OTHER NEWS (Mónica Redondo/El Confidencial)-
29.11.2022
Foto: Stoltenberg y Von der Leyer / OTAN
Las relaciones entre la UE y la OTAN se han afianzado desde la invasión de Ucrania, pero la gestión de las ayudas y la estrategia de defensa europea son motivos de fricción.
En varias ciudades de Alemania, cada semana se reúne un grupo de personas para protestar contra las consecuencias de la guerra de Ucrania. No están a favor de Rusia, ni de la invasión de Ucrania, pero reclaman políticas diferentes para hacer frente a las consecuencias de la guerra, sobre todo la crisis energética. «Alemania está sirviendo como un títere exclusivamente para los intereses estadounidenses y los de la OTAN», coreaba uno de los manifestantes. Esta protesta se distancia de la tónica que ha marcado las relaciones entre la UE y la OTAN desde el inicio de la invasión. Sin embargo, nueve meses después, las fricciones son cada vez más visibles. Desde febrero parecía que habían quedado atrás los tiempos en los que cientos de manifestantes se reunían para protestar contra la OTAN, como sucedió en Estrasburgo en 2009. Ahora, las instituciones viven una «luna de miel» en la que han entendido que solamente juntas pueden hacer frente al enemigo común, en este caso Rusia. Sobre todo la semana pasada, esta relación pareció afianzarse. El misil que cayó en Polonia puso al mundo en vilo por unas horas, en las que parecía que la UE y la OTAN no tendrían más remedio que entrar en una guerra directa contra el Kremlin. Sin embargo, la OTAN amansó a las fieras y, un día después del incidente, el secretario general Jens Stoltenberg apuntaba a que no se trataba de un ataque directo de Rusia. En todo momento, la reacción tanto de la organización como de la mayoría de los países del bloque fue aplaudida por la templanza y la responsabilidad. Algunos de los atributos de esta relación madura.
Sin embargo, en medio de una guerra con un final incierto, han empezado a emerger las dudas sobre la eficiencia de las ayudas a Ucrania y sobre la necesidad de una estrategia militar de la UE. «Los puntos de fricción pueden aparecer porque la UE esté dispuesta a cambiar algunas de las políticas, por ejemplo, en lo que respecta a las sanciones contra Rusia o conversaciones de paz. Todo lo que une a las dos instituciones para apoyar a Ucrania se tiene que basar en la confianza, y, si esa confianza está en peligro, tenemos un problema», explica Jim Tonwnsend, subsecretario adjunto de Defensa de EEUU para Europa y la OTAN bajo el mandato de Barack Obama y miembro del Center for a New American Security (CNAS), a El Confidencial. Esta confianza se ha trasladado desde hace tiempo a las dos personas que las representan. Stoltenberg y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, son amigos desde que esta última era ministra de Defensa de Alemania. «Son los líderes de las dos instituciones que se han juntado para poner sobre la mesa las capacidades necesarias y las herramientas que necesitan», continúa. La Unión Europa se ha encargado de la gestión de la economía doméstica, las sanciones y la crisis energética, aclara Townsend, mientras que la OTAN se ha centrado en las capacidades militares de las naciones y su organización. «Creo que la coordinación ha sido excelente. No han competido entre ellos, no han dicho: 'Yo soy mejor que tú en esto'. Al contrario, han trabajado de manera muy cercana, y creo que hay más que hacer para asegurar que esta relación siga siendo estrecha», afirma en entrevista con este periódico.
Protestas pequeñas, pero significativas
Las manifestaciones en países como Alemania ponen en entredicho una parte de esta relación, sobre todo desde que los precios de la luz, la electricidad y el gas han afectado de manera directa a los bolsillos de la población. «Los alemanes comunes están pagando porque Estados Unidos quiere interferir en Rusia», decía otro de los manifestantes para el Financial Times. A pesar de que la mayoría de las protestas no son multitudinarias, apuntan a una tendencia que se repite en otros países como República Checa, donde se reunieron 700.000 personas en septiembre contra el Gobierno y la OTAN. En este caso, el sentimiento prorruso se ha refrendado a través de formaciones políticas locales, aunque Petr Just, jefe del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Metropolitana de Praga, afirmó que el grupo que se manifestó era «bastante diverso y la mayoría de la gente vino a expresar su decepción con el manejo del Gobierno de la actual crisis socioeconómica y la crisis energética», aseguró. Por su parte, la directora de políticas de Globsec, Dominika Hajdu, dijo al Financial Times que, si bien las protestas callejeras han sido pequeñas, «esto puede cambiar en el transcurso del invierno».
