La tormenta llega en un mal momento
El gobierno enfrenta un despiole financiero con final impredecible
Por Federico Kucher
6 de abril de 2025

. Imagen: Imagen web
El malestar y la falta de confianza que empezaron a mostrar los inversores a partir de finales de enero por la falta de reservas se potenció en los últimos días con el estallido de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos. La bolsa porteña llegó a perder casi 8 por ciento en una sola rueda, el riesgo país volvió a coquetear con superar los 1000 puntos y el dólar financiero se acercó a los 1400. Las expectativas de devaluación inundan el aire. La falta de confianza que muestran inversores desde finales de enero por la caída de reservas se potenció con el estallido de la guerra comercial.
El impacto de los aranceles que aplicó la semana pasada la gestión de Donald Trump atravesó a las economías desarrolladas y emergentes de punta a punta. Las acciones de Wall Street se derrumbaron y algunas tecnológicas como Apple perdieron cientos de miles de millones de dólares de capitalización. Los inversores buscan refugio porque consideran que se puso en marcha una guerra comercial con consecuencias imposibles de anticipar.
La economía de Estados Unidos aplicó un mega impuesto a las importaciones de países de Europa, Asia y América latina y las respuestas cruzadas no demoraron en llegar. Desde China hasta México comenzaron a implementar una serie de contraofensivas comerciales para contener el impacto de los aranceles norteamericanos. El Gigante Asiático anunció un impuesto del 34 por ciento a los productos importados de Estados Unidos.
El malestar y la falta de confianza que empezaron a mostrar los inversores a partir de finales de enero por la falta de reservas se potenció en los últimos días con el estallido de la guerra comercial iniciada por Estados Unidos. La bolsa porteña llegó a perder casi 8 por ciento en una sola rueda, el riesgo país volvió a coquetear con superar los 1000 puntos y el dólar financiero se acercó a los 1400. Las expectativas de devaluación inundan el aire. La falta de confianza que muestran inversores desde finales de enero por la caída de reservas se potenció con el estallido de la guerra comercial.
El impacto de los aranceles que aplicó la semana pasada la gestión de Donald Trump atravesó a las economías desarrolladas y emergentes de punta a punta. Las acciones de Wall Street se derrumbaron y algunas tecnológicas como Apple perdieron cientos de miles de millones de dólares de capitalización. Los inversores buscan refugio porque consideran que se puso en marcha una guerra comercial con consecuencias imposibles de anticipar.
La economía de Estados Unidos aplicó un mega impuesto a las importaciones de países de Europa, Asia y América latina y las respuestas cruzadas no demoraron en llegar. Desde China hasta México comenzaron a implementar una serie de contraofensivas comerciales para contener el impacto de los aranceles norteamericanos. El Gigante Asiático anunció un impuesto del 34 por ciento a los productos importados de Estados Unidos.
Proteccionismo
La transformación del mercado de trabajo, la automatización cada vez más acelerada de tareas manufactureras y de servicios y la inteligencia artificial sellan el ritmo de esta crisis. El discurso y la lógica de Trump para iniciar esta guerra comercial apunta a recuperar la producción puertas adentro e impone una nueva agenda de proteccionismo industrial. Se trata de un punto de quiebre con la forma de ver y pensar el mundo de las últimas décadas y marca uno de los principales cambios de época del último siglo.
El gobierno argentino quedó envuelto en una disyuntiva. Se profesa un discurso de liberalismo de otro siglo y al mismo tiempo se intenta alinear la agenda con un Estados Unidos ultra proteccionista. La situación parece imposible de conjugar y agrega un foco extra de incertidumbre a las presiones internas.
Los inversores hace meses que empezaron a mirar de reojo el programa económico de Milei y con el cambio de humor de los mercados internacionales directamente entraron en pánico.
Los números en rojo de la bolsa porteña de la semana pasada recordaron a episodios de altísima volatilidad financiera registrados durante la primera parte de la pandemia y otros eventos de fuerte impacto en las expectativas. Algunas acciones llegaron a caer más del 11 por ciento en una sola jornada y los bonos soberanos en moneda extranjera terminaron la semana con desplomes. El riesgo país trepó por encima de los 925 puntos y se acerca de nuevo a las 1000 unidades.
El escenario de guerra comercial atenta directamente contra la estrategia del gobierno. La idea de mantener estable el tipo de cambio en los próximos meses e intentar recuperar el acceso a la deuda externa parece estar cada vez más condenada. Las presiones llegan de todos los frentes. Un ejemplo es que empiezan a bajar los precios de las materias primas que exporta Argentina, principalmente el petróleo, y genera otro foco de conflicto para las reservas del Banco Central. Los inversores piensan que todos los caminos conducen al mismo lugar: un salto del dólar oficial, una nueva ronda de suba de los precios y un programa económico con el boleto picado.
Los números en rojo de la bolsa porteña de la semana pasada recordaron a episodios de altísima volatilidad financiera registrados durante la primera parte de la pandemia y otros eventos de fuerte impacto en las expectativas. Algunas acciones llegaron a caer más del 11 por ciento en una sola jornada y los bonos soberanos en moneda extranjera terminaron la semana con desplomes. El riesgo país trepó por encima de los 925 puntos y se acerca de nuevo a las 1000 unidades.
El escenario de guerra comercial atenta directamente contra la estrategia del gobierno. La idea de mantener estable el tipo de cambio en los próximos meses e intentar recuperar el acceso a la deuda externa parece estar cada vez más condenada. Las presiones llegan de todos los frentes. Un ejemplo es que empiezan a bajar los precios de las materias primas que exporta Argentina, principalmente el petróleo, y genera otro foco de conflicto para las reservas del Banco Central. Los inversores piensan que todos los caminos conducen al mismo lugar: un salto del dólar oficial, una nueva ronda de suba de los precios y un programa económico con el boleto picado.