ARGENTINA: EL INCIO DEL NEOLIBERALISMO
A 45 años del último Golpe de Estado: ¿lección aprendida?. Desindustrialización, valorización financiera, extranjerización y endeudamiento
Por Franco A. Sacchetta
21 de marzo de 2021
El presidente de facto entre 1976 y 1981, Jorge Rafael Videla, lideró la etapa más cruel en materia de violación sistemática de los derechos humanos en el país. Imagen: NA
A partir del año 1976, el plan económico regresivo actuó en detrimento de los intereses del país, y principalmente del entramado industrial y la matriz productiva. La valorización financiera predominaba sobre la producción.
El sábado 9 de enero, día conmemorativo del nacimiento del escritor y periodista Rodolfo Walsh, recordábamos, café de por medio en un bar de la ciudad de Buenos Aires, su estremecedor y documentado relato referido al fusilamiento de civiles inocentes en la localidad de José León Suarez, Provincia de Buenos Aires.
Publicado primero en notas en el diario Mayoría y poco después como el libro que titulara Operación Masacre (1957, primera edición) relata hechos llevados a cabo durante 1956 bajo el gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora (1955-1958), ejecutada por la policía de turno y un día antes del establecimiento de la llamada Ley Marcial en todo el territorio de la República.
Dicha investigación y publicación, en palabras del propio autor, tenía como objetivo difundir el hecho en su forma más amplia, y generar en la conciencia del pueblo argentino un rotundo nunca más. Quienquiera lo ayudara a difundirlo era para él un aliado a quien no interrogaría por su ideología política, duramente invisibilizada y proscripta en el caso de los peronistas cuando los sucesos narrados tuvieron lugar y luego de que lograra que se publicaran sus escritos.
Estos episodios de violencia, tortura y asesinatos que se vivieron con posterioridad al derrocamiento de Juan Domingo Perón durante su segundo mandato presidencial, y con posteriores golpes de estado en 1962 y 1966, pareciera no haber sido suficientes para un país que afrontaría a partir del 24 de marzo de1976, su etapa más cruel en materia de violación sistemática de los derechos humanos.
Rodolfo Walsh, con notable lucidez, ya alertaba en base a lo narrado, sobre lo que vendría si no se informaba y concientizaba a la sociedad de este tipo de actos planificados, generando un contexto de disciplinamiento colectivo, destinado a facilitar la aplicación de planes económicos de corte fuertemente liberal.
Plan económico
A partir del año 1976, estos planes económicos, actuaron en detrimento de los intereses del país, y principalmente del entramado industrial y la matriz productiva. Anecdótico de todo lo que ya se sabe, bajo la dirección económica del ministro José Alfredo Martínez de Hoz, a las violaciones ocultas y planificadas de los derechos humanos, siguieron la sanción de un nuevo régimen de inversiones extranjeras, que brindó a las compañías foráneas una igualdad de derechos de los que disponían las empresas de origen nacional, otorgándoles además una disminución de los aranceles de importación, en promedio del 90 al 40 por ciento.
Con posterioridad, a partir de la sanción de la reforma financiera en 1977, la situación de la industria argentina empeoró, ya que se liberó por completo el mercado crediticio y las tasas de interés y las exigencias para la expansión de las compañías financieras y los flujos de capitales con el exterior.
El sector financiero cobró relevancia en la obtención y la distribución de los recursos, generando un cambio en la dinámica económica general, propiciando una reducción en las inversiones físicas, y una creciente colocación de los recursos monetarios en el sistema financiero que maximizaba su rentabilidad, retrayendo la capacidad de expansión de largo plazo de la producción.
El efecto final de la reforma financiera fue un rotundo cambio en el actuar de las empresas industriales, cuyo comportamiento viró al cortoplacismo, con un predominio de los temas financieros sobre los productivos, comprometiendo el horizonte de inversiones de bienes de capital, y de innovaciones tecnológicas que el sector requería a largo plazo.
En síntesis, la valorización financiera predominaba sobre la producción, y las fábricas se adquirían y se transferían como parte de la especulación.
Herencia
Con el transcurso de la gestión de Martínez de Hoz, se profundizó el esquema mencionado y se acentuó la disminución de aranceles, generando un declive de la industria que sería insostenible. El PIB industrial bajó a una tasa del 1 por ciento anual acumulativo, provocando que el Producto industrial en 1983 fuera 10 por ciento menor al registrado en 1976.
Este período, también finalizó con una descomunal deuda externa contraída durante siete años de gobierno. Con el inicio de la democracia, se dejaba una luz de esperanza en recuperar el crecimiento económico en base a un consenso político, económico y social. Pero con una herida abierta producto de las tantas víctimas del genocidio, que en palabras del presidente de facto entre 1976 y 1981, Jorge Rafael Videla, eran “una incógnita, no están ni muertos ni vivos, están desaparecidos”.
Entonces, más allá del contexto generalizado que atravesaba casi toda América latina con gobiernos de facto, cabe preguntarse, en el lapso de esos 20 años transcurridos desde 1956 al 24 de marzo de 1976, a nivel colectivo, ¿cuál fue la lección no aprendida? o ¿es que no calaron o no llegaron, estas atrocidades en la memoria del pueblo argentino?
A partir del año 1976, el plan económico regresivo actuó en detrimento de los intereses del país, y principalmente del entramado industrial y la matriz productiva. La valorización financiera predominaba sobre la producción.
El sábado 9 de enero, día conmemorativo del nacimiento del escritor y periodista Rodolfo Walsh, recordábamos, café de por medio en un bar de la ciudad de Buenos Aires, su estremecedor y documentado relato referido al fusilamiento de civiles inocentes en la localidad de José León Suarez, Provincia de Buenos Aires.
