Juan Guahán|
30/12/2020
Clae
Con la profunda convicción de que la humanidad conserva suficientes reservas para construir un mundo más humano y solidario, es imposible no considerar las graves responsabilidades de gran parte de la actual dirigencia del planeta en la gestación, conservación y multiplicación de este virus que da la impresión que está anunciando el fin de una etapa civilizatoria.
El gigantesco desarrollo humano alcanzado por la humanidad no ha sido capaz de encontrar respuestas a los desafíos que nos propone este coronavirus. Algunas de las razones que pueden haber determinado su nacimiento y la falta de respuestas son: orgullo, incapacidad, desorientación, conspiración.
El orgullo humano, que delegó en el conocimiento científico la perspectiva de resolver todos sus problemas, fue sorprendido por un virus al que no logró adelantarse, ni contener (con remedios adecuados).
Su incapacidad ante este fenómeno se verifica en que, obnubilado por el afán de ganancia, no ha sido capaz de prever los riesgosos efectos de ciertas investigaciones o modos productivos que atentan contra las leyes de la naturaleza.
La desorientación está directamente vinculada al modo que se han trastocado los valores éticos y al olvido del significado de la felicidad para las personas.
Mucho se ha hablado de la eventualidad que alguna conspiración haya sido el origen de este mal. Si bien difícilmente sabremos si ello es cierto o no. Pero no quedan dudas que esta peste ha consolidado el poder de algunos sectores de la sociedad, como los grupos atados a las ciencias y tecnologías informáticas. Tampoco es desdeñable el hecho que el combate al Covid 19 encerró a las personas en sus casas amortiguando su rechazo al sistema imperante.
El nombre de Covid 19 deriva, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de las palabras “corona virus” y el número 19 atiende a la fecha en el que fue oficialmente reconocido por la OMS, el 31 de diciembre de 2019. Da la impresión que el 2020 no hubiera querido asumir la responsabilidad de haber nacido dando a luz este virus.
Desde su polémica y reconocida presentación en el Mercado de Wuhan (China) el Covid 19 ha recorrido un largo camino que le ha permitido extenderse por todo el mundo. Esta evolución reconoce distintas cepas que han ido modificando algunas de sus características iniciales.
Mientras todavía el primer brote no ha concluido, sino que transita –en muchos casos, como Argentina por ejemplo- una meseta con muchos casos diarios, ya se anuncia –desde Europa- un rebrote. La cepa actual -N5017- parece ser bastante distinta, más agresiva y con más rápida difusión, que las hasta ahora conocidas.
La circulación desde el Reino Unido, de esta nueva cepa, puso en alerta a varios países y su evolución causa incertidumbre, mientras se espera la eficacia de la vacuna. Su presencia se ha detectado, además del Reino Unido, en Sudáfrica, Australia y 8 países europeos.
Datos del Covid 19
Algunos datos nos permitirán tener un panorama más completo de esta pandemia. Los números dan algunas referencias, con la limitación que sobre algunos de ellos no hay una trasparencia asegurada. A escala global se han contabilizado 80 millones de contagiados y 1,8 millones de personas fallecidas. Los datos por regiones indican que toda América reúne algo más del 46% de contagiados. Le siguen: Europa con 32%, Asia con el 17%, África con 2,3%. En Oceanía y la Antártida las cifras son insignificantes.
En materia de contagiados, por países, la lista la encabezan los EEUU con algo más de 18 millones. Le siguen India, Brasil, Rusia, Francia, Turquía, Reino Unido, Italia, España y Argentina, que completa la cifra de los 10 países que registran los números más altos con 1,6 millones.
Cuando las cifras refieren la cantidad de personas fallecidas tenemos que –en números absolutos- los EEUU marchan a la cabeza con más de 320 mil personas fallecidas, le siguen Brasil, India, México, Italia, Reino Unido, Francia, Irán, Rusia, España y Argentina en el undécimo lugar con algo más de 42 mil personas fallecidas.
