22 oct 2023

TODOS PARA POCOS

ARGENTINA
La impostura de la economía neoliberal
Las ideas libertarias que incomodan a economistas ortodoxos



Por Bruno Susani *
22 de octubre de 2023


El debate sobre la política económica fue desplazado hacia la ultra derecha . Imagen: NA

Frente a la pulsión destructiva de la extrema derecha, las políticas neoliberales tradicionales aparecen razonables, aunque promuevan el enriquecimiento de unos pocos en detrimentos del empobrecimiento de muchos.

El debate sobre la política económica fue desplazado hacia la ultra derecha gracias a la colaboración de los medios de comunicación hegemónicos, lo cual plantea un problema deontológico a la profesión y ético en lo personal. Los economistas ortodoxos pudieron, de esta forma, imponer sus dogmas a toda la sociedad.

El diagnóstico de los economistas ortodoxos es sencillo: la tasa de beneficio de los patrones es insuficiente para invertir, y hay que bajar el costo del trabajo. Dicho objetivo no puede alcanzarse porque el “populismo peronista” se obstina en regalar el excedente invertible para continuar con sus políticas clientelistas. Los medios de comunicación hegemónicos comprometidos, en su apoyo a la dictadura militar, y gran parte de la academia facilitaron a la ortodoxia el apoyo a la represión cívico militar y la convertibilidad. Modelos que, en su fracaso, condujeron a un callejón sin salida para la sociedad en su conjunto.



Desde hace veinte años, con el peronismo en el centro de la política, la lucha por la inclusión social a través del desarrollo de la economía del bienestar confronta con los dogmas ortodoxos. Los economistas heterodoxos postulan políticas de Estado y proponen alternativas viables, como un crecimiento económico sobre bases firmes, que superen al modelo endeble que posiciona como centro del proceso de acumulación del capital a las materias primas sujetas al juego de los especuladores internacionales.


El neoliberalismo es enfrentado por una gestión keynesiana de la economía del bienestar. Esto significa izar los principios de la justicia social y la independencia económica, ya que otro mundo existe y es posible, deseable y necesario. La economía funciona de manera más eficaz cuando la distribución del ingreso es más justa.

En el contexto internacional, la globalización hija del neoliberalismo se desgrana a pasos agigantados desde la hecatombe de la crisis financiera de las hipotecas subprimes en 2008. Pero los medios hegemónicos insisten en aplicar normativas y suprimir regulaciones económicas esenciales como la tasa de cambio y el control los precios tratando de relegar la justicia social enarbolada por el peronismo a una suerte de nostalgia folclórica nacional. Quieren seguir imponiendo al mercado como eje central de la acción económica, a pesar de que el sistema ya fracasó en Argentina.

Controlados por el capital monopolista y guionados por los economistas ortodoxos, los medios de comunicación hegemónicos apoyaron el desfinanciamiento de las instituciones del Estado como hospitales, universidades, escuelas, guarderías, geriátricos, de los planes de vivienda, los centros de investigación, la obra pública. Festejaron que se vaciaran las administraciones que ejercían los controles de precios, el cumplimiento de las reglamentaciones laborales, los controles financieros, que combatían la evasión fiscal, que impedía practicas monopólicas y sancionaban las posiciones dominantes. Los medios instalaron además la ideología de la superioridad de “los que mandan” gracias a su mérito hereditario instando al resto a la obediencia social y al orden imperante de los capitalistas prebendarios y de los que “saben”.


Se sostuvo que los sindicatos y el peronismo eran los espantapájaros de las inversiones extranjeras, que había que disminuir los impuestos, facilitar la entrada y salida de los capitales. Llamaron a eso “seguridad jurídica”, es decir hacer más “atractivo” al país avalando la fuga de los capitales, aunque esto no sirva para favorecer el crecimiento económico.

Paradójicamente, los utileros del capitalismo periférico no parecen haber leído las estadísticas de las cuentas de los países del centro capitalista, donde los flujos de capitales van de la periferia al centro y no del centro a la periferia. Nadie va a venir a la Argentina salvo para saquearla. Los salarios bajos son un freno a la integración de procesos de producción tecnológicamente más avanzados además de ser un factor de estancamiento de la demanda. Las grandes fortunas en el mundo pertenecen a individuos que pagan a precio de oro científicos, ingenieros, trabajadores altamente calificados y han desarrollado automóviles eléctricos, computadoras, programas informáticos, plataformas de comunicación de las redes sociales y no a los rentistas prebendarios

La ultraderecha molesta al neoliberalismo

Para el capital monopolista la ultraderecha es la heredera de la fracasada globalización económica y financiera, lo que molesta a los economistas ortodoxos. El auge de los movimientos de extrema derecha - como los grupos trumpistas que invadieron el Capitolio en Washington para tratar de impedir la asunción de Biden, el Front National en Francia, Vox en España, Fratelli d’Italia, o La Libertad Avanza en Argentina no surgen por generación espontánea. Su ideología es la transformación de la vulgarización de los principios de la teoría ortodoxa.


Las consecuencias de la aplicación de una política económica de extrema derecha han sido expuestas en detalle y son de una brutalidad social que provocan miedo. Sin embargo, sus propuestas y exabruptos tenían para la ortodoxia económica ordinaria la ventaja de banalizar sus propuestas retrógradas. Frente a la pulsión destructiva de la extrema derecha, las políticas neoliberales tradicionales aparecen casi razonables y atinadas fruto de la reflexión de “expertos” moderados, sensatos y pulcros, aunque promuevan el empobrecimiento de muchos en arras del enriquecimiento de unos pocos.

La economía que describe la teoría ortodoxa solo existe en los manuales. La realidad económica es un mundo de oligopolios, de prebendas, de fuerzas institucionales, fiscales, monetarias y el resultado de la acción, muchas veces delictiva, de aquellos que la controlan desde los centros de decisión bancarios, financieros, industriales, comerciales y está muy lejos del supuesto mecanismo de relojería y de la oferta y la demanda de los manuales. 

Keynes, en la Teoría General, había advertido que “es posible que la teoría clásica describa la realidad económica tal como quisiéramos que funcionara. Pero suponer que se comporta realmente de esa forma es suponer que todas las dificultades han sido superadas”.



* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de “La economía oligárquica de Macri”, Ediciones CICCUS, Buenos Aires 2019. bruno.susani@wanadoo">bruno.susani@wanadoo