19 mar 2021

TRATAR DE ACOMODARSE


ESTEBAN ACTIS
“EL MUNDO HA QUEDADO DIVIDIDO ENTRE DOS MODELOS EN DISPUTA”


Por Martín Canziani


18 de marzo de 2021






El doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Rosario analiza cómo cambió la relación entre China y Estados Unidos por la pandemia y qué lugar puede ocupar América Latina en esa lucha por la hegemonía global.
China y Estados Unidos han transitado la pandemia de forma divergente. Mientras el gigante asiático desaceleró su crecimiento económico y se posicionó como proveedor de recursos y ayudas sanitarias; Estados Unidos sufrió de lleno el impacto del coronavirus y tuvo un cambio de gobierno en plena pandemia que lo obliga a definir su rumbo en el nuevo escenario internacional. En esta situación, la pregunta por la disputa global entre las potencias se vuelve impostergable.

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Para responderla, el Suplemento Universidad conversó con Esteban Actis, doctor por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario; docente e investigador en las universidades de Rosario, Buenos Aires, La Plata y Católica de Córdoba, y co-autor del libro "La disputa por el poder global".



—¿La pandemia cambió el rumbo de las relaciones entre China y Estados Unidos o aceleró algo que ya venía pasando?




—Vino a acelerar un conjunto de tendencias profundas que ya estaban presentes en el escenario internacional, y la más significativa es la disputa entre Estados Unidos y China. Lo que cambió es que este evento global mostró un conjunto de aspectos, donde los más relevantes son la dificultad en la cooperación entre los dos Estados más importantes de la escena internacional, la crisis de liderazgo que vive el mundo y la voluntad de China de ocupar ese rol, pese a la desconfianza de la comunidad internacional y las limitaciones propias.

—¿Está comprometido el liderazgo global de Estados Unidos?

—La crisis de liderazgo que atraviesa el mundo tiene como manifestación la incapacidad de Estados Unidos de ofrecer bienes públicos globales y de que sean aceptados. Se trata de la capacidad de proveer aquellas construcciones que en un sistema anárquico, donde no hay un gobierno por encima de los Estados, el que tiene que proveer estabilidad económica, financiera, militar global, es el que tiene que incurrir en gastos para sostener la estabilidad. También tiene que proveer cierta narrativa o ideas que determinen una hegemonía a través de su cultura y del modelo de desarrollo, algo que Estados Unidos viene haciendo durante los últimos cien años. Sin embargo, en los últimos tiempos, Estados Unidos ha perdido esa capacidad y la pandemia lo mostró claramente.

China es el país que hoy cuenta con mayores recursos duros y materiales de poder. Ahí se insertan sus bancos multilaterales de desarrollo, la ruta de la seda y las facilidades de financiamiento productivo que ofrece la potencia asiática, pero eso no cubre la brecha necesaria para hacerse cargo del lugar ocupado por Estados Unidos.

—¿Las democracias de occidente pueden competir con el régimen de partido único chino?

—La experiencia china ha puesto en tensión una idea que estaba muy arraigada en la economía internacional: sólo hay progreso sostenido a través de una democracia liberal de mercado. Sin embargo China, con un capitalismo de Estado y un régimen político que no es una democracia, tuvo éxitos económicos tangibles, en un contexto donde las democracias occidentales se han estancado en su desarrollo.

Sin entrar en juicios de valor respecto del modelo, China ha demostrado que no hace falta tener una democracia de mercado tal cual se la considera en occidente para alcanzar el desarrollo. En este sentido, el mundo ha quedado dividido en dos modelos en disputa: uno con un capitalismo donde la transformación productiva está sostenida por el sector privado, donde el Estado es importante pero el motor del desarrollo está en manos privadas y un capitalismo de base estatal donde, si bien China le da un rol protagónico al mercado y a los incentivos privados, la conducción del Estado en los lineamientos y planificación del modelo de desarrollo es muy clara.

—¿La economía global también forma parte de las tensiones entre las potencias?

—Lo que estamos viendo es que la globalización, hasta hace algunos años, estaba centrada en los costos. Las empresas multinacionales se movían alrededor de esta variable que consideraban central. Lo que ha pasado en los últimos tiempos, con una geopolítica mucho más convulsionada por la relación tirante entre China y Estados Unidos, la presidencia de Trump e incluso el Brexit, es que las empresas deben moverse a partir del riesgo.

No hay una desglobalización o un retroceso de la globalización como algunos auguraron al inicio de la pandemia; lo que vemos es un proceso mucho más delicado donde las empresas tienen que evaluar los costos económicos, pero también estratégicos de sus decisiones.

Esta idea tan arraigada de que las empresas multinacionales norteamericanas y la política exterior iban de la mano no se está cumpliendo. Y esto es producto de la tentación por el volumen del mercado chino y su dinámica de crecimiento.

—¿Qué lugar puede ocupar América Latina dentro de esta disputa?

—América Latina se encuentra en una situación muy delicada porque la región tiene una mayor irrelevancia sistémica o menor peso gravitacional que otras regiones del mundo. Los indicadores nos muestran que estamos fuera de las cadenas globales de valor, con poca capacidad de inversión en la industria 4.0, poca participación en la gobernanza global y una fragmentación regional inédita que trae una incapacidad de diálogo para coordinar escenarios futuros. De este escenario regional, que producto de la pandemia ha caído en términos económicos, se da una mayor relevancia estratégica por parte de los actores externos. China y Estados Unidos comienzan a tener mayores intereses en todo el mundo y América Latina no es la excepción. En ese sentido, las presiones de la potencia hemisférica sobre lo que considera su patio trasero han aumentado y China comienza a presionar a países que tienen comprometida sus exportaciones hacia el gigante asiático.