El modelo de la dictadura
Por Itai Hagman
27 de marzo de 2018
Además del Terrorismo de Estado la dictadura cívico militar fue un proyecto económico que no concluyó en el ‘83 y que tiene puntos de continuidad con la política económica del Gobierno de Cambiemos.
El golpe tuvo el apoyo del conjunto del poder económico local e internacional, incluso con la ocupación directa de cargos ministeriales como el ex CEO de Acindar, Alfredo Martinez de Hoz. En particular se destacaron un grupo de empresas cuyos negocios se encontraban tanto en el agro como en la industria y que constituían lo que Eduardo Basualdo acuñó como “oligarquía diversificada”, como Pérez Companc, Bridas, Acindar, Techint, Arcos, Loma Negra, Clarín, Macri, Bemberg, Bunge y Born, entre otros.
Esos grupos, que se beneficiaron con la reforma financiera sancionada en 1977, ganaron fortunas con el negocio de la “bicicleta financiera” y fugaron sus ganancias al exterior, son los mismos que luego fueron agraciados con el proceso de estatización de la deuda externa privada en los últimos años de la dictadura y que pagamos el conjunto de la población durante los gobiernos constitucionales posteriores.
La política económica de la dictadura militar prometió bajar la inflación y terminar con el déficit fiscal, pero fracasó. A pesar del estancamiento económico, no logró bajar la inflación ni tampoco achicar el enorme déficit fiscal que representaba hacia 1983 el 15% del PBI. Con el agravante de dejar una economía casi siete veces más endeudada y con déficit comercial, resultado de la una apertura comercial importadora sin precedentes. Cualquier parecido con el escenario actual no es pura coincidencia.
El modelo económico de la dictadura contó con el apoyo fundamental del Fondo Monetario Internacional y también de los bancos privados que durante esos años inundaron de petro-dólares la economía argentina y de muchos países de América Latina hasta que las deudas se tornaron impagables. ¿Podrían haberse sostenido las dictaduras militares sin el flujo de fondos provenientes de estas instituciones financieras? La respuesta salta a la vista al observar la crisis financiera que comenzó en 1982, cuando estos mismos recursos comenzaron a escasear. Pero además del apoyo financiero a un modelo económico insustentable, parte del endeudamiento fue utilizado también en el armamento y la represión interna. Entre 1975 y 1983 los gastos militares como proporción del PBI pasaron del 2,04% al 4,39%.
Para el poder económico el 24 de marzo fue visto como un momento fundacional. Era el punto de inflexión para dejar atrás las consecuencias de una política “populista” y “estatista” que había empoderado a la clase trabajadora y que resultaba incompatible con sus intereses. No es casual que hoy estos mismos grupos también se estén beneficiando con el modelo económico de Cambiemos o pongan a sus “técnicos” en cargos ministeriales. Tampoco es una sorpresa el visto bueno del FMI para la política económica actual, aunque el gobierno de Macri promete ser aún más benevolente con el capital extranjero. Un país verdaderamente atendido no sólo por sus dueños, sino por sus verdugos de hace 42 años atrás.
* Economista director del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (Ocepp) y referente de Ahora Buenos Aires.
Apertura comercial a contramano de la ola mundial
Por DÉBORA ASCENCIO
En el marco de la cumbre económica del G-20 en nuestro país, la discusión apertura versus proteccionismo se impone. Mientras Cambiemos consigue elogios de la Presidenta del FMI por la “vuelta de la Argentina al mundo”, la principal potencia mundial, EEUU, aplica una política proteccionista. Tal es así que el Presidente norteamericano impuso aranceles a las importaciones de hierro, acero y aluminio arancelando el principal destino de las exportaciones de dichos materiales desde nuestro país. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), analiza el impacto de la medida adoptada por Trump para la economía nacional y las dificultades de querer aplicar una política de apertura en un mundo que se cierra.
Donald Trump anunció que impulsaría un aumento de los aranceles a las importaciones de acero y aluminio en un 25% y 10% respectivamente para aquellos productos que pretendan ingresar en el mercado norteamericano. Con tales fines el presidente norteamericano twitteó: “¡Para proteger nuestro País debemos proteger el Acero Estadounidense! #PRIMEROESTADOSUNIDOS”. Este anuncio de corte proteccionista, suscitó las más variadas críticas en todo el mundo, pero tiene un especial impacto en la economía local.
