19 jul 2013

GAVAZZO: UN CONDOR MESIANICO

Sobre un libro de mi vecino de la calle Domingo Arena


Alejandro Baroni (*)

El Teniente Coronel (r) del Ejército José Nino Gavazzo publicó su testimonio de vida personal (Artemisa Editores, setiemb re 2012), hilvanando su relato, diciendo y omitiendo, en lo que es dos maneras de decir.
Da su contribución a la verdad.
El libro ha recibido silencio, pero yo tengo mis motivaciones- más o menos conocidas por mí- para conversar sobre el texto.
El autor permanece declarando la guerra desde la cárcel de Domingo Arena y se considera un “preso político”.
En el texto aparece una suerte de estrategia - parece ser que se dio cuenta que es necesario un argumento y una estrategia más allá de la acción táctica militar – roza a la política, propone otros jueces y doctrina judicial, y espera un cambio de gobierno.
Un cambio que desea podrá inducir otras actitudes e interpretaciones en jueces, fiscales y Suprema Corte, otros equilibrios y poderes, similar pero diferente al que ocurrió a partir del 2005, con la asunción del Frente Amplio
Declara que no siente “odios ni rencores”.
No apunta a ningún arrepentimiento ni señala errores propios.
Deja caer que “la lealtad no paga”.
Menciona “derechos humanos” y derechos humanos, con ironía primero y como propios en segundo lugar.
Dedica un capít ulo a los “apremios físicos” que, dice, debió hacer, en un contexto de “guerra” y en defensa de “toda la sociedad agredida”.
Cree que “los generales no pueden equivocarse”, por ser generales
En solitario, aparentemente, arremete contra los mandos contemporáneos del Ejército, subrayando a aquellos que actuaron desde el 2005. A sus setenta y tres años, enuncia un pensamiento igual, palabras más o menos, que el que dice tenía como militar activo, cuando en 1971 persiguió tatuceras tupamaras en Minas o cuando se integró- por propia elección- al Servicio de Información y Defensa (SID), fue Segundo Jefe en el regimiento de combate Artillería Nº 1 en La Paloma, cercano al Cerro de Montevideo, o coordinó en Automotores Orletti, Buenos Aires
Hoy manifiesta que no ha cambiado. No está dentro del relato de su pensamiento que se pueda cambiar. Siente que sus camaradas militares que miran hoy las cosas desde perspectivas algo diferentes a la suya, han traicionado los valores militares y, particularmente le han traicionado a él
Insiste: para él tampoco ha cambiado la sociedad. No la observa. Desde el nacionalismo militar del “Deber, Honor, Patria&rd quo; que le inculcó su tradición familiar y la Escuela Militar, los “terroristas”, “vetustos comunistas” y “desubicados anarquistas” fueron y son sus enemigos. Para él, sólo puede esperarse mentiras del comunismo
No es el Obersturmbannführer Adolf Eichmann, de quien pudo mostrarse era un eficiente ejecutante de órdenes, organizador de puntuales trenes de exterminio nazis, quien pudo haber seguido otra carrera, y cuando joven tal vez pertenecido a alguna corriente socialista de izquierda. No es el Capitán de Navío Jorge Tróccoli, que de joven pudo haber sido bancario y que, terminada la dictadura, concurrió a la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República para reflexionar
Su vida parece haber sido marcada desde el vamos por la tradición de su padre, seguida voluntariamente, como destino predeterminado. Fue “natural” para él ingresar al Liceo Militar en lugar de continuar en el Liceo público. El padre, Coronel del Ejército, un solitario que, retirado, mateaba con dos vecinos, uno de ellos militar, pero lejos del resto de sus camaradas, había pedido pase a retiro por “motivos de principios” que no son aclarados en el libro
Egresado como Alférez, Gavazzo fue destinado al mismo cuartel en donde había revistado su padre. Cuenta que allí, cuando se hace cargo, se deslumbra. Y recuerda su niñez y adolescencia felices dentro de esos muros.
A sus veintiún años, se juró “nunca dejar un servicio o alejarse del mismo, ni permitir que nadie lo hiciera”.
Dos de sus hijas se casaron con militares. Antes de su propio casamiento, “había solicitado autorización para contraer enlace, la que me fue concedida previo conocimiento de mi futura esposa por parte de mis superiores”, viajando luego en luna de miel hacia Río de Janeiro, en “un avión C-47 de la Fuerza Aérea Brasileña”.
Pasa por el liceo Militar, al que califica como “liceo pobre”, viaja en ómnibus de CUTCSA, usa la voiturette del padre para ir a sus destinos militares, siendo jinete siente incomodidad cuand o alterna con la “rancia” sociedad del Carrasco Polo, en su casa paterna se calefacciona con estufa a kerosene, gana magros sueldos militares luego de la baja del servicio hasta –ya retirado- carga de combustible garrafas de supergas y gerencia un frigorífico de sus amistades. No muestra, no declara bienes resaltantes
Es un ejecutor/portador de órdenes complaciente y declaradamente convencido- estuvo en casi todas las acciones de primera fila “antisubversiva”. Se presenta como un militante obediente
De sus acciones militares de 1972 no habla mucho. Sí particularmente a partir de 1973. Fue seleccionado una y otra vez
Sus jefes de turno- de orientaciones diferentes- lo convocaron al servicio para misiones especiales, y todo lo cumplió aparentemente sin objeciones. Dice que le pidieron que matara a Gregorio Álvarez- su camarada adversario que hoy ocupa el mismo predio- de lo que zafa
Cuenta sólo una actividad política personal: cuando se produce la famosa asamblea del Centro Militar en la que se discute si el Ejército debe rendir homenaje a los militares caídos en lucha contra las guerrillas de América Latina, vota apoyando el homenaje. En la otra posición estaban Seregni, Pomoli y ot ros generales, quienes entendían que el Ejército no debía entrar en cuestiones políticas. Se presenta en ese momento como “ferviente partidario” de Jorge Pacheco Areco
Se cuida de objetar al General Seregni, apenas menciona su actividad previa a la Asamblea del Centro Militar, y hace lo mismo con los militares frentistas opuestos al golpe. Dice haber sido alumno del Coronel Pedro Montañés en el Instituto Militar de Estudios Superiores, y omite que interrogó a miembros de la Corriente 1815 – grupo militar antigolpista- de la que aquél era líder
Sirvió a las órdenes del Coronel Trabal, propulsor y negociador de una salida militar “peruanista” pero no parece ni declara haber captado ni registrado el periplo político de su admirado jefe, de quien dice “predica con el ejemplo”.
Sobre los “viejos rectos tupas”, dice que han cambiado, al abandonar su antiguo poder militar por el político. Sus sucesores jóvenes, dice, se parecen a los “vetustos comunistas” y los “desubicados anarquistas”, dejándolos en “ínfima minoría”.
Al golpe de febrero 1973, con los Comunicados militares y la aparición del COSENA, lo denomina “crisis institucional”
A la dictadura, “gobierno de facto” necesario. Pese a su cercanía operativa con Trabal, el avance político de los militares parece pasarle inadvertido. Recibe la orden- otra ver ejecutor/portador elegido- de los mandos, (en particular de un General XX que no identifica) de detener al Gral. Antonio Francese, Ministro del Interior del gobierno, orden que no llega a ejecutar porque Francese renuncia
Luego de cerrado el acuerdo de Boisso Lanza entre los mandos militares y Bordaberry, su también admirado y respetado Jefe General Esteban Cristi desmantela el SID, envía a Trabal a Francia, dispersa a los negociadores militares del Batallón Florida que participaron en la tregua de 1972 y destina al autor con un puede rendir más, a ser Segundo Jefe del Grupo de Artillería Nº 1, en primera línea de lucha contra el MLN en proceso de cambios
No más inteligencia institucional. Para el ejecutor/portador de órdenes silencioso comienza 1973
Emite dos o tres opiniones que tienen interés.
Habla de “neutralización” militar en 1972 y discute con aquellos que sostienen que había sido una “derrota”
 Esto es con su horizonte puramente militar y medido por la actividad moral de los combatientes-cuando observa privilegiadamente desde su servicio que los repliegues a Argentina, Chile y Europa preservan a mucha gente
 Insistiendo con el plano militar, dice que las organizaciones alzadas en armas “menospreciaron” a las Fuerzas armadas en cuanto a su moral, comenzaron un reclutamiento masivo de personas con ineficiente formación política, militar y moral, que accedieron a la dirección- luego de capturados los más formados- sin “capacidad para ello”
Esa victoria militar que se transforma luego en derrota política- aparece fugazmente la palabra política- esa derrota no es de su incumbencia, ni su responsabilidad
Y una perla para los historiadores: afirma que “el golpe de Estado de 1973 fue un hecho político que para nada influyó… en las operaciones militares… contra los terroristas que se llevaban a cabo en ese momento”
Conoce de primera mano las reestructuras del MLN, OPR 33 y sus actividades en Chile y Argentina.
Se desprende del relato que interroga con tortura-omite la palabra- física y psicológica, en la búsqueda-dice- de información. Existe un límite, muy difuso, entre la búsqueda de información y el daño físico, psíquico, moral y su mensaje obvio a la ciudadanía
Puedo dar fe de que su agresión en las cámaras de tortura se detuvo en casos cuando la información buscada le fue dada, o la persona resistía el daño, no hablaba y entonces no valía la pena continuar
Pero su periplo es muy intenso, largo y en proceso de ser conocido.
Interesa reproducir sus valoraciones y distinciones entre las personas detenidas: según él las mujeres fueron “más duras de carácter” y de “comportamiento más inteligente” que los hombres, los “más viejos” lo mismo respecto a los más “recientemente integrados” a las organizaciones, los obreros “minoritarios” eran “por lejos más concientizados e inteligentes que los estudiantes”
Se le encargan operaciones “secretas”, como llevar a Héctor Amodio a una conferencia de prensa, no hay intervención contra las nuevas estructuras del MLN que no lo tenga como protagonista, ni contra los OPR 33 que permanecen en el país.
Pasa luego nuevamente al SID, bajo las órdenes de Prantl
Interviene en el seguimiento y captura de la “fracción proletaria” del MLN que decide volver al Uruguay, así como persigue a los que habían renunciado a la lucha armada y se replegaban hacia el exterior
Coordina-informa-sistematiza-planifica- activa el Cóndor, junto con las SIDES argentinas, chilenas, brasileñas
Visita, conoce, negocia con los militantes que se replegaron hacia Argentina, de toda procedencia
De sus pares argentinos recibe información acerca del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) y negocia con ellos. Una parte de esos militantes es traída al Uruguay y legalizada, otra parte desaparece en Argentina
Trabaja- no dice cómo- junto a Aníbal Gordon en Orletti
No menciona una palabra acerca de los asesinatos de Michelini, Gutiérrez Ruiz, Barredo y Whitelaw, ni la persecución a Ferreira Aldunate que pudo ser mortal
Se presenta como una figura fundamental en la lucha contra las organizaciones uruguayas con actividad en Argentina. No menciona que fue reconocido actuando junto a Gordon y al Inspector Campos Hermida en la represión e incautación de bienes del Partido Comunista en el Uruguay. Tampoco que fue señalado en Argentina por su actuación junto a otros militares uruguayos. Varias veces exhibió su rostro e identidad, en otras lo ocultaba.
Una y otra vez se desmarca de la conducta de la SIDE argentina, de las patotas paramilitares y de los represores que buscan dinero. Admite haber recibido abundantes dólares de sus camaradas argentinos y dice haber entregado el dinero al Comandante en Jefe del Ejército, el Teniente Gral. Julio César Vadora – a quien no nombra- “quien dispuso del uso del mismo”. No rebate la acusación que carga de haber participado en operaciones de “rescate” de prisioneros por dinero.

