Por Martín Granovsky
Desde San Salvador
18 de marzo de 2018
Marielle Franco en una sesión del concejo deliberante de Río de Janeiro. “Diversas pero no dispersas”, dice su camiseta.
El tuit de La Garganta Poderosa tras el asesinato de la concejal Marielle Franco fue anticipado por un intenso debate sobre la democracia y la desigualdad. Participaron, entre otros, un ex ministro y dos ex ministras de los gobiernos de Lula y Dilma, la jurista Carol Proner, Ignacio Ramonet y Boaventura de Sousa Santos. Aquí la crónica.
Marielle Franco aún vivía cuando Gerardo Caetano habló y dijo: “Juan Carlos Onetti escribió que no hay peor mentira que contar los hechos, todos y cada uno de los hechos, sin su alma”. Siguió así: “Brasil tiene el alma de un golpe de Estado, tiene el alma de lo que Marco Aurélio García definió como Contrarreforma”. El historiador uruguayo hizo su descripción como uno de los oradores de la actividad que tuvo mayor impacto en el Forum Social Mundial de Bahía, el coloquio dedicado al estado de excepción en Brasil y a la persecución contra Lula para impedir que sea candidato en octubre.
El Forum cumplió con su edición número 13 en los 17 años que pasaron desde el primero, en 2001. La consigna de éste último fue “resistir es crear, resistir es transformar”. El coloquio sobre Brasil empezó en la mañana del miércoles 14 y terminó a las 20. Después, más tarde, algunos de los organizadores ya cenaban bacalao en un bolichón clásico de Bahía cuando se enteraron del asesinato de la concejal de izquierda en Río de Janeiro. Quedó conmocionado Luiz Dulci, el ministro secretario general de la presidencia con Lula que hoy es vicepresidente del Partido de los Trabajadores y director del Instituto Marco Aurélio García. El impacto alcanzó a Pablo Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Y a Nicolás Trotta, rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. La violación del estado de Derecho había llegado a un pico con el asesinato de una dirigente política acribillada de auto a auto por un matador profesional.
Fora Temer
El salón de la universidad bahiana fue quedando cada vez más chico a lo largo del día. Rebalsaba cuando hablaron Caetano, Dulci, el ensayista portugués Boaventura de Sousa Santos y Guilherme Boulos, candidato del PSOL al que pertenecía la concejal y líder del Movimiento de los Sin Techo. En el piso, cerca de la mesa de los oradores, un nene de tres años comía uvas y jugaba con un video. Parecía ajeno al coloquio. Hasta que se le ocurrió gritar “Fora Temer” y todos rieron ante la gracia. “Tengan la seguridad de que los golpistas no vencerán”, terminaba de decir Boaventura. También definió: “Nunca fue tan necesaria una alternativa al capitalismo, porque la riqueza de hoy para colmo es ostentosa, y nunca fue tan difícil construir esa alternativa”. Boa, como lo conocen todos, se preguntó en público por qué “el pueblo no está en la calle después de la pérdida de conquistas sociales y políticas”. Explicó que “muchas medidas tendrán impacto en la vida cotidiana recién en dos o tres años” y que “el neoliberalismo ganó al lucha ideológica en Brasil sobre todo gracias a los grandes medios”.
“No se les vaya a ocurrir que hay alternativa a esto porque no existe”, sería el mensaje neoliberal según Boaventura. “El neoliberalismo quiere liquidar la autoestima de los brasileños, de los argentinos y de todo pueblo que se le ponga en el camino.” Apuntó también que “la democracia liberal no se sabe defender de los antidemocráticos y los fascistas, y la prueba es que Hitler no llegó al poder por un golpe”. Por eso “hay que tener un pie en las instituciones y otro en la calle”.
Caetano, que en 2017 publicó una completa biografía del fundador del Frente Amplio Líber Seregni, lo recordó con la idea de que “no hay regalo más grande para la derecha que la dispersión de las izquierdas”. Se metió en la discusión sobre qué cosa es lo democrático. “Pensar en la democracia significa comprometerse con la ampliación de derechos, con la construcción de nuevas instituciones y con la construcción de nuevos movimientos”, dijo, y pidió cuestionar la desigualdad con fundamentos. Presentó algunos. Por ejemplo: “En Chile la Concertación entregó el gobierno con más desigualdad que al final del gobierno de Augusto Pinochet”. Otro dato: “En África hay más pobres que en América Latina, pero si le aplicamos a nuestra región el patrón distributivo de África tendríamos la mitad de pobres, y si le aplicáramos el patrón nórdico tendríamos 40 veces menos la cantidad de pobres”.
Boulos enfervorizó al auditorio –negros y blancos, todos mezclados, como recitaría el poeta cubano Nicolás Guillén– cuando exclamó: “No debe haber candidato a un gobierno popular en Brasil que no se comprometa a revocar las medidas tomadas por Temer como primera medida”. Dijo también sobre la reforma laboral y la extranjerización de la economía: “No tenemos solo un presidente ilegítimo sino una agenda ilegítima”.
Dulci dejó en claro a la vez que Lula es el único plan del PT (“Solo tenemos plan L”) y que “no es negativo que existan otras candidaturas de izquierda”. Opinó que “disputamos con fuerza a favor de los intereses populares pero no fue suficiente nuestra lucha por los valores” y evaluó que “sufrimos una derrota histórica, y no debe ser minimizada”. Pero “avanzamos en la lucha contra la situación actual y por primera vez desde el juicio político contra Dilma en 2016 las encuestas muestran que la mayoría está hoy contra el golpe parlamentario, incluyendo muchos de quienes lo apoyaron”. Los medios no dejaron de ser monopólicos. Sin embargo, “la gente también compara sus condiciones concretas de vida de estos días con las de antes”.
“¿Quién puede prever qué pasará en Brasil si el principal líder del país termina preso injustamente y sin pruebas?”, se interrogó Dulci. “No sé qué pasará con las calles pero sé que, seguro, algo cambiará en el corazón del pueblo.”
Rashomon
Por la mañana, después de la apertura de Gentili, el director de Le Monde Diplomatique Ignacio Ramonet alertó sobre el poder de los grandes medios y de las redes. “Donald Trump tuitea para 42 millones de personas”, informó. Y relacionó ese poder con las escenas de Rashomon, la película de 1950 en que Akira Kurosawa dramatiza las falsedades y las manipulaciones tras el asesinato de un hombre y la violación de una mujer en el Japón del siglo XII.
Trotta fue el coordinador de una mesa con la abogada Carol Proner, una profesora muy conocida en Brasil porque es la actual pareja de Chico Buarque y porque se dedica a articular juristas, tradicionales o de izquierda, para defender a Lula y al estado de derecho y, como ella misma dijo, “salir de la perplejidad que produce desencanto con la democracia”. Detalló cómo opera en Brasil el “lawfare”, la guerra política que utiliza herramientas de la Justicia para la persecución, y dijo que “el lawfare se combina con el laissez faire de la economía”, o sea con la desregulación que permite la mayor concentración de la propiedad.
“Persecución implica no solo que el Poder Judicial y los grandes medios influyan y condicionen los procesos electorales sino también pérdida concreta de libertad”, dijo Trotta. Citó el ejemplo de Milagro Sala, presa desde hace más de dos años, y lo relacionó con el intento de proscripción de Lula y con el tope por 20 años fijado por Temer para el gasto social.
Proner, que se lamentó de que “en Brasil no creamos una UMET”, contó el caso de una defendida suya, empleada doméstica. Su hijo fue asesinado a balazos. La madre pidió: “No protesten, porque me van a matar a mí y al resto de la familia”. Como si anticipara lo que sucedería a la noche con Marielle Franco, la abogada sacó esta conclusión: “Hay un genocidio de la juventud negra”.
César Barreira, profesor de la Universidad de Ceará y uno de los mayores expertos brasileños en violencia cotidiana, precisó que “instintivamente ante cualquier delito la policía primero sospecha de un negro”.
La ex ministra de Dilma Rousseff encargada del área de mujeres, igualdad racial, juventud y derechos humanos, Nilma Lino Gomes, la primera mujer negra que presidió una universidad como rectora de la Universidad de la Integración de la Lusofonía Afrobrasileña, dijo que “el antirracismo no está separado de la lucha por garantizar que Lula pueda ser candidato a presidente”. Indicó que “la lucha tiene que ser antirracista, antipatriarcal y anticapitalista” y pidió no olvidar que “la violencia contra los negros se inició con el tráfico de esclavos”. Aportó varios datos duros. De cada 100 personas asesinadas en Brasil, 80 son negros y negras. Los homicidios aumentaron de 48 mil en 2005 a 60 mil en 2015, incluso con políticas antirracistas de los gobiernos del PT, “por la naturalización de las muertes que se origina en la desigualdad”, porque “el racismo estructural actúa con inercia”.
