18 mar 2022

DE CADENAS MEDIATICAS Y ELITES DOMINANTES


ARGENTINA
El impacto del mensaje de "rebelión fiscal" de las elites en los sectores populares
Por qué se propaga el discurso antiestatal


Por Juan Carlos Aguiló*
13 de marzo de 2022 


"El objetivo de lograr sociedades más igualitarias no goza de consensos mayoritarios". Imagen: Leandro Teysseire

Muchas de las consignas ultraliberales generan adhesión por parte de sectores de la sociedad que, paradójicamente, son los más afectados materialmente por el debilitamiento de las intervenciones públicas.

“¿Por qué tenemos que pagar impuestos extraordinarios al patrimonio o la riqueza? ¡Es injusto! ¡Es producto de nuestro esfuerzo!” Es habitual que muchxs de lxs que apoyan la regulación impositiva en la tarea política de redistribución de la riqueza en la sociedad respondan de manera airada frente a este tipo de expresiones. Este artículo se propone comprender estas interpelaciones a los valores de equidad y justicia social apelando a algunas de las categorías centrales del marco teórico de Pierre Bourdieu.

La primera constatación de carácter más evidente es que el objetivo de lograr sociedades más igualitarias no parece gozar de consensos mayoritarios a pesar de la abundancia de declamaciones y discursos en ese sentido. Las supuestas preocupaciones frente a las cifras de la escandalosa concentración de la riqueza se desmoronan frente a la contundencia de las estadísticas globales, regionales y locales: los niveles de concentración de la riqueza en la mayoría de las regiones del mundo crecen año tras año. Por lo tanto, las muecas de preocupación han dado paso a expresiones más descarnadas y confrontativas que se deben interpretar dentro del conjunto de ideas de matriz neoliberal que alimenta el sentido común imperante.

El grito de guerra: ¡con mis impuestos no! se puede emparentar con el misógino “se embarazan para cobrar un plan” y el pionero “la plata de la AUH se va por la canaleta del juego y de la droga”. Enunciados discriminatorios y denigrantes que, a contramano de las evidencias empíricas de los fenómenos que estigmatizan, instalan descripciones de sentido común de los fenómenos sociales que pasan a conformar el mapa cognitivo de la gran mayoría de los sectores sociales de nuestra comunidad.


Ya se han vertido opiniones respecto a la agresividad antiestatal, antipolítica y antidemocrática de los discursos neoliberales a nivel global y local (https://www.pagina12.com.ar/326154-el-capitalismo-en-argentina), sosteniendo que no debería generar sorpresa el comportamiento violento y antidemocrático de las elites.

Rebelión impositiva

La rebelión impositiva es el nudo central de la lucha política de las clases dominantes porque es el punto cúlmine del proceso de deslegitimación del Estado, iniciado hace más de cuarenta años. En efecto, el cuestionamiento a la legitimidad de su capacidad tributaria como expresión última de la voluntad democrática es un ataque a una de las funciones centrales de los Estados modernos.

No genera sorpresa la adhesión a muchas de las consignas antiestatales por parte de sectores de la sociedad que, paradójicamente, son los más afectados materialmente por el debilitamiento de las intervenciones públicas en el marco de las condiciones de acumulación del capitalismo global y local.

Es precisamente en estas condiciones materiales de existencia signadas por la desigualdad económica, las discriminaciones de género y la incertidumbre laboral, entre otras realidades, en las que las mujeres y los hombres de las mayorías populares despliegan sus estrategias de vida. Frente a lo perentorio de la subsistencia cotidiana no resulta “obvio” para ellxs que sus penurias son las consecuencias generadas por el modo de acumulación capitalista periférico prevaleciente en el país.

Sus representaciones simbólicas, algunas veces discriminatorias hacia sus pares y otras tantas autoculpabilizantes, son producto de la violencia simbólica que la racionalidad neoliberal ejerce sobre ellxs a través de los habitus de clase y género que portan. Este conjunto de disposiciones cognitivas lxs conducen al despliegue de prácticas materiales y simbólicas que tienden a la adecuación y reproducción con las estructuras sociales dominantes.

Dominación

Para lograr "desenmascarar la arbitrariedad de la racionalidad de las fuerzas de dominación", como define Bourdieu, es imprescindible contar con condiciones sociales de existencia que los sectores subordinados no disponen precisamente porque se encuentran comprometidos en la subsistencia cotidiana en la que el mapa cognitivo está prevalentemente conformado por la racionalidad neoliberal.

En otras palabras, si no se cae en repetir el absurdo antropológico liberal de imaginar a los sujetos sociales como individuos autónomos de la sociedad portadores de una racionalidad lógica y ahistórica, se puede comprender que, compelidos por la inmediatez de las demandas cotidianas del mundo social, los sujetos sociales despliegan prácticas simbólicas y materiales que tienden, no sin contradicciones, desfasajes o desgarros, a la reproducción del orden social dominante debido a que portan disposiciones que han sido históricamente estructuradas por éste.

Si se toman como plausibles estos abordajes e interpretaciones de "las razones prácticas de las prácticas sociales" se podría comprender por qué podrían aparecer como razonables para sujetos en condiciones de subordinación las afirmaciones y explicaciones antiestatales y de rebeldía impositiva que propalan en sus cadenas mediáticas las elites dominantes.

Consecuentemente, la comprensión de esta complicidad tendencial entre habitus y estructura permitiría analizar y calibrar con mayor exactitud el alcance y magnitud de los potenciales desfasajes y aperturas entre las disposiciones y las condiciones de dominación, lo que contribuiría a mejorar el diseño de las prácticas políticas en su carácter eminentemente pedagógico y contrahegemónico.

En efecto, la disputa frente a la legitimidad del orden capitalista neoliberal es, además de material, esencialmente pedagógica en el sentido de romper con las estructuras cognitivas dominantes a partir de la historización y desnaturalización profunda y antagónica con sus supuestas verdades objetivas. En otras palabras, la lucha política es inminentemente una lucha simbólica que, alejada de una apología simplista de las prácticas de los sectores populares, pueda colaborar con ellos en la dificultosa tarea de explicitar y ratificar que sus malestares y descontentos no tienen origen en las pretendidas disfuncionalidades que el orden simbólico dominante les asigna sino en las ocultas arbitrariedades de la estructura económica que lo sostiene.

*Sociólogo, Docente/Investigador UNCuyo