5 mar 2018

LA GRIETA EUROPEA

CRECIÓ LA DERECHA Y LOS ANTISISTEMA

El respaldo al antieuropeismo en las elecciones de Italia enciende alarmas en la Unión Europea
4 de Marzo de 2018





Con los temores que se había diluido en 2017 con las derrotas de Gene Wilders en Holanda y Marine Le Pen en Francia, que se amilanaron hoy al lograrse la Gran Coalición en Alemania, que dará continuidad a Angela Merkel, el golpe para Bruselas vino de Italia.

Las primeras tendencias en el recuento oficial de votos de la elección parlamentaria italiana mostraban que las fuerzas pro-europeas, por sí mismas, no llegan a formar una mayoría. Y peor aún, mostraban un fuerte avance de las agrupaciones euroescépticas o eurocríticas. Un escenario que podría desafiar el camino tomado hasta ahora por Italia en la Unión Europea y abrir una grieta en el Viejo Continente.

"Pésima noche para la Unión Europea...", escribió en las redes sociales Marine Le Pen después de los primeros datos conocidos en Italia. Mientras que la prensa extranjera hablaba de un "Parlamento flotante" y una Italia sin mayoría.

Las preocupaciones para Bruselas comenzaron con los primeros resultados de boca de urna, poco después de las 23 de Italia, cuando los colegios electorales cerraron y se dio por clausuras la elección.

Los sondeos -luego confirmados en el recuento parcial de votos, que marcaban una tendencia- hablan de una caída significativa en el Partido Demócrata, el ascenso del Movimiento 5 Estrellas y una Liga marcadamente contraria a la UE cada vez más fuerte.

Las esperanzas de una Gran Coalición centroderecha y centroizquierda como la que ha restablecido la estabilidad en la Alemania de Merkel, de repente se debilitaba en la noche del domingo en Italia, para pesar de Bruselas.

Hace apenas veinte días, durante su visita a Berlín, el primer ministro Paolo Gentiloni le había asegurado al canciller alemán que después del 4 de marzo, en Italia no iba a haber un gobierno con posiciones ultra derechistas y antieuropeas.

Una certeza que había subrayado a Alemania como a Francia, lo que les llevó a reiterar el eje de tres con Italia y esas naciones, en la Cumbre Europea del 23 de febrero en Bruselas. Una certeza que duró solo unas pocas semanas y terminó resquebrajándose.

El único que había dado voz anteriormente a la preocupación que se extiende en Bruselas en este momento, después de la primera fotografía electoral italiana con la victoria del M5S -el más votado en soledad- y el avance de la Liga del Norte, fue el presidente de la Comisión de la UE, Jean Claude Juncker.

El 22 de febrero había evocado al "peor escenario posible" tras las parlamentarias italianas: un gobierno no operativo, que sea una coalición hermética, abierto a fuerzas populistas que consideran a la Unión Europea como la causa de los males y no su solución.

Una posibilidad que, según Juncker, también asustaría a los mercados. Tanto es así que la Comisión Europea se estaba preparando para enfrentar una posible turbulencia financiera en la segunda semana de marzo.

Sin embargo, la reacción de los mercados no es el mayor temor de las instituciones europeas en este momento. De hecho, las bolsas de valores en el último mes no han registrado ningún peligro de inestabilidad en Italia, y tampoco en Europa, como recuerda a menudo el presidente del BCE Mario Draghi. Es que la UE está hoy mucho más equipada que antes para enfrentar esos riesgos.

En realidad, la mayor preocupación es de naturaleza política: Italia, el país fundador de la Unión, la tercera economía de la zona del euro, siempre ha garantizado un compromiso incondicional con la construcción del proyecto europeo.

Y celebró con las instituciones europeas cuando los holandeses, en las urnas, detuvieron a Wilders o a la francesa Le Pen. Ahora, en cambio, los amigos de Wilders y Le Pen podrían encontrarse en el gobierno italiano.

Con consecuencias obvias para el futuro de la Unión: junto con Alemania y Francia, Italia desempeña un papel fundamental en la construcción abierta de reformas, desde la de la zona euro hasta el nuevo Tratado de Dublín. Alejarse del eje franco-alemán podría empujarla inexorablemente hacia el aislamiento.