Alberto Rodríguez García
22 feb 2020
"La provincia de Idlib parece ser un imán para los grupos terroristas, especialmente porque es un territorio ingobernado. Hay una gran variedad de grupos ahí, y todos son una amenaza para los cientos de miles de civiles que solo buscan una forma de vivir y sobrevivir". Con estas palabras el Coronel Myles Caggins, portavoz de la coalición anti-ISIS, la 'Operación Resolución Inherente', hablaba de la provincia del norte de Siria que estos días está viviendo el colapso de grupos yihadistas y rebeldes bajo el paraguas de Turquía.
El 19 de diciembre de 2019, el Ejército Árabe Sirio con el apoyo de Rusia anunció la operación "Amanecer de Idlib 2"; una ofensiva terrestre para recuperar el Gran Idlib, gobernado actualmente por la Organización para la Liberación del Levante (Hayat Tahrir al-Sham - HTS), o lo que es lo mismo, el brazo original de al-Qaeda en Siria. Desde entonces y en apenas unas semanas, el estado sirio ha recuperado más de 2.000 kilómetros cuadrados de territorio, cientos de localidades y colinas, las cruciales ciudades de Ma’arrat al-Numaan y Saraqib, ha rodeado 18 puestos de observación turcos y ha retomado el control de la vital autopista M5, que además de unir la capital financiera de Siria (Damasco) con la capital industrial (Alepo), recorre el país de norte a sur, desde Turquía hasta Jordania. El esfuerzo, sin embargo, está siendo cuantioso, y las bajas de cada bando ya suman más de un millar.
Esta ofensiva de Idlib es algo más que una batalla del gobierno sirio contra la última región que tiene declarada abiertamente la guerra al estado: es una batalla contra la infamia. La infamia de los grupos yihadistas que han envenenado la región con su ponzoña. Grupos yihadistas como HTS, el Ejército Nacional Sirio (también conocidos como TFSA o rebeldes proturcos, los mismos que cometieron auténticas barbaridades en el noreste de Siria hace poco), la sala de operaciones 'Incita a los Creyentes', compuesta por la Organización de Guardianes de la Religión (Tanzim Hurras ad-Din, el nuevo al-Qaeda en Siria), los Partidarios del Monoteísmo (Ansar al-Tawhid, también parte de al-Qaeda) y otros grupos de ideología radical. De acuerdo Brett McGurk, el diplomático de EE.UU. encargado de supervisar la lucha contra ISIS, en 2017 ya era obvio que la provincia de Idlib era "el mayor espacio seguro de al-Qaeda desde el 11S, con conexiones directas con Ayman al-Zawahiri (líder de al-Qaeda global)". No es baladí en este contexto, recordar que el líder de ISIS Abu bakr al-Baghdadi, fue eliminado en Idlib.
Los grupos rebeldes y yihadistas sin embargo, no están solos. Hemos llegado a un punto en el que hay pruebas irrefutables de que Turquía, país miembro de la OTAN, está entregando tanques, transporte blindado y armamento a al-Qaeda. Hemos llegado a un punto en el que cuando Rusia bombardea a los rebeldes en Nayrab… ¡mueren soldados turcos! Una evidencia que ni los que voluntariamente cierran los ojos pueden negar después de que los propios grupos rebeldes y yihadistas que participaron en la ofensiva de Nayrab publicasen horas antes videos junto a los soldados turcos que se preparaban para a atacar. Porque hemos llegado a un punto en el que Turquía está deseando convertirse en la fuerza aérea de al-Qaeda. Por muy loco que esto suene, es así, y es que para frenar la superioridad aérea de Rusia, el pusilánime intento de sultán otomano, Recep Tayyip Erdogan, ha pedido a EE.UU. que despliegue dos baterías Patriot para así poder despegar sus F-16 y dar apoyo desde el cielo a los grupos rebeldes/yihadistas anteriormente citados a los que ya está impulsando (aunque con resultados catastróficos) desde el suelo.
Frente a lo que deberían ser buenas noticias —que la guerra militar está terminando en Siria y la derrota de al-Qaeda como estructura con poder en la región es inminente—, todavía hoy hay que lidiar con los instigadores de la guerra, los falsos expertos y todo tipo de fanáticos que desean desesperados un conflicto directo con Rusia (como si fuese un juego que no provocaría la muerte y el sufrimiento de miles) con tal de defender a sus yihadistas radicales, o que apelan al discurso humanitario para ocultar los porqués de la "Operación Amanecer de Idlib", defendiendo así los intereses de al-Qaeda en Siria. Sin que se note mucho están defendiendo los intereses de al-Qaeda. Es innegable que la nueva campaña del ejército sirio para recuperar la provincia de Idlib está provocando decenas de miles de desplazados, pero este dato es muy importante contextualizarlo antes de hacer juicios de valor:
En la guerra la gente mata y muere; por eso la guerra es despreciable, terrible y solo un sádico puede disfrutarla. Pensar que la violencia en Idlib está siendo unilateral, convirtiendo a uno de los actores en sujeto pasivo es, en el mejor de los casos, mentir.
Un alto el fuego en Idlib ya es imposible. Rusia y Turquía se han reunido en múltiples ocasiones para intentar pactar un acto el fuego y una desescalada de la violencia, pero los grupos radicales se niegan a aceptarlo y siempre terminan reactivando las hostilidades. Turquía además, ha decidido amenazar con una guerra directa contra el estado soberano de Siria, cuyo norte ya ha invadido, dejando claro así que Erdogan y su cúpula no tienen la paz como prioridad, aunque la oposición en el parlamento se oponga a las aspiraciones neo-otomanas del intento de sultán.
Los propios turcos reconocen que en Idlib hay al menos 40.000 rebeldes bajo su paraguas y 20.000 militantes pertenecientes a al-Qaeda. La única alternativa a recuperar Idlib por la vía militar que tienen Rusia y el estado sirio es la de aceptar que una de las principales zonas agrícolas de Siria sea de facto la capital del yihadismo global. ¿Estaría el lector dispuesto a aceptar algo así en su país? ¿Estarían aquellos que desde Europa enarbolan el discurso apologético de los rebeldes y al-Qaeda en Idlib a aceptar algo así en su país? Lo dudo mucho.
Mientras el Ejército Árabe Sirio combate bajo la bandera nacional, con la media luna y la cruz, los rebeldes avanzan bajo la shahadda (declaración de fe), la bandera turca y los gritos de 'Allahu Akbar'. Porque la batalla por el Gran Idlib es algo más que una batalla por territorio: es la última gran batalla contra la infamia.
@AlRodriguezGar