Otra ex ministra del PT, Tereza Campello, que ocupó la cartera de Desarrollo Social y Combate al Hambre, dijo que las gestiones de Lula y Dilma atendieron las necesidades de los negros pobres. “En 2002 existían 76 millones de personas negras con acceso a la energía eléctrica, contra 91 millones de blancos, cuando además la población de negros y pardos es mayor que la de blancos, y ese número aumentó en 30 millones y llegó a 109 millones de personas negros con electricidad”, informó. Para ella no basta con registrar que Brasil es uno de los países más desiguales del mundo si no se cuenta también la historia de cómo los gobiernos hegemonizados por el PT redujeron la desigualdad en favor de las franjas más castigadas durante los 500 años anteriores a la asunción de Lula. Ella se propuso mirar qué pasaba con esos sectores sociales porque “la desigualdad en Brasil es tan perversa que hasta marca una diferencia gigantesca entre los más pobres y los otros”. Dijo que observó especialmente la situación de los negros “porque siempre son los últimos en recibir el conjunto de bienes, servicios y derechos”. Observó que durante los gobiernos del PT el 20 por ciento más pobre aumentó su ingreso en un 84 por ciento contra una media de 38 por ciento en el 80 por ciento restante.
El economista René Ramírez, ex ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de Rafael Correa en Ecuador, dijo que “la derecha quiere matar la política, para generar miedo y que no se pueda o no se quiera volver al gobierno”. Llamó a “no ser tolerantes con la corrupción” en ninguna de sus formas y al mismo tiempo pidió “colocar en el debate público temas como la elusión tributaria, porque la mayoría del dinero offshore sale de allí”.
Por la mañana, después de la apertura de Gentili, el director de Le Monde Diplomatique Ignacio Ramonet alertó sobre el poder de los grandes medios y de las redes. “Donald Trump tuitea para 42 millones de personas”, informó. Y relacionó ese poder con las escenas de Rashomon, la película de 1950 en que Akira Kurosawa dramatiza las falsedades y las manipulaciones tras el asesinato de un hombre y la violación de una mujer en el Japón del siglo XII.
Trotta fue el coordinador de una mesa con la abogada Carol Proner, una profesora muy conocida en Brasil porque es la actual pareja de Chico Buarque y porque se dedica a articular juristas, tradicionales o de izquierda, para defender a Lula y al estado de derecho y, como ella misma dijo, “salir de la perplejidad que produce desencanto con la democracia”. Detalló cómo opera en Brasil el “lawfare”, la guerra política que utiliza herramientas de la Justicia para la persecución, y dijo que “el lawfare se combina con el laissez faire de la economía”, o sea con la desregulación que permite la mayor concentración de la propiedad.
“Persecución implica no solo que el Poder Judicial y los grandes medios influyan y condicionen los procesos electorales sino también pérdida concreta de libertad”, dijo Trotta. Citó el ejemplo de Milagro Sala, presa desde hace más de dos años, y lo relacionó con el intento de proscripción de Lula y con el tope por 20 años fijado por Temer para el gasto social.
Proner, que se lamentó de que “en Brasil no creamos una UMET”, contó el caso de una defendida suya, empleada doméstica. Su hijo fue asesinado a balazos. La madre pidió: “No protesten, porque me van a matar a mí y al resto de la familia”. Como si anticipara lo que sucedería a la noche con Marielle Franco, la abogada sacó esta conclusión: “Hay un genocidio de la juventud negra”.
César Barreira, profesor de la Universidad de Ceará y uno de los mayores expertos brasileños en violencia cotidiana, precisó que “instintivamente ante cualquier delito la policía primero sospecha de un negro”.
La ex ministra de Dilma Rousseff encargada del área de mujeres, igualdad racial, juventud y derechos humanos, Nilma Lino Gomes, la primera mujer negra que presidió una universidad como rectora de la Universidad de la Integración de la Lusofonía Afrobrasileña, dijo que “el antirracismo no está separado de la lucha por garantizar que Lula pueda ser candidato a presidente”. Indicó que “la lucha tiene que ser antirracista, antipatriarcal y anticapitalista” y pidió no olvidar que “la violencia contra los negros se inició con el tráfico de esclavos”. Aportó varios datos duros. De cada 100 personas asesinadas en Brasil, 80 son negros y negras. Los homicidios aumentaron de 48 mil en 2005 a 60 mil en 2015, incluso con políticas antirracistas de los gobiernos del PT, “por la naturalización de las muertes que se origina en la desigualdad”, porque “el racismo estructural actúa con inercia”.