Obedeciendo al General Amauri Prantl, jefe del SID, colabora con su publicación extraoficial y ultranacionalista “El Talero”, sin redactar él una palabra.
Ingresa a la logia “Tenientes de Artigas”, inducido por el General Ballestrino, que lo decepciona y se retira a los pocos meses, acusando a la logia de inconsecuencia y baja moral. Para él, no se podía ser fiel al Ejército y a una de sus logias, sim ultáneamente.
Católico, no concibe entrar a la masonería, cuando es invitado a hacerlo. Concibe sólo una orientación y una lealtad. Acelera su proceso de aislamiento personal.
Prantl pierde la pulseada por el liderazgo en el ejército con Gregorio Álvarez y arrastra a Gavazzo a la desgracia: es obligado a firmar su retiro voluntario, a ganar menos sueldo como militar y estar cada vez más a la intemperie
Declara que su familia pasa a ser su cable a tierra, exclusivamente. Ya sin escudos militares, empieza a ser acusado judicialmente y hostigado por quienes denomina “muertos vivos”, “energúmenos”, “bandas de forajidos”, “cascarriaje”, ”siervos”, “violadores de mis derechos humanos”, “enardecidos paranoicos”, “trastornados”
Renuncia a hacer denuncias judiciales contra los hostigamientos, “escraches” y amenazas, confía sólo en sus propias armas de guerra- que conserva y exhibe- y en eventuales mandos o camaradas militares puntuales.
El devenir que termina en una Ley de Caducidad de la Pretensión punitiva del Estado, corresponde a un determinado estado de opinión, a la salida de la dictadura, de las mayor&iac ute;as y minorías en el Parlamento, de las características del Presidente de entonces, de la presión militar. Julio M. Sanguinetti gana el gobierno porque entronca con el deseo extendido de un cambio en paz. Los civiles eligieron cambiar en paz
Los redactores de la Ley dejaron una ventana abierta: el Artículo 4º. No les dio para menos, ¿qué pasó? Aparentemente no pudieron dejar de punir determinados hechos. Inconstitucional y rabiosamente político, el Artículo 4º dejaba en manos del Poder Ejecutivo la cuestión de si se juzgaba a un raptor de niños, o a un delincuente económico, por ejemplo. El Presidente de ese entonces, cerró esa ventana. El viento siguió soplando y nuevas trancas cargaba la ventana, hasta que las mayorías cambiaron. El Artículo 4º empezó a ser habilitado por el nuevo gobierno del Frente Amplio, y Sanguinetti se transformó en un atendible periodista y escritor sobre la temática
Esta nueva situación fue fatal para Gavazzo
Tanto había trillado por los campos de la represión, tanto se había prestado a las operaciones más delicadas y ejecutivas de la dictadura, portado los vaivenes de sus jefes, tanto había confundido la política con acción militar, tanto había “apretado gañotes” sistemáticamente – en terreno demasiado fértil - y participado en la detención de personas que luego nunca aparecieron, que no se dio cuenta que había caído definitivamente el apoyo civil de aquella dictadura cívico-militar. Aquella “sociedad agredida” que defendía ahora miraba las cosas de otra manera. Se le quitaba la anuencia para escribir la ley. Fue preso, entonces, en paz
Desde luego, jueces y fiscales atendieron a la nueva ley, a la nueva interpretación política y a las nuevas miradas cívicas sobre el Artículo 4º y aparecieron delitos donde antes no había.
Gavazzo omite que cuando redactaba los partes a la Justicia Militar con las declaraciones y confesiones obtenidas bajo tortura, bastaba una confesión o señalamiento de alguien- cercano, lejano o desconocido no importaba- para que el acusado fuera procesado, aunque guardara silencio, no admitiera las acusaciones y no hubiera pruebas
Tal era la ley de entonces. Los jueces y fiscales, habilitados por la nueva ley, formaron convicción con testimonios y pruebas circunstanciales, y, en su caso, abundantes. Y si algo le fue adjud icado de más, pasó desapercibido en la montaña de circunstancias, y si algo no le cargaron en el expediente, lo mismo
Los tupas viejos y algunos más hemos cambiado, sí, lentamente. Más o menos.
Varios supimos que había que cambiar.
Algunos dejaron las armas, de hablar de ellas, de fascinarse con ellas, otros se depuraron de la paranoia que veía otros golpes militares en la década de 1990. Permanece por ahí algún enamoramiento de las viejas tesis, de la coherencia teórica, de la mujer que ya no es, sin atreverse al divorcio saludable, aquel que reconoce y tal vez agradece los buenos momentos vividos.
Unos cuantos no reclamaron ni reclaman venganza o justicia procesal, sí comprenden, apoyan a quienes desean saber de sus familiares, compañeros e hijos desaparecidos, han asimilado el fin de la “guerra fría” y reconocido las condiciones diferentes, saben que no hay nada escrito, que la verdad la escribimos todos, han retomado el gusto por la política, novia de la que se habían distanciado, sin dejar de quererla.
Hemos logrado cierta paz, que permite pensar y construir futuro. Ese que no está escrito.
Mi decisión personal de no hacer denuncias judiciales co labora para esa mi paz interior. Tal vez para poder hacer mejor nuevos caminos, o espantado por la rigidez y torpeza de los sistemas judiciales, o por esquivar ser verdugo. No lo sé. Otros, tal vez logren paz de otra manera. Deseo ser leal con quienes necesitan buscar sus familiares y amigos desaparecidos, aclarar hechos delictivos, o que están dañados y no pudieron reconstruir, pero sin apoyar revancha ni búsqueda de dinero- si me doy cuenta. No creo que lo punitivo sea fundamental aunque pueda en casos paradigmáticos ser simbólico-como el caso de Gavazzo- y evito la grave confusión de considerar como víctimas a los rebeldes que acertaron y erraron, y que, capturados, fueron muertos, torturados o desaparecidos. Ante todo, fueron rebeldes. (1)
Las cosas se transformaron de la mejor manera, inesperadamente tal vez, uno de los derrotados de entonces es el Presidente de la República José Mujica, quien, sin romper con su pasado, está reescribiéndolo. Como el Pepe ha planteado, podríamos enviar a unos cuantos viejos a prisión domiciliaria, a sus casas, con sus seres queridos, demostrando que no somos iguales a ellos.
Y yo modificaría el código, y colocaría inscripciones descriptivas de sus delitos en sus ropas, como “torturé para defender la sociedad”, “hice desaparecer personas”, “robé niños a sus padres”, obligatorias de llevar mientras realizan trabajos comunitarios, de acuerdo con su estado de salud. Así de igual procedería con un golpeador de mujeres de la actualidad, con su cartel identificatorio “golpeo a mi pareja”, mientras corta el pasto de la plaza del barrio, o de la escuela. Mientras ellos hacen su trabajo comunitario, nosotros, en silencio, sin agredir física ni verbalmente, tal vez nos haremos mejores al ver que las peores conductas las realizan gente como uno, nacidas en los mismos barrios e hinchas de los mismos cuadros de fútbol.
La derrota política y moral del nacionalismo ordenador, antidemocrático, represivo, moralmente conservador, de personajes iluminados por un destino- todo eso es Gavazzo - es lo más importante logrado y a desarrollar. Argumentar y persuadir sobre estos logros nos mejora. La reescritura del pasado es la conversación decisiva y tiene mucho para hacer (2)
De cómo maduremos todo esto, superando las primeras reacciones legítimas, primitivas, punitivas, de corto alcance, demasiado apoyadas en demandas de justicia para los derrotados de entonces y en la rechazable metodología represiva de los triunfantes, dependerá el devenir.
En la sociedad, ¿está derrotada decisivamente la moral conservadora, ordenadora, controladora, represiva, inequitativa, que demanda protección para sus privilegios? ¿Está descartado que otra vez más sea reivindicada mayoritariamente como aceptable o necesaria la acción de una persona como Gavazzo?
No.
Según el autor del libro, su encarcelamiento es obra de la venganza de aquellos “neutralizados”, de la traición de camaradas suyos y del cambio del partido de gobierno. En la calle Domingo Arena, encerrado junto a camaradas, unos cercanos y otros lejanos, él hace su juego sin paz.

Enero, 2013
(*) Editor de Librevista
Notas

(1) "...yo no hablo nunca del aspecto negativo de mi vida, en primer lugar porque no quiero ser compadecido. Fui un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado no por obligación sino por lo que han querido conscientemente" Antonio Gramsci

(2) invito a investigar la conducta- durante la dictadura cívico-militar- de medios de prensa y comunicación, de las cámaras empresariales, de asociaciones civiles, instituciones educativas civiles y militares, actividad social y política desde las instituciones armadas hacia la ciudadanía, de actitudes civiles en la vida cotidiana y más


LIBREVISTA - postaporteñ@ 993 - 2013-07-17

17 jul 2013

TESTIMONIO IV: LOS UNOS Y LOS OTROS

ANOCHE VI A UN TRAIDOR




Esteban Valenti





Periodista, escritor, coordinador de Bitácora, director de Agencia de Noticias Uypress



12.07.2013



Anoche vi durante dos horas y 20 minutos la entrevista de Gabriel Pereyra a Amodio Pérez. Antes había leído el mamotreto de 12 páginas en El Observador. No soy un masoquista, me sentía obligado, por razones políticas y profesionales, como periodista y como político. Y por curiosidad.



No le iba a dar mayor importancia, aunque ya en dos programas de radio en los que participo semanalmente tuve que opinar, pero además viendo al traidor en todo su “esplendor” me surge del alma, del estomago y de la cabeza la necesidad de opinar.



Yo no soy ni pretendo ser objetivo en este análisis. Estoy involucrado, tuve duros enfrentamientos ideológicos y políticos con el MLN en esos años y después, y el periodo al que se refiere Amodio Pérez tiene que ver con un momento muy particular, muy tenso, muy importante de mi vida. Aclaro.



Tengo una ventaja, sobre alguno de esos temas tengo información y formación. A pocas palabras...



Amodio Pérez fue un gran traidor, lo confiesa en varias oportunidades en la entrevista, y sigue siendo un traidor manipulador en la actualidad. Es un traidor contumaz y reiterado.



Reconoce que entregó a Julio Marenales y reconoce que le dieron un salvoconducto a el y su compañera, otra importante dirigente del MLN para salir del país, mientras cientos y miles de sus compañeros y otros luchadores populares eran torturados, encarcelados, desparecidos y mantenidos durante muchos años en prisión.



Toda una parte de su entrevista es para intentar sembrar dudas sobre las dimensiones de su traición, y para demostrar que él no fue el causante de la derrota del MLN.

Sobre esto no tengo la menor duda, la derrota del MLN fue el resultado de sus graves errores políticos, militares tanto en el plano táctico como estratégico.



La traición de Amodio Pérez no se mide en la cantidad de nombres y locales que entregó a los militares, ni en la entrega de la cárcel del pueblo, que algunos ya reconocieron que fue un operativo utilizado para meter a Pérez hasta el cuello en la traición y hacerlo cambiar de bando.

