Pedro Brieger
On Feb 23, 2024
El presidente de Brasil, Lula da Silva, se mueve en todas las áreas de la política internacional para recuperar el lugar de potencia de primer nivel que perdió durante los cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022). Las posturas de extrema derecha del anterior mandatario, sus declaraciones contra el cambio climático, y su manifiesto autoritarismo reivindicando el golpe de Estado de 1964, relegaron al Brasil a un segundo plano. Para decirlo de otra manera: pocos mandatarios se querían aparecer en una foto con Bolsonaro.
A poco más de un año de asumir la presidencia Lula despliega una extensa agenda internacional como pocos pueden hacer. Esto quedó muy claro en su reciente visita a Egipto y Etiopía en África. En Egipto planteó nuevamente una vieja aspiración de Brasil: la reforma del Consejo de Seguridad. El actual Consejo refleja el mundo de 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con ligeras modificaciones, ya que Rusia reemplazó a la disuelta Unión Soviética y desde 1971 la República Popular de China ocupa el lugar de Taiwan que dejó de ser reconocido como país.
Además de plantear que hay que revisar su conformación y quienes tienen derecho a veto, Lula afirmó que es necesario un Consejo con presencia permanente de América Latina y África, más pacifista, y que no fomente guerras. Esto último lo dice expresamente en clara alusión a la imposibilidad del Consejo de frenar la matanza de mujeres y niños en la Franja de Gaza.
En El Cairo, Lula visitó la sede de la Liga Árabe, conformada por 22 países para retomar la iniciativa de encuentros regulares entre América del Sur y los países árabes que impulsó durante su primer mandato (2003-2007). Por otra parte, Egipto se sumó recientemente a los BRICS — la alianza que nació con Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica — que busca ampliarse para ser el referente de un mundo multipolar. Egipto no sólo es el país árabe más importante, también es el principal importador de trigo del mundo y está en un proceso de intercambiar bienes en diferentes monedas sin pasar por el dólar, ni depender de la divisa estadounidense, como también lo pretende Lula.
Por eso el presidente de Brasil invitó oficialmente a Egipto a participar de las reuniones del G-20 (los 20 países más industrializados) dado que preside el organismo durante 2024 y tendrá a su cargo armar la agenda para el encuentro de noviembre en Río de Janeiro.
Además, hay que recordar que Brasil tiene un vínculo histórico con el continente africano por ser el país con la mayor población negra fuera de África y porque más de la mitad de los brasileños se reconoce como afro-descendientes. Por eso no fue casual que Lula fuera el invitado estrella a la cumbre de la Unión Africana (UA) conformada por 55 países, desde el Mediterráneo al norte hasta la confluencia de los océanos Atlántico e Índico en el sur.
Durante la gira, Lula no ahorró duras críticas a Israel calificando de “genocidio” lo que acontece en Gaza, en sintonía con las posturas de la Liga Árabe y la Unión Africana y la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. Subiendo la apuesta dijo que “lo que está aconteciendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no existió en ningún otro momento histórico, de hecho, existió cuando Hitler decidió matar a los judíos”.
La reacción del gobierno israelí no se hizo esperar, y declaró persona “non grata” al presidente brasileño. En realidad, lo que más preocupa al primer ministro Benjamín Netanyahu no son las comparaciones históricas o las referencias a genocidios. Le preocupa que Lula reclame un Alto el Fuego inmediato para dar pie a una negociación entre palestinos e israelíes en línea con las diversas resoluciones de Naciones Unidas, a lo que Netanyahu se opone de manera tajante. Lula movió el avispero con sus fuertes declaraciones porque cuando habla, el mundo reacciona. Brasil está de vuelta.
*Periodista y sociólogo argentino, especializado en política internacional. Es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires y director de Nodal.am. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
En El Cairo, Lula visitó la sede de la Liga Árabe, conformada por 22 países para retomar la iniciativa de encuentros regulares entre América del Sur y los países árabes que impulsó durante su primer mandato (2003-2007). Por otra parte, Egipto se sumó recientemente a los BRICS — la alianza que nació con Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica — que busca ampliarse para ser el referente de un mundo multipolar. Egipto no sólo es el país árabe más importante, también es el principal importador de trigo del mundo y está en un proceso de intercambiar bienes en diferentes monedas sin pasar por el dólar, ni depender de la divisa estadounidense, como también lo pretende Lula.
Por eso el presidente de Brasil invitó oficialmente a Egipto a participar de las reuniones del G-20 (los 20 países más industrializados) dado que preside el organismo durante 2024 y tendrá a su cargo armar la agenda para el encuentro de noviembre en Río de Janeiro.
Además, hay que recordar que Brasil tiene un vínculo histórico con el continente africano por ser el país con la mayor población negra fuera de África y porque más de la mitad de los brasileños se reconoce como afro-descendientes. Por eso no fue casual que Lula fuera el invitado estrella a la cumbre de la Unión Africana (UA) conformada por 55 países, desde el Mediterráneo al norte hasta la confluencia de los océanos Atlántico e Índico en el sur.
Durante la gira, Lula no ahorró duras críticas a Israel calificando de “genocidio” lo que acontece en Gaza, en sintonía con las posturas de la Liga Árabe y la Unión Africana y la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. Subiendo la apuesta dijo que “lo que está aconteciendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no existió en ningún otro momento histórico, de hecho, existió cuando Hitler decidió matar a los judíos”.
La reacción del gobierno israelí no se hizo esperar, y declaró persona “non grata” al presidente brasileño. En realidad, lo que más preocupa al primer ministro Benjamín Netanyahu no son las comparaciones históricas o las referencias a genocidios. Le preocupa que Lula reclame un Alto el Fuego inmediato para dar pie a una negociación entre palestinos e israelíes en línea con las diversas resoluciones de Naciones Unidas, a lo que Netanyahu se opone de manera tajante. Lula movió el avispero con sus fuertes declaraciones porque cuando habla, el mundo reacciona. Brasil está de vuelta.
*Periodista y sociólogo argentino, especializado en política internacional. Es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires y director de Nodal.am. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)