En lo que respecta a las cifras que miden la cantidad de personas fallecidas por cada 100 mil habitantes, esa medición la encabeza Bélgica con 163 persona; completan la lista de los 10 países con mayor número: Perú, Italia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia, España, Moldavia, Reino Unido y República Checa. Argentina ocupa el lugar número 13 y el segundo de América del Sur –después de Perú- con un promedio de 93 personas fallecidas por cada 100 mil habitantes, aproximadamente.
Si bien la cantidad de muertes por este coronavirus son imprecisas, dado que la mayor parte de los fallecidos por enfermedades respiratorias han sido clasificados como Covid 19, resulta que un 13% del total de fallecimientos anuales que registra Argentina son producto de esta enfermedad.
En Argentina, al igual que México, Chile y Costa Rica ya se han iniciado las vacunaciones.
América Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe termina el año con más de 15 millones de infectados y casi medio millón de muertos por el coronavirus, 30 nuevos millones de desempleados y con decenas de millones de pobres y hambrientos..
La pandemia del covid-19 no tiene nada de evento aislado y excepcional, sino que es un simple momento de un proceso mucho más amplio: el colapso ecosocial. El futuro dependerá de numerosos factores todavía incontrolables, fundamentalmente, el desarrollo de la crisis sanitaria, que afectó a los 632 millones de latinoamericanos y caribeños.
Según estimaciones de Naciones Unidas, el crecimiento económico podría llegar al 3.7% en 2021, tras la contracción promedio del 7.7% del 2020. De esta forma los tímidos indicadores de los próximos doce meses permitirían dejar atrás la profunda retracción del año a punto de concluir.
La evaluación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) es categórica: Latinoamérica constituye la región más golpeada de todo el planeta “en desarrollo, que en 2020 enfrentó una combinación de choques negativos de oferta y demanda sin precedentes. La recuperación del nivel del Producto Interno Bruto al nivel pre crisis recién se lograría dentro de 4 años, hacia el 2024.
Cuando las buenas noticias escasean, hasta las prognosis tibiamente positivas se vuelven relevantes.
La contracción de la actividad económica implicó un aumento significativo del desempleo – en torno al 10.7% en 2020-, una profunda caída de la participación laboral y un aumento explosivo e indetenible de la pobreza y la desigualdad.
La potencial dinámica del crecimiento para el nuevo año está rodeada de una alta incertidumbre, ligada a los riesgos de rebrotes pandémicos; la agilidad para producir y distribuir las vacunas anti-Covid 19; y la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar tanto la demanda como a los sectores productivos.
Las debilidades y brechas estructurales históricas de la región; su limitado espacio fiscal; la desigualdad; la escasa cobertura y acceso a la protección social; la elevada informalidad laboral; la heterogeneidad productiva; y la baja productividad son para la Cepal los elementos centrales para entender las dificultades para implementar políticas que mitiguen estos efectos y los desafíos a la hora de emprender una reactivación económica sostenible e inclusiva.
Las hipótesis de recuperación presupone el eventual efecto aliviador de las vacunas para reducir el impacto de la crisis. A la vacuna unos la interpretan como opción milagrosa y otros como motivo de desconfianza, simple mercancía de las grandes multinacionales farmacéuticas.
Para lograr cualquier meta es imprescindible la democratización de la distribución de las dosis entre todos los seres humanos. La Organización Mundial de la Salud anunció, que a través del mecanismo COVAX -que reúne más de 170 naciones- dos mil millones de dosis de las vacunas comenzarán a ser distribuidas en el primer semestre de 2021.
En América Latina, 27 países adquirirán una parte de sus vacunas vía la iniciativa COVAX y 10 las obtendrán como donación. Ellas son Bolivia, Dominica, El Salvador, Granada, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas.
Pero las acechanzas siguen latentes: Una cuarta parte de la población de América Latina, unos 142 millones de personas, corre riesgo de contraer Covid-19 por la falta de acceso al agua potable, el uso de combustibles nocivos dentro de sus hogares, y la desnutrición, en una región donde la fortuna de las 73 personas suma más de mil millones de dólares, y ha aumentado en más de 50 mil millones de dólares desde el comienzo de la pandemia.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)