Y eso es lo que hizo, un jefe del MLN de primer nivel, con cargos, con una mística y una imagen en toda la organización y ante la sociedad en su conjunto se pasó de bando. Esa fue su gran traición.



Ni lo torturaron, ni le tocaron un pelo y se pasó al bando enemigo, los ayudó en todo lo que pudo, y sobre todo los ayudó a transmitir la imagen del desbande, del desastre total y lo hizo públicamente. Y los militares lo utilizaron muy bien, y él, que era y es un tipo inteligente y minucioso, como el se define, lo sabía perfectamente y a su compañera que también era una dirigente. Y convenció a otros a traicionar y lo confiesa impúdicamente.



El periodista que en ciertos aspectos abunda en detalles y preguntas pasa por algo cosas fundamentales. Es posible que sea por pertenecer a otra generación.

Pero nos quedamos con las ganas – ante las reiteradas muestras de “modestia” de parte de Amodio hubiéramos querido saber en cuales operaciones había participado, con que responsabilidades y qué cargo había ocupado en el MLN –

Ese capítulo es todo un gran y evidente entrevero. Un entrevero organizado.



Amodio fue uno de los principales jefes del MLN, y sus discrepancias, su oposición a ciertos planes, no cambian absolutamente nada, simplemente son un intento un poco tardío de darle cobertura política a su traición.



Amodio además colaboró durante un largo año, desde que se dio vuelta hasta octubre de 1973 en armar todo el organigrama del MLN en las diferentes etapas, en hacer inteligencia fina, profunda sobre características y definiciones internas de la organización. Cuando no les sirvió más para nada, le dieron dos pasaportes y lo dejaron en la frontera.



Ahora aparece 40 años después. Inocentemente.



El primer síntoma de que Amodio Pérez miente es cuando mueve la boca.



Aunque en algún momento cuente detalles que pueden ser ciertos, es el conjunto, es el relato que trata de construir el que es una gran mentira, una nueva traición.



El relato de las libras esterlinas de oro olvidadas primero en el asiento de un auto y luego guardadas bajo un murito en un gallinero, son una tomadura de pelo mayor. Nos trata a todos de estúpidos. Los militares de la dictadura se movían por dos grandes intereses: información-inteligencia y plata-botín. Amodio debe haber traficado con ambas cosas.

No tengo pruebas, tengo sentido común.



Amodio habla en la mayoría de los casos de personas muertas que no tienen posibilidad de defenderse. Los otros son parte de la contienda, pero hay un tercer grupo, que podría corroborar o negar sus palabras: los militares de la dictadura.



El primero es el mayor retirado Armando Méndez, en ese entonces un joven y muy prometedor oficial con tareas muy por encima de su cargo.

Ese no va a tener ningún interés en hablar. Los otros que saben, son muchos de los jefazos de la dictadura, los que están presos.



¿Alguien cree que Gregorio Álvarez, no sabe el nombre falso que les dieron a Amodio Pérez y a su compañera en sus documentos, en su pasaporte para viajar a España y radicarse?

Si tiene la memoria frágil, lo averigua con una llamada telefónica....y sabe o puede averiguar otros detallecitos. Así que Amodio Pérez le da a este grupo de dictadores un enorme sartén por el mango. Que desinteresado, que ingenuo...



Luego de la catarata de palabras y versos surgen muchas preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué ahora?



Voy a tratar de ser lo menos conspirativo posible, pero hay cosas inevitables. Veamos algunos detalles.

Si se observa cuidadosamente la entrevista podrá apreciarse en una parte que el periodista sabe que Amodio va a hablar de los militares que sugirieron atacar a los cuatro soldados en la puerta de la casa del general Gravina.



Pero eso no es lo grave, lo grave es que ante tamaña barbaridad casi no repregunta, no pide un mínimo de datos. ¿Quién le dio a Amodio esa información?



¿O le vino el prurito de mantener esos temas en secreto?



O ¿hace streep tease pero se deja el sombrero y el periodista lo acepta?



Es un infundio total, todos los que conocemos algo de esa época sabemos que esos militares, no eran pro tupamaros, y se los acusa nada menos de orientar al MLN a matar a sus camaradas de armas. Es una mentira colosal, la peor de todas, un mandado de un traidor que sigue traicionando, ahora en el año 2013. Tiene una vocación irrefrenable de delator y traidor.



Amodio Pérez sigue siendo un engranaje miserable de la vieja máquina de la dictadura y sus resabios. Eso es lo que se desprende de todo el reportaje y de toda la operación. Y esto recién comienza.



Algo quisieron hacer con este tránsfuga en las elecciones del 2009 ¿se acuerdan? Ahora lo están preparando mejor. Si le abrimos a este traidor una rendija, va a supurar veneno durante todo el tiempo que pueda.



Política, traición y guerrilla.



Todo el relato de Amodio es un monumento a la falta de un mínimo sentido de la política, de la historia, de la realidad uruguaya.



A veces es un miserable pretexto.

Cuando habla del “Plan Hipólito”, es decir de los atentados del 14 de abril, el los mira desde la enana perspectiva de su visión, no habla del pueblo uruguayo, de sus trabajadores luchando, del Frente Amplio surgido de las elecciones, de la correlación de fuerza, nada de nada.



El habla de su confrontación con Sendic y Fernández Huidobro y otros sobre el plan Hipólito y el Tatú”, de un mundo cerrado y separado de cualquier otra realidad. Y todo el relato es eso y nada más que eso.



El MLN fue derrotado y contribuyó de manera importante a la derrota de todo el movimiento popular por parte de las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas de la sociedad uruguaya por sus errores políticos y militares, pero sobre todo políticos y porque vivía en una realidad creada e inventada por ellos mismos. Así de duro.



El relato de que a la hora de los hornos, del horno grande de la dictadura, tanto si se considera que comenzó el 9 de febrero, en Boizo Lanza o el 27 de junio del 73, el MLN ya no existía ni política ni militarmente.

No hay nadie que pueda negarlo con un mínimo de decencia. No existía, ni como guerrilla, ni como organización político-social.

Yo militaba en la universidad, un lugar clave para saberlo y percibirlo.



El relato de que la dictadura fue un enfrentamiento prolongado entre el demonio de la guerrilla y el demonio de los dictadores es una falsedad del tamaño del estadio Centenario lleno.



Ese relato se dejó crecer y se alimentó por tres vertientes diferentes, por los que nunca hicieron autocrítica en serio, simplemente rodaron y dejaron que esa historia rodara; por la derecha democrática que necesitaba ese relato para justificar muchas, demasiadas cosas y lavar sus culpas y sus complicidades, que las tuvieron, y la tercera la de los dictadores para justificar sus horrores.



Y una cuarta vertiente, fue la de muchos que nos callamos o nos hicimos los distraídos y dejamos rodar la pastilla.



La catarata de libros, relatos, artículos y cuentos que hemos recibido y tragado en estos años no son responsabilidad de sus autores, sino muchas veces de nuestros silencios. Cada uno cuenta la historia como le conviene.

Y eso sucedió. Y a llorar al cuartito, pero como dice Benedetto Crocce, toda buena historia es actual. Y comienza a emerger la verdadera historia, no como pretende Amodio, otra versión, sino un relato real de lo que sucedió, con diferencias, matices, equilibrios y hechos.

La historia se basa en hechos, documentos, y lamentablemente en declaraciones de traidores. Lo que hay que saber es leer. Hay gente capaz y seria para seguir trabajando.



Tres consideraciones finales:



Primero, está muy bien que alguien haya hecho la labor periodística de entrevistar al traidor. Los uruguayos estamos grandecitos para que alguien nos censure y nos diga lo que podemos y lo que no debemos leer para no envenenar nuestras cándidas mentes.

Como es obvio, luego el autor queda sometido a la crítica y el análisis de rigor.



Segundo: Desde el fondo del alma: qué grande es la izquierda uruguaya que a todos nos ha dado una identidad nueva, renovada, verdaderamente democrática, unitaria, plural, discutidora, buscadora de la verdad, exigente en el debate.



Grande el Frente Amplio, con los que nos equivocamos, los que cometimos errores, los que tuvimos debilidades democráticas muy grandes, los que hicimos autocrítica explícita y hasta el hueso y los que eligieron otro camino.

Grande el FA por integrar nuestros pasados tan diversos, nuestra historia tan diferente y muchas veces enfrentada y darle una fuerza política unitaria y transformadora.

Grande no con la izquierda, sino con el país, porque eso ayudó a toda la sociedad uruguaya en su conjunto a los cambios y a la democracia.



Y grande por tratar y seguir tratando a los traidores como tales.



Tercero. Honor a los miles de uruguayas y uruguayos que sufrieron la tortura, la muerte, la cárcel y para todos aquellos que siguieron siendo luchadores dignos y altivos a pesar de afrontar las formas más crueles del dolor. Para los que no traicionaron.





uy-press - postaporteñ@ 992 - 2013-07-16





Comentarios al artículo de Esteban Valenti





14 de julio de 2013-

elmuertoquehabla.blogspot



Aunque también sufrió las consecuencias de la traición del lamentable Jorge “Charleta” Guldenzoph, Esteban Valenti no fue una de las víctimas directas de Héctor Amodio Pérez, Por eso mismo, los dichos de Esteban Valenti sobre el traidor cobran mayor valor, superan distancias, entienden que fuera quien fuere la organización traicionada, el agraviado es el movimiento popular.



Los tupamaros comenzamos con los análisis autocríticos en 1973, unos en el Penal de Libertad (la “Carta de los Presos”) y otros en Chile, Simposio de Viña del Mar.



De los compañeros en el exilio, recuerdo el trabajo del grupo “Rumbos”, el de Modernell (“Sacuza”). El de Jorge Torres se titula sugestivamente “Con la derrota” y “La Revolución Necesaria” el de Andrés Cultelli. Apenas salido de las cárceles. Fernández Huidobro también escribió un relato de las principales anécdotas de los primeros años del MLN (T).



A la III Convención Nacional, realizada en 1985, la primera en la legalidad, se presentaron cerca de 80 análisis críticos sobre la derrota del movimiento guerrillero en el contexto de la historia protagonizada por el pueblo uruguayos desde 1950 en adelante.



A estos numerosos análisis se les deben agregar cientos de entrevistas a diferentes integrantes del MLN(T), una buena parte de ellas compiladas en los libros de Clara Aldrighi, Leonardo Haberkorn y en el recientemente presentado “Rehenas”. Existen obras de literatura de Butazzoni y de Liscano que entrañan profundas críticas al pasado guerrillero.



Una lectura muy superficial todos estos trabajos sirve para comprobar tres cosas:



1) Nadie, absolutamente nadie, responsabiliza a la traición la derrota del Movimiento; todos tendemos a bucear en las concepciones y errores políticos antes de acordarnos del episodio Amodio Pérez



2) todos, absolutamente todos, echan una mirada crítica a las relaciones del movimiento guerrillero con el movimiento popular y a las formas organizativas que contribuyeron a la derrota (aparatismo, sancionismo, militarismo, etc.).

Demuestran claramente que los integrantes del movimiento guerrillero no “vivía en una realidad creada e inventada por ellos mismos”.



3) Casi todas estas autoras y estos autores que pertenecieron a la guerrilla, mantienen su visión crítica sobre la democracia liberal, más preocupada por los aspectos formales que por la participación popular, especialmente en lo medular de una vida democrática: la distribución de la riqueza y del ingreso nacional.

Si los ricos son cada vez más ricos y los pobres un poco menos pobres, la brecha social se ahonda por muy progresistas que sean los gobiernos.



