Por Cristian Carrillo
19 de marzo de 2020
Imagen: NA
Imagen: NA
La Organización Internacional del Trabajo evaluó que el parate de la actividad económica tendrá fuertes consecuencias en materia laboral. Advirtió que llevará "a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral" y planteó que son necesarias medidas coordinadas e inmediatas.
La parálisis económica que generan las medidas de prevención al coronavirus podría generar la pérdida de 25 millones de empleos en el mundo, afirmó este miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
"Una evaluación inicial del impacto de COVID-19 en el mundo laboral mundial indica que los efectos serán de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral, y propone medidas para una respuesta decisiva, coordinada e inmediata", señala el informe.
Al igual que otros organismos multilaterales, la OIT se sumó a la campaña para que los países lleven a cabo políticas fiscales y monetarias expansivas para salir de la crisis que genera la pandemia en la actividad económica global, la cual la compara con los efectos del desplome de 2008-2009.
La OIT realizó una nueva evaluación sobre la base de la situación que se actualiza a cada instante y determinó que "la crisis económica y laboral provocada por la pandemia del COVID-19 podría aumentar el desempleo mundial en casi 25 millones de personas". "Sin embargo, de haber una respuesta política coordinada a nivel internacional, como ocurrió frente a la crisis financiera mundial de 2008-2009, el impacto sobre el desempleo mundial podría ser significativamente menor", agrega el informe oficial del organismo con sede en Ginebra.
La OIT estima que entre 8,8 y 35 millones de personas más, sin contar los que pierdan su fuente laboral, estarán en situación de pobreza laboral
Entre las medidas que sugiere se encuentra la de proteger a los empleados en el lugar de trabajo, estimular la economía y el empleo, y sostener los puestos de trabajo y los ingresos, las cuales ya se pusieron en práctica en varios países, como la Argentina.
Esas medidas incluyen la ampliación de la protección social, el apoyo para mantener el empleo (es decir, el trabajo a jornada reducida, las vacaciones pagadas y otros subsidios) y la concesión de ayudas financieras y desgravaciones fiscales, en particular a las microempresas y pequeñas y medianas empresas.
La parálisis económica que generan las medidas de prevención al coronavirus podría generar la pérdida de 25 millones de empleos en el mundo, afirmó este miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
"Una evaluación inicial del impacto de COVID-19 en el mundo laboral mundial indica que los efectos serán de gran alcance, llevando a millones de personas al desempleo, al subempleo y a la pobreza laboral, y propone medidas para una respuesta decisiva, coordinada e inmediata", señala el informe.
Al igual que otros organismos multilaterales, la OIT se sumó a la campaña para que los países lleven a cabo políticas fiscales y monetarias expansivas para salir de la crisis que genera la pandemia en la actividad económica global, la cual la compara con los efectos del desplome de 2008-2009.
La OIT realizó una nueva evaluación sobre la base de la situación que se actualiza a cada instante y determinó que "la crisis económica y laboral provocada por la pandemia del COVID-19 podría aumentar el desempleo mundial en casi 25 millones de personas". "Sin embargo, de haber una respuesta política coordinada a nivel internacional, como ocurrió frente a la crisis financiera mundial de 2008-2009, el impacto sobre el desempleo mundial podría ser significativamente menor", agrega el informe oficial del organismo con sede en Ginebra.
La OIT estima que entre 8,8 y 35 millones de personas más, sin contar los que pierdan su fuente laboral, estarán en situación de pobreza laboral
Entre las medidas que sugiere se encuentra la de proteger a los empleados en el lugar de trabajo, estimular la economía y el empleo, y sostener los puestos de trabajo y los ingresos, las cuales ya se pusieron en práctica en varios países, como la Argentina.
Esas medidas incluyen la ampliación de la protección social, el apoyo para mantener el empleo (es decir, el trabajo a jornada reducida, las vacaciones pagadas y otros subsidios) y la concesión de ayudas financieras y desgravaciones fiscales, en particular a las microempresas y pequeñas y medianas empresas.
Hipótesis de destrucción
El virus ya infectó a casi 200.000 personas en 164 países, resultando en cerca de 8000 muertes, y tiene el potencial de alcanzar a una gran proporción de la población mundial.
Según estimaciones preliminares recogidas por el informe de la OIT, entre 40 y 70 por ciento de la población mundial podría infectarse. Las consecuencias económicas del brote son también preocupantes, con impacto ya no sólo a través de pérdidas bursátiles sino por el impacto global de la reducción de horas de trabajo y salarios.
El informe de la OIT advierte que la crisis del empleo podría afectar a determinados grupos de manera desproporcionada, y por consiguiente agravar la desigualdad. Entre ellos se encuentran las personas con trabajos menos protegidos y mal pagados, en particular los jóvenes y los trabajadores de edad.
Las mujeres y los migrantes también son de mayor riesgo laboral. Estos últimos son vulnerables debido a la falta de protección y derechos sociales, y las mujeres tienden a predominar en los empleos de baja remuneración y en los sectores afectados.