Más allá de las fronteras europeas, en Estados Unidos las ayudas a Ucrania -gestionadas a través de la OTAN- también se están convirtiendo cada vez más en un reto político. Un grupo del Partido Republicano amagó con recortar la asistencia y todos los ojos estaban puestos en los resultados de las midterms, que podrían poner muy difícil al presidente Joe Biden aprobar las ayudas sin una mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado. La marea roja que se esperaba acabó siendo una marejadilla en la que los demócratas mantuvieron el control del Senado, y perdieron el control de la Cámara por la mínima. Pero los republicanos no parece que vayan a poner las cosas fáciles a Biden en lo que respecta a la ayuda a Ucrania. «En la Cámara se gestionan los fondos y, aunque sea una minoría la que quiere utilizar las ayudas como herramienta política y aunque no estén a favor de Rusia, quieren poner a Biden en evidencia», apunta Jim Townsend. «Quieren ponerle difícil que se apruebe la asistencia a Ucrania, quieren que Biden les suplique. Por eso creo que la ayuda de Estados Unidos continuará, pero será más caótica y más lenta», añade.
La defensa: el punto de unión... y de fricción
Townsend reconoce que la figura de la OTAN ha estado tradicionalmente en entredicho y que ha sido criticada por ser demasiado lenta, por no tener una dirección concreta, sobre todo después de la Guerra Fría. «Creo que esta guerra ha recordado cuál es el verdadero objetivo de la organización, que es la defensa colectiva contra el enemigo, que ahora es Rusia. Esto ha sido un recordatorio para algunas naciones, por ejemplo, Finlandia y Suecia», explica a El Confidencial. Sin embargo, la importancia de la defensa es también uno de los motivos de conflicto, sobre todo la estrategia de Europa en la materia. «Desde el final de la Guerra Fría, las cuestiones relacionadas con la seguridad y la defensa han ocupado una posición relativamente periférica para la clase política europea (occidental) (...), pero la presencia de una guerra de alta intensidad en suelo europeo durante más de ocho meses ha propiciado un auge exponencial del interés político e informativo en cuestiones relacionadas con la seguridad y la defensa. Un ejemplo tangible es el aumento en el gasto militar a lo largo y ancho de Europa», afirma Luis Simón, director de la Oficina del Real Instituto Elcano en Bruselas e investigador principal, y especializado en asuntos de seguridad y defensa, en un informe.
Hace 23 años que la UE cuenta con la Política Común de Seguridad y Defensa, pero el experto añade que esta responde solamente a cuestiones técnicas. «A pesar de incluir la palabra defensa, no ha sido una política propiamente de defensa». El objetivo de esta iniciativa ha sido esencialmente las operaciones de mantenimiento de la paz y estabilización, porque se daba por hecho que la defensa territorial era una competencia de la OTAN. Es más, por lo tanto, una política de seguridad que de defensa. Casos como el de los Balcanes y Afganistán son ejemplificativos, porque la UE se ha encargado de las tareas de estabilización, rozando el ámbito de lo policial, y la OTAN se ha ocupado de las tareas que pueden implicar combate, continúa Simón en el informe Autonomía estratégica y defensa europea después de Ucrania. Francia ha sido una nota disonante en este sentido y ha abogado siempre por aumentar la autonomía de la UE en cuestiones de defensa. Desde la guerra de Ucrania, este discurso ha sido apoyado por otros países miembros del bloque, pero el reto está en coordinar esa estrategia con la OTAN. Luis Simón recuerda a El Confidencial las declaraciones de Madeleine Albright, secretaria de Estado de EEUU bajo la Administración de Bill Clinton, en las que afirmó que apoya la política de seguridad europea siempre y cuando no duplique la iniciativa de la OTAN.
«Se apoya el concepto de seguridad y un gasto mayor en defensa, pero luego ese gasto, operativamente, lo preferible es que se canalice a través de la OTAN, a no ser que la OTAN exprese su no interés en un conflicto determinado y que la UE pueda vehicular una operación», aclara Simón. «¿Ahora hay más cooperación? Se puede decir que sí, las razones para que se lleven bien y cooperen son muy poderosas, pero las fricciones políticas no han desaparecido, sobre todo en última instancia entre Francia y Estados Unidos, y que traspiran a la relación institucional entre la UE y la OTAN». La UE tiene por delante una larga lista de pendientes hasta poder ampliar su estrategia de defensa, pero también puede estar a punto de perder una oportunidad única para conseguir una mayor autonomía. En un artículo de Europe Council of Foreign Relations, Pawel Zerka apunta que, si se juntan todos los presupuestos de defensa de los Estados miembros, se podrían crear no solo ejércitos más coherentes, sino también más capaces y autosuficientes. «De hecho, la revisión de la UE concluye que los Estados miembros deben coordinar sus objetivos para las capacidades militares a largo plazo y mejorar la colaboración en la inversión en defensa», señala. Muchos países europeos se alegraron de formar parte de la OTAN cuando el misil cayó en Polonia y cundió el pánico por unas horas. El incidente mostró que el conflicto puede escalar rápidamente y que un minuto puede cambiarlo todo. La organización transatlántica debe estar lista para reaccionar en todo momento, y quien forme parte de ella estará bajo el paraguas de su defensa. «La OTAN tiene que estar siempre pendiente de que puede tener lugar una sorpresa y tiene que lidiar con ella. Está siempre preparada y eso a la UE le interesa enormemente», concluye Townsend.
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