Digo “casi todas y casi todos” intencionadamente, muchos tupamaros han hecho como Esteban, dejaron de pretender revolucionar la democracia burguesa y están del otro lado del mostrador... estoy convencido que hay una masa de comunistas y tupamaros que no estamos dispuestos a hacer esa autocrítica.





Un abrazo respetuoso





Jorge Zabalza





posta - postaporteñ@ 992 - 2013-07-16





Contrapunto Entre Un Roto Y Un Descosido





El Sr. Esteban Valenti, es un “renegado” (“los renegados son los peores” acostumbraba a decir su antiguo protector y mentor, Rodney Arismendi, pero era una de sus tiradas anti-trotskistas, que eran obligatorias para todo Secretario General de aquellos tiempos).



Valenti en cambio, protagonizó un gambito original, que solo fue posible después de la implosión de la URSS, renegó para la derecha, se pasó al campo burgués, como tantos antiguos miembros de la “nomenklatura” soviética.

No cazó en el ramo del gas, ni del petróleo, ni de los bosques u otros productos primarios de exportación como hicieron sus antiguos congéneres del “partido guía”.



Valenti agarró para el empresariado nacional, en el ramo de la publicidad que había aprendió entre los camaradas italianos durante las campañas electorales de la península itálica.



Y acá hizo carrera de director de campañas electorales frentistas al lado del Sr. Astori. Actualmente es uno de sus “operadores mediáticos”.



Del período “comunista” le quedó la vieja fobia sectaria (típicamente estalinista) contra el viejo MLN-Tupamaros (y toda otra izquierda rival, particularmente si tenían prédica en los círculos obreros sindicalizados).



Nos llamaba “los iluminados” para que la militancia tenga memoria de las barbaridades ideológicas que se comenten en un país subdesarrollado y dependiente como Uruguay, en nombre de la denominada “lucha ideológica”, buscando la primacía de la formación propia aún a riesgo de sacrificar todo (1).



O, dicho de otra manera, la actitud “comunista” que reivindicaba Marx en su célebre Manifiesto, no tiene puntos de contacto alguno, con la práctica “comunista” que introdujo el difunto Stalin, cuando agarró la manija en la Unión Soviética y terminó metiendo ante el paredón (después de obligarlos a envilecerse mediante torturas infames) a todo el viejo Comité Central Bolchevique, los compañeros de Lenin, que hicieron la Primera Revolución Obrera Victoriosa, después de la Comuna de Paris.

En la cama, de todos ellos, murieron Lenin y Stalin, los otros fueron todos ajusticiados vilmente.



Después y a lo largo de muchos años, los comunistas en América Latina, eran defensores rabiosos, violentos y patoteriles de toda invasión soviética, de toda condena a honestos comunistas críticos, que defendían a rabiar, y por tanto de todos los crímenes que se realizaron en “los campos” del Círculo Polar Ártico, en la lejana Siberia.



La crítica al “socialismo real”, la realizada por obreros e intelectuales comunistas, y que es muy superior a las críticas de los intelectuales burgueses a sueldo del Imperialismo, los encontró siempre al lado de la burocracia soviética contra esos heroicos camaradas comunistas, y se festejaban sus muertes y deportaciones.

Todos ellos eran “perros” y “traidores” y estaba bien torturarlos, detenerlos, enviarlos a trabajos forzados y asesinarlos.



Sus obras estaban prohibidas leerlas en los partidos comunistas occidentales y muchos pagaron con la expulsión lo que se entendían eran “desviaciones”.



Valenti fue educado en todo esto: el marxismo adulterado de los manuales soviéticos, las prácticas sectarias y el oportunismo de adaptarse “a los virajes”.



Para el movimiento popular es un irrecuperable, un lastre, un elemento que aporta solo negativamente.



Su último “aporte” con pretensiones teóricas, fue una crítica al folleto de Lenin, “El Estado y la Revolución” donde creyó encontrar los gérmenes de las desviaciones estalinistas.

Es decir nuestro novel pensador no se elevó más allá de la crítica mal intencionada de los Conquest, los Thompson, y tantos otros panegiristas burgueses y a sueldo, desfachatadamente, de los peores círculos imperialistas (2)



Ahora tomó la pluma para comunicarnos “Que ayer vi a un traidor”. Se refería al Sr. Amodio Pérez, cuestión que este acepta plenamente (sin haber pasado por la Lubianka) y por eso habría que señalarle: “Chocolate por la noticia!!!”.



El tema Don Valenti, no es el “traidor” Amodio, SINO LOS OTROS TRAIDORES QUE ESTÁN EN SILENCIO PROLONGADO Y SE ESCUDAN DETRÁS DE AMODIO.

Por si no se desayunó.



Que Amodio traicionó lo conoce el movimiento popular uruguayo y particularmente los tupamaros hace sus buenos, casi 40 años. Fíjese Ud.!!!!



Lo que está “tapadito”, pero empieza a salir a luz, cada vez con más fuerza, es que Amodio no fue el único traidor (ni él ni la troika que tradicionalmente se asocia con su nombre o sea: la “flaca” Mercedes y el “Tino” Piriz Bude).

Y ahí Don Valenti, justamente ahí, es que comienzan los problemas para muchos.



Digamos también –antes de pasar a lo otro, lo central- que no ignoramos porqué “el operador Valenti” sale ahora, comedidamente, a la palestra. Lo hace porque en el Frente, hay quienes especulan con “los trasiegos electorales” y se apresuran a que los factibles disidentes se vayan de sus tiendas actuales, desencantados y vayan a engrosar otros caudales electorales, que los posibles receptores necesitan urgentemente para afirmarse al seno de la “interna” frenteamplista.



O sea un vasto juego especulativo, altamente especulativo, que no es nuestro tema.

Son derivaciones de los conciliábulos entre cuatro paredes, donde todos se anotan para parecer “originales” y sacar conclusiones, actitudes, posiciones que ayuden a la causa propia.



Al Roto de Valenti, le sale en contrapunto El Descosido de Jorge Zabalza. Empecemos por sus elogios a Valenti: ..”los dichos de Esteban Valenti sobre el traidor cobran mayor valor, superan distancias, entienden que fuera quien fuese la Organización traicionada, el agravio ( ¿? meramente agravio ¿y los muertos?) es al movimiento popular”.



Nos alegramos que Zabalza se sienta hermanado con Esteban Valenti, “que superen distancias” y hasta “entiendan” cualesquiera que sean las acepciones que el término “entiendan” tenga.



Pero Zabalza nos quiere señalar que solo la traición de Amodio es un “agravio al movimiento popular”, que lo es, sin duda alguna.

Solo que deja de lado otros “agravios” hechos tanto al movimiento popular como específicamente a la militancia tupamara, que para nosotros, es lo que cuenta.



Al fin y cabo, con las traiciones, los que dejaron el cuero en la estacada fueron los militantes y compañeros tupamaros.

Con las traiciones del “aparato” de la Orga, de los jefes, a ver si nos entendemos, porque los otros aparatos de otros partidos también dejaron el tendal de sus propios militantes muertos, pero eso es harina de otro costal.

Y conviene no entreverar las cosas.



Cada cual, dentro de filas, debe hacer sus propias investigaciones y velar por los sacrificados inútilmente.

Evaluar los errores propios, los de los jefes, los de los que sacrificaron militantes, la responsabilidad de las diferentes traiciones y sus niveles.



Lo tendrá que hacer el antiguo Partido Comunista, lo tendrá que hacer el GAU, lo tendrá que hacer el PVP, para mencionar solo algunos de los partidos y organizaciones reprimidas, pero vamos a no generalizar demasiado la cosa con “los agravios al movimiento popular” porque es una forma de salirse por peteneras, sacar la pelota al óbol, y restarles fuerzas a la seriedad y rigurosidad del análisis propio.



Después de esa desafortunada introducción, Zabalza entra en materia, citando libros de crítica de la militancia propia: desde el malogrado recientemente “Urraca” Modernell y su opúsculo crítico, a los también compañeros Cultelli, y el “gordo” Jorge Torres, que produjeron obritas un poco mayores.

Se pasea incluso, brevemente, por el Simposio de Viña del Mar.



Todo “filo”, vamos a decir las cosas como son, porque a eso antes no se le dio la más mínima bolilla.



Todo aporte crítico se vio siempre con recelo. Y el mismo se extendía de “la obra” al autor.

La militancia tiene que guardar “la subalternidad debida” a la egolatría de los jefes, deben ser entes, no militantes consientes.



No tenemos mayores antecedentes sobre lo que pasó con Modernell y con Torres, pero en cambio tenemos información de primera fuente con lo que pasó con la “autocritica” de Cultelli.

Cultelli hizo varias copias de su manuscrito original, la repartió entre compañeros que creyó sus albaceas testamentarios y capaces de publicar su obra. Uno de ellos fue Julio Marenales. Ni Marenales desde “su” MLN, ni el “fondo Raúl Sendic” estaban dispuestos a tomar cartas en el asunto y publicar la obra.



Así ha tratado siempre “el aparato” y “los jefes” a sus militantes!!!!



Si no andaban de “negritos” o “fogoneros” “FLIT” con ellos.



Al final, un grupo de compañeros, sin apoyo material oficial, tomó en sus manos el asunto, recogió el manuscrito, lo armó finalmente (constataron que un reportaje final que Cultelli había incluido y pensaba publicar, fue secuestrado) y, dos de los compañeros viajaron a Bs. As. dónde la solidaridad militante argentina se encargó de publicarlo sin cobrar un peso.

Como uno de esos compañeros se llama S.A., Zabalza sabe bien a quién nos referimos y sabrá también que el testimonio es veraz.



Luego de su introducción Zabalza entra en materia para afirmar lo siguiente que culminará en tres numerales:

“A la III Convención Nacional, realizada en 1985, la primera en la legalidad, se presentaron cerca de 80 análisis críticos sobre la derrota”.



No tenemos motivos válidos para suponer que la afirmación de Zabalza no sea cierta, pero digamos también que esos “80 análisis críticos sobre la derrota” no los conoce ni la militancia ni el movimiento popular, si siquiera el público en general.



Y el tema no es ninguna casualidad, que ni a mimeógrafo se han publicado, que no están registrados en archivo web alguno, y no tenemos noticia de que esté depositado en fondo documental ídem, como sucede con otras organizaciones latinoamericanas (el MIR chileno, el PRT argentino).



El “aparato” y los jefes, los “históricos” se han encargado de que no tengan publicidad, que no los conozca nadie, que no sirvan de antecedente.

Saben todos ellos muy bien porqué y Zabalza también lo sabe (3)



Venimos sosteniendo desde hace varios años –esta no es ocurrencia de último momento, ni cosa que se le parezca- que además de los “80 análisis críticos sobre la derrota” los jefes tuvieron tantos o más (me animaría a decir cientos de testimonios directos, en conversación personal y privada, buscada por ellos) también de información crítica sobre los motivos de la derrota y sobre ciertas traiciones que no se circunscriben a Amodio y al resto de la “troika”, PERO DECIDIERON “TAPAR TODO”.

Y todo sigue tapado, desde 1985 hasta el 2013 presente.



Pero además todas las críticas jamás se reflejaron en la política que se practicó, lo cual quiere decir solamente una cosa: los “jefes”, el “aparato” se pasaron todo por el quinto forro (como decíamos antes).



