Cecilia González
29 nov 2021
Desde hace varios años, Marcela Turati, una de las mejores periodistas de México, temía que la estuvieran espiando. Sus detalladas coberturas en derechos humanos, su atención a las víctimas de masacres, sus denuncias sobre las violencias estatales y del crimen organizado, su empeño en recorrer el país para descifrar los efectos de la maldita guerra contra el narcotráfico y mostrar rostros e historias, no sólo números de asesinatos y desapariciones, la dotaban de vulnerabilidad en un país plagado de corrupción y extremadamente peligroso para ejercer el periodismo crítico y responsable (el obsecuente nunca entraña riesgo alguno).