Crecimiento económico y suba de la pobreza en 2022. Una vez más, la realidad refuta a la teoría del derrame
Por Gabriel Calvi
21 de mayo de 2023
En el segundo semestre del año pasado, la pobreza se ubicó en el 39,2 por ciento.. Imagen: Télam
La expansión del PIB que se dio el año pasado podría haber contribuido a reducir el porcentaje de pobreza. Eso no ocurrió a causa de los cambios en los precios relativos y en la distribución funcional del ingreso.
Las últimas estimaciones oficiales de pobreza han despertado cierta perplejidad entre buena parte de los especialistas. Por vez primera en el nuevo milenio, el crecimiento económico, de 2,95 por ciento de aumento del PIB per cápita entre los segundos semestres de 2021 y 2022, estuvo acompañado por una suba del porcentaje de pobres, del orden de los 1,9 puntos entre semestres iguales de años consecutivos. En otras palabras, el crecimiento no habría derramado a los sectores populares.
La publicitada singularidad de esta aparente contradicción se diluye, sin embargo, si se extiende el horizonte temporal del análisis. Por ejemplo, durante los años noventa, es posible encontrar episodios de similares características: 1994, 1996 y 1998 fueron años en los que el crecimiento del PIB per cápita también estuvo acompañado por aumentos de la tasa de pobreza en la población.
La verdadera singularidad de la evolución reciente es otra y resulta inquietante incluso para los más heterodoxos. En los tres episodios de los años noventa, el aumento de la pobreza podía ser explicado porque el crecimiento económico se combinaba entonces con deterioros de la distribución personal del ingreso: el PIB per cápita crecía, pero también lo hacía el coeficiente de Gini de ingreso per cápita familiar.
La evolución reciente es distinta, pues el crecimiento interanual se da en paralelo a una mejora distributiva: el Gini de ingreso per cápita familiar se retrajo un 3,9 por ciento entre los terceros trimestres y se mantuvo invariante entre los cuartos trimestres, con lo cual en el semestre se traducirá, probablemente, en una disminución del indicador.
Varias causas
Dar cuenta de esta verdadera singularidad obliga a ir un poco más allá de las convenciones analíticas más difundidas, que restringen la explicación de los cambios de la pobreza a dos únicos factores (el crecimiento económico y la distribución personal del ingreso), incorporando en la indagación otros dos aspectos distributivos intervinientes: la evolución de los precios relativos y los cambios en la participación de los hogares en el PIB. Retomando:
* La evolución económica (del PIBpc) es uno de los factores importantes para dar cuenta de los cambios en la pobreza por ingresos; en el largo plazo, el más importante.
* Como los precios que informan al PIB (índice de precios implícitos, o IPI) difieren de aquellos que son insumo para la medición de la pobreza (línea de pobreza o LP), la evolución de la relación entre ambos (IPI/LP) constituye también un factor relevante en la explicación.
* Dado que el PIB se “reparte” entre distintos sectores institucionales (hogares, empresas, factores de exterior, gobierno) y que la pobreza (su incidencia o porcentaje) se calcula sólo para uno de ellos (los hogares y sus integrantes), cobra relevancia explicativa la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB (el porcentaje que representa), así como su evolución en el tiempo.
* Como la desigualdad de los ingresos al interior del sector institucional "hogares" no puede presumirse constante, los cambios en la distribución personal, tanto en su nivel (coeficiente de Gini) como en su forma (curva de Lorenz), constituyen también un factor interviniente en la explicación de la evolución de la pobreza.
Medición
Las tasas de variación de los tres primeros factores (crecimiento económico, precios relativos y participación de los hogares en el PIB) contribuyen a modelar la evolución del poder de compra del ingreso medio, evolución que a los fines de la medición de la pobreza es estimada a partir de las EPH y las líneas de pobreza del Indec.
Así, en ausencia de alteraciones distributivas, por el solo efecto del crecimiento económico (del PIBpc), el ingreso real medio estimado en la EPH debería haber mejorado un 2,95 por ciento en el último año, si se consideran los segundos semestres.
Ahora bien, cuando se hace intervenir a los precios relativos (primer aspecto distributivo) la situación cambia. Si al PIBpc a valores corrientes (PIBpc multiplicado por el IPI) de cada observación (promedio semestral) se lo deflacta (divide) por el valor correspondiente de la línea de pobreza (promedio semestral), el crecimiento del ingreso real medio se resiente de modo considerable, al 0,69 por ciento interanual. Esto obedece a que los precios del PIB (IPI) crecieron cuatro puntos menos (81,9 por ciento) que los precios al consumidor de los productos y servicios esenciales (la LP aumentó 85,9 por ciento).