El “aparato” y “los jefes” funcionaron siempre como un gran recolector de información de las bases que ellos decidían utilizar a discreción.

La base aportaba, la cúpula digería a lo Pantagruel sin que la información volviera a la base.



Así fueron cimentando la pre-eminencia, su(s) ventaja(s). Del trabajo de los demás. Unos trabajaban “de trueno” y otros embolsaban “la llovida”.



La usura intelectual, una variable de la política del rentista pequeño burgués, muy típica del Uruguay del “medio pelo”.



El “aparato” y “los jefes” sancionaban o cancelaba sanciones que habían establecido las bases también a discreción.



Es el caso de las “sanciones” que tenía la “tronca” Topolansky, que no le impedían militar, pero tenía prohibido tener responsabilidades y cargos en la estructura, hasta que un “jefe”, su marido, tomó cartas en el asunto: le levantó las sanciones sin dar cuenta a nadie y hasta la incluyó en las listas parlamentarias.



Así está, esta señora, ahora, en el Senado.

Lo mismo sucedió con la mujer ( Susanita) de un actual ministro que ahora es diputada parlamentaria y anda con la “barra brava” de Peñarol a cuestas sin tener méritos de militancia alguna



El “aparato” y “los jefes” decidieron que había que sostener diálogos con las logias de la inteligencia militar y mantuvieron diálogos (y ¿quién sabe qué más?) con los mismos.

A uno de esos diálogos concurrió el Sr. Zabalza (y pudrió todo) como lo confiesa en el libro “Cero a la Izquierda”.



¿Sabían las bases que hacían Marenales, EFH, Mujica, el Tambero allí o, fueron a esas reuniones sin permiso y sin anuencia, con “agenda libre” para negociar cualquier cosa?(4)



Y como cada libertad del “aparato” y “los jefes” lleva posteriormente a que “cada jefe” hace lo que “se le canta” después siguió el “referente” Mujica haciendo sus “contactos particulares” desde el Ministerio de Ganadería, con los círculos del capital agrario, estableciendo sus contactos con la Asociación y la Federación Rural, sin permiso y sin anuencia, hasta lograr los firmes apoyos que le permitieran levantarse como un candidato presidencial a la “interna”



. De esos cabildeos en los que participó también Agazzi (fue cómplice), surgieron situaciones bien bizarras, como el reproducir Agazzi, el verso que le vendían los grupos de presión agrario, de que sus campos “de basalto” no les producían ni 1.000 dólares de renta anual, episodio que ha narrado también otro “compañero” bastante especializado en los temas y que responde a las iniciales de W.Y., cuestión, como la anterior, que Zabalza puede identificar y que, por lo tanto, es garantía de veracidad.



En Uruguay, como siempre, somos pocos y nos conocemos todos.



Zabalza, que después del 85, llegó al vértice de la pirámide (hasta que lo bajaron del cielo a escobazos), convirtiéndolo en un paria y en un leproso político, sabe perfectamente todas estas cuestiones y las que no sabe directamente se las barrunta.

No es tonto, en cambio, es avieso y cuando cuadra, maniobrero.



Pero Zabalza fue formado (y deformado) en la mentalidad del “aparato”.

Es “aparatista” en todo, o sea quiere hacer lo mismo que el “aparato” viene practicando desde siempre: el poder discrecional, el reino del subjetivismo propio, que es también la arbitrariedad elevada a la quinta potencia.



Que nadie los controle, que todos se sometan a sus caprichos, que no haya organismos a los que se deban, informes que se deban dar, cortapisas, limitaciones: en suma la libertad particular para mí y la esclavitud formal para el resto.

La Organización soy YO, como aquel que decía (en francés monárquico) L'ÉTAT, C'EST MOI.



¿ Ha reflexionado Zabalza que todo eso es una quimera, una aspiración casi demencial, impos ible en una sociedad civil como la nuestra, un retroceso a las formas caudillescas, cuando la Banda Oriental era una pampa, escasamente poblada, con la inmensa mayoría de la gente analfabeta, sin sociedad civil digna de su nombre, sin organismos representativos de la voluntad popular, sin opinión pública electora, sin prensa, sin burocracia elemental capaz de registrar acuerdos, levantar un acta, archivar los hechos de gobierno realizados, con la discriminación generalizada de la mitad (o sea las mujeres)?



¿O el ideal es, la sociedad del “socialismo real” (el otro era el “utópico”) donde el líder gobierna hasta que se muere, todos le juran “lealtad”, él es el “gran timonel”, el que dice la última palabra, y al final consumen a la sociedad toda, arruinan la producción, hacen crecer una burocracia que fagocita la vida social.

Lo que fue el socialismo modelo estalinista que la gente celebró que reventara y se fueran todos, de una buena vez, al diablo?



¿Comprende ahora Zabalza, las implicaciones que tienen los combates contra “el aparato” y la dictadura discrecional “de los jefes”?



Vayamos ahora, al resumen en tres puntos, de los que tomaremos meramente dos y, reducidos a sus aspectos fundamentales.



Dice Zabalza en el primero: “Nadie, absolutamente nadie, responsabilizó a la traición la derrota del Movimiento, todos tendimos a bucear en las concepciones y errores políticos antes de acordarnos del episodio Amodio Pérez”.



Habrán tendido mucho a bucear, quizás, pero como la derrota se produjo después que había ascendido en marzo (el 16 de marzo de 1972) una nueva dirección que componían Marenales, EFH y Rosencof, habría que haber comenzado por separar a esos “compañeros” de cualquier posibilidad de ocupar una dirección, manipular los archivos de los “80 análisis críticos sobre la derrota”, y someterl os a un tribunal de evaluación de respons abilidades.



Si eso se hubiera hechos nos habríamos ahorrado muchos años de majaderías continuadas del Sr. EFH y del Sr. Marenales.



De todas sus mentiras grandes y chiquitas, de todas sus chicanas y de todo el mal que hicieron los tres. Pero no se hizo.



Así que bucearon, demasiado y al final terminaron como siempre tomando resoluciones equivocadas basadas en criterios erróneos, para “reproducir” todos los males que antes nos habían llevado a la derrota.



En el parágrafo dos, de sus tres conclusiones, Zabalza estampa: …”Demuestran claramente que los integrantes del movimiento guerrillero no vivían en una realidad creada e inventada por ellos mismos”.



Señalemos a Zabalza que no se trata, para nada, de “los integrantes del movimiento guerrillero” o sea la mayoría, que eran las bases.

Se trata del “aparato” y se trata de “los jefes”.



Esos sí vivían totalmente disociados de la realidad, en una burbuja de “mariscaleo” donde seguían con los viejos mitos del “aparato mínimo”, y hab&i acute;an llegado a la brillante conclusión de “la indestructibilidad del aparato” que se dijo (hasta por Sendic) antes del 14 de Abril, y que fue el fundamento para que Candan Grajales pensara que la Operación Hipólito “se asimilaba”



Los que salían recién de la prisión estaban atiborrados de “informes” que daban una visión parcial de la realidad, y los que estaban en la dirección como Rosencof, callaban lo que no les convenía porque estaban en el jueguito de mantenerse en el poder, lo cual consiguieron, pero implicaba callarse la boca y jugarla “de seguidor y por fiel”, ya que apoyo de las bases no tuvo nunca.



La realidad fue que “no se asimiló nada”, y nos pasaron a dar un surtido completo, “pa' tabaco, hojilla y fósforos” como decíamos antes.



Nos bailaron un malambo arriba del lomo, o como decía Marenales hace unos años (en Suecia) y haciéndose el inocente: “Fuimos a meter la cabeza en la cueva del tigre, y el tigre nos comió la cabeza”.



”La cabeza”, o sea a todos ellos, que eran & ldquo;los jefes”, ”los dueños del aparato”

A las “bases” y a los muertos no los mencionaba



Hasta aquí, la “primera pata” de la cueca, vayamos ahora a “la segunda”.



El Plan Tatú,es la segunda “pata” de la cueca.

Se planifico mal, sin evaluaciones críticas, justamente lo que no hace un oficial de estado mayor, que presenta a su superior (que era Sendic), las variables en juego para que éste las analice y tome las resoluciones o disposiciones más racionales posibles.

A su vez, después, esas posibles variaciones se transmiten a los otros mandos involucrados de acuerdo a sus escalas de rango y necesidad de conocimiento.



Un oficial de estado mayor y sus colaboradores más inmediatos, tiene que conocer cabalmente el terreno (aspecto geográfico), saber los elementos militares (potencia de fuego y munición que dispone) conocer el grado del entrenamiento del personal subalterno, prever los problemas de adaptación de hombres urbanos a un medio rural como el nacional y sus humedades y lluvias que arruinan la salud, conocer que disponibilidad se tiene de comunicación eficiente y efectiva, también de vías al ternativas en el caso de que éstas fallen, conocer el grado de entrenamiento de los oficiales subalternos y su capacidad para tomar iniciativa y resolver sobre el terreno los diferentes problemas que se puedan plantear, inclusive el equipamiento con que se cuenta, la logística médica, un sinfín de problemas que todos deben analizarse antes de entrar en acción.



Si se constata que no hay condiciones, se modifica el plan original y su buscan soluciones alternativas.



Zabalza que tiene pretensiones de teórico militar, que fue entrenado en Cuba, que era uno de los oficiales del Estado Mayor del Interior, debería conocer el ABC que no puede ignorar un oficial de estado mayor.



Pero en la ORGA, hablábamos de Columnas, Jefaturas, Estados Mayores al bardo.

Se usaba terminología de la cual, en realidad, se ignoraba todo, particularmente el fundamento.



Todo era “jarabe de pico”, y el reino de los atrevidos y los audaces.



En lo del Plan Tatú, estuvo además, la pretensión, el intento, de abrirse un lugarcito abajo del sol, encontrar el caminito “para arriba”.

Bien caro que le costó a la milit ancia toda esa falta de profesionalidad y a Zabalza casi le cuesta la vida.



Esperemos, que estas notas, le sirvan para una reflexión que hace tiempo viene eludiendo.

Que abandone el “vedetismo” del cual es prisionero.



Que se deje de falsos orgullos y tome la necesaria dosis de modestia, que antes era el emblema de todo verdadero tupamaro. Por respeto a todos los compañeros que cayeron.



Y, aunque no lo crea, con mucha fraternidad



notas



(1) Además de eso, que al fin y al cabo es venial, meramente sectario, utilizaba los “grupos de choque” para atacar los que en las asambleas identificaban en posiciones tupamaras, lo cual es mucho más grave y hubo con enfrentar con hechos defensivos de similar violencia e intensidad.



(2) Que casi todos los teóricos “comunistas estalinistas” formados en el aparato de Arismendi son una verdadera calamidad teórica, lo demuestran constantemente cada vez que toman la pluma: es un marxismo ramplón, con pretensiones, repetitivo y adocenado. Desde Lorier a Caetano, no tienen un solo marxista digno de las mejores tradiciones leninistas



(3) El motivo es bien sencillo, si las bases se comunicaban horizontalmente, si los discrepantes y críticos hacían frente común, los “aparatistas” y “jefes” tenían corta vida política.



(4) Esta es la base de los “chalaneos” con la cúpula militar. De la política de “perdonar a los pobres viejos presos” y de los olvidos de los familiares de los presos, inclusive de las políticas estatales de reclamar “sanciones” de la juez Motta. Todo eso se preparo y aceitó antes y, con Mujica se puso activamente en funcionamiento, bastó mandarle un casette, para que le temblara la chiquizuela y se arrugara en el chicote, este fanfarrón que padece “el síndrome de Estocolmo”, al igual que el Sr. EFH





c.e.r.

