Por Alfredo Zaiat
05 de agosto de 2018
Las ventas diarias se reducen a la mitad a partir de mañana, porque la caída de las reservas no se detiene. El Gobierno espera con el último aliento el siguiente desembolso del FMI por 3000 millones de dólares, el próximo 15 de septiembre.
La decisión del Ministerio de Hacienda y Finanzas de ordenar al Banco Central disminuir la licitación diaria de dólares de 100 a 75 millones en la ultima semana, y a 50 millones a partir de ésta, tiene un solo motivo: se están acabando a una velocidad mayor a la prevista los dólares de libre disponibilidad provistos por el Fondo Monetario Internacional. De los 15.000 millones girados a la cuenta del Banco Central el 22 de junio pasado, sólo la mitad puede ser utilizado sin restricciones. De esos 7500 millones, se remataron 3500, según la entidad que conduce el mesadinerista Luis Caputo, o 5500, de acuerdo al cálculo que realizan los técnicos fondomonetaristas. La disputa por esa diferencia de 2000 millones de dólares fue saldada a favor de la posición del Fondo, al disponer el recorte en la liquidación diaria de dólares. Pero la tensión se mantiene acerca del destino del resto de los billetes verdes entregados por el FMI. La otra mitad de la primera cuota del préstamo son “precautorios” para fortalecer el stock de reservas y no pueden ser vendidos en el mercado.
Liquidación
El dato más contundente después del abrazo desesperado al FMI es que el gobierno de Mauricio Macri no logró recuperar la confianza de inversores internacionales y el grifo de dólares de Wall Street sigue cerrado. Indicadores financieros relevantes, como el riesgo país, tasa de interés de las Lebac, rendimiento de bonos en dólares y tipo de cambio, son peores ahora que antes del anuncio del acuerdo con el Fondo.
El 15 de septiembre habrá un desembolso de 3000 millones de dólares, giro que figura en el cronograma del acuerdo a 36 meses, pero que en el momento de pactarlo ambas partes esperaban no tener que gatillar. Pero no hubo una reversión en la expectativa acerca de la evolución de la economía macrista. La corrida cambiaria no ha cesado y, por el momento, sólo la elevadísima tasa de interés de casi el 50 por ciento anual mantiene en 28 pesos la cotización del dólar.
Funcionarios del Banco Central dicen que todos quienes quisieron comprar dólares ya lo hicieron en la magnitud que querían desde abril pasado y que no demandan más porque están saturados de billetes verdes. Algunos medios lo repiten como si esa descripción fuera cierta por la estabilidad de la paridad del mes pasado. Quienes conocen cómo funciona el mercado, estudiaron la dinámica de la economía local y leyeron textos de historia financiera argentina, se preguntan si los brokers que conducen el Central se manejan con el combo explosivo de soberbia e ignorancia y despliegan la perversión CEO de la marca Cambiemos, o piensan que sigue siendo fácil la difusión de una narrativa ficcional a través de analistas complacientes.
La permanente liquidación de reservas internacionales desmiente esos relatos falsos de estabilidad cambiaria. El stock había subido a 63.270 millones de dólares el día que el BCRA recibió en su cuenta del Banco de Pagos Internacionales de Basilea la transferencia del Fondo. Anteayer, había descendido a 57.797 millones: 5473 millones menos.
Con el acuerdo con el FMI, el margen de administración del tipo de cambio con reservas ha disminuido abruptamente. O sea, la política económica del macrismo se quedó sólo con la opción de tasas altísimas que ahogan la actividad productiva, haciendo crujir la cadena de pagos en el circuito comercial e industrial, o con un alza más pronunciada del tipo de cambio, con el riesgo de otro shock inflacionario. La primera es la que se ha desplegado en estas semanas, aunque se sabe que mucho más no puede seguir a riesgo de provocar un colapso de la actividad.
El dato más contundente después del abrazo desesperado al FMI es que el gobierno de Mauricio Macri no logró recuperar la confianza de inversores internacionales y el grifo de dólares de Wall Street sigue cerrado. Indicadores financieros relevantes, como el riesgo país, tasa de interés de las Lebac, rendimiento de bonos en dólares y tipo de cambio, son peores ahora que antes del anuncio del acuerdo con el Fondo.
