José Steinsleger
En 28/01/2022
Locutor uno: parece que la posición geográfica de nuestro país en el globo terrestre ha determinado, junto con la débil preparación de nuestro ejército, que hayamos sido escogidos por estos seres extraños como punto de aterrizaje de algo que bien puede ser el comienzo de la guerra de los mundos (…).
Locutor dos: no desesperarse, ciudadanos. Se han tomado las providencias del caso para salvar a la patria. El desembarco ha sido por el norte de la ciudad, o sea que en esta vez vamos a huir hacia el sur (…).
Alcalde de la ciudad: vengo a deciros que seré el primero en poner mi férvido pecho frente a los rayos malignos de estos seres interplanetarios, ya sean lunáticos, marcianos o marcianos lunáticos o lo que sean. Nada más, por ahora. Recuerden que en esta ciudad se dio el primer alarido de independencia contra los extranjeros. Gracias (…).
Hasta aquí, extractos de La Linares (1976, Ed. El Conejo, 1981, pp. 35-46), extraordinaria noveleta del escritor ecuatoriano Iván Égüez, quien dedica uno de los capítulos a hechos reales acontecidos en Quito, el 12 de febrero de 1949. La radioemisora que transmitía la invasión marciana desde el periódico El Comercio, fue reducida a cenizas por un tumulto de ciudadanos indignados. Cinco personas murieron entre las llamas, y varias se suicidaron debido al susto causado por la fake news.
¿Realismo mágico de un país subdesarrollado? Negativo. La noveleta de Égüez remitía a la parodia del actor Orson Welles, cuando el 30 de octubre de 1938, desde una radioemisora de Nueva Jersey, hizo una transmisión similar adaptando pasajes de la La guerra de los mundos (1898), del inglés H. G. Wells. Cientos de suicidios y millares de familias huyeron de la ciudad con lo puesto. Tras el desengaño, muchos pidieron la cabeza del actor. Pero finalmente, la NASA bautizó con su nombre a un cráter de Marte.
El asunto no quedó ahí. Con motivo del 60 aniversario de la transmisión de Welles, dos emisoras (una de Portugal, otra de México) emularon su versión de la historia… con lo mismos resultados. Ignoro qué pasó en Portugal. Sin embargo, la de México incluyó la caída de un misterioso meteorito, y fue transmitida por la radio XEART (señal 152) del estado de Morelos. Los rumores generados obligaron a que el gobierno de Ernesto Zedillo procediera a una búsqueda exhaustiva del supuesto meteorito.
Eran los años del temible Chupacabras y el mucho más temible Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), para salvar a los bancos. Por esto, imagino que en octubre pasado, tras la presentación de un libro en la Feria del Libro del Zócalo, mi amigo Ángel Guerra fue abordado por uno de sus seguidores para que lo contacte con algún funcionario de Presidencia. El personaje aseguraba contar con información acerca de un meteorito caído en el estado de México, con valiosos minerales raros. Ángel se lo sacó de encima diciéndole que yo era especialista en el tema.
Empecé a borronear estas líneas luego de ver la película de la que todo-mundo-habla, y el mes entrante nadie lo hará porque ha sido la primera en anunciar que el mundo se acabó: No mires arriba, dirigida por Adam McKay. Interesante actualización de Independence Day (Roland Emmerich, 1996), Idiocracia (Mike Judge, 2006), y 2012 (Emmerich, 2009). ¿Qué hacer? El mundo sigue andando, cosa que pronosticó Carlos Gardel ( Sus ojos se cerraron…, 1935), y habrá que esperar que Netflix nos oriente con más actualizaciones.
Otro tango del maestro ( Yira, yira, 1935), con letra de Alfredo Le Pera (“Verás que todo es mentira / verás que nada es amor…”) parece contradecir la buena onda del proyecto Earth’s Black Box, o caja negra de la tierra. El proyecto se anunció en coincidencia con el estreno de No mires arriba, y busca dejar a las civilizaciones futuras datos sobre el cambio climático que atraviesa el mundo, manejando la hipótesis de un colapso de la civilización.