- postaporteñ@ 992 - 2013-07-16





Mire, déjese de joder





Zabalza sobre Amodio:

“Lo cazaría del cogote”

Los ex guerrileros prefieren callarse frente

a la versión histórica de Amodio Pérez





Gonzalo Charquero y Leonardo Pereyra- 12.07.2013-El Observador



Risas sardónicas, cortes abruptos de teléfono, simple silencio. Los dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros) no quieren ni oír hablar de Héctor Amodio Pérez, el ex guerrillero que rompió el silencio después de cuarenta años para dar su versión de los hechos que conmovieron al país en las décadas de los 60 y 70.



“Déjese de joder”, terminó diciéndole Jorge Zabalza al periodista que lo llamó para preguntarle su opinión sobre los dichos de Amodio. Y le cort ó sin más. Antes, admitió que si se encontrara cara a cara con su ex compañero lo agarraría “del cogote”.

Mauricio Rosencof prefirió burlarse.

“Estoy todavía prendido al partido de Uruguay y disfrutándolo (se ríe).

Hay historias sobre las que cae el telón y hay otras que se las lleva el agua de la cisterna”, dijo el ex guerrillero.



Por su lado,Marcelo Estefanell manifestó que Amodio Pérez sigue teniendo todos los tics de un hombre que actúa en la ilegalidad



En la entrevista que publicó r El Observador, Amodio dijo, entre otras cosas, que el fracaso de la revolución tupamara NO FUE CULPA DE SU DELACIÓN, SINO DE LOS ERRORES ESTRATÉGICOS DE LA CÚPULA DEL MLN.

“Los líderes indiscutidos nos llevaron al matadero”, declaró en Madrid, donde se encuentra residiendo desde hace años.



Desde que Amodio comenzó a dar su versión de los hechos, sus ex compañeros lo trataron como a un apestado o, aún peor, como a un muerto en vida.

“Para mí es hombre muerto”, dijo la hoy senadora Luc&iac ute;a Topolansky.



Entre risas, el también senador Ernesto Agazzi dijo que detrás de la reaparición de Amodio hay un “operativo político” y cuestionó al diario: “El Observador lo podría nombrar a Amodio como integrante del consejo editor.



Parece que son hinchas de Amodio Pérez.

Parece que están interesados en poner ese tema en la agenda pública.

¿Cómo se van a dedicar números enteros, suplementos, a una persona que es un cadáver político y que no es un actor?”, comentó.



Por su lado, Rosencof fue especialmente sarcástico.



A continuación se transcribe el breve diálogo telefónico con un periodista de El Observador:





¿Cómo vive las apariciones de Amodio Pérez?





Estoy todavía prendido al partido de Uruguay y disfrutándolo (ríe) Te voy a decir una única cosa, ¿si? Mirá, hay historias sobre las que cae el telón y hay otras que se las lleva el agua de la cisterna.

Es todo lo que tengo para decir.



¿Le haría alguna pregunta a Amodio Pérez?





Ninguna. Eso es lo que tengo para decir y no le des más vueltas. Te agradezco y me emociona tu atención pero vos registrá lo que digo, que lo que digo es lo que dije.



¿No quiere hacer ninguna apreciación sobre el Plan Hipólito, por ejemplo?



No, no, no tengo nada que precisar. Hice un comentario sobre los telones y el tirar de las cadenas.



¿Hay una concepción generalizada entre los compañeros de la época de no hablar más del tema? Topolansky ha dicho que Amodio es un hombre muerto.





(Se ríe) Qué lo parió, bo. Qué entrenamiento estás agarrando! Bueno, muchas gracias por llamar y por la gentileza.

Lo que te dije es eso. Me parece bárbaro las vueltas que le das al perro antes de echarse. Lo que te dije es eso y qué voy a hacer.







SIN GANAS





Zabalza en cambio NO OCULTÓ S U ENOJO.



Este es el texto de la conversación telefónica:





¿Cómo toma las apariciones públicas de Amodio Pérez?





Ahora estoy tomando mate, tranquilo.



¿Le genera algo particular?





No, no, no. NO TENGO NADA QUE PREGUNTARLE. Lo cazaría del cogote, ¿sabe? Es lo único que haría.



¿Por qué?





De puro malhumorado que soy.



Durante la entrevista, Amodio Pérez realizó alusiones a usted. Lo mencionó como uno de los responsables del interior y cuestionó que se haya desmantelado el movimiento en Montevideo





¿Ah, sí? Bueno, está bien. Eso dice Amodio. Usted toma la palabra de Amodio como si fuera la verdad revelada, ¿no?



Y bueno, los tupamaros éramos… los que estuvimos presos fuimos alrededor de tres mil, entre mujeres y hombres. ¿Por qué no consulta a otras personas? A otros que andan por ahí. Más fácil si ha y más testigos y más gente. Yo por mi parte no voy a contestar ninguna entrevista. No tengo ganas.



¿Le molesta hablar del pasado?





No, hablar del pasado no.

Hablar con un traidor que durante toda una página, yo la vi en Internet, se dedica a decir de que él ordenó los papeles de la OCOA pero que eran papele s sin importancia y que el no traicionó a nadie, pero lo soltaron porque eran muy humanitarios los militares. Dice algo así; que preservaban la vida.



¿Se da cuenta usted que contradicción, no? Los militares preservaron la vida de Amodio Pérez y de Alicia Rey Morales y desaparecieron a más de 200 compañeros.

¿Le parece que eso es creíble? Si usted quiere creerlo, créalo. Eso va por su cuenta.



¿Usted dice que no fue así?





Mire, déjese de joder. (cortó)



El Observador intentó comunicarse cinco veces con el actual ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidobro, señalado por Amodio Pérez como uno de los responsables del MLN en el momento de la caída del grupo.





En una de esas oportunidades, su secretario personal atendió el celular y señaló que el ministro estaría “todo el día de reunión en reunión”, por lo que sería difícil ubicarlo.

De cualquier manera, Fernández Huidobro ya había dicho que no le daría “ni la más mí ;nima pelota” a “chusmeríos baratos”







n.de.r : las negritas y subrayados son de posta , de este matutino al que algunos llaman El Ortivador