El 15 de septiembre habrá un desembolso de 3000 millones de dólares, giro que figura en el cronograma del acuerdo a 36 meses, pero que en el momento de pactarlo ambas partes esperaban no tener que gatillar. Pero no hubo una reversión en la expectativa acerca de la evolución de la economía macrista. La corrida cambiaria no ha cesado y, por el momento, sólo la elevadísima tasa de interés de casi el 50 por ciento anual mantiene en 28 pesos la cotización del dólar.
Funcionarios del Banco Central dicen que todos quienes quisieron comprar dólares ya lo hicieron en la magnitud que querían desde abril pasado y que no demandan más porque están saturados de billetes verdes. Algunos medios lo repiten como si esa descripción fuera cierta por la estabilidad de la paridad del mes pasado. Quienes conocen cómo funciona el mercado, estudiaron la dinámica de la economía local y leyeron textos de historia financiera argentina, se preguntan si los brokers que conducen el Central se manejan con el combo explosivo de soberbia e ignorancia y despliegan la perversión CEO de la marca Cambiemos, o piensan que sigue siendo fácil la difusión de una narrativa ficcional a través de analistas complacientes.
La permanente liquidación de reservas internacionales desmiente esos relatos falsos de estabilidad cambiaria. El stock había subido a 63.270 millones de dólares el día que el BCRA recibió en su cuenta del Banco de Pagos Internacionales de Basilea la transferencia del Fondo. Anteayer, había descendido a 57.797 millones: 5473 millones menos.
Con el acuerdo con el FMI, el margen de administración del tipo de cambio con reservas ha disminuido abruptamente. O sea, la política económica del macrismo se quedó sólo con la opción de tasas altísimas que ahogan la actividad productiva, haciendo crujir la cadena de pagos en el circuito comercial e industrial, o con un alza más pronunciada del tipo de cambio, con el riesgo de otro shock inflacionario. La primera es la que se ha desplegado en estas semanas, aunque se sabe que mucho más no puede seguir a riesgo de provocar un colapso de la actividad.
De otro color
Los fanáticos del billete verde pueden inquietarse cuando se enteren de que sólo la mitad del desembolso del Fondo fue en dólares. Se escribe que suman 7500 millones, pero en realidad fueron 7471,4, diferencia menor pero que se debe anotar en una economía donde cuenta cada dólar que se filtra por el colador del Banco Central. Esos billetes fueron destinados a la cuenta operativa 20501/00 y pueden ser utilizados para dos destinos: 1) para los pagos inmediatos denominados en moneda extranjera para objetivos de financiamiento presupuestario (cancelación de vencimiento de intereses y capital de deuda); y 2) para las subastas preanunciadas de divisas que realiza diariamente el Banco Central, por cuenta y orden del Ministerio de Hacienda, y cuyo producido en pesos se acredita en la cuenta del Tesoro 2020/00 (“Depósitos en pesos” en el BCRA).
La otra mitad del desembolso del FMI está colocada en la denominada “Cuentas de Fortalecimiento”, y hasta ahora no se ha liquidado ni una moneda porque así lo establece el acuerdo. Pero ese dinero no fue girado en dólares, sino en otras monedas: euros (2699 millones), yenes, yuanes, libras esterlinas (553,3 millones) y DEG (la moneda del FMI). Lo cierto es que si se necesitaran, el Central podría realizar una conversión de esos fondos a dólares. Pero, ya sean dólares, euros, libras, yenes o yuanes, el Fondo ha restringido su uso.
Suspiro
Con el FMI se pactó que el Banco Central limitará las ventas de reservas “a períodos en que haya una clara disfunción del mercado”, pero incluso en esos casos, se planea absorber las presiones externas a través de una mayor devaluación y ventas de divisas muy limitadas. Hasta el próximo desembolso, que será el 15 de septiembre por unos 3000 millones de pesos, quedan a partir de mañana 29 días hábiles.
La reducción del monto de la subasta es señal que en la puja del Banco Central con el FMI acerca de cómo contabilizar el uso de las reservas a partir del acuerdo, como fue mencionado al comienzo, fue saldada a favor de quien maneja en los hechos la política económica argentina: el Fondo. El recorte en el monto de la subasta se da porque el FMI no le permite al Central utilizar la otra mitad del desembolso de divisas.