Su director, Jonathan Kneebone, explicó que la caja (un libro de contabilidad indestructible e independiente de la salud del planeta, sic), estará situado en la isla de Tasmania y se irá completando con un dispositivo de grabación que registrará los avances de la destrucción. Si mal no recuerdo… ¿no fue esta iniciativa igual a la de Superbarrio, cuando a mediados de los 90 enterró otra caja en Paseo de la Reforma que guardaba registros del fin de Kafkatitlán?
Mario Ribas, jefe de Divulgación Científica del Planetario de Buenos Aires, ha manifestado su decepción con titulares de medios serios que anuncian el impacto inminente de un meteorito sobre la Tierra, pero que a la cuarta línea disminuyen las chances a una en un millón… Ribas sostiene que la hipótesis de la película No mires arriba es perfectamente verosímil. Añade: en este momento hay más de 2 mil asteroides potencialmente peligrosos, objetos con chances reales de impactar la Tierra en algún momento ( Página 12, 3/1/22)
Es indudable que a finales del siglo XIX, algún hado del destino decidió que la industria de los sueños surgiera casi a la par de Interpretación de los sueños, de Sigmund Freud. Sueños que, en ambos casos, podían hiperbolizarse en pesadilla.
Proyectada en 1896 por los hermanos Lumiére, , el filme La llegada de un tren a la estación (mudo) duró apenas 50 segundos, y a un niño de nuestros días le costaría creer que aquellas primeras imágenes en movimiento causaron miedo. Dicen que parte del público abandonó la sala, temiendo que el tren, que avanzaba en su dirección, llegase hasta ellos.
Pues bien. Luego de mirar con sus padres Don’t look up, mi nieto de 12 años pidió dormir con ellos. En cambio, el filme de Adam McKay causó un impacto distinto en los adultos, dando lugar a rebuscadas interpretaciones de lo que ya en 1440 el teólogo y filósofo renacentista italiano Nicolás de Cusa llamó La docta ignorancia.
El arte siempre ha guardado dones proféticos y… razonables. El complejo Apocalipsis de San Juan, por ejemplo, fue imaginado y redactado en el siglo II dC, a modo de consuelo. Los cristianos, como no, necesitaban creer en otro mundo a causa de las cruentas persecuciones de los emperadores romanos.
En 1920, tras la Primera Guerra Mundial y la mal llamada gripe española (pandemia que mató de 20 a 40 millones de personas), el alemán Fritz Lang estrenó El gabinete del doctor Caligari, un anticipo de la sociedad nazi que, según algunos doctos, habría sido erradicado por la victoria del mundo libre en la Segunda Guerra Mundial.
Falso. Derrotado militarmente en su versión más conocida, el nazismo logró sobrevivir con argumentos seudocientíficos y verosímiles, a más de políticas de verdad que no mueven el dedo del renglón: estimular el miedo, las dudas y la ignorancia.
V. gr.: cuando en una de las primeras escenas de Don’t look up los astrónomos Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence descubren que la Tierra será impactada por un meteoro con fuerza similar al que acabó con los dinosaurios, sus jefes le recomiendan ponerse en contacto con la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria. Jennifer pregunta: ¿Eso existe? Ni idea, responde Di Caprio.
¿Ficción? Negativo. Tal oficina existe, está a cargo de la NASA y busca erigirse como una defensa efectiva contra asteroides potencialmente peligrosos. Así, el 24 de noviembre último, el proyecto Double Asteroid Redirection (Dart) puso en órbita una misión que consiste en estrellar la superficie de un asteroide llamado Didymos para desviarlo de su eventual colisión con la Tierra.
En otra escena, un personaje idiota que sería un combo de Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Marck Zuckerberg y Steve Jobs, irrumpe en una sesión de gabinete del gobierno estadunidense, encabezada por la no menos idiota presidenta Meryl Streep (Janie). Y en segundos, la convence de rescatar el cometa descubierto por el equipo de Di Caprio, una fuente inimaginable de recursos para acabar con el hambre y la pobreza en el mundo.