Por su parte, la evolución del ingreso real se altera aún más en el período considerado (pasando de aumento a retracción) cuando entra en juego la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB y su derrotero (segundo aspecto distributivo). Aunque no existen estimaciones oficiales sobre este aspecto distributivo, al comparar la evolución porcentual (entre segundos semestres) del PIBpc a valores corrientes (87,2 por ciento) con la de los ingresos medios captados por la EPH (75,6 por ciento) se puede advertir que la participación de los hogares de la EPH en el PIB ha retrocedido en el curso del último año un 6,19 por ciento.
De modo que, si por el efecto combinado del crecimiento (PIBpc) y del deterioro de los precios relativos (IPI/LP), en el transcurso del último año (segundos semestres de 2021 y 2022) el ingreso real pasaba de 100 a 100,69, por efecto del retroceso en la participación de los hogares termina alcanzando un valor-índice de 94,46 (6,19 por ciento menos que 100,69). Como resultado entonces de estos tres factores combinados, el poder de compra del ingreso medio habría experimentado un deterioro del 5,54 por ciento, de 100 a 94,46.
Esa disminución es, precisamente, la que surge al comparar la relación entre el ingreso per cápita familiar de la EPH y la línea de pobreza (de GBA), promedios para cada semestre considerado: si en 2021, el ingreso promedio (31.614 pesos) representaba 1,37 líneas de pobreza, hacia 2022 el ingreso medio (55.524 pesos) cubría sólo 1,29 líneas, marcando un retroceso real de 5,54 por ciento.
Impacto
El impacto acumulado de cada uno de estos factores sobre la evolución del nivel de pobreza puede ser dimensionado a partir de los microdatos de la EPH del segundo semestre de 2021:
* Si se simula un incremento del poder de compra de los ingresos de 2,95 por ciento, igual al crecimiento económico observado (PIBpc), el porcentaje de pobres se reduce 1,9 puntos porcentuales.
* Cuando se considera un aumento de los ingresos de 0,69 por ciento, teniendo presente, además del crecimiento económico, los cambios en los precios relativos (IPI/LP), la pobreza disminuye sólo 0,4 puntos.
* Si se informa una disminución de ingresos de 5,54 por ciento, como la que resulta de tener en cuenta también (además del crecimiento económico y los cambios en los precios relativos) las alteraciones en la participación hogareña en el PIB, el resultado es un aumento de 2,6 puntos, superior incluso al observado entre semestres, que recientemente fuera difundido por Indec (de 1,9 puntos).
* La diferencia entre los 1,9 puntos de la variación oficial y los 2,6 puntos de la variación simulada, de -0,7 puntos, estaría indicando una mejora en la distribución personal del ingreso real, el cuarto de los factores relevantes, que habría contribuido a contrarrestar parcialmente el aumento del porcentaje de pobres debido al efecto combinado de los tres anteriores.
En resumen, el deterioro asociado a los dos factores distributivos omitidos por el análisis convencional resultó determinante en el aumento de la pobreza entre las segundas mitades de 2021 y 2022. Sin mediar los cambios en los precios relativos y en la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB, el contexto favorable, de expansión económica y disminución de la desigualdad interpersonal real, habría contribuido a reducir el porcentaje de pobreza en más de dos puntos porcentuales, cosa que no ocurrió.
La evolución reciente de la pobreza vuelve a refutar empíricamente a la teoría del derrame (con crecimiento no alcanza), con la particularidad de que, en esta oportunidad, parece impugnar también la teoría estándar que sólo incorpora al análisis la distribución personal de los ingresos. Esta vez el crecimiento no alcanzó y la reducción de la desigualdad personal, tampoco.
La evolución de los precios relativos (IPI/LP), que informan sobre las alteraciones en la desigualdad entre sectores económicos (de la producción/comercialización de bienes y servicios más o menos esenciales) y los cambios en la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB, que refieren a las modificaciones en la desigualdad entre sectores institucionales (hogares, empresas, factores del exterior, gobierno), deberían empezar a ser considerados los especialistas que analizan los cambios en la pobreza. Estos aspectos distributivos explican por qué la neutralidad del crecimiento económico es la excepción y no la regla.
