Por Gabriel Nava
En 01/09/2023
En los últimos años, la postura política considerada de extrema derecha se ha posicionado entre la opinión pública de la región latinoamericana a través de diversos dirigentes de movimientos y sus propuestas económicas. La libertad económica, el fin del asistencialismo y el establecimiento del orden para proteger el desarrollo empresarial son consignas que se han vuelto estandartes en la batalla por el poder político y económico de América Latina, ondeados por personajes con discursos e ideologías exacerbadas.
Así, los contextos de crisis económica generan las condiciones para que ganen aceptación las propuestas que apelan a cualquier medida radical que, al menos en apariencia, pueda mejorar las condiciones de la ciudadanía, explica Aníbal Fernández, investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
“En el caso de América Latina la extrema derecha está vinculada a aspectos que tienen que ver, por ejemplo, con recortar derechos sociales, recortar derechos económicos, plantear que el orden y el progreso son dos aspectos que van vinculados, y por tanto, para establecer políticas económicas hay que plantear medidas de seguridad; además de que expresan un profundo racismo y clasismo en sus propuestas políticas y económicas”, comenta el analista.
En su interior, las diferentes propuestas económicas de extrema derecha tienen por común denominador la reducción al máximo de la participación del Estado en la economía y la creación de condiciones para que la clase empresarial nacional y extranjera puedan acceder a sectores previamente administrados por el gobierno.
Propuestas y acciones
Los ejemplos de propuestas económicas radicales en la región se han hecho célebres en redes sociales y medios de comunicación por su beligerancia, de ahí que hace unos días el representante de la coalición Libertad Avanza, Javier Milei, se posicionó como el candidato a vencer en la contienda política argentina a partir de promesas como un recorte al gasto público de hasta 15 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB), la eliminación del Banco Central de la República Argentina y la dolarización de su economía.
Ese tipo de ideas llegan a sonar tan atractivas, que incluso, acceden al poder. En Brasil por ejemplo, Jair Bolsonaro gobernó cuatro años a la principal economía latinoamericana a partir de medidas que se caracterizaron por procesos de privatización como el de Eletrobrás, la mayor empresa de energía de la región, el recorte de 870 mil millones de reales al sistema de pensiones y la disminución de más de 20 puntos porcentuales en el presupuesto medioambiental.
Aunque otras no han logrado tener tanto éxito en su aceptación, como las medidas propuestas por el chileno Antonio Kast en su campaña del 2021, donde el abogado y fundador del Partido Republicano apostaba por la llegada de inversión, en su mayoría extranjera, a partir de la disminución de impuestos, eliminación de la burocracia y la recuperación del orden público a través del uso de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, cuando las medidas económicas y los discursos radicales no se aceptan de manera voluntaria el uso de la fuerza aparece como alternativa; prueba de ello es que durante el conflicto con el cual Jeanine Áñez tomó el poder en Bolivia, se documentaron 37 asesinatos, de acuerdo al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), en una administración que se caracterizó por referencias al cristianismo y el apoyo empresarial.
Algo similar a lo sucedido en Perú, donde la actual mandataria, Dina Boluarte, tomó el poder en medio de una represión que dejó decenas de fallecidos, pero que una vez en la presidencia, contó con el aval de la Sociedad Nacional de Industrias.
La región a futuro
“Este tipo de personajes y sus propuestas no solucionan las crisis políticas y económicas por las que toman relevancia porque ese no es su objetivo, lo que ellos buscan es capitalizar el descontento y la coyuntura que vive la población; un ejemplo es que cuando Macri llegó al poder terminó endeudándolo más”, advierte Fernández.
Pese al crecimiento en la popularidad de las ideas económicas de líderes de extrema derecha, los proyectos económicos y políticos que abogan por priorizar las causas sociales desde el Estado se encuentran vigentes en las principales naciones de la región, como en Colombia, donde Gustavo Petro impulsa un modelo productivo basado en el respeto a la naturaleza y protección de la comunidad.
Lo mismo que en Brasil, donde a partir del regreso de Lula da Silva al poder se espera que su propuesta económica repita la hazaña de sus anteriores mandatos, sacar a casi 30 millones de personas de la pobreza.
Respecto a México, a partir de su tercer estudio cuantitativo del país, CELAG indica que, seis de cada 10 mexicanos consideran que el país va por buen camino, lo que deriva en que, si hoy fueran las elecciones, 45.4 por ciento de las personas consultadas por el centro estratégico votarían por una continuidad del proyecto basado en programas sociales y un Estado involucrado en la economía mexicana.