Si se hubiera mantenido el ritmo de venta de 100 millones de dólares diarios, el stock disponible no llegaba al 15 de septiembre. Con la rebaja a 50 millones por día, la liquidación total desde mañana hasta entonces será de 1450 millones de dólares, a los que se debe agregar los billetes verdes necesarios para hacer frente a pagos de deuda. Solo en Letes en dólares hay un stock de 16.645 millones en valor nominal, que sumando los intereses devengados sube a 17.150 millones (unos 3000 millones están en manos de los bancos). Cada mes se debe renovar unos 2000 millones de dólares promedio, y en las últimas licitaciones se alcanzó una media del 80 por ciento a una tasa máxima de 5,5 por ciento anual, rendimiento que luego bajado en forma poco transparente al 3,75 por ciento con la intervención de organismos públicos.
Así, con el último suspiro, el gobierno de Macri arribará al día en que el Fondo volverá a abrir la billetera.
azaiat@pagina12.com.ar
Los fanáticos del billete verde pueden inquietarse cuando se enteren de que sólo la mitad del desembolso del Fondo fue en dólares. Se escribe que suman 7500 millones, pero en realidad fueron 7471,4, diferencia menor pero que se debe anotar en una economía donde cuenta cada dólar que se filtra por el colador del Banco Central. Esos billetes fueron destinados a la cuenta operativa 20501/00 y pueden ser utilizados para dos destinos: 1) para los pagos inmediatos denominados en moneda extranjera para objetivos de financiamiento presupuestario (cancelación de vencimiento de intereses y capital de deuda); y 2) para las subastas preanunciadas de divisas que realiza diariamente el Banco Central, por cuenta y orden del Ministerio de Hacienda, y cuyo producido en pesos se acredita en la cuenta del Tesoro 2020/00 (“Depósitos en pesos” en el BCRA).
La otra mitad del desembolso del FMI está colocada en la denominada “Cuentas de Fortalecimiento”, y hasta ahora no se ha liquidado ni una moneda porque así lo establece el acuerdo. Pero ese dinero no fue girado en dólares, sino en otras monedas: euros (2699 millones), yenes, yuanes, libras esterlinas (553,3 millones) y DEG (la moneda del FMI). Lo cierto es que si se necesitaran, el Central podría realizar una conversión de esos fondos a dólares. Pero, ya sean dólares, euros, libras, yenes o yuanes, el Fondo ha restringido su uso.
Suspiro
Con el FMI se pactó que el Banco Central limitará las ventas de reservas “a períodos en que haya una clara disfunción del mercado”, pero incluso en esos casos, se planea absorber las presiones externas a través de una mayor devaluación y ventas de divisas muy limitadas. Hasta el próximo desembolso, que será el 15 de septiembre por unos 3000 millones de pesos, quedan a partir de mañana 29 días hábiles.
La reducción del monto de la subasta es señal que en la puja del Banco Central con el FMI acerca de cómo contabilizar el uso de las reservas a partir del acuerdo, como fue mencionado al comienzo, fue saldada a favor de quien maneja en los hechos la política económica argentina: el Fondo. El recorte en el monto de la subasta se da porque el FMI no le permite al Central utilizar la otra mitad del desembolso de divisas.
Si se hubiera mantenido el ritmo de venta de 100 millones de dólares diarios, el stock disponible no llegaba al 15 de septiembre. Con la rebaja a 50 millones por día, la liquidación total desde mañana hasta entonces será de 1450 millones de dólares, a los que se debe agregar los billetes verdes necesarios para hacer frente a pagos de deuda. Solo en Letes en dólares hay un stock de 16.645 millones en valor nominal, que sumando los intereses devengados sube a 17.150 millones (unos 3000 millones están en manos de los bancos). Cada mes se debe renovar unos 2000 millones de dólares promedio, y en las últimas licitaciones se alcanzó una media del 80 por ciento a una tasa máxima de 5,5 por ciento anual, rendimiento que luego bajado en forma poco transparente al 3,75 por ciento con la intervención de organismos públicos.
Así, con el último suspiro, el gobierno de Macri arribará al día en que el Fondo volverá a abrir la billetera.
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