MONTEVIDEO (Uypress) –
14.11.2021
Imagen de portada: Gore Ouseley - Montevideo desde el cementerio, William Gore Ouseley, 1845-46, Museo Histórico Nacional.
En aquel país que nacía, la Guerra Grande se presenta- a 170 años de su culminación -como un intricando conflicto que engloba en realidad a varias guerras distintas: enfrentamiento entre blancos y colorados uruguayos, unitarios y federales argentinos, potencias europeas (Inglaterra, Francia) contra Juan Manuel de Rosas, gobernador argentino de tendencia federal, a las que se suman luego la intervención del Imperio del Brasil y de la provincia argentina de Entre Ríos, gobernada por Justo José de Urquiza, enfrentado con Rosas. Es el tema elegido por Alejandro Giménez Rodríguez.
"La Guerra Grande se nos presenta como un gran drama íntimamente ligado a la configuración de las nacionalidades de la cuenca del Río de la Plata, drama en cuyo planteamiento y desarrollo se discutirían las fronteras de esos países, la navegación de los ríos, la defensa de la soberanía aún no prestigiadas y amenazadas por la política de los Estados europeos que anhelaban abrir rutas a su comercio (...)"
Juan Pivel Devoto en "Historia de la República Oriental del Uruguay" (1945).
En este complejo entramado, la primera etapa del conflicto, que algunos historiadores como Leonardo Borges definen como una "petit guerra mundial del siglo XIX", la lucha de los bandos uruguayos, definidos como tales luego de la batalla de Carpintería del 19 de setiembre de 1836, deriva en un enfrentamiento entre sus fundadores, Fructuoso Rivera y Manuel Oribe, los dos primeros presidentes uruguayos.
La derrota del caudillo colorado en la batalla de India Muerta en diciembre de 1842 determina en febrero del año siguiente el inicio por parte de las fuerzas oribistas del llamado Sitio Grande de Montevideo. La hoy capital uruguaya quedó dividida durante ese período.
Como nunca, un país y dos gobiernos
"... se inauguró el sitio de Montevideo, que debía continuar por espacio de nueve años, y que daría fama y renombre a la ciudad, por lo heroico de su defensa. Durante todo este tiempo los sitiadores sostuvieron guerrillas con los sitiados, en que la suerte de las armas solía ser favorable ya a uno o ya a otros"
Pablo Blanco Acevedo en "Historia de la República Oriental del Uruguay" (1957).
Dentro de la ciudad sitiada vivían 31.000 personas, de las que solo 11.000 eran orientales. El resto eran unitarios argentinos (expulsados por Rosas) y europeos, algunos de los cuales integraban legiones, como la italiana, dirigida por el general José Garibaldi (también comandante de la flota de la Defensa) y la francesa, orientada por el coronel Juan Crisóstomo Thiebaut, no faltando los ingleses. Montevideo se sentía una ciudad europea y civilizada, contraria a la que llamaban la barbarie del Cerrito.
Era una verdadera babel. Domingo Faustino Sarmiento, que fuera presidente de Argentina y que vivió aquí entre 1845 y 46, resumió la situación en una frase: "Todos los idiomas viven, todos los trabajos se perpetúan, haciendo buena alianza la roja boina vasca con el chiripá".
Su gobierno estuvo a cargo de Joaquín Suárez, presidente del Senado al finalizar Rivera su mandato en 1843, y que se mantuvo como presidente interino durante ocho años. Una Asamblea de Notables y un Consejo de Estado- asesor del presidente -integraron el Poder Legislativo. La influencia de Rivera fue mitigada por los "doctores" de la Defensa, que lo expulsaron en 1845 luego de su derrota en India Muerta; y tras regresar en el ´46, volvió a ser desterrado al año siguiente, ya que quiso por sí solo pactar la paz con Oribe.
A pesar de la guerra, la urbe intentó seguir su actividad social. Hubo funciones teatrales de beneficencia para los combatientes y no se abandonaron las clásicas tertulias, ya fueran de baile, canto o familiares, con té incluido. No se detuvieron los paseos por 18 de Julio, las reuniones sociales o los bailes de carnaval, con fondo de música y estampido de balas. Es que la población ya se había acostumbrado al rumor de la fusilería, por más que hubo largos períodos en que no se escuchó un tiro.
Los sitiadores estaban integrados por los contingentes fieles a Oribe (blancos) y las fuerzas rosistas. Tenían su centro de acción político-militar en el Cerrito de la Victoria, cuartel general de sus ejércitos, que interactuaba con las chacras a orillas del Arroyo Miguelete, lugar de residencia de muchos de los dirigentes blancos, que habían salido del sector de la Defensa... CONTINUAR LEYENDO
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias