ESTADOS UNIDOS (Sputnik) -
12.01.2022
El presidente uruguayo, José Mujica, habla con el presidente de EEUU, Barack Obama, durante una reunión en la Casa Blanca en 2014 - Sputnik Mundo © AP Photo / AP
El expresidente estadounidense Barack Obama intentó utilizar a Sudamérica como una plaza para descomprimir el centro de detención de Guantánamo. Hizo gestiones ante varios gobiernos pero solo recibió un 'sí': el del presidente uruguayo José Mujica, que recibió a cinco prisioneros pero se arrepintió públicamente años después.
Cuando Barack Obama (2009-2016) llegó a la Casa Blanca incluyó el cierre de la cárcel de Guantánamo entre sus prioridades. Por entonces el centro de detención ubicado dentro de la base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo, en Cuba, llevaba ya siete años de funcionamiento desde que el expresidente George Bush (2001-2009) lo inauguró con el fin de detener a eventuales sospechosos de los atentados a las Torres Gemelas de septiembre de 2001.
La promesa de Obama —que lo acompañó durante sus dos mandatos y sigue sin cumplirse— obedecía a las conocidas denuncias sobre detenciones ilegales y torturas recibidas por los 245 reclusos que permanecían en el centro de detención cuando finalizó la administración Bush, la mayoría sin condena, acusaciones claras o ni siquiera haber visto a jueces o fiscales.
Obama no cumplió su promesa y pasó la posta a Donald Trump (2016-2020), aunque con menos reclusos. Según consigna Amnistía Internacional, para cuando Trump llegó a Washington eran 40 los detenidos, tan solo uno más de los 39 que aún permanecen en el lugar.
Al dejar el Gobierno, Obama no dudó en culpar de su fracaso al Congreso estadounidense, que en reiteradas ocasiones se negó a aprobar el cierre de Guantánamo y no autorizó fondos para derivar a los reclusos a centros de detención en territorio estadounidense.
En ese marco, el Gobierno de Obama comenzó una política de derivar a algunos de los presos hacia terceros países, la mayoría de ellos en Medio Oriente, la zona del planeta en la que los estadounidenses realizaban las detenciones. Pero algunos tuvieron otro destino: en 2014, la administración Obama comenzó a mirar hacia Sudamérica como posible plaza para descomprimir Guantánamo.
La noticia estalló sorpresivamente el 20 de marzo de 2014. Ese día, el semanario Búsqueda de Uruguay informó que el Gobierno que en ese entonces encabezaba José Mujica (2010-2015) había aceptado un pedido desde la Casa Blanca para dar asilo a cinco prisioneros de Guantánamo. Consultado luego por la prensa, el presidente uruguayo explicó que aceptó el pedido por "una cuestión de derechos humanos".
"Hay 120 personas que están presas desde hace 13 años y nunca vieron un juez, no vieron un fiscal, no vieron nada", sostuvo Mujica. "El presidente de EEUU quiere sacarse ese problema de encima y el Senado le exige ciertas cosas, entonces le pidió a muchos países que le dieran refugio a algunos y yo le dije que sí", añadió.
El presidente uruguayo también justificó su decisión recordando su pasado en prisión durante la dictadura militar en Uruguay (1973-1985): "Yo estuve un montón de años preso y estoy podrido de que se hable de derechos humanos".
"El presidente de Uruguay estuvo un montón de año en cana (preso) y sabe lo que es la cana dura. Me imagino lo que será eso en Guantánamo. Para mí es una cuestión de dignidad. Acá podés tener una cama, ¡revolvete para laburar...y portate bien!", añadió.
El acuerdo entre Uruguay y EEUU para la llegada de los cinco prisioneros nunca se plasmó en un convenio formal y algunas de sus condiciones fueron objeto de polémica, como si Uruguay debía impedir que los prisioneros salieran de las fronteras una vez se refugiaran en el país.
Finalmente fueron seis los prisioneros que llegaron al país sudamericano, el 7 de diciembre de 2014: los sirios Ali al Shabaan, Abd Hadi Faraj, Ahmed Adnan Ahjam y Jihad Deyab, el tunecino Abdul Bin Mohammed Ourgy y el palestino Mohammed Tahamatan.
Pero la inserción de los expresos de Guantánamo no fue la esperada por Mujica, que en aquel momento estaba a punto de terminar su mandato. Los seis obtuvieron el estatus de refugiado y pudieron moverse con libertad por territorio uruguayo, además de recibir apoyo económico estatal y de organizaciones no gubernamentales, Sin embargo, sucesivas crónicas periodísticas mencionaban sus problemas para adaptarse a la vida en Uruguay, un país que desconocían por completo.
El caso más sonado fue el de Deyab, cuya situación ya había tenido repercusión internacional estando en Guantánamo por haber iniciado una huelga de hambre en rechazo a las torturas recibidas. Mientras estuvo en Uruguay, Deyab intentó salir varias veces del país y encabezó protestas frente a la Embajada de Estados Unidos en Uruguay. También salió del país en más de una oportunidad: una hacia Argentina, donde dio entrevistas, y otra hacia Brasil, país que atravesó hasta llegar a Venezuela.
Lo último que Uruguay supo del sirio es que abandonó el país con destino a Turquía y presuntamente con un pasaporte falso. Si bien desde el Gobierno uruguayo especularon con que había sido deportado hacia Siria, la información no fue confirmada.
En 2016, Mujica expresó públicamente su arrepentimiento por la forma en que se concretó el refugio de los expresos de Guantánamo. El mandatario responsabilizó incluso a los seis refugiados que llegaron a Uruguay de haber tenido una conducta "pésima" en el país lo que, según Mujica, provocó que "tres o cuatro gobiernos de América Latina que estaban por tomar una medida parecida se retrajeran".
En efecto, Uruguay fue finalmente el único país que alojó prisioneros que estuvieron en Guantánamo. En 2014, cuando Montevideo confirmaba el plan para su llegada, medios uruguayos aseguraban que EEUU también había tenido conversaciones similares con otros gobiernos de la región.
En marzo de 2014, la entonces canciller colombiana, María Ángela Holguín, confirmó que su país había recibido un pedido de EEUU para hacer lo mismo que Uruguay. Sin embargo, aclaró que el país —en ese entonces gobernado por Juan Manuel Santos (2010-2018)— no había analizado el tema "en profundidad".
En el mismo año los gobiernos de Chile, Perú y Brasil también reconocieron que habían recibido el mismo pedido desde Washington. Mientras desde Lima aseguraron que no era "el momento adecuado" para que Perú participara del acuerdo, en Colombia la posibilidad desató un debate sobre las condiciones de encierro en las cárceles colombianas. En Chile, los medios llegaron a especular con que serían cuatro los prisioneros que llegarían a Santiago, aunque finalmente no se accedió.
José Mujica quedó ubicado así como el único líder regional que atendió el pedido de Obama. Ambos mandatarios llegaron a reunirse en la Casa Blanca en mayo de 2014 y la repercusión por recibir a los prisioneros de Guantánamo —junto con un plan de dar alojo a refugiados sirios provenientes del Líbano— hicieron sonar el nombre del uruguayo como eventual candidato al Premio Nobel de la Paz.
Dos años después, con Mujica ya fuera del Gobierno, el expresidente dijo que había accedido a la propuesta en el contexto de negociaciones para asegurar exportaciones hacia EEUU. "Yo para venderle unos kilos de naranjas a EEUU me tuve que bancar a cinco locos de Guantánamo", dijo durante una conferencia en una universidad argentina.
Sputnik
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias
El presidente uruguayo, José Mujica, habla con el presidente de EEUU, Barack Obama, durante una reunión en la Casa Blanca en 2014 - Sputnik Mundo © AP Photo / AP
El expresidente estadounidense Barack Obama intentó utilizar a Sudamérica como una plaza para descomprimir el centro de detención de Guantánamo. Hizo gestiones ante varios gobiernos pero solo recibió un 'sí': el del presidente uruguayo José Mujica, que recibió a cinco prisioneros pero se arrepintió públicamente años después.
Cuando Barack Obama (2009-2016) llegó a la Casa Blanca incluyó el cierre de la cárcel de Guantánamo entre sus prioridades. Por entonces el centro de detención ubicado dentro de la base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo, en Cuba, llevaba ya siete años de funcionamiento desde que el expresidente George Bush (2001-2009) lo inauguró con el fin de detener a eventuales sospechosos de los atentados a las Torres Gemelas de septiembre de 2001.
La promesa de Obama —que lo acompañó durante sus dos mandatos y sigue sin cumplirse— obedecía a las conocidas denuncias sobre detenciones ilegales y torturas recibidas por los 245 reclusos que permanecían en el centro de detención cuando finalizó la administración Bush, la mayoría sin condena, acusaciones claras o ni siquiera haber visto a jueces o fiscales.
Obama no cumplió su promesa y pasó la posta a Donald Trump (2016-2020), aunque con menos reclusos. Según consigna Amnistía Internacional, para cuando Trump llegó a Washington eran 40 los detenidos, tan solo uno más de los 39 que aún permanecen en el lugar.
Al dejar el Gobierno, Obama no dudó en culpar de su fracaso al Congreso estadounidense, que en reiteradas ocasiones se negó a aprobar el cierre de Guantánamo y no autorizó fondos para derivar a los reclusos a centros de detención en territorio estadounidense.
En ese marco, el Gobierno de Obama comenzó una política de derivar a algunos de los presos hacia terceros países, la mayoría de ellos en Medio Oriente, la zona del planeta en la que los estadounidenses realizaban las detenciones. Pero algunos tuvieron otro destino: en 2014, la administración Obama comenzó a mirar hacia Sudamérica como posible plaza para descomprimir Guantánamo.
La noticia estalló sorpresivamente el 20 de marzo de 2014. Ese día, el semanario Búsqueda de Uruguay informó que el Gobierno que en ese entonces encabezaba José Mujica (2010-2015) había aceptado un pedido desde la Casa Blanca para dar asilo a cinco prisioneros de Guantánamo. Consultado luego por la prensa, el presidente uruguayo explicó que aceptó el pedido por "una cuestión de derechos humanos".
"Hay 120 personas que están presas desde hace 13 años y nunca vieron un juez, no vieron un fiscal, no vieron nada", sostuvo Mujica. "El presidente de EEUU quiere sacarse ese problema de encima y el Senado le exige ciertas cosas, entonces le pidió a muchos países que le dieran refugio a algunos y yo le dije que sí", añadió.
El presidente uruguayo también justificó su decisión recordando su pasado en prisión durante la dictadura militar en Uruguay (1973-1985): "Yo estuve un montón de años preso y estoy podrido de que se hable de derechos humanos".
"El presidente de Uruguay estuvo un montón de año en cana (preso) y sabe lo que es la cana dura. Me imagino lo que será eso en Guantánamo. Para mí es una cuestión de dignidad. Acá podés tener una cama, ¡revolvete para laburar...y portate bien!", añadió.
El acuerdo entre Uruguay y EEUU para la llegada de los cinco prisioneros nunca se plasmó en un convenio formal y algunas de sus condiciones fueron objeto de polémica, como si Uruguay debía impedir que los prisioneros salieran de las fronteras una vez se refugiaran en el país.
Finalmente fueron seis los prisioneros que llegaron al país sudamericano, el 7 de diciembre de 2014: los sirios Ali al Shabaan, Abd Hadi Faraj, Ahmed Adnan Ahjam y Jihad Deyab, el tunecino Abdul Bin Mohammed Ourgy y el palestino Mohammed Tahamatan.
Pero la inserción de los expresos de Guantánamo no fue la esperada por Mujica, que en aquel momento estaba a punto de terminar su mandato. Los seis obtuvieron el estatus de refugiado y pudieron moverse con libertad por territorio uruguayo, además de recibir apoyo económico estatal y de organizaciones no gubernamentales, Sin embargo, sucesivas crónicas periodísticas mencionaban sus problemas para adaptarse a la vida en Uruguay, un país que desconocían por completo.
El caso más sonado fue el de Deyab, cuya situación ya había tenido repercusión internacional estando en Guantánamo por haber iniciado una huelga de hambre en rechazo a las torturas recibidas. Mientras estuvo en Uruguay, Deyab intentó salir varias veces del país y encabezó protestas frente a la Embajada de Estados Unidos en Uruguay. También salió del país en más de una oportunidad: una hacia Argentina, donde dio entrevistas, y otra hacia Brasil, país que atravesó hasta llegar a Venezuela.
Lo último que Uruguay supo del sirio es que abandonó el país con destino a Turquía y presuntamente con un pasaporte falso. Si bien desde el Gobierno uruguayo especularon con que había sido deportado hacia Siria, la información no fue confirmada.
En 2016, Mujica expresó públicamente su arrepentimiento por la forma en que se concretó el refugio de los expresos de Guantánamo. El mandatario responsabilizó incluso a los seis refugiados que llegaron a Uruguay de haber tenido una conducta "pésima" en el país lo que, según Mujica, provocó que "tres o cuatro gobiernos de América Latina que estaban por tomar una medida parecida se retrajeran".
En efecto, Uruguay fue finalmente el único país que alojó prisioneros que estuvieron en Guantánamo. En 2014, cuando Montevideo confirmaba el plan para su llegada, medios uruguayos aseguraban que EEUU también había tenido conversaciones similares con otros gobiernos de la región.
En marzo de 2014, la entonces canciller colombiana, María Ángela Holguín, confirmó que su país había recibido un pedido de EEUU para hacer lo mismo que Uruguay. Sin embargo, aclaró que el país —en ese entonces gobernado por Juan Manuel Santos (2010-2018)— no había analizado el tema "en profundidad".
En el mismo año los gobiernos de Chile, Perú y Brasil también reconocieron que habían recibido el mismo pedido desde Washington. Mientras desde Lima aseguraron que no era "el momento adecuado" para que Perú participara del acuerdo, en Colombia la posibilidad desató un debate sobre las condiciones de encierro en las cárceles colombianas. En Chile, los medios llegaron a especular con que serían cuatro los prisioneros que llegarían a Santiago, aunque finalmente no se accedió.
José Mujica quedó ubicado así como el único líder regional que atendió el pedido de Obama. Ambos mandatarios llegaron a reunirse en la Casa Blanca en mayo de 2014 y la repercusión por recibir a los prisioneros de Guantánamo —junto con un plan de dar alojo a refugiados sirios provenientes del Líbano— hicieron sonar el nombre del uruguayo como eventual candidato al Premio Nobel de la Paz.
Dos años después, con Mujica ya fuera del Gobierno, el expresidente dijo que había accedido a la propuesta en el contexto de negociaciones para asegurar exportaciones hacia EEUU. "Yo para venderle unos kilos de naranjas a EEUU me tuve que bancar a cinco locos de Guantánamo", dijo durante una conferencia en una universidad argentina.
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UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias