Por Emir Sader
13 de noviembre de 2018
Latinoamérica sigue siendo el continente de más turbulencias políticas en el mundo, porque es el escenario de las más abiertas peleas entre el neoliberalismo y el antineoliberalismo.
Porque fue el único continente donde surgieron gobiernos antineoliberales, gobiernos de gran éxito, que han disminuido significativamente las desigualdades, en el continente más desigual del mundo, mientras el neoliberalismo ampliaba las desigualdades en las otras regiones del planeta.
Porque fue el continente donde surgieron los principales líderes de la izquierda en el siglo XXI, entre ellos Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales y Rafael Correa.
Porque es la única región que alcanzó a construir procesos de integración regional alternativos a los tratados de libre comercio con los Estados Unidos.
Por todo ello Latinoamárica fue y sigue siendo el continente de más enfrentamientos, donde varios de los mismos gobernantes que lideraron los proyectos de superación del neoliberalismo son atacados furiosamente por la derecha, no con una contraposición de propuestas de gobierno, sino con la criminalización, con procesos en su contra, con su condena y con su prisión. Procedimientos que se han vuelto condición necesaria para que la derecha vuelva al gobierno y pueda retomar el modelo neoliberal, modelo fracasado y que ha producido tantos resultados negativos para nuestros pueblos, nuestros países, nuestras democracias, nuestra soberanía.
Es aquí donde se concentra, por todo ello, la nueva estrategia imperialista, la de la guerra híbrida, que combina la judicialización de la política con sus mecanismos de “lawfare”, con la guerra mediática, con las “fake news” difundidas por robots, para impedir la libre expresión de la ciudadanía a través de las elecciones. El resultado es la criminalización de los principales liderazgos populares del continente.
Donde no hay riesgo para el modelo neoliberal, hay relativa estabilidad política, se alternan distintos partidos que preservan ese modelo, solamente con matices distintos. Donde no hay liderazgos que desafían los intereses del capital financiero, donde no ponen en práctica políticas que enfrentan las desigualdades sociales, no hay turbulencias políticas.
Porque así como Latinoamérica ha tenido los mejores gobiernos de este siglo, también concentra la contraofensiva conservadora. Por ello Lula está preso, se amenaza con lo mismo a Cristina, Rafael Correa se ve obligado a pedir asilo en Bélgica y se intentar quitar los fueros de Petro e impedir que vuelva a ser candidato a la presidencia de Colombia.
Los gobiernos de derecha no logran estabilizar los países donde han vuelto a gobernar, ni Macri en Argentina, ni Temer en Brasil. De Piñera y de Duque tampoco se pueden esperar gobiernos estables, con gran apoyo popular y de largo aliento. El gobierno de Perú ya es un gobierno inestable, con la sustitución de presidente elegido.
Latinoamérica es el continente donde la lucha se clases encuentra su auge en el mundo. Porque aun cuando es derrotada la izquierda, demuestra capacidad de resistencia, de liderar el movimiento popular en la lucha por sus intereses. Por ello es que Latinoamérica seguirá siendo la región de las turbulencias. Es donde siguen dándose las más grandes disputas entre derecha e izquierda, entre fuerzas neoliberales y antineoliberales.
¿Cómo es que en Brasil, el mejor presidente de su historia fue proscripto y, en su lugar, está un político de extrema derecha, que se valió de todo tipo de ilegalidad para hacerse elegir? ¿Qué grado de legitimidad tendrá su gobierno, qué grado de estabilidad podría tener un gobierno encabezado por alguien desequilibrado, que cree que puede hacer lo que le da la gana? Brasil no será un país estable, ni de paz social, ni de prestigio internacional.
¿Cómo Argentina podrá decidir su futuro el próximo año, si se pretende quitar la posibilidad de que Cristina sea candidata? ¿Cómo hará Ecuador para recuperarse de sus crisis actual sin contar con Rafael Correa, el mejor presidente que el país haya tenido? ¿Qué será de la democracia colombiana, si el principal líder opositor no puede ser candidato?
¿Qué será de América latina si siguen gobiernos que profundizan la recesión y el desempleo, mientras la guerra híbrida trata de impedir que vuelvan a dirigir los países gobiernos que pueden retomar el crecimiento económico con distribución de renta?
El futuro está abierto. El modelo neoliberal condena a los gobiernos de derecha al fracaso. Los gobiernos de izquierda tendrán que superar la nueva estrategia del imperialismo, encontrar la forma de enfrentar la judicialización de la política y el uso terrorista de Internet. Después de una primera década del siglo XXI positiva, Latinoamérica enfrenta una segunda década de duras luchas entre derecha e izquierda. Cómo llegará el continente a fines de esta década es todavía una vía abierta.