Por Dario Pignotti
11 de noviembre de 2022
Mientras reina el silencio del presidente derrotado en las urnas, Lula da Silva trabaja en la transición tras su desembarco en Brasilia.
Con la llegada del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva a Brasilia el clan Bolsonaro, formado por el presidente y su prole, quedó políticamente aislado y en posible retirada. Más aún: miembros del grupo que saldrá del gobierno en enero dieron indicios de que podrían emigrar a Italia.
Lula comenzó a trabajar en la transición este jueves a la mañana en la sede del gobierno de transición, a pocos kilómetros del Palacio de Alvorada, la residencia donde Jair Bolsonaro permanece recluido tras su derrota en el ballottage del 30 de octubre.
Desde entonces la agenda oficial registró menos de cinco horas de compromisos en el Palacio del Planalto, sede del gobierno.
En cambio Lula, que es prácticamente un mandatario en funciones, durante su segundo día en Brasilia tuvo cuatro horas de reuniones de alto nivel con los jefe del Congreso y el Poder Judicial.
¿Escape a Italia?
Horas antes de la llegada de Lula a la capital, dos de los hijos del presidente, el senador Flavio y el diputado Eduardo, se presentaron imprevistamente en la Embajada de Italia para solicitar que se les conceda la ciudadanía.
La prensa preguntó a Flavio si tiene en mente abandonar (¿ huir ?) el país, a lo que éste respondió con enojo, "esa hipótesis es descabellada".
"Soy senador de la República y pretendo disputar la reelección en 2026" alegó, sobreactuando su determinación de permanecer en su patria más allá del fracaso de su padre en la aventura reeleccionista.
Flavio y Eduardo se presentaron en persona en las oficinas de la misión diplomática, una joya arquitectónica diseñada por el ingeniero Pier Luiggi Nervi, en la zona sur brasiliense, cerca del Lago Paranoá.
Mutismo
Los Bolsonaro están prácticamente desaparecidos de los palacios y -lo más llamativo- de las redes sociales desde el triunfo de Lula.
El presidente hizo un discurso de menos de tres minutos en el que desconoció el triunfo de Lula, luego saludó al vicepresidente electo Geraldo Alckmin y divulgó un comunicado en las redes sociales dirigido a los militantes que bloquearon carreteras para decirles que sigan en la lucha pero levanten la medida de fuerza.
Este jueves no hubo pronunciamientos desde la residencia de Alvorada, donde hay cada días menos periodistas de guardia.
En contrapartida, decenas de periodistas acompañaron la agenda de Lula en su flamante oficina del Centro Cultural del Banco de Brasil, donde tendrá su base de actuación hasta la toma de posesión el 1 de enero en el Palacio del Planalto.
"Voy a trabajar 24 horas por día, no cuatro horas" como hizo Bolsonaro a lo largo de su mandato iniciado en enero de 2019, comparó el jefe del Partido de los Trabajadores (PT).
"Campamento de la libertad"
La última semana y media Jair Bolsonaro la pasó a puertas cerradas en Alvorada y, según rumores, en la mansión de su hijo Flavio, desde donde habría recibido informaciones sobre el alzamiento de militantes de ultraderecha que exigen la intervención de las Fuerzas Armadas.
Uno de esos grupos permanece frente al Cuartel General del Ejército, donde fue erigido un "campamento de la libertad" con reivindicaciones que van de la intervención militar a la anulación de la victoria del petista.
Una centena de camiones de gran porte reforzó este jueves el acantonamiento bolsonarista desde donde se amenaza con avanzar sobre el centro brasiliense, con la probable intención de cercar al Supremo Tribunal Federal o al Tribunal Superior Electoral.
Los días de los acantonados transcurren entre oraciones, la entonación de los himnos nacional y del Ejército, junto a banderas ancionales y pasacalles con inscripciones como "S.O.S Fuerzas Armadas".
Runrunes mediáticos
La visita de Flavio y Eduardo Bolsonaro a la Embajada italiana el martes a la mañana dio lugar a especulaciones periodísticas. Los medios observaron dos hechos. Por un lado, que hayan ido juntos, pese a los rumores de distanciamiento existente: Flavio sería favorable a reconocer el triunfo de Lula y Eduardo, ligado al extremista estadounidense Steve Bannon, prefiere negar la victoria y apostar a alguna salida insurreccional, comparable a la toma del Capitolio estadounidense.
El segundo aspecto llamativo es que hayan ido casi en visita de Estado, con sus guardaespaldas y vehículos oficiales, lo que daría a entender que esa solicitud tiene un carácter político. Distinto de un trámite hecho por ciudadanos privados interesados en tener el pasaporte de otro país.
La visita de Flavio y Eduardo Bolsonaro a la Embajada italiana el martes a la mañana dio lugar a especulaciones periodísticas. Los medios observaron dos hechos. Por un lado, que hayan ido juntos, pese a los rumores de distanciamiento existente: Flavio sería favorable a reconocer el triunfo de Lula y Eduardo, ligado al extremista estadounidense Steve Bannon, prefiere negar la victoria y apostar a alguna salida insurreccional, comparable a la toma del Capitolio estadounidense.
El segundo aspecto llamativo es que hayan ido casi en visita de Estado, con sus guardaespaldas y vehículos oficiales, lo que daría a entender que esa solicitud tiene un carácter político. Distinto de un trámite hecho por ciudadanos privados interesados en tener el pasaporte de otro país.
Procesos
Lo que toda Brasilia sabe es que Jair Bolsonaro está frustrado por el resultado electoral y alarmado por las seis causas judiciales en suspenso que serán reactivadas tan pronto pierda el foro privilegiado.
Algunos de estos procesos podrían salpicar a Flavio y a Eduardo, que pese a mantener el fuero podrían perderlo sí así lo disponen sus colegas del Parlamento.
Lula dijo y repitió que se deben "investigar" los ilícitos cometidos estos días por la ultraderecha y extinguir los decretos de Bolsonaro que impusieron secreto de cien años a medidas de su gobierno.
Las afirmaciones de Lula tal vez expliquen la repentina vocación italianista de Flavio y Eduardo.