En Argentina, el sector siderúrgico se encuentra fuertemente concentrado por dos grandes grupos (Acindar y Techint), como resultado de beneficios obtenidos desde la última dictadura militar y profundizados durante la privatización de la empresa estatal SOMISA durante el menemismo. Estos dos grupos siderúrgicos dividieron el mercado de hecho, avanzando en una especialización productiva. Por un lado, el grupo Techint controla el mercado de laminados planos a través de su empresa Siderar y el mercado de los tubos sin costura con Siderca. Por otro lado, Acindar se concentra en la elaboración de productos no planos para la construcción. Por su parte, el mercado de aluminio está dominado por Aluar, única empresa productora de aluminio crudo en la Argentina.
Estados Unidos es el segundo comprador mundial de hierro y acero en el mundo. Argentina, es el socio comercial número 41 en orden de importancia, habiendo exportado a ese país. Respecto a las manufacturas hechas de hierros y acero, Estados Unidos es el primer comprador mundial y Argentina su socio número 30. En el caso del Aluminio y sus derivados, es todavía más importante el peso comercial de Estados Unidos y el peso argentino es mucho mayor como socio comercial.
Ahora bien, visto desde el lado argentino, la importancia de los Estados Unidos como socio comercial es mucho mayor. En 2017, del total de las exportaciones de manufacturas de hierro y acero, el 37, 19% fueron destinadas al país del norte. El mercado estadounidense es el principal destino de las exportaciones argentinas de este tipo de productos. El nivel de concentración registrado en el destino de las exportaciones, también se repite cuando se considera el tipo de producto exportado: de los 233 millones de dólares exportados en manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, el 91,3% son tubos sin costura. Es decir, que la concentración se encuentra no solo en el mercado y la orientación del mismo, sino también en el tipo de producto.
Además, cuando se analiza la evolución histórica de las exportaciones de manufacturas de hierro y acero, se puede verificar que la foto presentada para 2017 es una construcción de los últimos años. En la tabla 1 se comprueba que para el 2015 las exportaciones a Estados Unidos solamente representaban el 20,4%, por lo que el mercado norteamericano explicó un 81% del crecimiento de las exportaciones acontecidas entre 2015 y 2017, mientras que otros países como Bolivia, Chile y Uruguay vieron perder peso relativo y absoluto como destino de las exportaciones argentinas. Como conclusión, si bien existió un fuerte crecimiento de las exportaciones de estos productos entre 2015 y 2017, la misma se concentró en un solo mercado y una sola mercancía, mientras que se perdió participación en otros mercados.
Un proceso similar ocurre con las exportaciones de aluminio y sus derivados. Tal como se observa en la tabla a continuación, Estados Unidos recibió el 6 62,1% de las exportaciones argentinas en este tipo de productos en el 2017, creciendo significativamente con respecto a 2015. El mercado norteamericano explicó casi en su totalidad este aumento. En el mismo periodo retrocedieron en su participación destinos como Brasil, Uruguay, Perú, Puerto Rico y el resto de los países. Al igual que con las manufacturas de hierro y acero, cuando se analiza el tipo de productos exportados, se llega a la conclusión que estos se encuentran altamente concentrados. El 93,9% de las exportaciones de 2017 a Estados Unidos es explicada por un único producto: aluminio en bruto.
El informe de CEPA detalla que de implementarse los aranceles del 25% sobre el hierro y el acero y del 10% sobre el aluminio, se verían comprometidas exportaciones por 5,3 millones de dólares en hierro y acero, 492,8 millones de dólares en aluminio y sus derivados y 233,3 millones de dólares en manufacturas de hierro y acero. En total, peligrarían exportaciones por 731,5 millones de dólares con destino los Estados Unidos en el 2017. Esta situación agravaría el saldo negativo de 8,5 mil millones de dólares de la balanza comercial en 2017 en 8,5%.
En este contexto cabe destacar que la empresa Techint, abrió a mediados de 2017 una planta en Texas con capacidad para producir 600 mil toneladas de tubos sin costura. Esta capacidad latente triplica las 222 mil toneladas exportadas en 2017 y podría, por tanto, sortear las nuevas trabas arancelarias a partir de mudar parte de la producción nacional hacia la nueva fábrica en Estados Unidos, afectando negativamente la situación laboral de los trabajadores a nivel local.
En conclusión, en el marco de las discusiones del G-20 y a contramano de las recomendaciones del FMI, el ya alicaído comercio exterior argentino enfrenta un gran desafío frente al cambio de paradigma global que propone la nueva administración de Donald Trump. Si la principal potencia mundial y destino fundamental de las exportaciones argentinas se está cerrando (al igual que otras grandes potencias y países emergentes que adoptan una estrategia proteccionista), la propuesta de apertura indiscriminada de Cambiemos pareciese ir en el sentido contrario. Esto pone en peligro el empleo y la producción local.
