Por Marcos Roitman Rosenmann
NODAL, 21 noviembre, 2018
La secularización del poder es un mito. La separación Iglesia-Estado no deja de ser una ficción. Presidentes, diputados, senadores, alcaldes juran ante Dios. Los símbolos religiosos están presentes en los espacios públicos. Estado laico o aconfesionales adoptan rituales políticos, acompañados de cruces, medias lunas, budas, biblias, Torá, etcétera. Dirigentes asumen morales católicas, protestantes, islámicas, judías, siendo unos devotos practicantes de su fe. Sus mandatos suelen dar cuenta de ello. El divorcio, el aborto, la familia, el sexo, la moral cotidiana y la educación son opciones valoradas a la luz de las creencias religiosas.