El relevamiento de la OIT que difundió de manera global este mediodía simula el impacto en el empleo basado en tres escenarios de crecimiento del PIB. Estas estimaciones indican un aumento del desempleo mundial de entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y 24,7 millones (hipótesis “extrema”), a partir de un nivel de base de 188 millones de trabajadores en 2019.
Para tener un punto de comparación con este escenario, la crisis financiera mundial de 2008-2009 aumentó el desempleo mundial en 22 millones.
El virus ya infectó a casi 200.000 personas en 164 países, resultando en cerca de 8000 muertes, y tiene el potencial de alcanzar a una gran proporción de la población mundial.
Según estimaciones preliminares recogidas por el informe de la OIT, entre 40 y 70 por ciento de la población mundial podría infectarse. Las consecuencias económicas del brote son también preocupantes, con impacto ya no sólo a través de pérdidas bursátiles sino por el impacto global de la reducción de horas de trabajo y salarios.
El informe de la OIT advierte que la crisis del empleo podría afectar a determinados grupos de manera desproporcionada, y por consiguiente agravar la desigualdad. Entre ellos se encuentran las personas con trabajos menos protegidos y mal pagados, en particular los jóvenes y los trabajadores de edad.
Las mujeres y los migrantes también son de mayor riesgo laboral. Estos últimos son vulnerables debido a la falta de protección y derechos sociales, y las mujeres tienden a predominar en los empleos de baja remuneración y en los sectores afectados.
El relevamiento de la OIT que difundió de manera global este mediodía simula el impacto en el empleo basado en tres escenarios de crecimiento del PIB. Estas estimaciones indican un aumento del desempleo mundial de entre 5,3 millones (hipótesis “prudente”) y 24,7 millones (hipótesis “extrema”), a partir de un nivel de base de 188 millones de trabajadores en 2019.
Para tener un punto de comparación con este escenario, la crisis financiera mundial de 2008-2009 aumentó el desempleo mundial en 22 millones.
Menos salarios
“El impacto a la demanda laboral probablemente se traducirá en ajustes significativos a la baja en salarios y horas de trabajo”, advierte el informe del organismo. Según datos al 10 de marzo, los trabajadores infectados perdieron en conjunto ya casi 30.000 meses de trabajo.
El informe estima que la pérdida de ingresos para los trabajadores será de entre 860.000 millones de dólares y 3,4 billones de dólares a finales de 2020. Esto se traducirá en caídas en el consumo de bienes y servicios, lo que a su vez afectará a las perspectivas de las empresas y las economías.
La pobreza laboral, como lo define el informe, se deteriorará aún más como resultado de “la presión sobre los ingresos resultante de la disminución de la actividad económica, impactando más fuertemente a trabajadores y trabajadoras que se encuentran cerca o por debajo del umbral de la pobreza”.
La OIT estima que entre 8,8 y 35 millones de personas más estarán en situación de pobreza laboral en todo el mundo, frente a la estimación original para 2020 (que preveía una disminución de 14 millones en todo el mundo).
El organismo exhorta a llevar a cabo respuestas rápidas y coordinadas.
En materia fiscal, aconseja transferencias específicas, como las prestaciones por desempleo, junto con la inversión pública, desgravación fiscal para personas de bajos ingresos y micro, pequeñas y medianas empresas, en sintonía con las medidas anunciadas por el gobierno argentino esta semana.
En política monetaria aconseja reducciones de la tasa de interés, relajación de la tasa de reserva, objetivos provisiones de liquidez y préstamos específicos y apoyo financiero para proteger a las empresas, especialmente mipymes en sectores más afectados por la pandemia.
“El impacto a la demanda laboral probablemente se traducirá en ajustes significativos a la baja en salarios y horas de trabajo”, advierte el informe del organismo. Según datos al 10 de marzo, los trabajadores infectados perdieron en conjunto ya casi 30.000 meses de trabajo.
El informe estima que la pérdida de ingresos para los trabajadores será de entre 860.000 millones de dólares y 3,4 billones de dólares a finales de 2020. Esto se traducirá en caídas en el consumo de bienes y servicios, lo que a su vez afectará a las perspectivas de las empresas y las economías.
La pobreza laboral, como lo define el informe, se deteriorará aún más como resultado de “la presión sobre los ingresos resultante de la disminución de la actividad económica, impactando más fuertemente a trabajadores y trabajadoras que se encuentran cerca o por debajo del umbral de la pobreza”.
La OIT estima que entre 8,8 y 35 millones de personas más estarán en situación de pobreza laboral en todo el mundo, frente a la estimación original para 2020 (que preveía una disminución de 14 millones en todo el mundo).
El organismo exhorta a llevar a cabo respuestas rápidas y coordinadas.
En materia fiscal, aconseja transferencias específicas, como las prestaciones por desempleo, junto con la inversión pública, desgravación fiscal para personas de bajos ingresos y micro, pequeñas y medianas empresas, en sintonía con las medidas anunciadas por el gobierno argentino esta semana.
En política monetaria aconseja reducciones de la tasa de interés, relajación de la tasa de reserva, objetivos provisiones de liquidez y préstamos específicos y apoyo financiero para proteger a las empresas, especialmente mipymes en sectores más afectados por la pandemia.