RÍO DE JANEIRO (Sputnik / Sergio Pintado) -
06.04.2021
Foto: AP Photo / Eraldo Peres
La renuncia de la cúpula de las Fuerzas Armadas ¿puso freno a un intento de "autogolpe" de Estado por parte del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro? Analistas consultados por Sputnik advirtieron que el episodio dejó entrever que el mandatario "no tiene apoyo total" de los militares pero busca retomar ese control con su nuevo ministro de Defensa.
Si bien el nuevo ministro de Defensa de Brasil, Walter Braga Netto, ya presentó los nombres de los tres nuevos comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, la reciente -e inédita- renuncia conjunta de los titulares del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea parece haber sido un punto de inflexión en la relación del presidente, Jair Bolsonaro, con los militares, aliados clave en su ascenso al poder.
En efecto, Braga Netto comunicó este miércoles 31 de marzo el nombramiento del general Paulo Sergio Nogueira de Oliveira como comandante del Ejército, del almirante Almir Garnier Santos al frente de la Marina y al teniente brigadier Carlos Baptista Junior como titular de la Fuerza Aérea. Los tres sustituirán, respectivamente, a Edson Pujol, Ilques Barbosa y Antonio Carlos Moretti Bermúdez, quienes habían renunciado el día anterior luego de que concretara la renuncia del ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva.
En diálogo con Sputnik, el politólogo colombiano radicado en Brasil Daniel Prieto recordó que la renuncia de los tres mandos militares empezó a tejerse en noviembre de 2020 cuando Bolsonaro intentó implicar a las Fuerzas Armadas en la defensa de la Amazonía "con pólvora", tras una polémica con el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En esa oportunidad, Pujol evitó respaldar los dichos del presidente y afirmó que las Fuerzas Armadas "no quieren ser parte de la política". Según Prieto, Bolsonaro quedó "muy incómodo" con el jerarca militar desde entonces.
Para Prieto, Bolsonaro imagina a las Fuerzas Armadas como una especie de "guardia pretoriana", en referencia al cuerpo militar que protegía a los emperadores romanos en la Antigüedad. Es decir, como si los militares tuvieran que respaldar al presidente del país en absolutamente todas sus acciones, y en especial si avanza hacia una eventual declaración de estado de sitio.
De acuerdo con el politólogo radicado en Brasil, la postura de Pujol era compartida por el entonces ministro de Defensa, quien reivindicó la necesidad de mantener las Fuerzas Armadas como una "institución del Estado".
¿Bolsonaro intentó un autogolpe?
El alejamiento de los mandos militares y su énfasis en mantener a las Fuerzas Armadas dentro de sus límites constitucionales dejó entrever la posibilidad de que Bolsonaro hubiera pensado en un "autogolpe", es decir, propiciar un quiebre institucional que le permitiera concentrar mayor poder político en detrimento del control del Congreso y la Justicia.
Prieto considera que la reacción de los comandos militares indica "que hubo algún tipo de pedido especial desde el Palacio del Planalto (sede de la Presidencia) para que los militares se posicionaran del lado de la política de seguridad y defensa de Bolsonaro".
También consultado por Sputnik, el politólogo brasileño Danilo Silvestre advirtió que "es difícil decir que Bolsonaro tiene intenciones reales de buscar un autogolpe" pero aclaró que "no se pueden descartar esas intenciones porque desde que era parlamentario ha defendido la dictadura militar y las torturas".
"Bolsonaro siempre dejó muy claro que no es un admirador de la democracia, por lo que es posible que tenga alguna intención de autogolpe. Sus declaraciones hacen creer que sí quiere intentarlo pero para pensar en esto de forma real es importante analizar algunos otros factores", explicó Silvestre.
De acuerdo al analista, uno de los factores determinantes para saber qué tan real puede ser la amenaza de un quiebre democrático es si existen "intereses externos" a favor de una ruptura institucional brasileña. "Creo que en este momento no es posible saber eso, no tenemos otros países o fuerzas ajenas interesadas en la muerte de la democracia brasileña. De todos modos, no es posible negar las declaraciones de Bolsonaro y debemos observar y estar muy atentos porque es una amenaza para la democracia de Brasil y de América Latina", consideró.