¿Parodia? Idem, negativo… En agosto de 2018, la NASA anunció la posibilidad de rescatar el asteroide metálico Psyche 16, compuesto de hierro y níquel. Descubierto el 17 de marzo de 1852 desde un observatorio napolitano, el Psyche 16 tendría un valor estimado en 100 trillones de dólares (sic), equivalente a 300 veces la economía mundial.
Ficción, parodia… ¿bromas? En todo caso, el mundo quedó atónito cuando el 11 de agosto de 1984, el presidente Ronald Reagan (un ex actor de segunda) declaró a la National Public Radio: Compatriotas: me complace anunciar que hoy firmé una ley que proscribirá a Rusia para siempre. Empezaremos a bombardear en cinco minutos.
En versión de la capitalista Hollywood o la hipercapitalista Netflix, es comprensible que la gente sienta miedo o confusión frente a los idiotas de las corporaciones económicas que operan al margen y por encima de la política y los estados, así como de los científicos, intelectuales o artistas que por no-meterse-en-política, prefieren ignorar la realidad.
Emblemático, el caso Di Caprio, quien ya había salvado a la humanidad en Titanic (1997). Activo difusor del cambio climático, Di Caprio acaba de felicitar al presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, por el decreto ejecutivo que el 14 de enero amplió la Reserva Marina de Galápagos.
Un decreto que, así como suena, parece acertado… en la ficción. Porque en la realidad, Lasso mantiene la presencia militar de Estados Unidos en el archipiélago que nos ha contado la historia de la Tierra, y que el ex presidente Lenín Moreno calificó de portaviones natural (sic) de Ecuador para la lucha contra el narcotráfico y la pesca ilegal.
Resumiendo: no serán los extraterrestres o meteoros los que acaben con la humanidad. Si acaso, serán los intraterrestres dueños de todo, apenas interesados en saber cuánto les costará.
* Periodista y escritor argentino residente en México. Columnista de La Jornada de México.
En 28/01/2022
Locutor uno: parece que la posición geográfica de nuestro país en el globo terrestre ha determinado, junto con la débil preparación de nuestro ejército, que hayamos sido escogidos por estos seres extraños como punto de aterrizaje de algo que bien puede ser el comienzo de la guerra de los mundos (…).
Locutor dos: no desesperarse, ciudadanos. Se han tomado las providencias del caso para salvar a la patria. El desembarco ha sido por el norte de la ciudad, o sea que en esta vez vamos a huir hacia el sur (…).
Alcalde de la ciudad: vengo a deciros que seré el primero en poner mi férvido pecho frente a los rayos malignos de estos seres interplanetarios, ya sean lunáticos, marcianos o marcianos lunáticos o lo que sean. Nada más, por ahora. Recuerden que en esta ciudad se dio el primer alarido de independencia contra los extranjeros. Gracias (…).
Hasta aquí, extractos de La Linares (1976, Ed. El Conejo, 1981, pp. 35-46), extraordinaria noveleta del escritor ecuatoriano Iván Égüez, quien dedica uno de los capítulos a hechos reales acontecidos en Quito, el 12 de febrero de 1949. La radioemisora que transmitía la invasión marciana desde el periódico El Comercio, fue reducida a cenizas por un tumulto de ciudadanos indignados. Cinco personas murieron entre las llamas, y varias se suicidaron debido al susto causado por la fake news.
¿Realismo mágico de un país subdesarrollado? Negativo. La noveleta de Égüez remitía a la parodia del actor Orson Welles, cuando el 30 de octubre de 1938, desde una radioemisora de Nueva Jersey, hizo una transmisión similar adaptando pasajes de la La guerra de los mundos (1898), del inglés H. G. Wells. Cientos de suicidios y millares de familias huyeron de la ciudad con lo puesto. Tras el desengaño, muchos pidieron la cabeza del actor. Pero finalmente, la NASA bautizó con su nombre a un cráter de Marte.