Publicado primero en notas en el diario Mayoría y poco después como el libro que titulara Operación Masacre (1957, primera edición) relata hechos llevados a cabo durante 1956 bajo el gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora (1955-1958), ejecutada por la policía de turno y un día antes del establecimiento de la llamada Ley Marcial en todo el territorio de la República.
Dicha investigación y publicación, en palabras del propio autor, tenía como objetivo difundir el hecho en su forma más amplia, y generar en la conciencia del pueblo argentino un rotundo nunca más. Quienquiera lo ayudara a difundirlo era para él un aliado a quien no interrogaría por su ideología política, duramente invisibilizada y proscripta en el caso de los peronistas cuando los sucesos narrados tuvieron lugar y luego de que lograra que se publicaran sus escritos.
Estos episodios de violencia, tortura y asesinatos que se vivieron con posterioridad al derrocamiento de Juan Domingo Perón durante su segundo mandato presidencial, y con posteriores golpes de estado en 1962 y 1966, pareciera no haber sido suficientes para un país que afrontaría a partir del 24 de marzo de1976, su etapa más cruel en materia de violación sistemática de los derechos humanos.
Rodolfo Walsh, con notable lucidez, ya alertaba en base a lo narrado, sobre lo que vendría si no se informaba y concientizaba a la sociedad de este tipo de actos planificados, generando un contexto de disciplinamiento colectivo, destinado a facilitar la aplicación de planes económicos de corte fuertemente liberal.
Plan económico
A partir del año 1976, estos planes económicos, actuaron en detrimento de los intereses del país, y principalmente del entramado industrial y la matriz productiva. Anecdótico de todo lo que ya se sabe, bajo la dirección económica del ministro José Alfredo Martínez de Hoz, a las violaciones ocultas y planificadas de los derechos humanos, siguieron la sanción de un nuevo régimen de inversiones extranjeras, que brindó a las compañías foráneas una igualdad de derechos de los que disponían las empresas de origen nacional, otorgándoles además una disminución de los aranceles de importación, en promedio del 90 al 40 por ciento.
Con posterioridad, a partir de la sanción de la reforma financiera en 1977, la situación de la industria argentina empeoró, ya que se liberó por completo el mercado crediticio y las tasas de interés y las exigencias para la expansión de las compañías financieras y los flujos de capitales con el exterior.
El sector financiero cobró relevancia en la obtención y la distribución de los recursos, generando un cambio en la dinámica económica general, propiciando una reducción en las inversiones físicas, y una creciente colocación de los recursos monetarios en el sistema financiero que maximizaba su rentabilidad, retrayendo la capacidad de expansión de largo plazo de la producción.
El efecto final de la reforma financiera fue un rotundo cambio en el actuar de las empresas industriales, cuyo comportamiento viró al cortoplacismo, con un predominio de los temas financieros sobre los productivos, comprometiendo el horizonte de inversiones de bienes de capital, y de innovaciones tecnológicas que el sector requería a largo plazo.
En síntesis, la valorización financiera predominaba sobre la producción, y las fábricas se adquirían y se transferían como parte de la especulación.
Herencia
Con el transcurso de la gestión de Martínez de Hoz, se profundizó el esquema mencionado y se acentuó la disminución de aranceles, generando un declive de la industria que sería insostenible. El PIB industrial bajó a una tasa del 1 por ciento anual acumulativo, provocando que el Producto industrial en 1983 fuera 10 por ciento menor al registrado en 1976.
Este período, también finalizó con una descomunal deuda externa contraída durante siete años de gobierno. Con el inicio de la democracia, se dejaba una luz de esperanza en recuperar el crecimiento económico en base a un consenso político, económico y social. Pero con una herida abierta producto de las tantas víctimas del genocidio, que en palabras del presidente de facto entre 1976 y 1981, Jorge Rafael Videla, eran “una incógnita, no están ni muertos ni vivos, están desaparecidos”.
Entonces, más allá del contexto generalizado que atravesaba casi toda América latina con gobiernos de facto, cabe preguntarse, en el lapso de esos 20 años transcurridos desde 1956 al 24 de marzo de 1976, a nivel colectivo, ¿cuál fue la lección no aprendida? o ¿es que no calaron o no llegaron, estas atrocidades en la memoria del pueblo argentino?
Nunca más
Precisamente, Rodolfo Walsh, a quien se lo recuerda siempre por la heroica labor periodística en sus investigaciones y denuncias, fue víctima de uno de los tantos secuestros efectuados por el mayor Terrorismo de Estado que Argentina haya transitado en su corta historia.
En tiempos recientes, se puede destacar que esa toma de conciencia y aprendizaje que sobrevino a partir de 1983 tuvo un episodio destacado, casi 34 años después, y se vio reflejado durante mayo de 2017, con el fuerte repudio social ante el fallo de la Corte Suprema de Justicia ante la aplicación del beneficio del 2x1 para las penas de prisión por delitos de lesa humanidad.
En este día conmemorativo, por Memoria, Verdad y Justicia, no podíamos dejar de resaltar nuestro reconocimiento: misión cumplida estimado Rodolfo Walsh, con tu aporte al concientizar y reafirmar el concepto de memoria activa, uniendo al pueblo en este dolor, para que, en conjunto, con el advenimiento de la democracia, pudiera consolidar el tan ansiado nunca más.
Por Franco A. Sacchetta
Magister en Historia Económica y de las Políticas Económicas.