Otra ex ministra del PT, Tereza Campello, que ocupó la cartera de Desarrollo Social y Combate al Hambre, dijo que las gestiones de Lula y Dilma atendieron las necesidades de los negros pobres. “En 2002 existían 76 millones de personas negras con acceso a la energía eléctrica, contra 91 millones de blancos, cuando además la población de negros y pardos es mayor que la de blancos, y ese número aumentó en 30 millones y llegó a 109 millones de personas negros con electricidad”, informó. Para ella no basta con registrar que Brasil es uno de los países más desiguales del mundo si no se cuenta también la historia de cómo los gobiernos hegemonizados por el PT redujeron la desigualdad en favor de las franjas más castigadas durante los 500 años anteriores a la asunción de Lula. Ella se propuso mirar qué pasaba con esos sectores sociales porque “la desigualdad en Brasil es tan perversa que hasta marca una diferencia gigantesca entre los más pobres y los otros”. Dijo que observó especialmente la situación de los negros “porque siempre son los últimos en recibir el conjunto de bienes, servicios y derechos”. Observó que durante los gobiernos del PT el 20 por ciento más pobre aumentó su ingreso en un 84 por ciento contra una media de 38 por ciento en el 80 por ciento restante.
El economista René Ramírez, ex ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología de Rafael Correa en Ecuador, dijo que “la derecha quiere matar la política, para generar miedo y que no se pueda o no se quiera volver al gobierno”. Llamó a “no ser tolerantes con la corrupción” en ninguna de sus formas y al mismo tiempo pidió “colocar en el debate público temas como la elusión tributaria, porque la mayoría del dinero offshore sale de allí”.
En blanco
Ignacio Levy, referente de La Garganta Poderosa y editor de su revista, que fue invitado a Bahía por Clacso, hilvanó la descripción de la injusticia y la persecución en Brasil con casos como el de Facundo Ferreira, el chiquito asesinado en Tucumán de un balazo en la nuca. “En el GPS de los taxis nuestras villas son un cuadrado rojo: barrio peligroso”, dijo. “Y en el mapa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires somos un cuadrado blanco: ni existimos. América latina es una patria grande y una patria pobre y baja.” Después del asesinato Marielle Franco, La Garganta Poderosa puso en Twitter su foto y este texto: “Una misma derecha. Un mismo idioma. Un mismo grito”. El mensaje se hizo viral. Casi dos mil personas lo reprodujeron. Tres mil lo marcaron como propio. En palabras de Yamile Socolovsky, dirigente de la Confederación Nacional de Docentes Universitarios, que también habló en el coloquio, la disputa en Brasil y la protesta en la Argentina son parte de la confrontación entre las democracias de la primera década de este siglo con “un poder altísimamente concentrado”. Lo que llamó “una batalla desmesurada”.
martin.granovsky@gmail.com
Ignacio Levy, referente de La Garganta Poderosa y editor de su revista, que fue invitado a Bahía por Clacso, hilvanó la descripción de la injusticia y la persecución en Brasil con casos como el de Facundo Ferreira, el chiquito asesinado en Tucumán de un balazo en la nuca. “En el GPS de los taxis nuestras villas son un cuadrado rojo: barrio peligroso”, dijo. “Y en el mapa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires somos un cuadrado blanco: ni existimos. América latina es una patria grande y una patria pobre y baja.” Después del asesinato Marielle Franco, La Garganta Poderosa puso en Twitter su foto y este texto: “Una misma derecha. Un mismo idioma. Un mismo grito”. El mensaje se hizo viral. Casi dos mil personas lo reprodujeron. Tres mil lo marcaron como propio. En palabras de Yamile Socolovsky, dirigente de la Confederación Nacional de Docentes Universitarios, que también habló en el coloquio, la disputa en Brasil y la protesta en la Argentina son parte de la confrontación entre las democracias de la primera década de este siglo con “un poder altísimamente concentrado”. Lo que llamó “una batalla desmesurada”.
martin.granovsky@gmail.com