El asunto no quedó ahí. Con motivo del 60 aniversario de la transmisión de Welles, dos emisoras (una de Portugal, otra de México) emularon su versión de la historia… con lo mismos resultados. Ignoro qué pasó en Portugal. Sin embargo, la de México incluyó la caída de un misterioso meteorito, y fue transmitida por la radio XEART (señal 152) del estado de Morelos. Los rumores generados obligaron a que el gobierno de Ernesto Zedillo procediera a una búsqueda exhaustiva del supuesto meteorito.
Eran los años del temible Chupacabras y el mucho más temible Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), para salvar a los bancos. Por esto, imagino que en octubre pasado, tras la presentación de un libro en la Feria del Libro del Zócalo, mi amigo Ángel Guerra fue abordado por uno de sus seguidores para que lo contacte con algún funcionario de Presidencia. El personaje aseguraba contar con información acerca de un meteorito caído en el estado de México, con valiosos minerales raros. Ángel se lo sacó de encima diciéndole que yo era especialista en el tema.
Empecé a borronear estas líneas luego de ver la película de la que todo-mundo-habla, y el mes entrante nadie lo hará porque ha sido la primera en anunciar que el mundo se acabó: No mires arriba, dirigida por Adam McKay. Interesante actualización de Independence Day (Roland Emmerich, 1996), Idiocracia (Mike Judge, 2006), y 2012 (Emmerich, 2009). ¿Qué hacer? El mundo sigue andando, cosa que pronosticó Carlos Gardel ( Sus ojos se cerraron…, 1935), y habrá que esperar que Netflix nos oriente con más actualizaciones.
Otro tango del maestro ( Yira, yira, 1935), con letra de Alfredo Le Pera (“Verás que todo es mentira / verás que nada es amor…”) parece contradecir la buena onda del proyecto Earth’s Black Box, o caja negra de la tierra. El proyecto se anunció en coincidencia con el estreno de No mires arriba, y busca dejar a las civilizaciones futuras datos sobre el cambio climático que atraviesa el mundo, manejando la hipótesis de un colapso de la civilización.
Su director, Jonathan Kneebone, explicó que la caja (un libro de contabilidad indestructible e independiente de la salud del planeta, sic), estará situado en la isla de Tasmania y se irá completando con un dispositivo de grabación que registrará los avances de la destrucción. Si mal no recuerdo… ¿no fue esta iniciativa igual a la de Superbarrio, cuando a mediados de los 90 enterró otra caja en Paseo de la Reforma que guardaba registros del fin de Kafkatitlán?
Mario Ribas, jefe de Divulgación Científica del Planetario de Buenos Aires, ha manifestado su decepción con titulares de medios serios que anuncian el impacto inminente de un meteorito sobre la Tierra, pero que a la cuarta línea disminuyen las chances a una en un millón… Ribas sostiene que la hipótesis de la película No mires arriba es perfectamente verosímil. Añade: en este momento hay más de 2 mil asteroides potencialmente peligrosos, objetos con chances reales de impactar la Tierra en algún momento ( Página 12, 3/1/22)
Es indudable que a finales del siglo XIX, algún hado del destino decidió que la industria de los sueños surgiera casi a la par de Interpretación de los sueños, de Sigmund Freud. Sueños que, en ambos casos, podían hiperbolizarse en pesadilla.
Proyectada en 1896 por los hermanos Lumiére, , el filme La llegada de un tren a la estación (mudo) duró apenas 50 segundos, y a un niño de nuestros días le costaría creer que aquellas primeras imágenes en movimiento causaron miedo. Dicen que parte del público abandonó la sala, temiendo que el tren, que avanzaba en su dirección, llegase hasta ellos.
Pues bien. Luego de mirar con sus padres Don’t look up, mi nieto de 12 años pidió dormir con ellos. En cambio, el filme de Adam McKay causó un impacto distinto en los adultos, dando lugar a rebuscadas interpretaciones de lo que ya en 1440 el teólogo y filósofo renacentista italiano Nicolás de Cusa llamó La docta ignorancia.