Reporte Indigo
En 01/09/2023
En los últimos años, la postura política considerada de extrema derecha se ha posicionado entre la opinión pública de la región latinoamericana a través de diversos dirigentes de movimientos y sus propuestas económicas. La libertad económica, el fin del asistencialismo y el establecimiento del orden para proteger el desarrollo empresarial son consignas que se han vuelto estandartes en la batalla por el poder político y económico de América Latina, ondeados por personajes con discursos e ideologías exacerbadas.
Así, los contextos de crisis económica generan las condiciones para que ganen aceptación las propuestas que apelan a cualquier medida radical que, al menos en apariencia, pueda mejorar las condiciones de la ciudadanía, explica Aníbal Fernández, investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
“En el caso de América Latina la extrema derecha está vinculada a aspectos que tienen que ver, por ejemplo, con recortar derechos sociales, recortar derechos económicos, plantear que el orden y el progreso son dos aspectos que van vinculados, y por tanto, para establecer políticas económicas hay que plantear medidas de seguridad; además de que expresan un profundo racismo y clasismo en sus propuestas políticas y económicas”, comenta el analista.
En su interior, las diferentes propuestas económicas de extrema derecha tienen por común denominador la reducción al máximo de la participación del Estado en la economía y la creación de condiciones para que la clase empresarial nacional y extranjera puedan acceder a sectores previamente administrados por el gobierno.
Propuestas y acciones
Los ejemplos de propuestas económicas radicales en la región se han hecho célebres en redes sociales y medios de comunicación por su beligerancia, de ahí que hace unos días el representante de la coalición Libertad Avanza, Javier Milei, se posicionó como el candidato a vencer en la contienda política argentina a partir de promesas como un recorte al gasto público de hasta 15 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB), la eliminación del Banco Central de la República Argentina y la dolarización de su economía.
Ese tipo de ideas llegan a sonar tan atractivas, que incluso, acceden al poder. En Brasil por ejemplo, Jair Bolsonaro gobernó cuatro años a la principal economía latinoamericana a partir de medidas que se caracterizaron por procesos de privatización como el de Eletrobrás, la mayor empresa de energía de la región, el recorte de 870 mil millones de reales al sistema de pensiones y la disminución de más de 20 puntos porcentuales en el presupuesto medioambiental.
Aunque otras no han logrado tener tanto éxito en su aceptación, como las medidas propuestas por el chileno Antonio Kast en su campaña del 2021, donde el abogado y fundador del Partido Republicano apostaba por la llegada de inversión, en su mayoría extranjera, a partir de la disminución de impuestos, eliminación de la burocracia y la recuperación del orden público a través del uso de las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, cuando las medidas económicas y los discursos radicales no se aceptan de manera voluntaria el uso de la fuerza aparece como alternativa; prueba de ello es que durante el conflicto con el cual Jeanine Áñez tomó el poder en Bolivia, se documentaron 37 asesinatos, de acuerdo al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), en una administración que se caracterizó por referencias al cristianismo y el apoyo empresarial.
Algo similar a lo sucedido en Perú, donde la actual mandataria, Dina Boluarte, tomó el poder en medio de una represión que dejó decenas de fallecidos, pero que una vez en la presidencia, contó con el aval de la Sociedad Nacional de Industrias.
La región a futuro
“Este tipo de personajes y sus propuestas no solucionan las crisis políticas y económicas por las que toman relevancia porque ese no es su objetivo, lo que ellos buscan es capitalizar el descontento y la coyuntura que vive la población; un ejemplo es que cuando Macri llegó al poder terminó endeudándolo más”, advierte Fernández.
Pese al crecimiento en la popularidad de las ideas económicas de líderes de extrema derecha, los proyectos económicos y políticos que abogan por priorizar las causas sociales desde el Estado se encuentran vigentes en las principales naciones de la región, como en Colombia, donde Gustavo Petro impulsa un modelo productivo basado en el respeto a la naturaleza y protección de la comunidad.
Lo mismo que en Brasil, donde a partir del regreso de Lula da Silva al poder se espera que su propuesta económica repita la hazaña de sus anteriores mandatos, sacar a casi 30 millones de personas de la pobreza.
Respecto a México, a partir de su tercer estudio cuantitativo del país, CELAG indica que, seis de cada 10 mexicanos consideran que el país va por buen camino, lo que deriva en que, si hoy fueran las elecciones, 45.4 por ciento de las personas consultadas por el centro estratégico votarían por una continuidad del proyecto basado en programas sociales y un Estado involucrado en la economía mexicana.
Reporte Indigo