* FCS-UBA
La expansión del PIB que se dio el año pasado podría haber contribuido a reducir el porcentaje de pobreza. Eso no ocurrió a causa de los cambios en los precios relativos y en la distribución funcional del ingreso.
Las últimas estimaciones oficiales de pobreza han despertado cierta perplejidad entre buena parte de los especialistas. Por vez primera en el nuevo milenio, el crecimiento económico, de 2,95 por ciento de aumento del PIB per cápita entre los segundos semestres de 2021 y 2022, estuvo acompañado por una suba del porcentaje de pobres, del orden de los 1,9 puntos entre semestres iguales de años consecutivos. En otras palabras, el crecimiento no habría derramado a los sectores populares.
La publicitada singularidad de esta aparente contradicción se diluye, sin embargo, si se extiende el horizonte temporal del análisis. Por ejemplo, durante los años noventa, es posible encontrar episodios de similares características: 1994, 1996 y 1998 fueron años en los que el crecimiento del PIB per cápita también estuvo acompañado por aumentos de la tasa de pobreza en la población.
La verdadera singularidad de la evolución reciente es otra y resulta inquietante incluso para los más heterodoxos. En los tres episodios de los años noventa, el aumento de la pobreza podía ser explicado porque el crecimiento económico se combinaba entonces con deterioros de la distribución personal del ingreso: el PIB per cápita crecía, pero también lo hacía el coeficiente de Gini de ingreso per cápita familiar.
La evolución reciente es distinta, pues el crecimiento interanual se da en paralelo a una mejora distributiva: el Gini de ingreso per cápita familiar se retrajo un 3,9 por ciento entre los terceros trimestres y se mantuvo invariante entre los cuartos trimestres, con lo cual en el semestre se traducirá, probablemente, en una disminución del indicador.
Varias causas
Dar cuenta de esta verdadera singularidad obliga a ir un poco más allá de las convenciones analíticas más difundidas, que restringen la explicación de los cambios de la pobreza a dos únicos factores (el crecimiento económico y la distribución personal del ingreso), incorporando en la indagación otros dos aspectos distributivos intervinientes: la evolución de los precios relativos y los cambios en la participación de los hogares en el PIB. Retomando:
* La evolución económica (del PIBpc) es uno de los factores importantes para dar cuenta de los cambios en la pobreza por ingresos; en el largo plazo, el más importante.
* Como los precios que informan al PIB (índice de precios implícitos, o IPI) difieren de aquellos que son insumo para la medición de la pobreza (línea de pobreza o LP), la evolución de la relación entre ambos (IPI/LP) constituye también un factor relevante en la explicación.
* Dado que el PIB se “reparte” entre distintos sectores institucionales (hogares, empresas, factores de exterior, gobierno) y que la pobreza (su incidencia o porcentaje) se calcula sólo para uno de ellos (los hogares y sus integrantes), cobra relevancia explicativa la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB (el porcentaje que representa), así como su evolución en el tiempo.
* Como la desigualdad de los ingresos al interior del sector institucional "hogares" no puede presumirse constante, los cambios en la distribución personal, tanto en su nivel (coeficiente de Gini) como en su forma (curva de Lorenz), constituyen también un factor interviniente en la explicación de la evolución de la pobreza.
Medición
Las tasas de variación de los tres primeros factores (crecimiento económico, precios relativos y participación de los hogares en el PIB) contribuyen a modelar la evolución del poder de compra del ingreso medio, evolución que a los fines de la medición de la pobreza es estimada a partir de las EPH y las líneas de pobreza del Indec.
Así, en ausencia de alteraciones distributivas, por el solo efecto del crecimiento económico (del PIBpc), el ingreso real medio estimado en la EPH debería haber mejorado un 2,95 por ciento en el último año, si se consideran los segundos semestres.
Ahora bien, cuando se hace intervenir a los precios relativos (primer aspecto distributivo) la situación cambia. Si al PIBpc a valores corrientes (PIBpc multiplicado por el IPI) de cada observación (promedio semestral) se lo deflacta (divide) por el valor correspondiente de la línea de pobreza (promedio semestral), el crecimiento del ingreso real medio se resiente de modo considerable, al 0,69 por ciento interanual. Esto obedece a que los precios del PIB (IPI) crecieron cuatro puntos menos (81,9 por ciento) que los precios al consumidor de los productos y servicios esenciales (la LP aumentó 85,9 por ciento).