Por Itai Hagman
27 de marzo de 2018
Además del Terrorismo de Estado la dictadura cívico militar fue un proyecto económico que no concluyó en el ‘83 y que tiene puntos de continuidad con la política económica del Gobierno de Cambiemos.
El golpe tuvo el apoyo del conjunto del poder económico local e internacional, incluso con la ocupación directa de cargos ministeriales como el ex CEO de Acindar, Alfredo Martinez de Hoz. En particular se destacaron un grupo de empresas cuyos negocios se encontraban tanto en el agro como en la industria y que constituían lo que Eduardo Basualdo acuñó como “oligarquía diversificada”, como Pérez Companc, Bridas, Acindar, Techint, Arcos, Loma Negra, Clarín, Macri, Bemberg, Bunge y Born, entre otros.
Esos grupos, que se beneficiaron con la reforma financiera sancionada en 1977, ganaron fortunas con el negocio de la “bicicleta financiera” y fugaron sus ganancias al exterior, son los mismos que luego fueron agraciados con el proceso de estatización de la deuda externa privada en los últimos años de la dictadura y que pagamos el conjunto de la población durante los gobiernos constitucionales posteriores.
La política económica de la dictadura militar prometió bajar la inflación y terminar con el déficit fiscal, pero fracasó. A pesar del estancamiento económico, no logró bajar la inflación ni tampoco achicar el enorme déficit fiscal que representaba hacia 1983 el 15% del PBI. Con el agravante de dejar una economía casi siete veces más endeudada y con déficit comercial, resultado de la una apertura comercial importadora sin precedentes. Cualquier parecido con el escenario actual no es pura coincidencia.
El modelo económico de la dictadura contó con el apoyo fundamental del Fondo Monetario Internacional y también de los bancos privados que durante esos años inundaron de petro-dólares la economía argentina y de muchos países de América Latina hasta que las deudas se tornaron impagables. ¿Podrían haberse sostenido las dictaduras militares sin el flujo de fondos provenientes de estas instituciones financieras? La respuesta salta a la vista al observar la crisis financiera que comenzó en 1982, cuando estos mismos recursos comenzaron a escasear. Pero además del apoyo financiero a un modelo económico insustentable, parte del endeudamiento fue utilizado también en el armamento y la represión interna. Entre 1975 y 1983 los gastos militares como proporción del PBI pasaron del 2,04% al 4,39%.
Para el poder económico el 24 de marzo fue visto como un momento fundacional. Era el punto de inflexión para dejar atrás las consecuencias de una política “populista” y “estatista” que había empoderado a la clase trabajadora y que resultaba incompatible con sus intereses. No es casual que hoy estos mismos grupos también se estén beneficiando con el modelo económico de Cambiemos o pongan a sus “técnicos” en cargos ministeriales. Tampoco es una sorpresa el visto bueno del FMI para la política económica actual, aunque el gobierno de Macri promete ser aún más benevolente con el capital extranjero. Un país verdaderamente atendido no sólo por sus dueños, sino por sus verdugos de hace 42 años atrás.
* Economista director del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (Ocepp) y referente de Ahora Buenos Aires.
Apertura comercial a contramano de la ola mundial
Por DÉBORA ASCENCIO
En el marco de la cumbre económica del G-20 en nuestro país, la discusión apertura versus proteccionismo se impone. Mientras Cambiemos consigue elogios de la Presidenta del FMI por la “vuelta de la Argentina al mundo”, la principal potencia mundial, EEUU, aplica una política proteccionista. Tal es así que el Presidente norteamericano impuso aranceles a las importaciones de hierro, acero y aluminio arancelando el principal destino de las exportaciones de dichos materiales desde nuestro país. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), analiza el impacto de la medida adoptada por Trump para la economía nacional y las dificultades de querer aplicar una política de apertura en un mundo que se cierra.
Donald Trump anunció que impulsaría un aumento de los aranceles a las importaciones de acero y aluminio en un 25% y 10% respectivamente para aquellos productos que pretendan ingresar en el mercado norteamericano. Con tales fines el presidente norteamericano twitteó: “¡Para proteger nuestro País debemos proteger el Acero Estadounidense! #PRIMEROESTADOSUNIDOS”. Este anuncio de corte proteccionista, suscitó las más variadas críticas en todo el mundo, pero tiene un especial impacto en la economía local.
