Por Julio Peñaloza Bretel
NODAL, 16 febrero, 2020
Bolivia: del Estado de Derecho al Estado de derecha
Lejanos y borrosos quedaron los días en que Eduardo Rodriguez Veltzé condujo la transición boliviana de 2005 en que se impuso una sobria agenda conducente hacia las elecciones generales del 18 de diciembre, en la que ninguna tentación para el oportunismo pudo seducir al que llegaba al palacio de gobierno como presidente de la Corte Suprema de Justicia.
A Rodríguez ni se le pasó por la cabeza maquinar alguna burda maniobra de prorroga en el cargo, y menos concebir una candidatura desde su presidencia, producto del sentido de la sucesión constitucional que pasaba por devolverle al país la normalidad democrática con el propósito de facilitar elecciones libres de contaminaciones tendenciosas, una vez el entonces presidente de la República, Carlos Mesa y los presidentes del Senado, Hormando Vaca Diez y de Diputados, Mario Cossío, renunciaron a sus cargos, producto de una crisis político institucional arrastrada desde el gobierno del más neoliberal de los presidentes bolivianos, Gonzalo Sánchez de Lozada.
A diferencia de aquél tiempo, Bolivia está experimentando una sinuosa transición hacia nuevas elecciones, plagada de incidentes diplomáticos de violación a las reglas del juego sobre el refugio político, y órdenes de detención contra militantes del partido de Evo Morales y ex autoridades, que caracterizan al régimen policiaco de Jeanine Anez, promovida a la presidencia por agentes protagonistas de una conspiración que logró la renuncia de Evo Morales, ahora convertidos en candidatos presidenciales
–Mesa, Camacho, Quiroga– encargados de borrar la reglamentaria sucesión constitucional en base a un cuidadoso plan que comenzó por trasladar a Anez en un helicóptero militar desde Santa Cruz de la Sierra hasta La Paz, el lunes 11 de noviembre (2019), para que jurara al día siguiente, mientras se intentaba asegurar previamente la renuncia de Adriana Salvatierra a la presidencia del Senado, a fin de evitar que se produjera la continuidad del MAS en el gobierno, por lo menos hasta el 22 de enero de 2020, fecha de expiración del mandato de Evo: Para los golpistas, Anez ya era presidenta antes de que se produjera la renuncia de Morales.
Consumada la dimisión de Evo, inducida por el Gral.William Kalimán, Comandante de las Fuerzas Armadas, Anez comenzó a gobernar en sociedad con Luis Fernando Camacho, entonces presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, quién con la puesta en escena de cabildos, organización de un paro indefinido y su decidida marcha hacia La Paz para con Biblia en mano, pedir a través de una carta la renuncia de Evo, se posiciónó como el principal operador del derrocamiento, acción que hoy le permite erigirse en candidato presidencial junto a Marco Pumari, otro dirigente cívico, presidente del Comité del departamento de Potosí, y que bajo la sigla CREEMOS, aspira a situarse como la nueva opción generacional de la derecha boliviana.
El supuesto proceso fraudulento auditado por una comisión de la OEA, enviada por su Secretario General, Luis Almagro, que habría justificado el pedido de renuncia a Evo, se refirió a irregularidades y en ninguna parte del informe final alude explícitamente a un fraude que habría modificado dramáticamente el resultado final de las elecciones del 20 de octubre, en sentido de que no existían los diez puntos de diferencia exigidos por la ley electoral para obtener el triunfo en primera vuelta.
Consumados los hechos, comenzaron a decantarse los ímpetus electorales y excluyentes de todos quienes colaboraron en distintos de grados de participación con la caída de Evo, que a diferencia de Nicolás Maduro que preserva como oro su estructura político-militar, había perdido, sin que lo advirtiera, la lealtad y la subordinación policial y de las Fuerzas Armadas que fueron decisivas a la hora de consumar los hechos.
Hoy gobierna Bolivia un partido de derecha (Movimiento Demócrata Social MDS) no elegido en las urnas y que ha impuesto un modelo represivo de persecuciones político juidiciales, con el agravante de una candidatura que juega con ventaja sobre las demás, debido a que Jeanine Anez ejerce la presidencia como juez y parte, exactamente igual que como lo hiciera Evo.
Lo mas grave, sin embargo, es la alarmante inexistencia de una deliberación basada en visiones de país y programas de gobierno como para que no haya duda que el trauma provocado por catorce anos de Evo, mantiene anquilosados a quienes aspiran a sucederlo en el cargo y que no son capaces, hasta ahora, de explicar un modelo alternativo al del MAS que le ha otorgado al país en los últimos catorce anos, una estabilidad y una coherencia económica de la que se está beneficiando el gobierno transitorio que quiere a Jeanine presidenta entre 2020 y 2025.
*Periodista boliviano
Consumada la dimisión de Evo, inducida por el Gral.William Kalimán, Comandante de las Fuerzas Armadas, Anez comenzó a gobernar en sociedad con Luis Fernando Camacho, entonces presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, quién con la puesta en escena de cabildos, organización de un paro indefinido y su decidida marcha hacia La Paz para con Biblia en mano, pedir a través de una carta la renuncia de Evo, se posiciónó como el principal operador del derrocamiento, acción que hoy le permite erigirse en candidato presidencial junto a Marco Pumari, otro dirigente cívico, presidente del Comité del departamento de Potosí, y que bajo la sigla CREEMOS, aspira a situarse como la nueva opción generacional de la derecha boliviana.
El supuesto proceso fraudulento auditado por una comisión de la OEA, enviada por su Secretario General, Luis Almagro, que habría justificado el pedido de renuncia a Evo, se refirió a irregularidades y en ninguna parte del informe final alude explícitamente a un fraude que habría modificado dramáticamente el resultado final de las elecciones del 20 de octubre, en sentido de que no existían los diez puntos de diferencia exigidos por la ley electoral para obtener el triunfo en primera vuelta.
Consumados los hechos, comenzaron a decantarse los ímpetus electorales y excluyentes de todos quienes colaboraron en distintos de grados de participación con la caída de Evo, que a diferencia de Nicolás Maduro que preserva como oro su estructura político-militar, había perdido, sin que lo advirtiera, la lealtad y la subordinación policial y de las Fuerzas Armadas que fueron decisivas a la hora de consumar los hechos.
Hoy gobierna Bolivia un partido de derecha (Movimiento Demócrata Social MDS) no elegido en las urnas y que ha impuesto un modelo represivo de persecuciones político juidiciales, con el agravante de una candidatura que juega con ventaja sobre las demás, debido a que Jeanine Anez ejerce la presidencia como juez y parte, exactamente igual que como lo hiciera Evo.
Lo mas grave, sin embargo, es la alarmante inexistencia de una deliberación basada en visiones de país y programas de gobierno como para que no haya duda que el trauma provocado por catorce anos de Evo, mantiene anquilosados a quienes aspiran a sucederlo en el cargo y que no son capaces, hasta ahora, de explicar un modelo alternativo al del MAS que le ha otorgado al país en los últimos catorce anos, una estabilidad y una coherencia económica de la que se está beneficiando el gobierno transitorio que quiere a Jeanine presidenta entre 2020 y 2025.
*Periodista boliviano