Por Adolfo Gilly *Desde México
19 de mayo de 2017
Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia, dice el inolvidable inicio de La vorágine, aquella novela que hace casi un siglo (1924) publicó el colombiano José Eustasio Rivera, inmortal desde entonces. La violencia que en México nos envuelve sin ley y sin piedad se desencadenó como un turbión que recorre tierras, aguas, aire, todo el territorio de la nación, cuando la casta gobernante –Ellos, como los llama el pueblo– se jugó a los azares del mercado financiero mundial, por definición sin otra ley que la ganancia, lo que era el corazón y el alma de la Constitución de 1917: el artículo 27, piedra angular de toda la estructura jurídica alzada por los constituyentes de aquellos años de fuego.
19 de mayo de 2017
Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia, dice el inolvidable inicio de La vorágine, aquella novela que hace casi un siglo (1924) publicó el colombiano José Eustasio Rivera, inmortal desde entonces. La violencia que en México nos envuelve sin ley y sin piedad se desencadenó como un turbión que recorre tierras, aguas, aire, todo el territorio de la nación, cuando la casta gobernante –Ellos, como los llama el pueblo– se jugó a los azares del mercado financiero mundial, por definición sin otra ley que la ganancia, lo que era el corazón y el alma de la Constitución de 1917: el artículo 27, piedra angular de toda la estructura jurídica alzada por los constituyentes de aquellos años de fuego.