En Argentina, el sector siderúrgico se encuentra fuertemente concentrado por dos grandes grupos (Acindar y Techint), como resultado de beneficios obtenidos desde la última dictadura militar y profundizados durante la privatización de la empresa estatal SOMISA durante el menemismo. Estos dos grupos siderúrgicos dividieron el mercado de hecho, avanzando en una especialización productiva. Por un lado, el grupo Techint controla el mercado de laminados planos a través de su empresa Siderar y el mercado de los tubos sin costura con Siderca. Por otro lado, Acindar se concentra en la elaboración de productos no planos para la construcción. Por su parte, el mercado de aluminio está dominado por Aluar, única empresa productora de aluminio crudo en la Argentina.
Estados Unidos es el segundo comprador mundial de hierro y acero en el mundo. Argentina, es el socio comercial número 41 en orden de importancia, habiendo exportado a ese país. Respecto a las manufacturas hechas de hierros y acero, Estados Unidos es el primer comprador mundial y Argentina su socio número 30. En el caso del Aluminio y sus derivados, es todavía más importante el peso comercial de Estados Unidos y el peso argentino es mucho mayor como socio comercial.
Ahora bien, visto desde el lado argentino, la importancia de los Estados Unidos como socio comercial es mucho mayor. En 2017, del total de las exportaciones de manufacturas de hierro y acero, el 37, 19% fueron destinadas al país del norte. El mercado estadounidense es el principal destino de las exportaciones argentinas de este tipo de productos. El nivel de concentración registrado en el destino de las exportaciones, también se repite cuando se considera el tipo de producto exportado: de los 233 millones de dólares exportados en manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, el 91,3% son tubos sin costura. Es decir, que la concentración se encuentra no solo en el mercado y la orientación del mismo, sino también en el tipo de producto.
Además, cuando se analiza la evolución histórica de las exportaciones de manufacturas de hierro y acero, se puede verificar que la foto presentada para 2017 es una construcción de los últimos años. En la tabla 1 se comprueba que para el 2015 las exportaciones a Estados Unidos solamente representaban el 20,4%, por lo que el mercado norteamericano explicó un 81% del crecimiento de las exportaciones acontecidas entre 2015 y 2017, mientras que otros países como Bolivia, Chile y Uruguay vieron perder peso relativo y absoluto como destino de las exportaciones argentinas. Como conclusión, si bien existió un fuerte crecimiento de las exportaciones de estos productos entre 2015 y 2017, la misma se concentró en un solo mercado y una sola mercancía, mientras que se perdió participación en otros mercados.
Un proceso similar ocurre con las exportaciones de aluminio y sus derivados. Tal como se observa en la tabla a continuación, Estados Unidos recibió el 6 62,1% de las exportaciones argentinas en este tipo de productos en el 2017, creciendo significativamente con respecto a 2015. El mercado norteamericano explicó casi en su totalidad este aumento. En el mismo periodo retrocedieron en su participación destinos como Brasil, Uruguay, Perú, Puerto Rico y el resto de los países. Al igual que con las manufacturas de hierro y acero, cuando se analiza el tipo de productos exportados, se llega a la conclusión que estos se encuentran altamente concentrados. El 93,9% de las exportaciones de 2017 a Estados Unidos es explicada por un único producto: aluminio en bruto.
El informe de CEPA detalla que de implementarse los aranceles del 25% sobre el hierro y el acero y del 10% sobre el aluminio, se verían comprometidas exportaciones por 5,3 millones de dólares en hierro y acero, 492,8 millones de dólares en aluminio y sus derivados y 233,3 millones de dólares en manufacturas de hierro y acero. En total, peligrarían exportaciones por 731,5 millones de dólares con destino los Estados Unidos en el 2017. Esta situación agravaría el saldo negativo de 8,5 mil millones de dólares de la balanza comercial en 2017 en 8,5%.
En este contexto cabe destacar que la empresa Techint, abrió a mediados de 2017 una planta en Texas con capacidad para producir 600 mil toneladas de tubos sin costura. Esta capacidad latente triplica las 222 mil toneladas exportadas en 2017 y podría, por tanto, sortear las nuevas trabas arancelarias a partir de mudar parte de la producción nacional hacia la nueva fábrica en Estados Unidos, afectando negativamente la situación laboral de los trabajadores a nivel local.
En conclusión, en el marco de las discusiones del G-20 y a contramano de las recomendaciones del FMI, el ya alicaído comercio exterior argentino enfrenta un gran desafío frente al cambio de paradigma global que propone la nueva administración de Donald Trump. Si la principal potencia mundial y destino fundamental de las exportaciones argentinas se está cerrando (al igual que otras grandes potencias y países emergentes que adoptan una estrategia proteccionista), la propuesta de apertura indiscriminada de Cambiemos pareciese ir en el sentido contrario. Esto pone en peligro el empleo y la producción local.