Por su parte, la evolución del ingreso real se altera aún más en el período considerado (pasando de aumento a retracción) cuando entra en juego la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB y su derrotero (segundo aspecto distributivo). Aunque no existen estimaciones oficiales sobre este aspecto distributivo, al comparar la evolución porcentual (entre segundos semestres) del PIBpc a valores corrientes (87,2 por ciento) con la de los ingresos medios captados por la EPH (75,6 por ciento) se puede advertir que la participación de los hogares de la EPH en el PIB ha retrocedido en el curso del último año un 6,19 por ciento.
De modo que, si por el efecto combinado del crecimiento (PIBpc) y del deterioro de los precios relativos (IPI/LP), en el transcurso del último año (segundos semestres de 2021 y 2022) el ingreso real pasaba de 100 a 100,69, por efecto del retroceso en la participación de los hogares termina alcanzando un valor-índice de 94,46 (6,19 por ciento menos que 100,69). Como resultado entonces de estos tres factores combinados, el poder de compra del ingreso medio habría experimentado un deterioro del 5,54 por ciento, de 100 a 94,46.
Esa disminución es, precisamente, la que surge al comparar la relación entre el ingreso per cápita familiar de la EPH y la línea de pobreza (de GBA), promedios para cada semestre considerado: si en 2021, el ingreso promedio (31.614 pesos) representaba 1,37 líneas de pobreza, hacia 2022 el ingreso medio (55.524 pesos) cubría sólo 1,29 líneas, marcando un retroceso real de 5,54 por ciento.
Impacto
El impacto acumulado de cada uno de estos factores sobre la evolución del nivel de pobreza puede ser dimensionado a partir de los microdatos de la EPH del segundo semestre de 2021:
* Si se simula un incremento del poder de compra de los ingresos de 2,95 por ciento, igual al crecimiento económico observado (PIBpc), el porcentaje de pobres se reduce 1,9 puntos porcentuales.
* Cuando se considera un aumento de los ingresos de 0,69 por ciento, teniendo presente, además del crecimiento económico, los cambios en los precios relativos (IPI/LP), la pobreza disminuye sólo 0,4 puntos.
* Si se informa una disminución de ingresos de 5,54 por ciento, como la que resulta de tener en cuenta también (además del crecimiento económico y los cambios en los precios relativos) las alteraciones en la participación hogareña en el PIB, el resultado es un aumento de 2,6 puntos, superior incluso al observado entre semestres, que recientemente fuera difundido por Indec (de 1,9 puntos).
* La diferencia entre los 1,9 puntos de la variación oficial y los 2,6 puntos de la variación simulada, de -0,7 puntos, estaría indicando una mejora en la distribución personal del ingreso real, el cuarto de los factores relevantes, que habría contribuido a contrarrestar parcialmente el aumento del porcentaje de pobres debido al efecto combinado de los tres anteriores.
En resumen, el deterioro asociado a los dos factores distributivos omitidos por el análisis convencional resultó determinante en el aumento de la pobreza entre las segundas mitades de 2021 y 2022. Sin mediar los cambios en los precios relativos y en la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB, el contexto favorable, de expansión económica y disminución de la desigualdad interpersonal real, habría contribuido a reducir el porcentaje de pobreza en más de dos puntos porcentuales, cosa que no ocurrió.
La evolución reciente de la pobreza vuelve a refutar empíricamente a la teoría del derrame (con crecimiento no alcanza), con la particularidad de que, en esta oportunidad, parece impugnar también la teoría estándar que sólo incorpora al análisis la distribución personal de los ingresos. Esta vez el crecimiento no alcanzó y la reducción de la desigualdad personal, tampoco.
La evolución de los precios relativos (IPI/LP), que informan sobre las alteraciones en la desigualdad entre sectores económicos (de la producción/comercialización de bienes y servicios más o menos esenciales) y los cambios en la participación del ingreso disponible de los hogares en el PIB, que refieren a las modificaciones en la desigualdad entre sectores institucionales (hogares, empresas, factores del exterior, gobierno), deberían empezar a ser considerados los especialistas que analizan los cambios en la pobreza. Estos aspectos distributivos explican por qué la neutralidad del crecimiento económico es la excepción y no la regla.
* FCS-UBA