Por su parte, Prieto sostuvo que la supuesta intención de decretar en Brasil un estado de sitio ya constituye una señal en ese sentido.
"El estado de sitio necesita la aprobación del Congreso pero la misma tentativa ya crea las condiciones para un autogolpe, que solo sería posible si las Fuerzas Armadas lo apoyaran", afirmó Prieto.
Para el analista, la voluntad de Bolsonaro de dar pasos hacia un estado de excepción en Brasil se ratifican con las gestiones en el Congreso del diputado del Partido Social Liberal (PSL, expartido de Bolsonaro), Vitor Hugo Almeida, para aprobar una ley que permita al presidente actuar en régimen de "Movilización Nacional", una circunstancia legal que da poderes especiales al Ejecutivo y está prevista en la Constitución brasileña para situaciones de guerra.
¿Quién es el nuevo ministro de Defensa y qué control tiene?
Para los analistas, otra de las incógnitas planteadas es qué grado de ruptura hubo en la relación entre Bolsonaro y las Fuerzas Armadas brasileñas. Según Silvestre, "aún es muy temprano para afirmar que hay una ruptura definitiva porque aún tenemos un gran número de militares en el Gobierno".
Para Silvestre, el gesto debería interpretarse más como "una imposición de límites" que como una separación definitiva. "Es una limitación de hasta dónde el Gobierno de Bolsonaro puede llegar junto a las Fuerzas Armadas", subrayó.
"La renuncia es un punto clave para comprender que Bolsonaro no tiene apoyo total de las Fuerzas Armadas, por más que tenga apoyo de una gran parte", sintetizó.
El presidente ya había respondido a sus diferencias con Fernando Azevedo e Silva con el nombramiento de Walter Braga Netto, un militar definido como "cercano" a Bolsonaro y que según Silvestre "intentará que las Fuerzas Armadas permanezcan más próximas de las reales intenciones del Gobierno".
Prieto, por su parte, recordó que Braga Netto tiene como antecedente su participación como interventor federal de Rio de Janeiro cuando, tras la destitución de Dilma Rousseff en 2016, el entonces presidente Michel Temer encomendó una incursión militar en la ciudad. El analista recordó que Braga Netto fue el responsable de esas operaciones, señaladas por diversas violaciones a los derechos humanos. Varias de esas denuncias eran lideradas por la activista Marielle Franco, asesinada el 14 de marzo de 2018.
El analista colombiano también caracterizó a Braga Netto como integrante de la línea militar que, al igual que Bolsonaro, todavía reivindica el golpe de Estado militar que Brasil sufrió en 1964. De hecho, una de sus primeras acciones como ministro fue establecer que todas las dependencias militares debían conmemorar el quiebre institucional de hace 57 años, el 31 de marzo.
"Hay una línea dentro de las Fuerzas Armadas que todavía reivindica el Golpe de 1964 como una contrarrevolución y cuando ocurren remociones de nuevos comandantes que rompen la jerarquía se está dando un mensaje de parteaguas entre las líneas ideológicas: la que sigue lo que Bolsonaro representa y la que cree en las Fuerzas Armadas como institución del Estado", sostuvo Prieto.
Silvestre se mostró cauto con la idea de que el nuevo ministro de Defensa logre encolumnar totalmente a las Fuerzas Armadas en la línea de Bolsonaro, advirtiendo que será un "proceso largo y demorado" para el presidente brasileño.
Y si la renuncia de los mandos militares puede haber "hecho más difícil lo que Bolsonaro tenía en su cabeza", para Silvestre es preciso que en este momento "el Congreso, el Ministerio Público y el Supremo Tribunal Federal se mantengan atentos y observen muy de cerca para que no tengamos más sorpresas en Brasil".
Sputnik
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