observa- - postaporteñ@ 992 - 2013-07-16







16 jul 2013

Mercosur, Unasur y la indecisión del Brasil

Mercosur, Unasur y la indecisión del Brasil



Las últimas semanas fueron pródigas en acontecimientos reveladores de los alcances de la contraofensiva desplegada por Washington a los efectos de dinamitar los diversos procesos integracionistas en marcha en Latinoamérica. Hoy por hoy el Mercosur y la Unasur son los blancos más obvios, pero la CELAC está también en la mira y en cuanto demuestre una mayor gravitación en los asuntos del hemisferio será también ella objeto de los más encarnizados ataques. Una de las armas más recientemente pergeñadas por la Casa Blanca ha sido la Alianza del Pacífico, engendro típico de la superpotencia para movilizar a sus peones al sur del Río Bravo y utilizarlos como eficaces “caballos de Troya” para cumplir con los designios del imperio. Otra alianza, la “mal nacida” según el insigne historiador y periodista argentino Gregorio Selser, la inventó a comienzos de los sesentas del siglo pasado John F. Kennedy para destruir a la Revolución Cubana. Aquella, la Alianza para el Progreso, que en su momento dio pábulo a algunos pesimistas pronósticos entre las fuerzas anti-imperialistas, fracasó estrepitosamente. La actual no parece destinada a correr mejor suerte. Pero derrotarla exigirá, al igual que ocurriera con su predecesora, de toda la firmeza e inteligencia de los movimientos sociales, las fuerzas políticas y los gobiernos opuestos –en diversos grados, como es evidente al observar el panorama regional- al imperialismo. Flaquezas y debilidades políticas y organizativas unidas a la credulidad ante las promesas de la Casa Blanca, o las absurdas ilusiones provocadas por los cantos de sirena de Washington, señalarían el camino de una fenomenal derrota para los pueblos de Nuestra América.
En este sentido resulta más que preocupante la crónica indecisión de Brasilia en relación al papel que debe jugar en los proyectos integracionistas en curso en Nuestra América. Y esto por una razón bien fácil de comprender. Henry Kissinger, que a su condición de connotado criminal de guerra une la de ser un fino analista de la escena internacional, lo puso de manifiesto cuando satisfecho con el realineamiento de la dictadura militar brasileña luego del derrocamiento de Joao Goulart acuñó una frase que hizo historia. Sentenció que “ hacia donde se incline Brasil se inclinará América Latina”. Esto ya no es tan cierto hoy, porque la marejada bolivariana ha cambiado el mapa sociopolítico regional para bien, pero aun así la gravitación de Brasil en el plano hemisférico sigue siendo muy importante. Si su gobierno impulsara con resolución los diversos procesos integracionistas (Mercosur, Unasur, CELAC) otra sería su historia. Pero Washington ha venido trabajando desde hace tiempo sobre la dirigencia política, diplomática y militar del Brasil para que modere su intervención en esos procesos, y se ha anotado algunos éxitos considerables. Por ejemplo, explotando la ingenua credulidad de Itamaraty cuando desde Estados Unidos se les dice que va a garantizar para Brasil un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mientras la India y Pakistán, (dos potencias atómicas) o Indonesia (la mayor nación musulmana del mundo) y Egipto, Nigeria (el país más poblado de África) y Japón y Alemania, sin ir más lejos, tendrían que conformarse con mantener su status actual de transitorios miembros de ese organismo. Pero otra hipótesis dice que tal vez no se trate sólo de ingenuidad, porque la opción de asociarse íntimamente a Washington seduce a muchos en Brasilia. Prueba de ello es que pocos días después de asumir su cargo el actual canciller de Dilma Rousseff, Antonio Patriota, otorgó un extenso reportaje a Paulo Cesar Pereira, de la revista Veja. 
La primera pregunta que le formulara el periodista fue la siguiente: “En todos sus años como diplomático profesional, ¿qué imagen se formó de Estados Unidos?” La respuesta fue asombrosa, sobre todo por provenir de un hombre que se supone debe defender el interés nacional brasileño y, a través de las instituciones como el Mercosur, la Unasur y la CELAC, participar activamente en promover la autodeterminación de los países de los países del área: “Es difícil hablar de manera objetiva porque tengo una involucración emocional (¡sic!) con los Estados Unidos a través de mi familia, de mi mujer y de su familia. Existen aspectos de la sociedad americana que admiro mucho.” 1 
Lo razonable hubiera sido que se le pidiera de inmediato la renuncia por “incompatibilidad emocional” para el ejercicio de su cargo, para decirlo con delicadeza, cosa que no ocurrió. ¿Por qué? Porque es obvio que coexisten en el gobierno brasileño dos tendencias: una, moderadamente latinoamericanista, que prosperó como nunca antes bajo el gobierno de Lula; y otra que cree que el esplendor futuro del Brasil pasa por una íntima asociación con Estados Unidos y, en parte, con Europa, y que recomienda olvidarse de sus revoltosos vecinos. Esta corriente todavía no llega a ser hegemónica al interior del Palacio del Planalto pero sin duda que hoy día encuentra oídos mucho más receptivos que antes. 
Este cambio en la relación de fuerzas entre ambas tendencias salió a luz en numerosas ocasiones en los últimos días. Pese a ser uno de los países espiados por Estados Unidos, y a que Brasilia dijera que el hecho era “extremadamente grave” tras cartón se hizo público que no se le asignaría asilo político a Edward Snowden, quien denunció la gravísima ofensa inferida al gigante sudamericano. Otro: la muy lenta reacción de la presidenta brasileña ante el secuestro del que fuera víctima Evo Morales la semana pasada: si los presidentes de Cuba, Ecuador, Venezuela y Argentina (amén del Secretario General de la Unasur, Alí Rodríguez) se tardaron apenas unos pocos minutos luego de conocida la noticia para expresar su repudio a lo ocurrido y su solidaridad con el presidente boliviano, Rousseff necesitó casi quince horas para hacerlo. Después, inclusive, de las duras declaraciones del mismísimo Secretario General de la OEA, cuya condena se conoció casi en coincidencia con la de los primeros. Conflictos y tironeos al interior del gobierno que aduciendo un inverosímil pretexto (las masivas protestas populares de los días anteriores, ya por entonces apagadas) impidieron que la mandataria brasileña no asistiera al encuentro de presidentes que tuvo lugar en Cochabamba, una ciudad localizada a escasas dos horas y media de vuelo desde Brasilia, debilitando el impacto global de esa reunión y, en el plano objetivo, coordinándose con la estrategia de los gobiernos de la Alianza del Pacífico que, como lo sugiriera el presidente Rafael Correa, bloquearon lo que debió haber sido una cumbre extraordinaria de presidentes de la Unasur. 
Para una América Latina emancipada de los grilletes neocoloniales es decisivo contar con Brasil. Pero ello no será posible sino a cuentagotas mientras no se resuelva a favor de América Latina el conflicto entre aquellos dos proyectos en pugna. Esto no sólo convierte a Brasil en un actor vacilante en iniciativas como el Mercosur o la Unasur, lo que incide negativamente sobre su gravitación internacional, sino que lo conduce a una peligrosa parálisis en cruciales cuestiones de orden doméstico. Por ejemplo, a no poder resolver desde el 2009 dónde adquirir los 36 aviones caza que necesita para controlar su inmenso territorio, y muy especialmente la gran cuenca amazónica y sub-amazónica, a pesar del riesgo que implica dilatar la adquisición de las aeronaves aptas para tan delicada tarea. Una parte del alto mando y la burocracia política y diplomática se inclina por un re-equipamiento con aviones estadounidenses, mientras que otra propone adquirirlos en Suecia, Francia o Rusia. Ni siquiera Lula pudo zanjar la discusión. 
Esta absurda parálisis se destrabaría fácilmente si los involucrados en la toma de decisión se formularan una simple pregunta: ¿cuántas bases militares tienen en la región cada uno de los países que nos ofertan sus aviones para vigilar nuestro territorio? Si lo hicieran la respuesta sería la siguiente: Rusia y Suecia no tienen ni una; Francia tiene una base aeroespacial en la Guayana francesa, administrada conjuntamente con la OTAN y con presencia de personal militar estadounidense; y Estados Unidos tiene, en cambio, 76 bases militares en la región, un puñado de ellas alquiladas a -o co-administradas con- terceros países como el Reino Unido, Francia y Holanda. Algún burócrata de Itamaraty o algún militar brasileño entrenado en West Point podría aducir que esas se encuentran en países lejanos, que están en el Caribe y que tienen como misión vigilar a la Venezuela bolivariana. Pero se equivocan: la dura realidad es que mientras ésta es acechada por 13 bases militares norteamericanas instaladas en sus países limítrofes, Brasil se encuentra literalmente rodeado por 23, que se convierten en 25 si sumamos las dos bases británicas de ultramar con que cuenta Estados Unidos –vía la OTAN- en el Atlántico ecuatorial y meridional, en las Islas Ascensión y Malvinas respectivamente. De pura casualidad los grandes yacimientos submarinos de petróleo de Brasil en encuentran aproximadamente a mitad camino entre ambas instalaciones militares. 2 
Ante esta inapelable evidencia, ¿cómo es posible que aún se esté dudando a quién no comprarle los aviones que el Brasil necesita? La única hipótesis realista de conflicto que tiene ese país (y toda América Latina, digámoslo de paso) es con Estados Unidos. En esta parte del mundo hay algunos que pronostican que el enfrentamiento será con China, ávida por acceder a los inmensos recursos naturales de la región. Pero mientras China invade la región con un sinnúmero de supermercados Washington, lo hace con toda la fuerza de su fenomenal músculo militar, pero rodeando principalmente a Brasil. Y, por si hiciera falta George W. Bush reactivó también la Cuarta Flota (¡en otras de esas grandes “casualidades” de la historia!) justo pocas semanas después que el presidente Lula anunciara el descubrimiento del gran yacimiento de petróleo en el litoral paulista. Pese a ello persiste la lamentable indefinición de Brasilia. ¿O es que ignoran sus dirigentes las enseñanzas de la historia? ¿No sabían que John Quincy Adams, el sexto presidente del país del Norte, dijo que “Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes”? ¿Desconocen los funcionarios a cargo de estos temas que ni bien el presidente Hugo Chávez comenzó a tener sus primeros diferendos con Washington la Casa Blanca dispuso el embargo a todo envío de partes, repuestos y renovados sistemas de aeronavegación y combate para la flota de los F-16 que tenía Venezuela, misma que por eso mismo quedó inutilizada y tuvo que ser reemplazada? No hace falta demasiada inteligencia para imaginar lo que podría ocurrir en el para nada improbable caso de que se produjera un serio diferendo entre Brasil y Estados Unidos por la disputa del acceso a, por ejemplo, algunos minerales estratégicos que se encuentran en la Amazonía; o al petróleo del “pre-sal”; o, el escenario del “caso peor”, si Brasilia decidiera no acompañar a Washington en una aventura militar encaminada producir un “cambio de régimen” en algún país de América Latina y el Caribe, replicando el modelo utilizado en Libia o el que se está empleando a sangre y fuego en Siria. 
En ese caso, la represalia que merecería el “aliado desleal”, en ese hipotético caso el Brasil, que renuncia a cumplir con sus compromisos sería la misma que se le aplicara a Chávez, y Brasil quedaría indefenso. Ojalá que estas duras realidades pudieran comenzar a discutirse públicamente y que esa gran nación sudamericana pueda comenzar a discernir con claridad donde están sus amigos y quiénes son sus enemigos, por más que hoy se disfracen con una piel de oveja. Esto podría poner término a sus crónicas vacilaciones. Ojalá que la reunión de hoy del Mercosur en Montevideo y la próxima de la Unasur puedan convertirse en las ocasiones propicias para esta reorientación de la política exterior del Brasil.
* Una versión reducida de esta nota se publica en Página/12 de Buenos Aires  
Notas:
2 Sobre este tema ver el imprescindible estudio de Telma Luzzani, Territorios Vigilados. Como opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica (Buenos Aires: Debate, 2012). El tema también se examina en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012)


14 jul 2013

TESTIMONIO IV NO POR MUCHO MADRUGAR...


