que ya se apuntaban en el orden económico, comercial internacional. Hoy se vive un escenario de mayor desconfianza, de cuestionamiento del marco institucional de Bretton Woods y de traslación del escenario multipolar geopolítico al terreno económico, financiero y comercial.



La incertidumbre será mayor y, con ella, la eterna falacia del dinamismo de la economía global podría resentirse. Asimismo, el deterioro de los marcos de cooperación internacional y del respeto a las reglas, podría llevar a una economía mundial muchos más fragmentada, y, por tanto, con menos riqueza y prosperidad. Es obvio que al igual que la integración de las economías crea riqueza –aunque la mayoría de las veces esa riqueza esté mal repartida–, la desintegración la destruye.

Hemos apuntado algunos de los ámbitos en los que el conflicto de Ucrania y la respuesta de Occidente esta generando problemas en la economía global, sobre todo en el ámbito de las materias primas y la energía, aunque también en sectores industriales y servicios en un contexto de cadenas de valor ya muy tensionadas y que se estaban redefiniendo tras la pandemia.

En todo caso, la competencia por los recursos, que ya se avistaba como un área de posible conflicto político, podría volverse más intensa, con peligrosos efectos sobre la humanidad.

También hemos esbozado los contornos de las nuevas alianzas geopolíticas, subrayando el declive relativo del poder de Occidente, las posiciones del llamado “Sur Global” y el papel clave de actores emergentes como China e India, incluyendo al propio Brasil, (socios en al bloque BRICS), aunque sus posicionamientos ante la guerra ucraniana sean algo ambivalentes.

Lo que parece claro es que se abre un mundo en el que va a ser cada vez más difícil que los principales países se pongan de acuerdo para abordar los problemas globales o puedan reformar instituciones multilaterales que necesitan una urgente actualización, entre ellas la propia OMC.

De hecho, como ya estamos observando, la rivalidad geoestratégica, la desconfianza y el miedo lo van a contaminar todo. Pero como la redefinición del nuevo tablero geopolítico dista mucho de haber concluido, los próximos años van a ser especialmente peligrosos.

En algún momento, se dará por consolidado un nuevo orden internacional en el que los principales actores sepan a qué atenerse. Pero, por el momento, muchas de las viejas maneras de operar ya no sirven, las nuevas todavía se están formando y algunas alianzas o rivalidades están aún por definir. Eso obliga a estados, empresas y ciudadanos a ser especialmente cautos para navegar en la nueva realidad económica y política internacional…recomendable en los tiempos que corren seria simplemente abstenerse de las promesas.



*Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)