El arte siempre ha guardado dones proféticos y… razonables. El complejo Apocalipsis de San Juan, por ejemplo, fue imaginado y redactado en el siglo II dC, a modo de consuelo. Los cristianos, como no, necesitaban creer en otro mundo a causa de las cruentas persecuciones de los emperadores romanos.
En 1920, tras la Primera Guerra Mundial y la mal llamada gripe española (pandemia que mató de 20 a 40 millones de personas), el alemán Fritz Lang estrenó El gabinete del doctor Caligari, un anticipo de la sociedad nazi que, según algunos doctos, habría sido erradicado por la victoria del mundo libre en la Segunda Guerra Mundial.
Falso. Derrotado militarmente en su versión más conocida, el nazismo logró sobrevivir con argumentos seudocientíficos y verosímiles, a más de políticas de verdad que no mueven el dedo del renglón: estimular el miedo, las dudas y la ignorancia.
V. gr.: cuando en una de las primeras escenas de Don’t look up los astrónomos Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence descubren que la Tierra será impactada por un meteoro con fuerza similar al que acabó con los dinosaurios, sus jefes le recomiendan ponerse en contacto con la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria. Jennifer pregunta: ¿Eso existe? Ni idea, responde Di Caprio.
¿Ficción? Negativo. Tal oficina existe, está a cargo de la NASA y busca erigirse como una defensa efectiva contra asteroides potencialmente peligrosos. Así, el 24 de noviembre último, el proyecto Double Asteroid Redirection (Dart) puso en órbita una misión que consiste en estrellar la superficie de un asteroide llamado Didymos para desviarlo de su eventual colisión con la Tierra.
En otra escena, un personaje idiota que sería un combo de Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Marck Zuckerberg y Steve Jobs, irrumpe en una sesión de gabinete del gobierno estadunidense, encabezada por la no menos idiota presidenta Meryl Streep (Janie). Y en segundos, la convence de rescatar el cometa descubierto por el equipo de Di Caprio, una fuente inimaginable de recursos para acabar con el hambre y la pobreza en el mundo.
¿Parodia? Idem, negativo… En agosto de 2018, la NASA anunció la posibilidad de rescatar el asteroide metálico Psyche 16, compuesto de hierro y níquel. Descubierto el 17 de marzo de 1852 desde un observatorio napolitano, el Psyche 16 tendría un valor estimado en 100 trillones de dólares (sic), equivalente a 300 veces la economía mundial.
Ficción, parodia… ¿bromas? En todo caso, el mundo quedó atónito cuando el 11 de agosto de 1984, el presidente Ronald Reagan (un ex actor de segunda) declaró a la National Public Radio: Compatriotas: me complace anunciar que hoy firmé una ley que proscribirá a Rusia para siempre. Empezaremos a bombardear en cinco minutos.
En versión de la capitalista Hollywood o la hipercapitalista Netflix, es comprensible que la gente sienta miedo o confusión frente a los idiotas de las corporaciones económicas que operan al margen y por encima de la política y los estados, así como de los científicos, intelectuales o artistas que por no-meterse-en-política, prefieren ignorar la realidad.
Emblemático, el caso Di Caprio, quien ya había salvado a la humanidad en Titanic (1997). Activo difusor del cambio climático, Di Caprio acaba de felicitar al presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, por el decreto ejecutivo que el 14 de enero amplió la Reserva Marina de Galápagos.
Un decreto que, así como suena, parece acertado… en la ficción. Porque en la realidad, Lasso mantiene la presencia militar de Estados Unidos en el archipiélago que nos ha contado la historia de la Tierra, y que el ex presidente Lenín Moreno calificó de portaviones natural (sic) de Ecuador para la lucha contra el narcotráfico y la pesca ilegal.
Resumiendo: no serán los extraterrestres o meteoros los que acaben con la humanidad. Si acaso, serán los intraterrestres dueños de todo, apenas interesados en saber cuánto les costará.
* Periodista y escritor argentino residente en México. Columnista de La Jornada de México.