No Por Mucho Madrugar, Se Amanece Más Temprano


…” los hechos del pasado reciente me pudrenGabriel Pereyra, el Observador, edición digital 11 de julio de 2013.
El viaje a Madrid, el simulacro de “seguridad” de los años 60 (en la época de los chips electrónicos que permiten seguimientos por pantalla digital), los varios días de vivencia que se condensan en 6 horas de entrevistas, y en  la emisión  televisiva de la entrevista en un programa especial  de más de dos horas y pico de “En la mira” ,el resumen de los mismos en el Suplemento anunciado con bombos y platillos, todo, terminó en un fiasco de proporciones.
Como señalamos en una larga serie de artículos, Amodio Pérez no aportó los elementos necesarios para una comprensión cabal de los sucesos que inician -el 14 de abril de 1972- una derrota fulminante del viejo MLN-Tupamaros, que ya está al alcance de la mano el 18 de mayo de 1972 (el día del “hostigamiento” al general comandante del Ejército, Florencio Gravina y que terminó con los cuatro soldados ajusticiados).
Es decir un mes después de iniciadas las operaciones bélicas conducidas por el ejército.
Una fecha más es necesario que los lectores tengan en la memoria: a partir del 16 de marzo de 1972 la dirección de la organización la integran Candan Grajales, Mauricio Rosencof, EFH y Julio Marenales (1)
La mayoría de ellos habían recuperado su libertad en Septiembre de 1971, a través de una operación combinada desde la cárcel y con el apoyo desde el exterior del resto de la organización, más la logística para el traslado de todos ellos luego de evadidos y la movilización desencadenada en la zona del Cerro-Teja a efectos de distraer el aparato represivo y dividirlo.
Toda esta fase final tiene –con mucha probabilidad- un antecedente: la caída de toda la dirección en la calle Almería, acontecimiento de agosto de 1970.
Esa caída desencadenó una crisis interna de proporciones.
Quedaron rotos los vínculos orgánicos entre los núcleos de la capital y los núcleos del interior. Y el asunto se complicó aún más por la caída de una dirección alternativa casi inmediatamente y luego la búsqueda de los acuerdos para componer una nueva dirección que no fueron aceptados y reconocidos por todos los organismos.
Lo que en cierta manera salvó la situación fue la combatividad de masas desarrollada en la calle, que permitió el respiro necesario por las diversiones militantes que protagonizaban para la reestructuración y el crecimiento continuado de la organización.
La crisis de la caída de Almería repercutió no solamente entre el interior del país y la capital, repercutió también entre los presos del Penal de Punta Carretas y las direcciones que afuera intentaban superar el mal momento.
Los éxitos de la represión, el creciente número de dirigentes presos, mostraban carencias, discontinuidades, nuevos estilos de dirección y de accionar que no siempre eran aceptados plenamente por los dirigentes presos.
El deseo de obtener la libertad de los que estaban presos, sus discrepancias de forma y de fondo con los que los sustituían, las presiones ejercidas desde afuera por los núcleos que respondían a los antiguos jefes y que se sentían abandonados en todas sus iniciativas ponían en relieve una serie de diferencias que abarcaban desde la línea política, al accionar táctico, el centro geográfico de los esfuerzos (interior o capital) y las mismas alianzas que se realizaban entre grupos de dirigentes enfrentados a otros grupos.
La formación de una columna “guacha” en Chile con los presos que logran salir por “la opción” aumentará estos problemas, luego, en el futuro (2)
El estado corrompido pero liberal, no lograba deshacerse de las trabas constitucionales y de toda la legalidad liberal vigente. La presidencia de Pacheco había significado un formidable impulso de derechización (largos periodos de gobierno bajo “medidas de Seguridad” que se reiteraban apenas la combatividad social aumentaba), se sumaba a esto un Parlamento cómplice de mayorías de ambos partidos burgueses tradicionales, donde sus núcleos más reaccionarios pujaban firmemente por el abandono de toda la legalidad que al final llevó al golpe de estado.
La crisis de la “gobernabilidad” en Uruguay no escapaba a la mirada vigilante de los estados vecinos (Brasil y Argentina) ni los planes del gendarme mayor del continente los EE.UU. de América que cuidaban celosamente su “patio trasero” sacudido por crisis convulsivas y procesos de movilización y cambio que era necesario frenar antes de que llegaran a un grado de desarrollo superior.
Todos estos desarrollos simultáneos es lo que dan a la época (o el período) sus características únicas e irrepetibles.
Por eso mismo son muy difíciles de abarcar para las nuevas generaciones que no estén empapadas con un conocimiento cabal de todos sus principales aspectos.
Y es lo que se refleja en la entrevista mostrada en la pantalla de VTV, de Amodio Pérez, realizada en algún barrio de la periferia de Madrid. Solo que Amodio –conocedor a fondo de esos pormenores- elige usar la entrevista para desarrollar sus viejas fobias y concentrarse en presentarse de la mejor manera posible. Esfuerzo en el que fracasa estrepitosamente.
Amodio eligió la opción de colaborar y atrapado en la misma fue el Capitán Mandrake, que viajaba de uniforme con los milicos en sus “camellos” y los testimonios de los que fueron capturados durante esos recorridos montevideanos son ciertos.
La expresión del libro de Álvaro Alfonso en su libro “Jugando a las escondidas” de que “Te la hago cortita y al pie. Les entregó la cárcel del pueblo y todo el MLN” es una triste realidad.
También es totalmente cierto el testimonio del recientemente fallecido Ricardo Perdomo, cuando señaló:
“Lo repetiremos para que no haya dudas: no fue solo Amodio el que entregó infraestructura, armas y hombres. (Había quienes) eran llevados por los milicos a las calles para apuntalar compañeros que se resistían y dentro de cuarteles para convencer a los díscolos. Uno de los casos más emblemáticos lo viví personalmente y fue el interrogatorio que me hizo el compañero de dirección (Adolfo) Wassen Alaniz”
Son todos estos testimonios los que chocan con la versión oficial de las “historias” mentirosas de EFH, la biografía del Sr. Marenales, y los recientes esfuerzos realizados desde “Brecha” para fortalecerlos con intervenciones como las de Samuel Blixen y otros (entre ellos Clara Aldrighi) la versión oficial de que Amodio no puede ser testigo (3) y es además “el causante” de la derrota del año 72. A esos esfuerzos se suma -y es lamentable- Jorge Zabalza.
Un verdadero “frente único” donde se suman la derecha tradicional, con sus órganos mediáticos (radio, diarios y televisión), con el “oficialismo” tupamaro gobernante y los restos (aún dispersos y en putrefacción) de algunos “aparatistas”.
Todos ellos hacen causa común, en lo que intentan imponer,“la verdad acordada”, “de ellos”, que está totalmente reñida con la verdad histórica, con los hechos reales.
Y en ese intento entran también, son parte de la patraña, la falta de autocrítica de los oficialistas gobernantes (aunque curren en todas las oportunidades públicas con un pasado que no es de ellos sino colectivo), los olvidos con respecto a las “violaciones a los Derechos Humanos”, el perdón “de los viejitos” que son los criminales de uniforme y todos sus aliados retirados y refugiados en los círculos y clubes de la interna militar.
Sobre esas derivaciones reflexionan poco, los que forman “cadena” en el “frente común”. Cuando la juez Motta en un reciente programa de televisión señaló que todos ellos (se refería a EFH y a Mujica) no pueden ser testigos creíbles porque padecen “del síndrome de Estocolmo”, aunque causó escándalo, dijo una gran verdad.
No es de extrañar entonces, que Gabriel Pereyra, señale repetidamente a lo largo de su artículo que todo esto “lo pudre”. Se siente alienado. Hay una realidad extraña que se le impone y esa realidad se teje con hilos de verdad, de media verdad y de mentiras flagrantes.
Todos los actores buscan “su salvación”, disminuir sus responsabilidades y/o culpas. Contemplamos la cobardía humana y la irresponsabilidad en toda su extensión. Miente EFH, miente Marenales, miente Amodio Pérez.
Pero entre tantas mentiras interesadas surgen datos, fechas, elementos, que permiten leer entrelíneas y hacer el esfuerzo de reconstruir lo que se quiere negar.
Digamos también que ningún hombre político (o con pretensiones de tal) escribe desde que el mundo es mundo sino para justificarse.
¿Qué son las obras de Churchill, sino un gigantesco esfuerzo de justificarse como el imperialista británico de viejo cuño que era?
¿Qué son las obras de ciertos actores uruguayos de aquel periodo –desde Bordaberry a Sanguinetti- sino intentos pueriles de lo mismo?
Y sin embargo también son fuente histórica testimonial y no hay historiador que pueda apartarse después de leerlas de la sensación de suciedad, mentiras, medias verdades y justificaciones interesadas que los acompañan.
El pasado reciente uruguayo, está envenenado por todas esas mentiras interesadas. Son el reflejo de los intereses en juego.
Y esos intereses son de clase, a pesar que tome la forma personal de memorias o justificaciones de ciertas acciones políticas.
Y a todas esas mentiras y medias verdades, a todas esas falsificaciones deben sumarse las de todos los epígonos, los secretarios, escuderos, corre-ve-y-dile, mandaderos, periodistas, intelectuales que se benefician con las prebendas y migajas, los cargos y canonjías que se derraman de la mesa del poder, para el beneficio personal.
En tiempos del neo-liberalismo rampante, en tiempos del “hacé la tuya” la verdad histórica está cubierta –en nuestro tiempo- de demasiado velos interesados. No debemos olvidarlo.
Pero ese pasado reciente, que lo hicieron hombres y mujeres que murieron y lo padecieron por los valores que les eran caros: la lealtad, la devoción a una causa, el respeto personal a sí mismos, a sus mujeres y a sus hijos, sus convicciones políticas, no fue un esfuerzo vano y no puede ponerse en la misma balanza de ciertos corifeos que escriben para justificarse.
El viejo MLN-Tupamaros seguirá siendo en las mentes de los orientales, lo más alto que produjo la izquierda nacional en la crisis estructural de los años 60.
Toda esa multitud de hombres y mujeres jóvenes que se lanzaron “a tomar el cielo por asalto”, a cambiar la sociedad toda, a sacrificarse en el intento de que “los más infelices sean los más privilegiados” era lo mejor de nuestro pueblo, porque estaban dispuestos a dar la vida por los ideales en los que creían.
Mostraron que el camino de la revolución social, puede encontrarse, inclusive con formas originales, como nunca se habían visto.
Rompieron con la generación de sus padres y el “no te metás”, rompieron con la izquierda miope que estaba encerrada en la lucha parlamentaria y las quimeras de transiciones pacíficas que pregonaban algunos de esa misma izquierda.
Rompieron con el egoísmo tradicional de las clases dominantes, con el pacifismo que inculcaban desde la escuela, con todos los dioses falsos que levantaba la burguesía dependiente uruguaya.
Desafiaron, consientes, más allá de nuestra miserable burguesía, al mismo imperialismo yanqui.
Le marcaron que los orientales saben marcar a los torturadores enviados y ajusticiarlos.
Sabían y resistieron el dogma de que la democracia política mentirosa que padecíamos no puede combatirse con métodos radicales y enérgicos.
Crearon y metieron en la “cárcel del pueblo” a tanto pillo, delincuente prevaricador y despojador y les vieron llenarse los ojos de pánico y el espíritu de zozobra.
Pero no supieron imponerse a sus falsos jefes. No supieron sacárselos de arriba. No lograron pegarles el puntapié en el trasero que todos ellos se merecen.
Esa es la tarea que queda pendiente y que no realizará nuestra generación.
Lo realizaran las nuevas generaciones. Los que hoy mismo salen a la calle para hacer sentir sus protestas, defender la tierra, salvar el agua, impedir los proyectos de la mega-minería y la venta del patrimonio nacional.
La están haciendo los jóvenes y futuros educadores cuando enfrentan a este gobierno incapaz y a sus burocracias sindicales vendidas e incompetentes.
Y harán y romperán los caminos y vías, reconstruirán todo desde el comienzo, riéndose de los fracasos pasados y sirviéndoles los mismos para tomar nuevos impulsos.
Se verá entonces lo que señalaba Zitarrosa:
“No hay cosa más sin apuro, que un pueblo haciendo su historia”.


Notas
(1)   Como todo conocedor del calendario sabe, marzo, viene antes que abril (el 14) y antes también que mayo (el 18). De esa manera ciertas “responsabilidades” quedan perfectamente claras, por más que algunos hagan el esfuerzo de sacarse el lazo de la pata. En el caso de EFH, Marenales y Rosencof la cuestión es demasiado clara. Pero hay más: El Sr. Rosencof con la liviandad que lo caracteriza, se permitió glosar la decisión con el comentario “de las posibles consecuencias” (y vaya que las hubieron!!!), después que la reunión había terminado y acotó, citando a Candan Grajales la respuesta de éste: “Se asimila, se asimila”.
O sea Rosencof no se animó a plantear firmemente lo que formula veladamente, en forma de aprensiones. Lo mismo, es decir con la misma irresponsabilidad actuaron los Srs. EFH y Marenales. Jugaban a la guerra total, desencadenando el “Plan Hipólito” sin discutir seriamente las consecuencias de sus iniciativas. De esa manera liviana actuaban estos “jefes”, decidiendo sobre vidas y muertes ajenas de sus militantes sin mayores preocupaciones. Más que jefes responsables, eran aventureros, preocupados solamente por sus jerarquías.
(2)   Al tema de estas diferencias, se refiere extensamente Amodio en su entrevista. Y mucho más detallada es su carta número 4 (también conocida como carta de renuncia, ver la colección de estas cartas publicada por El Observador).
Se trata del reconocimiento franco que no existía un mecanismo de sucesión de responsabilidades establecido, mecanismo que garantiza la continuidad de una línea, inclusive la solución de problemas concretos que se plantea entre los grupos de una manera racional. El Plan Tatu, que fue desarrollado en el Penal, en sus líneas generales, era una mera formulación de deseos, que no contemplaba la evaluación y la implantación del plan de una manera gradual, midiendo los fracasos y modificando el plan inicial de acuerdo a esos mismos fracasos.
Cuando se aplicó luego de la fuga, con el traslado de militantes fugados (y urbanos) al interior, todas las carencias, faltas de planificación y defectos fundamentales se pusieron en evidencia. Zabalza que fue uno de sus propulsores, jamás menciona un balance que haya hecho de aquel gran desaguisado (y era uno de los jefes del Estado Mayor del Interior) y luego pasó, en sus opúsculos, a desarrollar otras teorías peregrinas de insurrección ciudadana, sin mayores preocupaciones.
Son ejemplos bien claros de malas jefaturas, de deseos convertidos en realidad sin mayor evaluación de pros y contras, lo que no debe hacer ningún jefe guerrillero que se respete.
Por eso fuimos derrotados y tantos perdieron la vida en el cumplimiento del deber.
(3)   Toda la prensa que recibió la primicia de las cartas (Brecha, El País, La República, Búsqueda y La Diaria) desde diferentes vertientes que hemos analizado se sumaron a la conjura oficial. La República en el colmo de la estupidez llegó a estampar estos conceptos miserables:
“Aunque sea el mismísimo Amodio, ¿Quién puede creerle a un traidor? ¿Tiene derecho a opinar y criticar a los demás alguien que no ha pedido disculpas por haber traicionado? Por todo esto hoy tampoco publicaremos las cartas de Amodio”.
Habría que responderles a estos Torquemadas chiquitos y criollos que hasta los criminales nazis tuvieron derecho a decir sus descargos en Núremberg y que esos testimonios son fuente de referencia histórica aún hoy día.

Para que se vea que la estupidez humana no tiene límites, particularmente entre el “medio pelo” del prejuicio criollo.

c.e.r.
- postaporteñ@ 991 - 2013-07-12